Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Semanario Béjar en Madrid, nº 4.764 (4/01/2016), p. 4.
La calle del
Desengaño de Madrid se sitúa en pleno centro de la capital de España, muy
cerquita de la Gran Vía, justo detrás del edificio de Primark y de Telefónica.
De tintes castizos tanto por la leyenda que le da nombre como por contar entre
sus ilustres vecinos al mismísimo Francisco de Goya, se levantó aquel día 6 de
noviembre de 1843 tranquila y lluviosa, un poco oscurecida por aquellos días del
crudo invierno que se presagiaba. El ocaso llegó como el de otra jornada
cualquiera, viendo la calle trajinar a paisanos que iban y venían ajetreados en
sus quehaceres. Mas, al cabo, una vez los últimos rayos del sol mortecino
comenzaron a retirarse dejando huérfanos de luz a los edificios circundantes,
varias sombras parecieron reunirse sin hacerlo a los lados de la calle.
Embozadas, quietas, sordas, vistiendo largos gabanes bajo los que asomaban
armas de fuego, se emboscaron en los portillos, agazapándose hasta hacerse
todas uno con la noche. Esperaban… a un carruaje que apareció al final de la
vía. Solo ante su presencia se movieron a una las sombras y, sacando lo que
parecían ser trabucos de debajo de sus capas, preparados sin que un resquicio
de luz de la llama de sus mechas hubiese podido atisbarse, hicieron fuego
contra la frágil cabina de madera, haciendo detener la berlina, rompiendo los
cristales y haciendo fuego directamente sobre los ocupantes. Los caballos
relincharon asustados y salieron con facilidad pasmosa en estampida, casi con
la misma celeridad con la que las sombras se dispersaban corriendo hacia
distintas direcciones, con los trabucos humeantes mirando hacia el suelo.
No, no es la descripción del atentado
contra el general Prim aunque pudiera parecerlo, pues nos encontramos en
noviembre de 1843 y no en diciembre de 1870. El objetivo de los asesinos era
general, sí, pero no catalán, sino granadino (nacido en Loja en 1800), ni jefe
del partido progresista, sino del conservador. Le faltaban sólo unos meses para
ser ascendido a presidente del Consejo de Ministros por vez primera (desempeñó
esta labor prácticamente sin respiro entre 1844 y 1868, fecha de su
fallecimiento) y por aquel entonces había obtenido una exitosa victoria contra
las tropas del general progresista Baldomero Espartero, cuya regencia durante
la minoría de edad de la reina Isabel II había caído en desgracia. Se trataba
del teniente general Ramón María de Narváez y del atentado de la calle del
Desengaño salió ileso, no así sus ayudantes –uno de ellos murió por los tiros
recibidos. En aquel momento recorría el espacio entre su casa, sita en la calle
de la Luna, y el teatro del Circo, donde toda la corte, incluida la reina, iba
a disfrutar de una representación de Gisela [1].
Ramón María de Narváez, por Vicente López Portaña
El ambiente político que se
respiraba en el país no era precisamente de tranquilidad. La Regencia de la
reina niña Isabel II recayó a la muerte de Fernando VII en su madre Mª Cristina
hasta 1840 y, en esas fechas, pasó a manos del general progresista Baldomero
Espartero, vencedor en la primera guerra carlista, en medio de una España
dividida en luchas intestinas entre los liberales moderados y progresistas, y
entre partidarios de Isabel II y Carlos Mª Isidro. En 1843 el poder de Espartero
se había convertido prácticamente en autoritario al disolver por su voluntad
las Cortes y bombardear la ciudad de Barcelona tras una cruda sublevación. Después
del exilio forzado del general, se había constituido un gobierno provisional que
trataba a duras penas de poner orden en el caos. En ese contexto sucede la
conspiración contra Ramón María de Narváez, candidato a la presidencia del
gobierno por ser un militar de reconocidos logros bélicos y de tendencia
conservadora.
Baldomero Espartero, por Antonio María Esquivel
Días después del suceso, el 20 de
noviembre, el Ayuntamiento de Béjar escribe una carta al general condenando el
atentado contra su vida.
“Excmo.
Sr.
La Providencia que vela
incesantemente por los destinos de nuestra infortunada patria ha salvado la
preciosa vida de V.E. que es una de sus mas firmes columnas.
Los enemigos de la libertad y de la
Reina y de los V.E. son unos mismos y los alevosos tiros que esa horda de
cobardes asesinos le asestara en la aciaga noche del 6 iban dirigidos de
rechazo al corazón de aquellos caros objetos. Ellos en su impotencia han
conocido que V.E. es un obstaculo a la realización de sus tenebrosos proyectos y
allá en el Averno de sus conciliábulos han resuelto hacerle desaparecer a todo
trance de la escena pública para envolvernos de nuevo en el caos y la anarquía.
¡Ynsensatos! Sonó ya para ellos la hora del exterminio y con la situacion que
V.E. contribuyó a crear y dar gloriosa cima desvanecieronse como el humo sus
locas esperanzas.
En vano aspiran a empañar los
timbres que V.E. ha salido acquirirse en esta época ya como habil militar, ya
como diestro politico, para la nacion que los contempla agradecida, radiaran
brillantes sin que lleguen jamas a oscurecerlos la calumnia, ni la
maledicencia.
Caiga la cuchilla de la ley sobre
los malvados que quisieron derramar alevosamente la sangre de V.E. en la culta
capital de la monarquia; satisfagase a los irritados manes del desgraciado Baseti;
y solo asi desaparecerá la alarma que este crimen horroroso ha sembrado en la
sociedad sedienta ya de un gobierno liberal, fuerte y justiciero.
Béjar, que en dias menos bonancibles
tubo ocasion de admirar las altas dotes de que S.E. está adornado, tembló por
su ecsistencia al difundirse la nueva de este suceso; elevando despues al cielo
fervientes votos por haberle sacado incólume de tan eminente peligro.
Estos testimonios de gratitud dulcifican
los sinsabores que a V.E. proporciona su encumbrada posicion. Dignese V.E.
recibir lo que le ofrece cordialisimamente este pueblo por el organo de su
Ayuntamiento que se envanece de ser interprete suyo en esta ocasion.
Casas Consistoriales de Béjar, 20 de
Noviembre de 1843[2]”.
Si pensamos que la carta cayó en
saco roto olvidada entre cientos recibidas desde toda España nos equivocamos.
Continuará
[1] La descripción
del atentado, incluyendo dibujos alusivos a la noticia, aparece detallada en el
periódico de la época El Laberinto.
Periódico universal, nº 2, aunque también se refleja en otros números de la
prensa madrileña y nacional.
[2] Archivo
Municipal de Béjar. Correspondencia suelta de 1843. Sign. 096.
Tanto si eras liberal como si no lo eras, siempre hubo gente dispuesta a quitarse a sus adversarios del camino por la vía expeditiva del trabuco o la bomba. Una lacra del siglo XIX, fundamentalmente.
ResponderEliminarSaludos, Carmen.
Durante muchos años viví al lado de esta calle :D
ResponderEliminarUn saludo, Carmen
Durante mi primera época madrileña viví en la calle de La Luna de la cual es prolongación la calle Desengaño y a la Plaza de Santa María Soledad Torres Acosta le llamabamos la Plaza del Matrimonio, porque empezaba con la Luna y terminaba con el Desengaño.
ResponderEliminarUn abrazo,
Me imagino que tras salir ileso del atentado, ejecutaría acciones contundentes para acabaar con el contrario.
ResponderEliminarBesos
Carmen, ayer te dejé un comentario en esta entrada pero, como sospechaba por el mal funcionamiento que observe en el sistema de blogger, parece que no salió o lo clasificó como spam.
ResponderEliminarUn saludo,
Lo miro ahora mismo en las herramientas de blogger y lo rescato.
Eliminar¡Rescatado!Ahí arriba está.
EliminarCon ganas de saber que hizo con la carta del Ayuntamiento de Béjar, el teniente general Narváez.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen
Volvió a nacer; aunque por desgracia, alguien pagó con su vida.El nombre de la calle se le ajusta bien: al desengaño que se llevaron los asesinos...
ResponderEliminar-Seguimos leyéndonos.
Un abrazo Carmen
Pues aquí nos has dejado pensando que es lo que pasó con la carta que a primera uno creo olvidada.
ResponderEliminarUn feliz fin de semana
Pues así me he quedado, con la intriga de saber que pasará.
ResponderEliminarUn saludo.
Aquel final de 1843 estuvo cuajado de sucesos apasionantes.
ResponderEliminarVeremos en qué para esta carta.
Saludos.
Lugares comunes, cercanos. Conocida esta calle y tu relato muy bien narrado. Muchos atentados en Madrid. 😘
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