Autor: Ignacio Coll Tellechea
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2017, pp. 58-61; y http://collcenter.es/aquel-verano-de-1867-en-bejar/
El 29 de agosto de 1867, los militares decidieron seguir el rastro de los
fugados, saliendo el grueso de la tropa en su búsqueda y quedando 70
guardias y tres oficiales como retén en la ciudad. Cuando esto ocurrió,
los revolucionarios bejaranos que permanecían en el municipio tocaron
las campanas de las iglesias. La llamada surtió efecto, y mientras en
las calles se montaban barricadas, la partida de Valle, Guijo y Aniano
regresó a la llamada convenida y puso cerco a los militares. Tres horas
duró el enfrentamiento, en el que perdieron la vida tres guardias y
varios resultaron heridos. Especialmente dificultosa fue la toma
de la Iglesia de El Salvador, en cuya torre los uniformados se hicieron
fuertes. Para conseguir que se rindieran, los sublevados quemaron
pimientos en su base, de forma que la humareda resultante motivó su
intoxicación y el abandono de las armas.
Tras la euforia de aquel mínimo triunfo, los rebeldes se hicieron con
el control de la ciudad y se aprestaron a organizar la defensa,
sabedores de que un contingente importante de tropas se acercaba para
acabar con la insurrección y tomar de nuevo el mando.
Tenían razones para preocuparse, porque una columna compuesta por más
de 1.500 efectivos de los cuerpos de infantería, caballería y
artillería estaba a punto de llegar a Béjar, alertada por los sucesos de
los días anteriores. Al conocerlo, los rebeldes acumularon armas, en
número de unas 400, fortificaron las zonas clave con barricadas y se
llegaron a desenrollar varias calles para utilizar las piedras como
improvisados proyectiles.
Tropas Infantería 1863
Imagen sacada de aquí