12 de junio de 2021

El largo proceso de construcción del edificio consistorial de Béjar: el Ayuntamiento versus Villafañe (4ª Parte y final)

 Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto

Publicado: Béjar en Madrid, 2021.

 

        El singular edificio de Luis de Villafañe, que diera lugar a conflictos entre este y el concejo bejarano, permaneció durante años contiguo al ayuntamiento por su fachada oriental como un apéndice testimonial o una reliquia urbana del pasado. Sin duda el elemento más significativo de esa vivienda y de otras que enmarcaban la plaza Mayor fue su porticado adintelado y sostenido con recias columnas, tal vez de madera, que como el resto de la construcción contrastaba por su sencillez con el noble conjunto del nuevo consistorio. En la década de los años veinte del siglo XVIII aún permanecía en pie ya como un anacronismo constructivo, incluso como un estorbo, tal y como se puede apreciar en un fragmento del famoso cuadro de Ventura Lirios «Vista de Béjar»[1] que adjuntamos. Esta imagen nos permite darnos una idea aproximada del aspecto de la vivienda (señalada con flecha verde) y también imaginar cómo debieron ser las que antes habían ocupado el espacio del propio ayuntamiento. Para cuando Lirios la representó (año 1726) la propiedad ya no correspondía a la familia Villafañe y además el inmueble comenzaba a amenazar ruina. 


Casa de licenciado Villafañe en el cuadro "Vista de Béjar" de Ventura Lirios


     Desde los tiempos en que el licenciado Villafañe puso en jaque al Ayuntamiento, demorando las obras del edificio capitular, hasta el siglo XVIII la casa había cambiado de manos en varias ocasiones. El abogado Luis [González] de Villafañe fallecería justo a la finalización de su pleito con el concejo. De hecho, aunque disfrutó de las primeras sentencias favorables, no pudo hacer lo propio con la última ratificación judicial pues su muerte tuvo lugar en 1588[2]. Por consiguiente la vivienda de marras pasó a propiedad de sus herederos (hijos de él y de su esposa Catalina de Villafañe): el clérigo presbítero Pedro de Villafañe, el bachiller Jussepe, Álvaro, Juan Bautista y doña Isabel de Villafañe, residentes en Béjar[3] (aunque consta la existencia de otros dos hijos viviendo en aquel momento en Roma)[4]

 


 La casa que quedó en pie y en poder de los Villafañe corresponde con el número 4

        Los hermanos Villafañe siguieron la estela de su padre y de otros antepasados desarrollando carreras y ejerciendo profesiones de prestigio como la abogacía, o siguiendo estudios eclesiales (Pedro llegó a ser cura párroco de Puerto de Béjar). Juan Bautista fue entre todos el más destacado: sirvió primero en el ejército, más tarde, en 1611, fue alguacil mayor en Gibraleón y dos años después escribano de rentas en Béjar. El nombramiento de estos cargos los imponía la casa ducal aunque su ejercicio se desarrollara al servicio del Ayuntamiento. Se puede comprender que tal imposición no agradaría a aquellos regidores de la villa que recordaran aún los problemas judiciales que con su padre habían tenido. Consta que en el año 1604 Jussepe Villafañe, natural de Béjar, pero vecino en ese momento de Trujillo, tiene parte de la propiedad de dos casas: una con su fachada hacia la plaza Mayor, y otra detrás y por debajo de ella. Ambas las tenía arrendadas, la primera a Bolaños y la segunda a Diego González tendero[5].

Arco oriental del ayuntamiento contruido en 1739

 

       En 1606 Juan Bautista, en nombre del resto de sus hermanos, vendió las viviendas en cuestión. Los herederos del licenciado Villafañe las habían gozado durante casi veinte años, pasando a partir de esa fecha a manos del nuevo comprador Pedro del Castillo, el más prestigioso abogado de Béjar en la época. El inmueble (en realidad, como hemos dicho, eran dos casas) se describía en ese momento como «casas en la plaza de esta villa debajo de los portales linde con la cárcel y casas del consistorio», y por ellas el licenciado Castillo pagó 150 000 maravedís[6]. En la escritura de compra se añadía así mismo la propiedad de una calleja que separaba esas viviendas de la cárcel.


      A partir de ese momento, y durante el siglo siguiente, no encontramos nuevas referencias al inmueble; es probable que fuera abandonándose y que pronto se especulara con la posibilidad de demolerlo pues su situación, entorpeciendo la salida desde la plaza Mayor hacia las calles de las Armas y de Chorreras, lo aconsejaba. La ocasión llegó en 1739 cuando se verificaron las obras de renovación de la cárcel y de todo el lienzo oriental del ayuntamiento, comenzando desde la esquina sureste, dando vista a Barrioneila, hasta el estribo de la plaza Mayor. De las escrituras descriptivas de esta obra, conservadas en el Archivo Municipal, se deduce que las antiguas casas de Villafañe, que ese año pertenecían a Manuel Sánchez Cerrudo, se acababan de demoler[7]

 

        Lápida conmemorativa en piedra de la conclusión de las obras


El problema de aquella vivienda, probablemente arrastrado desde tiempo inmemorial, era que en sus cimientos se acumulaba el sobrante de agua del pilar existente en mitad de la plaza (también visible en el cuadro de Lirios), inundando su base[8]. Una vez desaparecido el antiguo inmueble se comenzó urgentemente la reconstrucción de la pared medianera del ayuntamiento que albergaba en su interior la cárcel real. Tal y como había señalado Villafañe siglo y medio antes, las vigas compartidas entre ambos edificios hacían que cualquier modificación en uno de ellos repercutiera en la estabilidad del otro. La obra, que salió a subasta, fue adjudicada al maestro cantero Agustín Álvarez, natural de Ledrada, que la realizó por 17 000 reales de vellón. De este momento data la construcción del arco de medio punto por donde ahora se sale desde el pórtico del ayuntamiento hacia la calle de las Armas[9], y sobre el cual se puede observar la placa de piedra que con ocasión del final de esas obras se colocó. Reza así: Año de 1739. Se iço esta obra por parte de la villa y tierra siendo correjidor don Joaquin Morante y como comisarios don Miguel Ramírez y Alonso Gil [y Zúñiga] y por la tierra Francisco Fraile [sexmero].



[1] La fotografía que ilustra este artículo ha sido tomada del libro de Ceferino García Martínez «Un paseo por el Béjar del siglo XVIII».

[2] Sería enterrado en una sepultura de la iglesia del Salvador que ya tenía adquirida desde 1583. Archivo Histórico Provincial de Salamanca, P.N. 687, f.262.

[3] Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, Registro de Ejecutorias, Caja 1651, 57: Ejecutoria del pleito litigado por Diego Martínez García con el licenciado Villafañe.

[4] AHPSA, P.N. 690, f.256.

[5] Ibídem, P.N. 908, f. 323. En la escritura se sigue señalando que la primera casa lindaba con la cárcel y con el consistorio, y la segunda con la calle pública.

[6] Ibídem, P.N. 700, f. 517. La localización de estos protocolos se la debo al historiador salmantino Miguel Sánchez.

[7] Manuel Sánchez Cerrudo conservó no obstante un viejo parral y un corral detrás de su casa, ya demolida. Así se señala en el Catastro de la Ensenada, realizado en 1753.

[8] El nombre de la calle Chorreras alude al constante flujo del agua de esa fuente en dirección a Barrioneila antes de realizarse la canalización subterránea.

[9] Archivo Histórico Municipal de Béjar, Actas de Sesiones Municipales y Correspondencia de los años 1738 y 1739.

7 comentarios:

  1. Enhorabuena por tan prolijo trabajo de investigación histórica. Detrás de todo ellos, la avaricia y mezquindad de algunos de los personajes.
    Un abrazo.

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  2. Al final, todo llega, incluso concluir las obras de larga duración.
    Saludos.

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  3. En esta ocasión no se demoraron las obras por culpa del consistorio si no por la cabezonería de una persona.
    Gran reportaje como todos tuyos.

    Saludos.

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  4. Estas entradas, me han recordado algunas desavenencias entre mis abuelos gallegos y sus vecinos. y no era por edificaciones...

    Besos Carmen

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  5. Un trabajo laborioso y muy válido para la historia de Béjar.

    A veces, cuando observas una plaza con tal multiplicidad de edificios distintos, creada a partir de las uniones o desavenencias de los vecinos, te da por pensar en cómo pudieron cohesionarse todos para llegar a tanto acuerdo.
    Porque otra cosa son las hechas a medida, tipo Madrid. Pero en las que cada edificio tiene arraigada su propia crónica, escribir ese proceso puede ser el inicio de una buena novela histórica.

    Un abrazo.

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  6. Quien la sigue la consigue: no esenta de tiras y aflojas ,pero valió la pena.Un edificio que forma parte de este legado histórico a la ciudad de Bejar.

    Un abrazo feliz semana








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  7. Estre unos y otros llevó largo tiempo terminarlo. Ahora que sabemos su historia lo veremos de otra manera. Es un gran edificio.
    Buen viernes. Cuidaros.
    Un abrazo

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.