24 de octubre de 2024

El capitán Andrés Dorantes: un bejarano en Florida, Misisipi y Luisiana (2ª Parte y final)

Autor: Anselmo Rosales Montero

En este viaje a pie siguiendo el Río Grande y el Misisipi además de sufrir muchas penalidades, verán curiosas costumbres. Por ejemplo cómo los hombres abandonan a las mujeres cuando sienten que están preñadas y no vuelven a ellas hasta que la criatura no tiene dos años, cómo los niños toman el pecho hasta los 12 años, para garantizar la comida y por lo tanto la supervivencia, cómo se adormecen con humo y beben curiosos brebajes, cómo le regalan más de seiscientos corazones de venado abiertos y conservados para la alimentación. Comprobarán que existe la poligamia, la homosexualidad y el matrimonio entre hombres:

 Cabeza de Vaca y los suyo. Grabado sacado de aquí

Entre éstos vi una diablura, y es que vi un hombre casado con otro, y éstos son unos hombres amarionados, impotentes, y andan tapados como mujeres y hacen oficio de mujeres, y tiran arco y llevan muy gran carga, y entre éstos vimos muchos de ellos así amarionados como digo, y son más membrudos que los otros hombres y más altos; sufren muy grandes cargas. Cap XXVI.

Más adelante serán mal acogidos por unos españoles esclavistas, con los que no están de acuerdo. Tratarán de seguir la costa y alcanzar Méjico. En las inmediaciones del delta del río Mississippi estallará un gran tormenta y las embarcaciones no podrán resistir los embates de las olas. Solo quedan unos cuantos supervivientes, cuya genealogía no sabemos hasta el final del libro:

Y pues he dado relación de los navíos, será bien que diga quién son y de qué lugar de estos reinos, los que nuestro Señor fue servido de escapar de estos trabajos. El primero es Alonso del Castillo Maldonado, natural de Salamanca, hijo del doctor Castillo y de doña Aldonza Maldonado. El segundo es Andrés Dorantes, hijo de Pablo Dorantes, natural de Béjar y vecino de Gibraleón. El tercero es Álvar Núñez Cabeza de Vaca, hijo de Francisco de Vera y nieto de Pedro de Vera, el que ganó a Canaria, y su madre se llamaba doña Teresa Cabeza de Vaca, natural de Jerez de la Frontera. El cuarto se llama Estebanico; es negro alárabe, natural de Azamor.

    Esta es la historia resumida de Andrés Dorantes y sus compañeros supervivientes de aquellos seiscientos hombres que iniciaron este larguísimo camino, pero ¿qué fue de cada uno? 

Pánfilo Narváez. En la tormenta en el delta del Misisipi, murió ahogado, como la mayoría de los expedicionarios. Fray Bartolomé de las Casas, que no le tenía mucho cariño por las matanzas que vio en Cuba y en las que participó Pánfilo, narró su muerte con una frase que parece más bien una losa que un epitafio: “el diablo llevóle el alma”.

Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Junto con Dorantes pensaban regresar a España, pero Andrés se arrepintió a última hora. Álvar Núñez fue asaltado por piratas franceses y rescatado por barcos portugueses. Desembarcó en Lisboa y fue caminando hasta Sevilla. Volvió en 1540 a Sudamérica como gobernador del Río de la Plata y el Paraguay. Descubrió las cataratas del Iguazú. Fue objeto de un motín en 1544 y llevado arrestado a España. Quizá murió en 1547 en Valladolid.

 

Alonso del Castillo Maldonado contrajo matrimonio en Méjico y fue beneficiario de la encomienda de su mujer en Puebla. Vivió el resto de su vida en Nueva España hasta 1548. 

Estebanico, el negro alárabe, natural de Azamor que había sido comprado como esclavo por Dorantes, continuó siendo esclavo. No se le concedió la emancipación y se vendió como esclavo al Virrey Mendoza. Sin embargo no renegó de su situación y participó en la quimérica expedición a Las Siete Ciudades de Cíbola y Quivira. Fue utilizado para acercarse a otros pueblos indígenas .

Andrés Dorantes ya no salió de la Nueva España. Tomó parte en la pacificación y conquista de Jalisco, y, al concluir esta intervención guerrera, el virrey don Antonio de Mendoza lo casó con la encomendera doña María de la Torre, viuda del conquistador Alonso de Benavides. Tras la muerte de María, se casó con Paula, viuda de Antonio Gómez de Corona.

El bejarano Andrés Dorantes, el andarín, el hombre que sufrió penalidades, torturas, hambre, que pudo ver tantas maravillas, murió antes de 1560, en la tierra a la que llegó persiguiendo un ideal. Dejó una amplia herencia genética (según algunas fuentes 14 hijos). 

Entre ellos Baltasar Dorantes, importante escritor mejicano y que da pie a una larga y fructífera saga de Dorantes. Es el autor de Sumaria relación de las cosas de la Nueva España, con noticia individual de los conquistadores y primeros pobladores españoles en 1613. En esta obra Baltasar se debate entre sus dos sangres y entre su posición en contra de la conquista, pero al mismo tiempo colaborador con ella por formar parte como funcionario. Pero, esa, ya es otra historia.


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