Autora: Mª Teresa López Hernández
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2016, pp. 48-53.
Una de las
características fundamentales del mundo laboral a finales del siglo XIX, que
continuaría durante la primera mitad del siglo XX, fue la masiva incorporación
de las mujeres a talleres y fábricas, no significando ello que hasta entonces
hubieran permanecido apartadas del trabajo o sólo se hubiera circunscrito al
ámbito doméstico.
Se emplearon
sobre todo en aquellas actividades que tradicionalmente habían ejercido para
los que no se requería mucha formación y sí bastante habilidad, como fue el
sector textil.
Monumento dedicado a las obreras bejaranas y titulado "A ti, mujer",
del escultor Pedro Requejo Novoa. Béjar.
Béjar, centro
industrial textil, contó con un buen número de trabajadoras de las que apenas
tenemos noticias. Es cierto que las noticias sobre los obreros del textil en la
prensa se limitaban a dar cuenta de los numerosos conflictos laborales que protagonizaron.
Las obreras no permanecieron ajenas a esos conflictos, pero se las menciona en
sus inicios desapareciendo toda referencia posterior en los procesos de negociación
y conclusión.
Así sabemos,
que en noviembre de 1911, en la huelga declarada por los obreros cardadores,
ante la negativa de los patronos a aceptar las bases de un nuevo contrato en el
que se pedía aumento de jornal, todos los obreros abandonaron la fábrica incluso
las mujeres[1].
Obreras de una fábrica textil catalana.
Foto sacada de aquí
Ese mismo año,
a finales de noviembre, en la huelga que se originó en la fábrica de Hernández
Agero por la oposición de los obreros percheros al traslado de uno de ellos a
otro puesto de trabajo, el cierre de la fábricas por parte de la patronal
alcanzó a las obreras empleadas en las
mismas, afectando en total a 1500 obreros de ambos sexos[2].
Su
invisibilidad se hace manifiesta sobre todo en la huelga de 1913-1914 que por
su larga duración, siete meses, y las duras negociaciones fue una de las que
más difusión tuvo en la prensa local y nacional. Cuando
comenzó, en diciembre de 1913, se informa de que abandonaron el trabajo 700 obreros y “en las secciones confiadas a las obreras trabajan todavía unas 500 pero
acabarán la tarea dentro de unos días, contribuyendo a agravar el conflicto”[3].
Mujeres obreras de la industria textil alicantina.
Foto sacada de aquí
Sí tenemos,
sin embargo, noticias de ellas cuando, en mayo de 1914, tras varios meses de
huelga y ante la dificultad para llegar a un acuerdo que la encaminara a su fin,
se organiza una manifestación encabezada por mujeres que recorrieron Béjar
apedreando las casas de los fabricantes y asaltando una fábrica donde causaron
graves destrozos y que terminó con la detención de algunas de las
participantes[4].
También tenemos
referencias en 1920 de un grupos de mujeres que, al igual que en el caso
anterior, recorrieron la ciudad asaltando los comercios y quemando mercancías, aunque
en este caso no se encuadraba dentro de un conflicto obrero sino que se debía
al encarecimiento de los alimentos haciendo inviable su adquisición por parte
de la clase obrera y que causó la llamada “crisis de subsistencias”[5]. Los
periódicos recogieron estos sucesos bajo titulares tan llamativos como:
“Alborotos y agitación” y “Béjar en estado de guerra” respectivamente[6].
Este silencio
sobre las trabajadoras se debió en buena parte a la mentalidad de la burguesía
que se fraguó junto al desarrollo de la industrialización. Una sociedad que
concebía la separación de espacios, reservando el espacio público a los hombres
que sustentaban la economía familiar y el espacio privado a las féminas donde desempeñaban
el papel de esposas y madres. Un criterio que se mantuvo hasta muy avanzado el
siglo XX.
Bajo esa
concepción solamente trabajarían aquellas mujeres que lo necesitaran para su
sustento: viudas, solteras o casadas con recursos económicos insuficientes.
Las pésimas
condiciones en las que se realizaban los trabajos industriales se agravaban en
el caso de las mujeres y los menores que por razón de sexo y edad eran más
débiles, carecían de Sociedades de resistencia que hacía más fácil su
explotación y se les pagaba un menor salario[7].
Trabajo de hilatura en una fábrica textil catalana
Foto tomada de aquí.
En un
artículo publicado en El Adelanto sobre la industria textil en
la provincia de Salamanca se señalaba que trabajaban en ella 928 mujeres que
ganaban entre 0,60 - 0,75 y 1 pesetas ocupando entre 9, 10 y 12 horas. El número de obreros masculinos era de 1.312
y sus jornales fluctuaban entre 3,75- 3 - 2,25 y 1 pesetas. Destacando que sólo
en Béjar existían 50 industrias textiles[8].
Los bajos
salarios propiciaban la contratación femenina a la vez que perpetuaba esas mínimas retribuciones,
considerándose por parte de la mano de obra masculina competencia desleal, ya
que en muchos casos, para abaratar costes, se empleaba a más mujeres que
hombres y en algunas actividades solamente mujeres.
Continuará
[1] “Una
huelga”. La Vanguardia, 1 de
noviembre 1911, p. 8.
[2]
“Béjar al día”. El Salmantino, 30 de
noviembre 1911, p. 1.
[3] “La
huelga de Béjar”. La Correspondencia de España, 28 de diciembre 1913, p.3.
Hay diferencias en las cifras de los obreros que se adhieren a la huelga.,
PALOMEQUE LÓPEZ, M. C. (2016): Vuestros y
de la Causa Obrera.
Béjar. Centro de Estudios Bejaranos, p. 109.
[4] Ver
una información más amplia en PALOMEQUE LÓPEZ, M. C., op. cit. , pp. 201-214
[5] Una
descripción del suceso en RIVADENEYRA PRIETO, O. (2013): Sociedad y política en Béjar desde la Segunda República
hasta la actualidad (1931-203). En
Hernández Díaz, J.M. y Avilés Amat, A. (coords.), Historia de Béjar.
Volumen II. Salamanca. Diputación de Salamanca, p. 256.
[6] “Alborotos
y agitación”. Béjar Nueva, 23 de mayo 1914, p.3; “Disturbios en Béjar”. La
Vanguardia, 18 de mayo 1914, p.8.
“Béjar en estado de guerra”.
La Correspondencia de España, 22 de mayo 1920,
p. 3; “Tranquilidad en Béjar”. El Debate, 22 mayo 1920, p. 2.
[7]
“¿Para qué queremos las leyes? Béjar
Nueva, 16 de agosto 1913, p.2.
[8]
“Béjar y su industria”. El Adelanto,
22 de febrero 1911, p. 2.
Es lógico que las mujeres secundaran la huelga, cuando ellas padecían aún más la injusta renumeración laboral.
ResponderEliminarHombres y mujeres debían luchar juntos contra la injusticia, la empresa no podría producir si nadie acudía al trabajo.
Besos
Solamente ver sus caras refleja el árduo trabajo. La tristeza es evidente en sus caras. Como siempre buen texto y currada información. Bss
ResponderEliminarMª Teresa echa luz sobre un tema universal, ya que desde siempre, por precaria que fuera su situación los hombres sí contaban con tiempo para escribir y así nos trasladaron sus vivencias. Pero las mujeres hasta no hace tanto sólo siendo acaudaladas podían hacerlo, en caso contrario atender a la familia y el trabajo sin ayuda les consumía hasta el último minuto. Y eso si no eran analfabetas.
ResponderEliminarEs la historia muda de una realidad que nunca conoceremos.
Buen artículo, además sigue siendo actual, como las empresas tratan a los trabajadores como números, lo importante son los beneficios no las personas. Además de la tremenda desigualdad de salarios.
EliminarLa incorporación de la mujer al trabajo se realizó en las actividades que no requerían formación. Era normal pues que las empresas textiles las contrataran, además los salarios eran menores y eso era una ventaja añadida.
ResponderEliminarUna entrada muy interesante y bien documentada.
Besos
Al igual que en la Revolución Industrial inglesa, las mujeres estaban bastante discriminadas sobre todo en el tema salarial.
ResponderEliminarSaludos.
Qué tremenda diferencia en los salarios! Una injusticia que aún se perpetúa con las mujeres trabajadoras, aunque se haya reducido la cuantía. Qué despacio avanzamos.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
En aquellos tiempos las mujeres trabajadoras eran el proletariado del proletariado, no me extraña que no se encuentren testimonio, incluso menciones a su papel.
ResponderEliminarSaludos
Y encima de trabajar tantas horas o más y sin conciliación familiar porqué después el trabajo doméstico también cargaba sobre la mujer y encima se les pagaba menos.Aun hoy en día, se sigue cometiendo abusos de esta índole:la ventaja es que por lo menos se denuncia.
ResponderEliminarUn abrazo y esperando saber más de esta realidad.
La foto lo dice todo: Estaban cansadas de esa "esclavitud". Lo triste es que se mantienen las diferencias de salarios y de igualdad real en los puestos de trabajo
ResponderEliminarBesos Carmen
No hemos avanzado mucho por lo que parece. Si son ciertas las estadísticas las mujeres cobran menos que los hombres trabajando las mismas horas y ahora con la crisis se ha agravado la situación. Imagino entonces los problemas de las mujeres trabajando en condiciones más duras que los hombres.
ResponderEliminarUn saludo.
Todavía hay desigualdad de salarios, aunque si que hemos avanzado reconociendo normas salariales a igualdad de condiciones.
ResponderEliminarLas mujeres teniendo todo que perder apoyaron en ciertos sectores las huelgas ya que en si también les beneficiaba.
Un abrazo.
Un trabajo que promete, al menos a la vista de esta primera entrega. No se si mi apreciación puede ser errónea —al fin y al cabo no puede decirse que yo viviese en Béjar— pero creo que un efecto del trabajo del mujer bejarana en el textil fue el de que ésta adquiriese cierta independencia y/o prevalencia que en otros lugares no se apreciaba tan claramente.
ResponderEliminarUn abrazo,
Incorporar a la mujer en estos trabajos de la industria textil era lo más usual en esos tiempos, la mano no requería formación y además trabaja por poco dinero y lo solía hacer muy bien.
ResponderEliminarInteresante entrada Carmen. Gracias por compartirla.
Un abrazo
Puri
Por desgracia a las mujeres y en especial la época que nos relata se las trato de forma muy peyorativa, algo que parece va cambiando.
ResponderEliminarLo que yo no comprendo si una mujer hace el mismo trabajo que yo porque razón no cobra lo mismo. Hay trabajos en los que las mujeres podéis desempeñar mejor que los hombres o viceversa, pero eso creo no sea motivo que no lo pueda realizar el seso contrario al que se esta acostumbrado a ver realizar.
Saludos.
Vaya diferencias, que por desgracia en pleno siglo XXI se siguen dando en algunos oficios. Muy buena exposición Carmen. Un fuerte abrazo y buen fin de semana.
ResponderEliminarUn ejemplo más de una discriminación que parece no acabar nunca.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy interesante tu entrada Carmen, conozco un poco el mundo textil y me interesa toda la información que nos traes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tarde ingreso a los comentarios pero no podía dejar de celebrar el artículo. La historia es el patrimonio de los pueblos. Desde Chile, JZR.
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