Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de la Cámara de Comercio de Béjar, 2016.
Llegamos así al siglo XIX, concretamente al año 1835, y
según un informe que el Ayuntamiento presenta al Gobierno por Real Orden[1],
los principales artículos que se comerciaban en Béjar se circunscribían dentro
de la ganadería (mular, caballar, vacuno, cabrío y cerdoso), además de granos (trigo, centeno, cebada y garbanzos). No
faltaban los curtidos, los paños de lana, las telas y los muebles.
Por
lo que se deduce de la documentación, la feria había crecido en demasía con el
paso de los años y a esas alturas la organización de los puestos brillaba por
su ausencia. Hora era de poner orden en ese caos. Es curioso que justo un año
antes de los acontecimientos de 1868, aquellos que elevaron a Béjar a la
categoría de Ciudad Liberal y Heroica, se tomaran de una vez por todas medidas
contra la desorganización y el caos que imperaba en la feria. Nadie hacía
presagiar lo que ocurriría a doce meses vista. El Ayuntamiento decide en el
pleno del 8 de julio de 1867 [2],
como introducíamos al comienzo del artículo, aprobar unas nuevas ordenanzas de
ferias y mercados. Dicen así:
Plaza mayor en un día de mercado
Fotografía de Archivo fotográfico y documental de Béjar