Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid
Sabido es que la
presencia de figuras femeninas en la documentación de otros tiempos es meramente
testimonial y difícil de encontrar, más allá de damas pertenecientes a la
nobleza (veáse duquesas de Béjar en la documentación local) o a la Iglesia.
Debemos recurrir a expedientes legales para toparnos con mujeres en particiones
de herencias, tutorías por minorías de edad o casos delictivos, entre otros.
Foto extraída de aquí
Y
si el trato hacia las mujeres y su relevancia social se reducen a un soplo en
los testimonios escritos del pasado no digamos en lo referente a personas con
enfermedades de tipo psicológico en lo que entonces se englobaba en el saco de
la locura. Ya tratamos en estas páginas de un caso significativo con muerte enlas calles de Candelario[1]
que debió de ser sonado por el expediente que generó a nivel legal. El artículo
de hoy se centra en una mujer y en una hipotética locura…o no.
Imagínense
en pleno siglo XIX, en 1835, en el camino que comunica Navalmoral de Béjar con
Sanchotello[2].
Soledad, silencio y miedo, por qué no decirlo, a un asalto. La polvareda que
deja el caballo del fiel de fechos (o sustituto del escribano) del pueblo se
eleva desde el suelo como una nube clara, más densa aún si cabe por la sequía
de un julio sin lluvia. Le urgen las ganas de arribar a su vivienda y ponerse a
salvo de los rayos de un sol inclemente en la tarde de aquel 24 de julio cuando
se topa con una figura en medio del camino. Sofrena al caballo, tirando
precipitadamente de las riendas para no precipitarse contra ella, y aprecia, no
sin haberse quitado todavía el susto de encima, de que se trata de una solitaria
mujer. Y “estándola preguntando quién
era, cómo se llamaba, a todo le respondía y responde que no lo sabe”, pues
así consta en una misiva enviada por Juan Martín, el fiel, al Ayuntamiento de
Béjar a instancias del alcalde de Navalmoral, en cuyo término se encontró a la
misteriosa mujer sin memoria.
Sanchotello. Foto extraída de aquí
Juan
Martín, sin salir de su asombro en aquel momento, le sonsaca “que un hombre la había quitado una mantilla
de cobijar sin ningún motivo”. El testimonio es demasiado sospechoso como darle
crédito. ¿Una mujer solitaria en medio de un camino, asaltada y sólo para
sustraerle una prenda de abrigo? Y en esto “vaxo
el tal hombre que ella decía, qual fue Fernando Garcia, vecino de Sanchotello,
y dijo al secretario o fiel de fechos: Esta mujer la he hallado oculta ai
arriba mas de 200 pasos por cima del camino entre los peñascos del acarradero redondo,
en ademan de estar observando lo que pasava por el camino”.
Y
así, furtiva por encontrarse sola en medio de la nada, sin dar razones de su
filiación, desorientada y pidiendo su mantilla, se la llevó el fiel de fechos
cumplidor de la orden que se había cursado a todos los pueblos de detener a
cualquier persona sospechosa en aquellas fechas de turbulencias políticas y de
guerra carlista. El escribano no se paró ni medio segundo a pensar si Fernando
García mentía, si acaso la mujer decía verdad y no era el hombre el que se
había inventado tal patraña para salir él indemne. Porque, ¿qué hacía él ahí
arriba, en los peñascos, para haberla visto? ¿No sería él acaso el sospechoso?
Imagen sacada de aquí
Tras
recalar ambos, fiel de fechos y mujer misteriosa, en el Ayuntamiento de
Navalmoral, el alcalde del pueblo decide enviarla a Béjar con el fin de recabar
información sobre ella. Pues bien, poco después, el 2 de agosto el alcalde de
Fregeneda, Francisco Rubio Garzón, contesta al de Béjar y se disipan las dudas:
Josefa Rubio Talante es la mujer amnésica encontrada en el camino que “se marchó el 15 del mismo mes anterior a la
fuerza de su demencia”. No es por tanto una peligrosa carlista, ni una
salteadora de caminos, ni siquiera ha recibido un golpe que le ha privado de
memoria. Es una demente “como lo había
verificado diversas veces por el término de este pueblo en termino que ha sido
preciso salir el vecindario en su busca hasta que la ha encontrado casi exánime”.
Por
lo visto el alcalde había cursado diligencias a todos los pueblos del partido,
por ver si daban con el paradero de Josefa, sin resultados, hasta que se le
ocurrió extender la búsqueda. La mujer amnésica, pues así creo que podríamos
definirla hoy día y no demente o loca, apareció en Navalmoral después de diez
días desaparecida. Quién sabe si, el escribano no la hubiera encontrado o el
alcalde de Fregeneda no hubiese cejado en su empeño de buscarla, Josefa no
hubiera acabado encarcelada por sospechosa por cualquier motivo, carlista,
mujer peligrosa o salteadora de caminos. Su amnesia podría ser producto de su
inteligencia a la hora de enmascarar su verdadera identidad de liberal
recalcitrante, de partidaria de Carlos María Isidro o de fugada de una cárcel
de mujeres. Nadie la hubiese creído.
[1]CASCÓN MATAS, Mª
Carmen. “Un caso de muerte en la Fuente de la Romana de
Candelario”, BenM 4.709 (01/08/2014).
[2] Las dos cartas que se manejan
para contar esta historia se encuentran en el Archivo Municipal de Béjar:
Correspondencia de 1835 (Sign. 091).
Al principio me vino a la cabeza la imagen de la Serrana de la Vera, una mujer solitaria que se aparece al desprevenido caminante y acaba con su vida; luego ya nos vas revelando detalles de la mujer en cuestión. Al final nos quedamos sin saber si era una "demente" o tal vez ocultaba algo que la pudiese comprometer. Vete a saber. Los tiempos desde luego eran malos para ir de liberal o de carlista.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.
La demencia es la enfermedad más incomprendida, todo el mundo se quiere apartar del pobre loco o loca de turno.
ResponderEliminarBesos
Me vino a la mente la famosa mujer de la curva, pero este relato es mas estremecedor que ese.
ResponderEliminarAlgo que me llama la atención que en aquellos tiempos las autoridades se mostraran preocupados.
Saludos.
Olá, Carmen!
ResponderEliminarParabéns pela belíssima matéria, da qual sempre gostei desde a época em que estudava psicopatologia na cadeira de medicina legal, na faculdade de Direito. De lá para cá nunca mais deixei de estudar essa matéria (atualmente encontro boas aulas ministradas por psiquiatras e psicólogos no YouTube.
Um abraço.
Pedro
En aquellos años muchas enfermedad es neurológicas eran clasificadas como demencias. Nos quedamos sin saber si la amnesia era la única sintomatología que presentaba la mujer en cuestión.
ResponderEliminarUn relato estupendo aunque sigo intrigada.
Besos, Carmen
Como tu, yo también me pregunto qué hacía el de Sanchotello espiando a la mujer que entre aquellos canchales espiaba el camino.
ResponderEliminarUn abrazo,
La pregunta que me hago es mucho más sencilla que los hurgamientos psiquiátricos: ¿Y si no estaba loca? ¿Y si fue un choque emocional o una agresión física lo que le provocó la amnesia o una simple negación de la realidad?
ResponderEliminarMe he quedado pasmado, vaya historia y pobre mujer "demente" en aquellos tiempos.
ResponderEliminarUn saludo.
Perdida sin documentación, sin móvil que tiempos tan duros en su situación mental, seguro que hoy en día no hubiese estado tantos días perdida por aquellas tierras.
ResponderEliminarUn feliz fin de semana.
Como escriben por arriba,,,la mujer de la curva...un saludo desde Murcia.
ResponderEliminarTiene que ser durísimo sentirte perdida, sin saber quien eres y, para completar, sin rumbo fijo, deambulando por caminos que miedo da atravesarlos.
ResponderEliminarHoy en día, lo más seguro, es que le diagnosticaran alzheimer.
Te dejo un fuerte abrazo.
kasioles