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27 de marzo de 2021

Siguiendo la pista a la Virgen de las Angustias de Béjar a través de la documentación. Procedencia

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.852 (07/08/2020)

     La primera noticia historiográfica más reciente sobre la talla de Nuestra Señora de las Angustias data de mediados del siglo XX y pertenece a don Juan Muñoz [1]. Basándose en un escrito inédito del escribano del Ayuntamiento de Candelario del siglo XIX, Joaquín Peña Rico, nos narra la historia de la monja terciaria franciscana María García Morales, conocida con La Morala. Resumiremos sus visiones milagrosas explicando que experimentaría en casa de la fabricante Antonia Hernández Ajero[2] una de aquellas en la que contempló a la Virgen sentada a los pies de la cruz, sosteniendo en los brazos a Su Hijo muerto y llevada en andas por un coro angélico que cantaba el himno del Stabat Mater Dolorosa. María relató que la Virgen le dijo: Vengo para concederte lo que me pides. Coloca en la iglesia del Convento San Francisco una imagen mía en la que yo esté representada tal como aquí me ves. Y diciendo esto, sacó una llave y, por la llaga del costado, abrió el pecho y habló: Aquí está el amor. Pon aquí tu corazón. 

 

Nuestra Señora de las Angustias 

15 de febrero de 2014

Las mujeres-fabricante bejaranas del siglo XVIII. ¿Independencia o sometimiento social? (4ª Parte y final)




Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2011, pp. 81-86.


              Las mujeres de las familias artesanales limitaban su trabajo al cuidado de los hijos y de la casa, siendo excepcionales aquellas que se dedicaban en exclusividad al negocio fabril, pues no recibían una educación enfocada hacia ello. Con todo, estaban tan involucradas en las tareas de sus maridos que, a veces, se hacía la vista gorda dentro de la jerarquizada estructura gremial cuando la mano de obra escaseaba, dejándoseles participar en labores de hilado o acabado siempre y cuando pertenecieran sus maridos al gremio[1]


        Merecen una mención aparte las mujeres-fabricante que dirigían el negocio familiar tras el fallecimiento de su cónyuge, o bien si no existían herederos directos o bien por minoría de edad de los hijos habidos dentro del matrimonio o de enlaces anteriores. Los gremios admitían a las mujeres de los fabricantes fallecidos seguir regentando los negocios del agremiado [2], aunque siempre controlando que esta situación no se prolongase más allá del paso a la mayoría de edad de sus hijos varones. 

8 de febrero de 2014

Las mujeres-fabricante bejaranas del siglo XVIII. ¿Independencia o sometimiento social? (3ª Parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2011, pp. 81-86.


Es curioso constatar que en los estudios sobre el textil bejarano del siglo XVIII es frecuente encontrar una fuerte presencia de mujeres al frente de los negocios dedicados al ramo, como ya advertimos en la introducción a este mismo artículo. En general, el papel femenino en la sociedad de la Edad Moderna dependía de los varones que conformaban el círculo familiar (padre, hermanos, marido e hijos), los cuales les mantenían económicamente, correspondiendo ellas con su fertilidad y organizando la casa de manera diligente. Según Richard Steele, ensayista del siglo XVII, "una mujer es una hija, una hermana, una esposa y una madre, un mero apéndice de la raza humana" [1]


23 de febrero de 2009

Una mujer del siglo XVIII fabricante y mecenas (2ª Parte)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4521. Noviembre de 2008


La amiga de Antonia Hernández Ajero, María Peña García, natural de Candelario, había tenido una trayectoria personal parecida a la de Antonia, pues había enviudado al poco de casarse con Francisco Sánchez Barruelo, sin tener tiempo de darle ningún vástago. María tomó el nombre de María de Jesús, a la vez que hizo votos de pobreza, castidad y obediencia, ganando su sustento hilando. Por ambas vías conocería, suponemos, Antonia a María, tanto por su fama de santidad como por la dedicación al textil, aunque en distinta medida. La una pobre y extremadamente beata, la otra rica y con aspiraciones piadosas; la una le dio a la otra lo que le faltaba; las uniría la viudedad, la devoción y la lana.

La Morala, llamada así por su apellidos maternos, García Morales, experimentaría en casa de Antonia las experiencias místicas que todos conocemos por los relatos de don Juan Muñoz, visiones aquellas en las que vio a la Virgen sentada a los pies de la cruz, sosteniendo en los brazos a Su Hijo muerto, en medio de un coro de ángeles que cantaban el himno del Stabat Mater Dolorosa. María relató después que la Virgen le dijo: Vengo para concederte lo que me pides. Coloca en la iglesia del Convento San Francisco una imagen mía en la que yo esté representada tal como aquí me ves. Y diciendo esto, sacó una llave y, por la llaga del costado,abrió el pecho y habló: Aquí está el amor. Pon aquí tu corazón. 



Virgen de las Angustias. Iglesia de Santa maría la Mayor

16 de febrero de 2009

Una mujer del siglo XVIII fabricante y mecenas (1ª Parte)



Autor: Mª Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.520. Noviembre de 2008



Antonia Hernández Ajero nació en Béjar en 1714 y, si nos interesa realizar una reseña sobre ella, nos es por otra cosa que por ser una mujer mezcla de fabricante de paños y beata, propietaria de obrador y viuda compungida, mecenas de las artes como medio de devoción y protectora de la Orden Terciaria Franciscana de mujeres en nuestra Villa. Una combinación de caracteres que el lector entenderá a medida que contemos algunos de los episodios de su vida.

Lo de los paños a Antonia le venía de familia, tanto propia como política, pues había nacido en una familia eminentemente manufacturera. Su padre, Antonio Hernández Ajero Sánchez de las Matas, había prosperado como fabricante de paños a finales del siglo XVII, momento en que la Casa Ducal injerta en la red lanera bejarana a los maestros flamencos. El negocio debía de irle viento en popa, aún teniendo en cuenta que en aquella época los talleres eran modestos, pues se componían de unos pocos telares y con una mano de obra eminentemente manual. En suma, la manufactura bejarana todavía se podría adjetivar de artesanal, aunque el impulso que tomó en el siglo XVIII llegará a ser tal, que bien se puede considerar parte de la base de la industria pañera bejarana de los siglos XIX y XX.