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6 de septiembre de 2015

La placa de los errores


Autor: Domingo Garrido Sánchez
Publicado: Béjar en Madrid nº 4737 (4/09/2015)



En el siglo XIX, Béjar vive dos hechos por la lucha de la libertad, hechos que tuvieron un profuso eco en la prensa madrileña. Así lo comentaba el diario de Madrid La Correspondencia de España, el 30 de agosto de 1867:“En Béjar se intentó ayer turbar el orden público por unos cuantos revoltosos, pero la actitud enérgica del comandante de la Guardia Civil y el alcalde corregidor bastaron para contenerlos, habiendo sido cogidos algunos de los principales promotores del desorden, que han sido entregados a los militares y ha quedado el pueblo en la mayor tranquilidad”. La Esperanza 18 de marzo de 1968: “Accediendo S. M. la Reina a instancia promovida por varios vecinos de la ciudad de Béjar, ha tenido a bien indultar de la pena que haya sido impuesta o pueda imponerse a todos los paisanos que tomaron parte en los sucesos que tuvieron lugar en dicha ciudad el día 29 de agosto del año anterior”.

Foto de Béjar.biz

Un año después los bejaranos vuelven a sublevarse por los mismos ideales, secundando la sublevación de Alcoy y Santoña. Por aquella fecha guarnecía Béjar el Batallón Cazadores de Llerena nº 17. Siguiendo el historial de esa unidad, que obra en el Archivo General Militar de Madrid: “El 22 de septiembre salía para Valladolid, y a las tres de la tarde los paisanos que había en el sitio llamado la Corredera se apoderaron del carro del Cuerpo, en el que un Oficial y 5 soldados conducían fusiles y equipajes. El 23 volvió el batallón sobre Béjar, estacionándose en Sorihuela, donde se organizó una columna al mando del brigadier Nanneti, y el 27 por haberse pronunciado Béjar adhiriéndose al movimiento del General Prim. El 28 tuvo lugar el ataque y toma de la ciudad y su barrio de La Corredera, y el 29 retirándose la columna por haber triunfado el movimiento borbónico.”

3 de junio de 2015

Héroe sobre mármol verde

Autor: Ignacio Coll Tellechea
Publicado en su blog collcenter


       Hay frases que son sentencias pidiendo a gritos el mármol, como hay personas que salen a la vida llamando a la muerte sin miedo ni conocimiento. Dejó escrito William Shakespeare que “La paz y la abundancia engendran cobardes. La necesidad fue siempre madre de la audacia”, y lo cierto es que Joseph Fronsky encaja en ambas partes de esa afirmación. Fue un héroe en el tiempo en que hicieron falta valientes y locos a partes iguales para alzar banderas y cargar pistolas, y su premio fue la decadencia de los funcionarios decimonónicos del turnismo, nombrados y cesados a merced de la marea maldita de los cambios de gobierno y de la inestabilidad de una España débil, que se resistió al diagnóstico de la historia hasta que los Estados Unidos le pintó la cara delante del mundo y del siglo XX.

Fronsky en un grabado aparecido en La Ilustración Española 
sobre los sucesos revolucionarios de Béjar


         Se cumplen ahora 105 años de la muerte y el entierro de un héroe polaco que nació en Lituania cuando era Rusia, se casó en Inglaterra, subió al cielo de los revolucionarios en la España de Isabel II y sirvió treinta años como diplomático en una cadena de destinos que se deslizó siempre cuesta abajo, desde la moderna Canadá hasta la Angola colonial.

23 de septiembre de 2014

El homenaje de la Junta Revolucionaria de La Latina a los esforzados ciudadanos de Béjar (4 de octubre de 1868)




 Autora: Carmen Cascón Matas


            Después de los graves sucesos que tuvieron lugar en Béjar el 28 de septiembre de 1868, la ciudad parecía despertar de una pesadilla envuelta en gloria. Los bejaranos comenzaban a salir de sus casas para recuperar sus vidas, bruscamente interrumpidas por una mezcla de patriotismo y fulgor revolucionario. Con el triunfo en la batalla de Alcolea, el alzamiento de las principales plazas militares de las ciudades del Mediterráneo y la marcha hacia el exilio de la depuesta Isabel II la revolución en favor de la democracia y la libertad daba a luz un nuevo régimen a nivel nacional y Béjar había puesto su peculiar granito de arena. Contadas fueron las ciudades en las que sus habitantes, los civiles y no los militares, habían demostrado su lealtad a ese nuevo proyecto y una de ellas fue Béjar. 

 Grabado de la época que muestra la barricada de Campopardo. 
A caballo Fronsky, el Polaco. 
Grabado publicado en "El Museo Universal".
  
De manera organizada las barricadas se alzaron en los principales puntos de acceso y plazas, se formó una Junta Revolucionaria, se fundieron cañones bajo la atenta mirada del herrero Víctor Gorzo y se formalizaron los pertrechos militares con la experiencia en el ejército austro-húngaro Fronsky, el Polaco. Nada se dejó al azar aunque bien pudiera parecerlo. Personajes como Vicente Valle, Domingo Guijo, Juan Muñoz Peña o Aniano Gómez habían soñado que aquel momento ocurriría, que la lucha por la libertad y la democracia no estaba perdida, que el oscurantismo en España podía ser alguna vez atajado y cortado de raíz gracias al empuje imparable del pueblo. Las pequeñas disensiones por su disparidad de opiniones entre aquellos decididos 300 hombres se disiparon para unir voluntades. Una revolución no podía triunfar sin que el huracán del progresismo hiciera tambalear los muros de un sistema caduco, corrupto e inmovilista. Progresistas, demócratas, unionistas, republicanos, federalistas, cantonalistas marcharon tras el proyecto de los generales Prim, Serrano y Topete, y políticos como Ruiz Zorrilla, Castelar y Sagasta. Prim lo había proclamado: “Ha llegado la hora de pelear y de concluir con los que os viene oprimiendo. La dignidad de la patria lo exige, el triunfo de la libertad lo reclama. Sólo el deseo de asegurar el éxito ha podido evitar que no hayamos dado antes la batalla. […] A las armas, pues compatriotas. Un pequeño esfuerzo de parte de cada uno y habrá concluido el caciquismo de los pueblos[1]”.

22 de febrero de 2014

Don Vicente Martín de Argenta: entre emplastos, política y notas musicales



    Autora: Carmen Cascón Matas
    Publicado: Béjar en Madrid, 20/12/2013, 4.694.
 

          La primera noticia que llegó a mis oídos de la relación de Ataúlfo Argenta, el famoso pianista y director de orquesta nacido en Castro Urdiales (Cantabria) en 1913, y Béjar me la proporcionó José Antonio Sánchez Paso. La cita tuvo lugar en una cafetería atestada de estudiantes y profesores, cerca del Archivo Histórico Provincial de Salamanca. “Toma”, me dijo mientras saboreábamos una humeante taza de café, “lo he fotocopiado de La Gaceta de ayer y creo que te va a interesar”. Tras echar un vistazo general a la hoja de periódico que se hacía eco de la reseña de la presentación de un libro escrito por Salvador Arias Nieto, El soplo musical de Ataúlfo Argenta, un apasionado del personaje y paisano suyo, me fijé detenidamente en el título. Decía “El origen salmantino de Ataúlfo Argenta” y después su autor, José A. Montero, añadía “el investigador Salvador Arias ha podido documentar la vinculación del director cántabro con Salamanca. Su bisabuelo, Vicente Martín de Argenta nació y vivió en Béjar [1]”. Los ojos casi se me iban a salir de las cuencas oculares y mi cabeza empezó a hervir cual olla a presión. Aquello era un notición de los gordos. Entre las fotografías que ilustraban el artículo aparecía el retrato de don Vicente Martín de Argenta hijo (el abuelo y el bisabuelo de Ataúlfo Argenta se llamaban de idéntica forma). En un óvalo, a la moda de entonces, su rostro se mostraba al fotógrafo con mirada segura y franca. Con barba poblada y bigote, se peinaba de lado con esmerada línea que se perdía más allá de la imagen, y vestía para la ocasión con una chaqueta cruzada, de solapas abultadas, y pajarita. Aparentaba una edad aproximada a la cuarentena, quizá menos si tenemos en cuenta que entonces con veinte años ya se parecía viejo. 



26 de septiembre de 2013

Los Mártires de la Libertad, muertos el 28 de septiembre de 1868 durante la Revolución de “La Gloriosa”.



Discurso pronunciado por José Antonio Sánchez Paso en 2010


A lo largo del siglo XIX hubo en España varios alzamientos que pretendieron asentar el liberalismo y la democracia, pero el que de forma definitiva triunfó fue el que quedó con el nombre de Revolución de Septiembre de 1868, conocida como “la Gloriosa”, de la que Béjar fue protagonista principal y cuyos hechos, sucintamente, se desarrollaron de la siguiente manera. 


 Isabel II, con la maleta hecha, camino de Francia
  

El lunes 21 de septiembre se sublevó la Marina en la bahía de Cádiz. El martes 22 se constituyó en Béjar una Junta Revolucionaria que se hizo con el poder en la ciudad y se levantó contra el Gobierno. Ese mismo día había partido para Valladolid el cuerpo del ejército que estaba alojado en el palacio ducal desde el año anterior, cuando ya los demócratas bejaranos habían hecho otro intento de alzamiento. Al tener noticia de que la ciudad se había levantado en armas, los mandos militares ordenaron el inmediato regreso y aquel ejército se concentró en Sorihuela, incrementado con otras tropas venidas de Salamanca y Madrid, hasta un total de 1.500 hombres, mandados por el brigadier Nanneti. Frente a ellos, una milicia bejarana armada por la Junta Revolucionaria y compuesta por 300 jóvenes. Lo que siguió a aquello fueron “seis días de silencio”, como diría después la propia Junta Revolucionaria, porque esperaban que al unísono hubiera otros y suficientes alzamientos en toda España, pero Béjar fue un caso de resistencia civil único. 


29 de septiembre de 2012

Fronsky, el polaco




Autor: Ignacio Coll Tellechea
Discurso prounciado el 28 de septiembre de 2012


La tarde del 28 de septiembre tiene lugar en Béjar un recuerdo ciudadano de los hechos que aquí sucedieron, hace casi un siglo y medio. Se conmemora un combate militar, pero es mucho más que eso. Se celebra la heroicidad de quienes ganaron, y se evoca a los que murieron. Estamos rememorando un hecho histórico, que no es lo mismo que una historia, aunque en ambos casos los protagonistas son personas a quienes sus actos convierten en personajes.


Voy a dedicar los próximos minutos a hablarles de uno de esos personajes. Un tipo con nombre propio, uno de quienes protagonizaron el acto heroico que nos reúne y cuyo mérito va mucho más allá que organizar la defensa de esta ciudad. Alguien lo suficientemente valiente y generoso como para olvidarse de sí mismo y poner su vida al servicio de la de los demás. Su nombre aparece en cuarto lugar en la placa mármol que recuerda a la Junta Revolucionaria que durante unos días hizo de Béjar una ciudad libre, en un país y en un tiempo en que la libertad era un sueño por el que se vivía y se moría. 

Que me perdonen Domingo Guijo, Vicente Valle y el resto de revolucionarios, pero yo vengo esta tarde a hablarles del único héroe del que conozco su vida. Casi un siglo y medio después de que comandara las tropas bejaranas que vencieron al Ejército de Isabel II, tengo el honor de contarles la historia de Fronsky, el polaco.


José Fronsky


26 de septiembre de 2012

Béjar, protagonista de un hecho histórico: la Revolución Gloriosa




*El día 28 de septiembre de 1868 Béjar alzó su voz en contra de la monarquía de Isabel II y en favor de los ideales progresistas y democráticos. Muchos bejaranos murieron durante aquella jornada a manos de las tropas realistas. Desde entonces (y a excepción de los años de la dictadura) se conmemora esa fecha con ofrendas florales y procesiones cívicas en el llamado "Día de los Mártires por la Libertad".


Discurso íntegro de Antonio Avilés Amat pronunciado el 28 de septiembre de 2010, “A los mártires de la Revolución de 1868”.


            Dice un popular refrán castellano que “De bien nacidos es ser agradecidos”. Nosotros en este día queremos serlo y mostrar nuestra gratitud a aquellos antepasados que ofrendaron su vida en aras de la libertad. No por la Libertad como un concepto retórico y en tantas ocasiones falto de sentido, sino por esa otra libertad, escrita con minúsculas, que es suma de pequeñas libertades necesarias, casi como el aire que respiramos, para vivir. Ya les hemos ofrendado un cálido recuerdo, evocando su gesta junto a las réplicas de los atávicos cañones que ellos construyeron para la defensa de la población de las tropas isabelinas, al inicio de la calle que, desde entonces, ostenta este noble título de Libertad. En estos momentos quiero, en nombre y como portavoz de todos, rememorar una vez más, los trágicos episodios que situaron a Béjar en una de las páginas más gloriosas de nuestra historia

Alegoría a la Revolución Gloriosa