18 de octubre de 2016

Y los Duques de Béjar… ¿qué se fizieron?*



  Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

     El traslado de los restos del VII duque de Béjar Francisco López de Zúñiga (nacido y fallecido en Béjar)  desde el convento Madre de Dios de Sanlúcar de Barrameda a la iglesia Santiago Apóstol de Gibraleón en octubre de 2012 lleva a preguntarse qué fue de los restos de los once duques restantes del mismo título, linaje y apellido.




Recepción de los restos del VII duque de Béjar en Gibraleón, 2012 (Bejar.biz)



Los restos de Álvaro de Zúñiga y Guzmán (n. Encinas, Valladolid, f. Béjar), I duque de Béjar, se encuentran  en la iglesia San Vicente Ferrer, que él mismo mandó construir en Plasencia, junto a los de su sobrina y segunda esposa Leonor Pimentel y Zúñiga y los del hijo de ambos, Juan de Zúñiga y Pimentel, maestre de la Orden de Alcántara.


 Iglesia San Vicente Ferrer en Plasencia

10 de octubre de 2016

Tomás Pérez Monroy y el retablo mayor de la iglesia de San Juan de Béjar (6ª parte y final)



Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Especial Béjar en Madrid, 2009.

El clan artístico de los Pérez Monroy

            Tomás Pérez Monroy forma parte de una saga de artistas que al menos se remonta a su bisabuelo. Éste se llamaba Diego Pérez Monroy y era de oficio pintor con taller abierto también en la ciudad del Tormes. A través de su testamento redactado en 1708 [1], sabemos que contrajo dos veces matrimonio, y de su primera mujer, Águeda Fernández, tuvo dos hijos, Antonio y Ramón. En el catastro del marqués de la Ensenada, realizado en 1753 [2], Antonio es citado como oficial ensamblador y Ramón, abuelo de Tomás, como maestro carpintero

 Retablo mayor de la iglesia de Navacarros (Salamanca) de Agustín Pérez Monroy

         Su padre fue Agustín Pérez Monroy, un importante ensamblador y tallista salmantino de la segunda mitad del siglo XVIII. Junto a Miguel Martínez de la Quintana [3] y Manuel Vicente del Castillo [4] divulga el tipo característico de retablo rococó salmantino por toda la provincia de Salamanca y limítrofes (Zamora, Ávila, Cáceres). Las primeras obras de Tomás son idénticas a las del padre, hasta que la necesidad de adecuarse a la nueva estética neoclásica le obliga a irse distanciando de lo aprendido durante su formación, presumiblemente junto a su progenitor. Realmente es complicado poder evidenciar a simple vista diferencias entre la obra de los cuatro maestros citados. A fin de cuentas, todos hacen suyo un diseño que crea el arquitecto Andrés García de Quiñones hacia 1760 para dos retablos colaterales de la iglesia del Colegio Real de la Compañía de Jesús de Salamanca, materializados finalmente por Agustín Pérez Monroy [5].

26 de septiembre de 2016

La vergüenza de un militar por los sucesos acaecidos en Béjar el 28 de septiembre de 1868



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.737 (18/09/2015), p. 12.



          La memoria es tan efímera como los seres humanos cuyos recuerdos sumados forman el pasado de un pueblo. Las gentes van y vienen, nacen y mueren, y solo permanecen los documentos y los edificios, los objetos, para recordar un presente que se evapora a sorbos por segundos. Sin embargo, cada persona, cada lugar, enarbola un momento estelar, una estrella en el firmamento que nunca se apaga en el recuerdo a pesar del paso de los siglos


            Creo no errar al afirmar que la Revolución Gloriosa de 1868, aquel septiembre en que los bejaranos se alzaron valientes en persecución de un sueño que se hizo realidad, puede consignarse en los anales de nuestra ciudad como esa estrella brillante en el firmamento de la Historia. El eco de su nombre, la acción conjunta de aquellos héroes que arriesgaron sus vidas o las perdieron en favor de la libertad de todos, se extendió como la pólvora en el territorio nacional e incluso en la prensa internacional, como bien nos ha mostrado Ignacio Coll en su artículo sobre este tema publicado en la última revista de ferias y fiestas[1]

 Un dibujo de la época que bien pudo reflejar los sucesos de la calle del Puente, hoy calle de la Libertad, entre los civiles bejaranos y las tropas del ejército isabelino. En realidad la imagen representa un suceso ocurrido en la Guerra de Independencia en Valdepeñas.


          Los sentimientos de condena y de loa a partes iguales a los esforzados bejaranos, considerados mártires de la causa, no se hicieron esperar y llovieron cartas de condolencia desde distintos puntos de España. Conocidas son ya las enviadas por la Junta Revolucionaria de La Latina de Madrid[2] o la del farmacéutico Vicente Martín de Argenta[3]

11 de septiembre de 2016

Tomás Pérez Monroy y el retablo mayor de la iglesia de San Juan de Béjar (5ª Parte)



Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Especial Béjar en Madrid, 2009

Tomás Pérez Monroy, entre el rococó y el neoclasicismo



         Nuestro retablista regentaba un prestigioso taller en la Salamanca de la segunda mitad del siglo XVIII junto a su padre Agustín. Su evolución artística la podemos seguir casi sin salir de nuestra comarca, pues antes de hacer el retablo de Béjar materializó el mayor y un colateral para la iglesia de Gallegos de Solmirón (Salamanca), rococós, y después concluyó el mayor de Sorihuela (Salamanca), neoclásico


Fotografía antigua del desaparecido retablo de la iglesia de San Juan Bautista de Béjar



            El retablo mayor de Gallegos de Solmirón se contrató en 1786, once años antes que el bejarano, y afortunadamente nos han llegado tanto el retablo como su contrato [1]. Por él sabemos que de su mano también salió el retablo colateral del Santo Cristo, que debía acometerse en consonancia estilística con el mayor. Ambos sumaron 12.000 reales de gasto, en los que hay que incluir otras pequeñas piezas (dos credencias) y algunos arreglos.


            En los dos ejemplos estamos ante retablos paradigmáticos del rococó salmantino. El mayor es tetrástilo, es decir, se levanta sobre cuatro soportes de orden compuesto, generalmente columnas, aunque en este caso por la estrechez del espacio los extremos se reducen a pilastras. El tipo de fuste de columna es marca de la retablística salmantina rococó, con un anillo en el tercio inferior al que se adosan cintas avolutadas y motivos vegetales; sin embargo el fuste no está estriado, sino que es liso, más propio del posterior estilo neoclásico. Por supuesto, la rocalla y las sartas vegetales talladas en relieve cubren casi todos los paneles y el entorno de las hornacinas. Éstas son escasamente profundas y con peanas muy voladas para las imágenes de los santos. Por otro lado, sorprende la estrechez del retablo, que no ocupa los tres paños de la cabecera poligonal, sino simplemente el frontal, pero fue por expreso deseo de Francisco Alonso, mayordomo de la iglesia: (…) y esta obra [el retablo], se ha de hacer en línia [sic] paralela y no en tres ochavos [2].

5 de septiembre de 2016

Tomás Pérez Monroy y el retablo mayor de la iglesia de San Juan de Béjar (4ª Parte)




Autor: Roberto Domínguez Blanca
Publicado: Especial del Béjar en Madrid 2009


El contrato del retablo mayor y del tornavoz (II)



        La segunda de las fuentes documentales se redactó poco después, y en ella se recopilan las siete condiciones a las que Tomás Pérez Monroy habrá de someterse en la ejecución del retablo:




 Montaje actual de un retablo 
Imagen extraída de aquí


        “1.ª Es condición que toda la madera que se ubiese de emplear en la fábrica de dicha obra ayan de ser de los Oyos del Espino u Oyo Quesero. Limpias de nudos y teas en la forma mejor que se pueda”.



        La primera condición trata sobre la madera que se había de emplear. Es raro que en los contratos se clarifique la procedencia de la misma. En este caso de los pueblos abulenses de Hoyos del Espino o de Hoyocasero (Oyo Quesero), la msima exigida para el retablo mayor de Becedillas (Ávila) de Miguel Martínez de la Quintana [1]. Seguramente se trata de madera de pino, un material muy corriente usado para las estructuras y ensamblajes de los retablos, pero no así en las esculturas, a las que se les solía reservar una madera de mayor calidad. Se pide que la madera sea limpia y sin teas. La madera teosa es aquella que por abundar en resina es inconveniente para armar un retablo.