Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
Este caso, que merecería
figurar en Con la Z de Stúñiga;
Curiosidades
(y excentricidades habría que agregar)
sobre el Ducado de Béjar de Antonio Sánchez Sánchez, publicado en Archivo Fotográfico y Documental de Béjar,
2009, lo trae el genealogista y heraldista Julio de Atienza y Navajas, barón de
Cobos de Belchite, en su trabajo El
Marquesado de Águilafuente, incluido en la revista Hidalguía, 1993, del Instituto Salazar y Castro (CSIC) de Madrid:
Emblemas del
marquesado de Aguilafuente en el antiguo palacio de Aguilafuente, Segovia. Casadelpalacio.com
Viéndose sin sucesión legítima don Álvaro de Zúñiga,
II duque de Béjar, III conde de Bañares, I marqués de Gibraleón, Justicia y
Contador mayor de Castilla, de su mujer y tía doña María de Zúñiga, acudieron
ambos al rey Carlos I (el emperador Carlos V) haciéndole
presente que, además de los bienes de su mayorazgo, tenían otros libres
adquiridos algunos de ellos durante su matrimonio, y careciendo de descendencia
suplicaban se les diese licencia y facultad para poder fundar un mayorazgo o
dos, con condición precisa que no pueda revocarse, añadirse, disminuirse o
alterarse durante la vida de los fundadores, y para mayor firmeza, verificada
la muerte de uno, no pueda el otro revocarlo, modificarlo ni condicionarlo,
quedando siempre en el estado que tenía cuando falleciese uno de los
fundadores, excepto si el sobreviviente fuese el expresado don Álvaro, a quien
le había de quedar libre la facultad de poderlo alterar según y cómo tuviese a
bien. Esta licencia y expreso consentimiento les fue concedido en todo, considerando
los bienes que constituyesen el mayorazgo como inalienables e indivisibles, y
así les fue despachada en Burgos a 20 de diciembre de 1527, refrendada por don
Francisco de los Cobos (Seis meses antes había nacido Felipe, hijo y
sucesor de Carlos, cuyos padrinos de bautismo fueron Álvaro de Zúñiga y la
reina Leonor, hermana del emperador)
Carlos V, por
Tiziano, emperador de Europa, rey de España y compadre de Álvaro de Zúñiga
Al siguiente año de 1528 acudió don Álvaro de nuevo a
don Carlos I pidiéndole declarase que la citada facultad a él concedida de
alterar o disminuir, comprendía todos los bienes, tanto suyos como los de su
mujer la duquesa doña María, lo que así se declaró en una nueva Real Cédula,
refrendada también por don Francisco de los Cobos.
Hospital San Gil
de Béjar, hoy Museo Mateo Hernández, fundado por la duquesa María de Zúñiga y
doña Juana de Carvajal, con los escudos de ambas familias en el frontis. Concentracionmoterabejar.com
En uso, pues, de la real licencia, los duques de
Béjar otorgaron su testamento, en Béjar, ante los escribanos Francisco
Valcárcel y Francisco Martínez el 2 de marzo de 1530, en el que el duque dejaba
usufructuaria a su mujer de todos sus bienes, reservando su propiedad al que más
adelante se nombrase por heredero. La duquesa, a pesar de que las villas de
Burguillos y Capilla, con sus tierras y términos, eran de su Casa, instituía a
su marido por heredero universal, sin erogación del heredero particular
nombrado más adelante. Así instituyeron mayorazgo de todos sus bienes, tanto
adquiridos como multiplicados durante su matrimonio, de juros, heredades,
joyas, dinero y otros cualesquier muebles y raíces que quedaren después de sus
vidas, a favor de don Pedro de Zúñiga, hijo del referido duque don Álvaro, y
después de él a su hijo primogénito nacido de legítimo matrimonio, y después de
este a su nieto, y así sucesivamente de uno en otro, y en defecto de no tener
el citado don Pedro hijos algunos varones, suceda la hija mayor, y después su
nieto o nieta en el mismo orden, pero con la condición de que la tal hija case
con varón del linaje de Zúñiga, que traiga sus armas, y con las siguientes
cláusulas…
Similares
reglas de sucesión para el linaje en general, había establecido en el siglo XIV
Diego-López de Estúñiga, patriarca de la estirpe en Castilla y fundador del
mayorazgo, las que fueron refrendadas con mayor fuerza en el siglo XVI por doña
Teresa de Zúñiga, III duquesa de Béjar para sus descendientes. Actualmente
todos los títulos nobiliarios relacionados al mayorazgo, incluido el de Béjar,
están posesión de colaterales que no cumplen con el requisito del apellido.
Lo que queda del
palacio original de los marqueses de Águilafuente, con el escudo de Zúñiga en
el arco, mandado construir por Pedro de Zúñiga y Dorantes. todopueblos.com
El heredero
Pedro de Zúñiga, que a la sazón se acercaba a la mayoría de edad, era fruto,
con cuatro hermanos más, de los amores extraconyugales del duque Álvaro con
Catalina Dorantes Arias, su manceba
según el Diccionario Histórico,
Genealógico y Heráldico de las Familias Ilustres de la Monarquía Española
de Luis Vilar y Pascual, 1860, y doncella
noble de Béjar según el Blasón de
España, Libro de Oro de su Nobleza, de Augusto de Burgos, 1853.
Poco más se
sabe de esta dama bejarana y tenía parientes, también nacidos en Béjar, en la corte de Carlos
V, uno de ellos capellán de este y luego predicador de Felipe II y obispo de
Oviedo, y otro que pasó a Nueva España, México, donde sus descendientes se
preciaban de su relación con el marqués de Aguilafuente. Respecto de Pedro, fue
legitimado por cédula del emperador, que también tenía hijos fuera del
matrimonio con su prima Isabel de Portugal (¿complicidad masculina o servicio
desinteresado a su compadre?), y acogido por doña María de Zúñiga cuando quedó
huérfano de madre a los doce años, por lo que la licencia para las aventuras extramatrimoniales
del duque era, al parecer, doble.
Salón de acceso
en el 2° piso del Hotel Casa del Palacio en Águilafuente, Segovia. Casadelpalacio.com
No obstante
Pedro de Zúñiga y Dorantes no heredó Béjar (lo hizo una prima suya y sobrina de su
padre y de su madrastra, Teresa de Zúñiga y Manrique de Lara, hija de Francisco
de Zúñiga y Pérez de Guzmán, II conde y I marqués de Ayamonte), pero casó con
su prima Teresa de Zúñiga y Enríquez, hija de Francisco de Zúñiga Avellaneda y
Velasco, III conde de Miranda del Castañar y hermano de Juan, Jefe de la Casa
Imperial, y de Íñigo, cardenal de España; y en 1572 obtuvo el título de marqués
de Águilafuente, que transmitió a su descendencia por línea de varón hasta el
siglo XIX (la
última de su apellido fue María Vicenta de Zúñiga Ramírez de Arellano y
Pacheco, X marquesa de Aguilafuente).
Parte del palacio del I marqués de
Aguilafuente fue reconstruida, y allí funciona actualmente el Hotel Casa del Palacio, que conserva
rastros de la heráldica del título nobiliario (imágenes al inicio) e incorporó
nuevos motivos del mismo (vidriera
a la derecha de la fotografía sobre la escalera)
De los hermanos
de Pedro de Zúñiga y Dorantes, Diego fue caballero de la Orden de Alcántara, e
Isabel, Elvira y Juana casaron respectivamente con Gonzalo de Guzmán; Suero de
Quiñones y Zúñiga, descendiente del homónimo que protagonizó el Paso Honroso; y Antonio Franco de
Guzmán, señor de Villoria, Salamanca.
Reflexión a partir de algo que me llamó la atención en la entrada.
ResponderEliminarTiempos estos de "mancebas" y "barraganas". Lo que es el machismo de nuestra lengua. Mientras en masculino, mancebo (joven, asalariado, dependiente) y barragán (hombre libre, esforzado y valiente) significan una cosa, en femenino es algo muy distinto.
Por cierto, tuve un compañero de colegio que se apellidaba Bañares. Perdí su pista, por lo que no puedo indagar en su posible linaje.
Un saludo para Carmen Cascón y otro para Jorge Zúñiga.
Gracias Cayetano. Estoy en vías de hacerme de Desde el Laberinto. JZR.
EliminarDª María de Zúñiga fue una dama realmente generosa y los hijos de Dª Catalina Dorantes unos niños con suerte. Tiempo de mancebías aceptado y reconocido por las legítimas y, en la mayoría de los casos, sufridas esposas.
ResponderEliminarSaludos
Aunque ahora se llame de otra manera parece que la mancebía se mantiene a través de los siglos.
ResponderEliminarBesos
Las cosas bien hechas,bien parecen. Al menos de este modo el yelmo que corona el segundo de los escudos no aparece siniestrado.
ResponderEliminarUn abrazo,
Agradeceré explicar. Atte., JZR.
EliminarEs posible que los tiempos no hayan cambiado...Quien sabe...
ResponderEliminarBesos Carmen
Lo que ocurre es que, en Fuente Santa de Medinilla, ya "ni hay Plaza ni hay ná" y, en Béjar sí. Como dice la canción: Medinilla, ¡aquí no hay Plaza! ¡Vaya, vaya!
ResponderEliminarMenos mal que ya se ha acabado el tenerse que casar con uno-a del mismo linaje para perpetuar el apellido, tanto si estabas enamorado-a como si no, en esa época se casaban todos en familia y como dice el refrán "todo queda en casa". Muy interesante la entrada y yo cada día aprendo mas de la historia de Béjar. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
De nuevo el autor nos deja otra página de la desconocida historia de Béjar y el linaje de los Zúñiga, enterándome de cómo se solucionaban las herencias cuando los matrimonios no tenían descendencia.
ResponderEliminarSaludos
Una pasada.....voy a empezar a fotografiar casa antiguas...con escudos...un saludo desde Murcia....
ResponderEliminarTe felicito tanto a ti como al autor de este magistral trabajo. En Béjar deben de estar orgulloso de ustedes, por la magnífica labor que lleváis a cabo, dándonos a conocer las raíces de esta bella población. He estado recientemente ahí, y me encantó; la próxima visita seguro que disfrutaré mucho más, después de recibir tanta y buena información.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.
El poder o la cercanía al poder suele favorecer la obtención de ciertas licencias... Entonces y también ahora, me temo.
ResponderEliminarSaludos, Carmen, Jorge
Las sucesiones, siempre complicadas y sujetas a voluntades no siempre bien aceptadas. Por lo demás, la adecuación de parte del palacio como hotel es espléndida.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, he leído la publicación y me gusto. Querría preguntar algo: le sigo la pista al primer marqués de Ayamonte ( Francisco de Zúñiga y Pérez de Guzmán). En un artículo del año 1976 del ABC lo relaciona con Tiziano. No he podido encontrar si hay obras de Tiziano con esa familia. Agradecería si saben algo lo comenten. Gracias.
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