Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
A mi hija Blanca
Aparte de vincularlos con los duques de Béjar, de los ascendientes de doña Teresa de Zúñiga se decía que "eran tenidos todos estos Zúñigas (sic) como hidalgos notorios de sangre, empadronados como tales, procedentes de casas solariegas, con enterramiento en convento, sin raza ni mezcla de villanos, judíos, moros ni conversos en ningún grado, (ni de) herejes, condenados ni penitenciados por el Santo Oficio". Respecto de ella misma, las crónicas de la época la refieren como "acaudalada señora y rica propietaria", que pronto se ganaría los motes de "bruja malvada y egoísta", “la de la tapia” y “la Corneja”, aparte de otros de mayor calibre y de que "su nombre esté en boca de todos: en los periódicos, en las tertulias de café, en las charlas de vecindario".
Doña Teresa de Zúñiga y Cornejo, 1831-1912. Geni.com
En 1881 el ayuntamiento de Salamanca decidió "planificar un nuevo trazado para la calle de la Rúa, configurada hasta el momento por casas desalineadas que forman rincones propensos a acumular desperdicios y provocar malos olores". El problema era que, "apenas dejar atrás la calle de Palominos hacia la plaza de Anaya, se encontraba un gran muro, una tapia que delimitaba la propiedad de la acaudalada Teresa de Zúñiga, una gran casa señorial que ocupaba todo el tramo final de la calle". Amparándose en una ley de expropiación forzosa, no obstante, "el consistorio comenzó inmediatamente la expropiación de un importante número de casas, incluida la de doña Teresa, cuyas tapias alcanzan la iglesia de San Sebastián y cierran el acceso a la plaza de Anaya".
Fotomontaje de un negativo digitalizado en la Fototeca Nacional, titulado La prolongación y la oposición de “la Corneja”. Salamancaenelayer.com
Los comerciantes y artesanos modestos de la calle se vieron obligados a recibir lo que el consistorio malpagaba por la expropiación, para invertirlo, después de la demolición de sus inmuebles, en nuevas construcciones que perdían la superficie que excedía el nuevo trazado, a lo que el municipio oponía la futura revalorización de las propiedades, que resarciría la pérdida e incrementaría la inversión. Ningún pago a los afectados fue posible, sin embargo, ni en el corto ni en el mediano plazo, porque doña Teresa de Zúñiga decidió "defender sus propiedades (eran dos) con dientes, uñas, abogados y su mucho dinero"… ¡y demandó al ayuntamiento!
Antigua vista de la calle de la Rúa. Salamancartvaldia.es
Seguro el alcalde de poder doblegar la voluntad de una mujer a punta de cortesía, solicitó una visita a la casa de doña Teresa con la esperanza de ser recibido "con un femenino cafetito con picatostes". Doña Teresa accedió y recibió al alcalde y una comisión del ayuntamiento, que quedaron sorprendidos al ser "pasados a un frío gabinete donde esperaba un grupo de adustos abogados, retirándose la anfitriona a sus aposentos". A la reunión asistía también el marido de doña Teresa, "don Rafael Bermúdez de Castro y Rascón, de la casa de los vizcondes de Revilla de Barajas, por lo que era pariente de su mujer", y tanto él como los abogados estaban autorizados para llegar a acuerdos "siempre que fueran sancionados por la demandante".
Edificio al final de la calle de la Rúa con plaza Anaya, donde estaban los corrales y paneras de doña Teresa de Zúñiga. Salamancartvaldia.es
El conflicto se extendió por casi una década, porque doña Teresa exigía "una expropiación total, ya que la destrucción de la parte correspondiente a la apertura de la calle dejaría demasiado maltrecha su propiedad". El asunto sólo se destrabó "el 26 de marzo de 1890, cuando poco antes de que se dicte fallo a la demanda de doña Teresa de Zúñiga, el alcalde se pone al frente de una cuadrilla de obreros, y con el apoyo de unos cuantos concejales comienzan, por las bravas, el derribo de la tapia y de las construcciones que estorban el deseado trazado de la calle de la Rúa".
Mausoleo de doña
Teresa de Zúñiga y Cornejo en el cementerio de Salamanca. Elnortedecastilla.es
Mientras los más pobres esperaban el pago del ayuntamiento por sus viviendas y negocios expropiados, suspendido en general por la demanda, doña Teresa de Zúñiga se hacía construir su mausoleo, el que hasta hoy, pese a los años y al abandono (murió sin descendencia) se considera el más suntuoso del viejo cementerio salmantino: "Imita a una iglesia románica y está rodeado por una amplia extensión de terreno, en otro tiempo jardines, y una fuerte valla de hierro que impide el acceso a los curiosos".
Lecturas:
Candaira.es: Genealogía de la rama Zúñiga. S/f
Hernández, Cecilia: De la sencillez al lujo suntuoso de la morada final. 2016
Rivas A., Laura: Historias de la calle de la Rúa. 2012
Genio y figura hasta la sepultura, Ameno e interesante, me ha sabido a poco. Saludos.,
ResponderEliminarYa en el retrato, se ve su mala cara.
ResponderEliminarUn abrazo
Buenas noches. ¿Se sabe por qué la apodaban la Corneja? Gracias.
ResponderEliminarPorque se apellidaba Cornejo, un apellido habitual entre las familias nobiliarias salmantinas.
EliminarSaludos desde Béjar.
Ah, sí, ahora veo su segundo apellido en los pies de fotos. Torpe de mí. ¡Gracias, Carmen!
EliminarUna señora de armas tomar, cuyo carácter queda muy reflejado en ese mausoleo.
ResponderEliminarUn abrazo, amiga Carmen.
Qué interesante esta historia. Gracias por compartirla. Da gusto leer y aprender aquí...
ResponderEliminarSaludos!
Gracias por la entretenida historia y por la linda dedicatoria. Eres seco papá! te adoro!
ResponderEliminar