Autora: Mª Teresa López Hernández
Publicado: Revista de Ferias y Fiesta de Béjar, 2016, pp. 48-53.
La lucha
obrera por conseguir una mejora de las condiciones laborales generó una gran
conflictividad social que, unida al cambio de la legislación internacional,
obligó a los países a incorporar los avances para no peder competitividad y condujo
a reformas institucionales y legales[1].
En 1903 se
creó el Instituto de Reformas Sociales y más tarde, en 1920, el Ministerio de
Trabajo, a la vez que se fue configurando una legislación laboral que pretendía
“proteger” a la mano de obra más frágil: mujeres y niños, extendiéndose posteriormente al resto de
trabajadores.
Una
“protección” que muchas veces las mujeres no vieron como tal, puesto que no se
las tuvo en cuenta a la hora de elaborarlas y les produjeron perjuicios que
condujeron a incumplimientos no sólo por parte de la patronal, sino por parte
de las mismas trabajadoras que veían como esas normas les privaban de trabajo
sin aportarles ningún beneficio a cambio.
Es lo que
ocurrió con el descanso por maternidad, reconocido por la Ley de 13 de marzo de 1900 que
regulaba el trabajo de mujeres y menores. No se les permitía trabajar en las 3
semanas posteriores al alumbramiento con reserva del puesto de trabajo, pero la
mayoría de las trabajadoras no lo respetaban porque dejaban de percibir el
salario. Esa misma ley
contemplaba una hora de lactancia sin rebaja de salario, medida ineficaz porque
la mayoría cobraban a destajo.
Trabajo infantil en una fábrica textil de EEUU (1908)
No será hasta
el 1 de octubre de 1931, aunque el seguro de maternidad se había aprobado en marzo
de 1929, cuando se garantizara la asistencia facultativa y recursos para vivir
durante el descanso obligatorio.
El sistema de
destajo que los empresarios intentaban imponer para aumentar la productividad
fue combatido por las trabajadoras que lo consideraban un sistema de
explotación. Cuando en el
establecimiento de Rodríguez Yagüe, en 1909, decidieron pasar a este sistema
alegando que se obtenían rendimientos superiores al salario pagado y se
aumentaba la producción porque había máquinas que no alcanzaban la máxima
utilidad, las operarias se opusieron argumentando que en teoría era así, pero
el esfuerzo realizado era mayor y a la larga perjudicaría su salud, además no
sacarían el jornal porque el precio puesto a las prendas era excesivamente bajo
y tenían que dar dinero a las encargadas de confeccionar las prendas y pagar a
las aprendizas.
Fábrica textil de Rodríguez Yagüe (Béjar)
Lograron
detener la actividad presionando hasta conseguir que abandonaran el trabajo las
compañeras que habían quedado en la fábrica, apostándose a la entrada para
impedir la entrada de otras. Tratando, asimismo, de constituir una sociedad de
resistencia y conseguir la cooperación de las federaciones obreras. Se reunieron
en el Centro Obrero con asistencia del Inspector de Trabajo que:
“las exhortó a exponer sus peticiones hasta
el máximo que se pudiera conceder, diciéndoles la importancia de afianzar la
industria de prendas militares.
Una obrera muy guapa y lista, Sara Cebriano,
se adelantó y expuso al Inspector sus razones: preferían no trabajar a
perjudicarse en su salud, pues con el destajo se trabaja más y más sin tener en
cuenta otras consideraciones. Ruega al inspector, señor González Castro que
propusiera al patrono la vuelta al trabajo en las mismas condiciones que antes
de declararse la huelga”.
La reunión
del Inspector con el fabricante duró cuatro horas. El patrón accedió a subir 5
céntimos el precio de cada guerrera, en caso de que la oferta no fuera aceptada
se proponía un salario por sistema mixto. Pero las huelguistas
se mantuvieron firmes en su postura y comunicaron al Inspector que sólo
aceptarían el jornal antiguo[2].
Continuará
[1] Para
la legislación NIELFA CRISTOBAL, G. (2003): Trabajo,
legislación y género en la
España contemporánea: los orígenes de la legislación laboral.
En Sarasúa, C. y Gálvez, L. (eds.), ¿Privilegios o eficiencia?: Mujeres y
hombres en el mercado de trabajo. Alicante. Universidad de Alicante, pp. 39-56.
[2] “La
huelga en Béjar”.La Correspondencia de España,
31 marzo 1909, p.2 ; DELAPÉ, B. “La huelga”. El Lábaro, 1 de abril 1909, p.2.
Nadie regaló nunca nada a las trabajadoras (ni a los trabajadores) de este país, a no ser gracias a la movilización y a las protestas de mucha gente luchadora que consiguió con mucho sacrificio mejorar las condiciones laborales y salariales de todos.
ResponderEliminarSaludos.
Duras condiciones de trabajo. Espero con gran interés la continuación de los artículos.
ResponderEliminarSaludos.
Perseverar es la única arma...A veces, cansa, pero hay que descansar y seguir adelante.
ResponderEliminar5 céntimos...
Besos Carmen
Imaginar el trabajo a destajo sin dejar de amamantar, deja sin palabras.
ResponderEliminarCada 5 céntimos, cada conquista, una batalla. Cuánta lucha la de aquellas mujeres.
La lucha de esas mujeres fue muy meritoria en una época en que la mujer estaba relegada al hombre.
ResponderEliminarBesos
Duros tiempos aquellos!, no poder cuidar del bebé por no perder el salario y hoy en día se ha conseguido un año de salario.
ResponderEliminarUn abrazo.
"De resistencia" , una esclavitud trabajar a destajo y tan mal pagadas.
ResponderEliminarEsperando saber más de estas mujeres tan dignas y tan sufridas. Gracias a ellas, hoy en día se respeta la baja por maternidad.
Un beso.
De esa lucha en aquellos tiempos en el entorno que conocemos se respetan ciertos derechos, los cuales en otras zonas no sea así.
ResponderEliminarSaludos.
Durísima la vida de estas trabajadoras, donde trabajaban sin horarios y por unos pocos reales, pero gracias a la lucha de algunas se consiguieron algunas mejoras como muestras en esta entrada, pero eso significó que algunas se vieran privadas de su puesto de trabajo por ser rebeldes a los ojos de los patronos.
ResponderEliminarMuy buena esta entrada Carmen, te felicito por traer hasta nosotros esta etapa de la vida de las mujeres. Ahora esperaremos por la continuación.
Saludos
Puri
Una dura lucha por el salario. Si hoy es difícil hacer valer las reivindicaciones salariales, en aquellos tiempos debía de ser misión casi imposible. Un tira y afloja agotador.
ResponderEliminarBuenas noches
Bisous
Hecha la Ley hecha la trampa: lactancias, maternidades, siempre había vericuetos para eludir el cumplimiento y obligara al trabajador a su renuncia. Y sigue.
ResponderEliminarUn saludo.
Mucho lucharon, luchan y lucharán las mujeres para conseguir la igualdad de derechos que los hombres. Menuda época les tocó vivir, pero se adivina un conflicto difícil de resolver.
ResponderEliminarUn saludo.