Autor: Antonio Avilés Amat
Publicado: Béjar en Madrid nº 4775 (21/04/2017), p. 4.
El tan sugerente, por
su artificiosa composición y barroca originalidad, lienzo del pintor italiano —veronés
por más señas— Ventura Lirios, Vista de
Béjar, realizado por encargo del duque don Juan Manuel II en torno a 1726,
refleja con bastante exactitud y detalle como debió ser, en el primer cuarto
del denominado siglo de las luces, la
vetusta villa bejarana. Esta apenas habría cambiado desde su fundación, varios
siglos antes, hasta el momento en que se ejecutaba el cuadro; algo más, casi
siglo y medio después, con la incorporación del barrio de la Corredera y de algunos edificios fabriles junto al
río, cuando, en 1867, Francisco Coello
traza el plano de la que ya, desde 1850, poseía el título de ciudad.
Vista de Béjar, de Ventura Lirios.
Imagen extraída de aquí
Y no demasiado,
si lo comparamos con el tiempo presente, salvo la pérdida de la mayor parte del
recinto amurallado[1]
y
de algunos destacados monumentos y obras públicas de abastecimiento de agua
(como el evaporado acueducto del que nunca más se supo) que aparecen en la pintura
al principio citada. Por lo demás, la ciudad contemporánea sigue conservando en
una proporción importante, aunque se hayan transformado o alterado
sustancialmente, la fisonomía de muchas de sus edificaciones y el primitivo aspecto
y configuración urbanística desde el Medioevo.
Plano de Coello
2.ORIGEN
Y REPOBLACIÓN DE BÉJAR
Los
orígenes de Béjar o, al menos, los de su reconquista[2]
y
poblamiento ––y en esto parecen estar de
acuerdo, aunque con matices, los historiadores que han estudiado tan capital asunto [3]—
se remontan a las décadas finales del
siglo XII, reinando en Castilla el rey Alfonso VIII. En la Crónica Compostelana, por citar algún documento de la época concerniente
al suceso, se hace referencia a la repoblación del territorio por este monarca
cuando reseña que el mismo rey pobló mucho tiempo antes a Cuenca,
Huete y Cañete y Alarcón y Plasencia y Béjar [4].
Lo cierto es que el primitivo asentamiento en esta zona de pobladores qual quier que venir quisiere poblar Beiar
de creencia qual quier que sea cristiano, moro o iudio, como en su rúbrica
14ª señala el Fuero[5],
se produjo al comienzo de la Baja Edad Media o, dicho de otro modo, en los
últimos decenios del siglo XII y durante el transcurso del XIII. El lingüista y
filólogo, Antonio Llorente,[6]
menciona que casi toda la actual Tierra de Béjar, hasta Montemayor,
pasa a pertenecer a Castilla, formando parte del concejo de Ávila, que se
encargará de la repoblación de su comarca y cabecera, Béjar, repoblación
llevada a cabo por castellanos, principalmente por gentes procedentes del alfoz
abulense.
Muralla de Béjar
También, en lo eclesiástico, la villa bejarana estuvo bajo la
jurisdicción del obispado de Ávila hasta que, en 1188, pasa al de Plasencia[7],
creado en esa fecha por el papa Clemente
III. Como recuerda Félix Benito Martín[8]
aquí se estableció un sistema de comunidades
de Villa y Tierra en el que una villa asumía todo el poder institucional y de
control del territorio y el resto eran aldeas dependientes de la cabecera que
carecían de muralla.
El primer lugar donde se instaura la población y en el
que continúa subsistiendo actualmente una gran parte de la ciudad lo constituye
el cerro oblongo y bastante abrupto en su ladera septentrional, circundado durante
un buen trecho, al este y al norte, por el río Cuerpo de Hombre, recién acrecentadas sus aguas con las de su
afluente Riofrío; situación muy
similar a la de la cercana Plasencia fundada por entonces, como anteriormente
se ha mencionado, por el mismo rey castellano —sobre un cerro ceñido por el río Jerte—, según especifica Salvador
Andrés Ordax[9].
Para vadear nuestro río de tan extraña denominación —Corpedumne, en los documentos de la época, como el que hace
referencia a la delimitación del concejo de Ávila[10]—
se construirá, posiblemente a principios del siglo XIII, el puente de San Albín
de un solo ojo con arco apuntado de considerable altura[11].
El enclave bejarano, elegido por razones estratégicas de control y defensa del
territorio frente a las posibles incursiones o razias musulmanas[12],
dispondrá muy pronto de un perímetro resguardado por murallas.
Muralla bejarana
Según especifica Torres Balbás[13],
refiriéndose al amurallamiento de las ciudades cristianas, los muros protectores de casi todas se levantaron a fines del siglo XII
y en el XIII. Su labra corría a cargo de los vecinos de la ciudad y de las
aldeas inmediatas, que, a más de los beneficios económicos que su proximidad
les reportaba, encontraban refugio en ella en caso de peligro. El recinto fortificado,
en el caso de Béjar, incluirá una estrecha franja, similar a la proa de un
barco varado, desde la denominada Puerta del Pico en su extremo occidental, hasta
alcanzar el alcázar o Palacio Ducal, en lo que se conoce como Villa Vieja. Posteriormente,
esta primitiva cerca será prolongada, siguiendo entonces una zona de mayor
ensanche del monte, hasta la Puerta de la Villa o de La Corredera, en su límite
más oriental.
Desaparecida Puerta de la Villa o de Ávila
También se levantará, con la nueva ampliación de sus defensas y
en el lugar más eminente y abrupto, al nordeste del promontorio, el castillo de
Campopardo, del que nada ha subsistido en la actualidad. A lo largo del contorno
amurallado y guarnecido de sólidas almenas, en cuyo interior quedarían
recluidas las viviendas y sus moradores, se abrirán, sucesivamente, hasta una
veintena de puertas y postigos de acceso que, cada atardecer, se cerraban
impidiendo la entrada al interior del recinto a personas foráneas y hasta a los
propios campesinos que se demorasen en sus labores agrícolas extramuros del
poblado.
Concluido el proceso repoblador al tiempo
que el sistema defensivo de la villa, durante las centurias siguientes
evolucionaría la población acrecentándose considerablemente el número de sus
moradores, tanto en el núcleo originario como en los territorios circundantes: pueblos,
lugares y aldeas sometidos a su jurisdicción. Ello daría origen a la villa y el
alfoz ––comunidad de Villa y Tierra[14]––
que también el Fuero, en su inicio (rúbrica 1ª.), describe con una lacónica y específica
relación: Beiar con todo su termino, con
montes, fontes, stremos, pastos, ríos, salinas… [15].
Río Cuerpo de Hombre
Al mismo tiempo se diversificarían los trabajos, actividades y profesiones (no
muy distintas de las tradicionales en el alto medievo: los que guerrean, los que rezan y los que trabajan) de sus habitantes
—militares, campesinos, menestrales, clérigos, funcionarios, artesanos y
comerciantes— y cobraba pujanza la estratificada pirámide de posición social no
tan rígida, como en épocas anteriores, por los mecanismos de ordenación y
control del territorio instaurados desde el momento de la ocupación. Como
señala el historiador Ermelindo Portela[16],
la empresa repobladora, dirigida por el
monarca o sus delegados directos, supone la presencia actuante de los primeros
elementos de jerarquización social. Son éstos, en primer lugar los fueros y la
organización concejil. El vértice continuaba dominado por la nobleza[17],
seguida de caballeros villanos, canónigos de los cabildos eclesiásticos y
burgueses, aunque estos tuvieron menor importancia, hasta llegar, en su base,
al pueblo llano o pechero, es decir,
pagador de tasas e impuestos. Las minorías étnicas y religiosas, constituidas por
judíos y mudéjares, junto a sirvientes pobres, mendigos, viudas sin recursos o
prostitutas, ocupaban el último lugar y eran frecuentemente marginadas, sobre
todo en el caso de los mudéjares por su condición de vencidos a medida que
avanzaba el proceso reconquistador.
Continuará
[1]
El amurallamiento de Béjar fue construido en época cristiana y no existe
ninguna evidencia de una muralla árabe o musulmana anterior como, en ocasiones
y sin ningún fundamento, se ha llegado a asegurar.
[2]
El término “reconquista” aplicado al lugar donde se fundó Béjar (una parte
de territorio despoblado entre el
Duero y el Tajo) es cuanto menos discutible y, hasta ahora, no existe fuente
documental alguna que lo avale. Se desconoce, por tanto, si este enclave estuvo
en poder musulmán y luego fue conquistado por los cristianos o castellanos,
según avanzaba el proceso reconquistador, o simplemente se trató de un
territorio marginal repoblado merced a su propicia situación de paso entre
Castilla y Extremadura.
[3] MARTÍN MARTÍN, Mª del Carmen. Síntesis de la historia medieval de Béjar en
HERNÁNDEZ DÍAZ, José María y DOMÍNGUEZ GARRIDO, Urbano (coord.). Historia de
Béjar, vol. 1.- CEB, Salamanca, 2012. p. 196.
[4] Ob. cit. p. 208.
[5] GUTIÉRREZ CUADRADO, Juan. Fuero
de Béjar.- Universidad de Salamanca.-Salamanca, 1975, p.45. Se trata de una
versión romanceada del Fuero latino de Cuenca y su datación cronológica, según el
autor, se situaría entre los años 1291 y 1293. Con anterioridad a este, Béjar
contó con otros dos fueros que no se han conservado.
[6] LLORENTE MALDONADO DE GUEVARA,
Antonio. Las comarcas históricas y
actuales de la provincia de Salamanca. CES. Salamanca, 1980, p. 23.
[7] Al extenso obispado placentino,
que se extiende al este de la antigua Vía de la Plata, pertenecían localidades
como Béjar, Trujillo, Medellín, Villanueva de la Serena, Guareña y otras. En ANDRÉS
ORDAX, Salvador. Arte y urbanismo en
Plasencia en la Edad Media en Norba. Revista de arte, geografía e historia,
núm.7, Cáceres, 1987, pp. 52-53.
[8] BENITO MARTÍN, Félix. El sistema medieval de asentamientos en
Castilla y León en Arqueología y territorio medieval, núm. 12.-Universidad
de Jaén.- Jaén, 2005, pp. 57-74.
[9]ANDRÉS ORDAX, Salvador. Ob.
Cit. p. 48.
[10] Citado y traducido del latín por
MUÑOZ GARCÍA, Juan. Ofrenda a la
Santísima Virgen del Castañar, excelsa
patrona de Béjar y su Comarca, vol. 2, Madrid, 1963, pp. 16-18.
[11] Aunque actualmente el río es salvado, en la
ciudad o en sus proximidades, por otros puentes de diversas épocas, el de San
Albín sigue estando en uso.
[12] La posición de Béjar cercana a la Vía de la
Plata, antigua calzada romana ––iter ab
Emérita Asturicam–– y única y obligada arteria de comunicación entre el sur
de la nación y la meseta del Duero por el oeste, propiciaría su desarrollo económico
y social en los últimos siglos medievales.
[13] TORRES BALBÁS, Leopoldo. La Edad Media en VV. AA. Resumen histórico del urbanismo en
España.-
Madrid, 1954, p.76.
[14] Estuvo dividida en cuatro
cuartos: de Arriba, de Valvaneda, de la Sierra y del Campo que se extendían por
parte de las actuales provincias de Salamanca, Ávila y Cáceres.
[15]GUTIÉRREZ CUADRADO, Juan. Fuero de
Béjar, p. 43.
[16] PORTELA, Ermelindo. Del Duero al Tajo en GARCÍA DE CORTÁZAR
y otros. Organización social de espacio en la España medieval. La corona de
Castilla en los siglos XIII a XV.-Barcelona, 1985, p. 106
[17] Desde 1396, en que el territorio
perdió su condición de realengo pasando a ser de señorío, la Villa y Tierra de
Béjar estuvo gobernada por los Stúñiga o Zúñiga, primero como señores y,
posteriormente, como titulares del ducado. En AGUILAR GÓMEZ, Juan Carlos y
MARTÍN MARTÍN, Mª Carmen. Aproximación a
la historia medieval de Béjar, Salamanca, 1989, p. 32.
Esas murallas resisten bien los siglos, a juzgar por lo que nos muestra. Nada fácil, con tanta historia a cuestas, a veces tan agitada.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
Un buen trabajo de investigación por otra parte nada fácil de recopilar. Bss
ResponderEliminarMe ha parecido interesante desde el punto de vista que pone algunos puntos sobre las íes desmontando algunas fabulaciones sobre Béjar. Lo malo es que a muchos les va a costar asumir que las historias sobre moros y cristianos son más que cuestionables.
ResponderEliminarUn abrazo,
Muy buen trabajo de investigación, estaré atenta a su continuación.
ResponderEliminarBesos
Has conseguido una gran historia de tu localidad.
ResponderEliminarSaludos.
son un aporte de historia llena de amenidad y pasatiempo dondE Bejar se ve reflejado Carmen desde mis horas rotas saludos y gracias por compartirlo . jr.
ResponderEliminarHola Carmen:
ResponderEliminarGran trabajo. Investigar hechos en la noche de los tiempo no es nada fácil.
Besos. Ya de regreso. poco a poco...
Leer el texto y decidir de una vez que tengo que visitar Béjar en condiciones, ha sido todo uno.
ResponderEliminarLlevo décadas en que para mí es tierra de paso continuo, como mínimo dos veces al año, y tan sólo en una ocasión pasé una noche y andé un poco por sus calles. Incluso compré unos recuerdos.
A ver si de una vez me organizo y la conozco.
Anímate, Ana, a visitarnos y a conocer a quien tú ya sabes. Avisa si te acercas por aquí.
EliminarUn beso
Admiro cada día más el mucho amor que sientes por tu ciudad y por la Historia, por reconstruir la Historia de Béjar. No imagino las horas que te habrá llevado indagar tanto para escribir este texto. Al menos, siente la recompensa de este humilde reconocimiento.
ResponderEliminarAbrazos.
Os recuerdo a todos que las entradas de este blog no son sólo de mi autoría, sino la de buenos colaboradores. Vuestros parabienes para ellos como es el caso.
ResponderEliminarUn abrazo
Ya hace años me llamó la atención el nombre del río bejarano, que parece resulta de una leyenda medieval, según la cual, fue descubierto el cuerpo de un hombre muerto flotando en el río. Tú misma Carmen, me lo comentaste hace años, cuando lo pregunté.
ResponderEliminarUn interesante texto, que seguiré atento.
Saludos.