17 de abril de 2020

De Béjar a Tawi-Tawi

*El día 30 de marzo de este año José Antonio Sánchez Paso me puso al corriente de la publicación en ABC de un artículo sobre el marino bejarano Tomás Olleros Mansilla, figura que tratamos en este mismo blog hace unos años. Orgullosa de que un paisano apareciera en la edición digital de periódico tan prestigioso, lo compartí en las redes sociales con gran éxito de visitas. Poco después se ponía en contacto conmigo Tomás Olleros Izard, hijo de Manuel González de Eiris, autor de una pequeña biografía no venal sobre tan ilustre bejarano de la que todos hemos bebido para conocer sus aventuras marítimas y militares. Me daba las gracias por tratar la figura de su ilustre tío antepasado y me ofrecía la posibilidad de escribir a Francisco Javier Suárez de Vega, el escritor del artículo de ABC. Me lancé a escribirle un correo contándole este asunto y su respuesta, rápida, consistió en mandarme su móvil. Una amena charla y un intercambio de jugosas informaciones me llevó a pedirle el texto para Pinceladas y hoy lo tenéis aquí.  Gracias, Javier. 
 
Autor: Francisco Javier Suárez de Vega.
Publicado: ABC, 30/03/2020.
  Por sorprendente que parezca, lo cierto es que la Armada española ha tenido en esta tierra uno de sus viveros más feraces. Hoy vamos al rescate de un marino y militar bejarano. Su rastro habría desaparecido para siempre entre las brumas de la Historia, de no ser por la sentida biografía escrita por un descendiente, el abogado Manuel Olleros. La casualidad quiso que uno de los escasos ejemplares de este raro tesoro cayese en mis manos.

 Creación de Nieto

Solo tenía 10 años, cuando su padre le exponía a Isabel II la «particular afición» de su vástago por la Armada y solicitaba su admisión, «para cuando cumpla la edad», en el Colegio Naval de San Carlos. Cumplidos los 14, al llegar a Cádiz y ver el mar por primera vez, sus azules quimeras empezaban a hacerse realidad. Era el comienzo de una aventura, la de su vida, que superaría con creces a sus infantiles fantasías.

10 de abril de 2020

Apuntes de la desamortización en Béjar (1836)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Semanario Béjar en Madrid, 2019.

    Apenas han llegado hasta nosotros noticias de la desamortización de los tres conventos bejaranos y del trauma que tal decisión gubernamental provocó en cuanto a la pérdida de patrimonio artístico, material y espiritual[1], al margen de las consecuencias vitales en las vidas de los antiguos religiosos y religiosas, desalojados de la clausura. Sus propiedades fueron vendidas en pública subasta, los objetos del culto se repartieron entre las iglesias de Béjar y de los pueblos cercanos, y sus moradores se vieron obligados a mudarse. Porque una vez clausurados las autoridades eclesiásticas y provinciales designadas al efecto instaron a cada uno de ellos a tomar la segunda decisión más importante de sus vidas: si eran frailes ordenados se les daba la opción de trasladarse a otra ciudad y seguir la vida conventual en cualquiera de los monasterios de su orden monástica repartidos por España, preferentemente de su diócesis, o pasar a formar parte del clero secular de las distintas parroquias bejaranas dependiendo a partir de ese momento de la autoridad episcopal; en el caso de su condición femenina, se les ofrecía la opción primera, única y exclusivamente

 
 Claustro del convento de San Francisco

3 de abril de 2020

Leonor de Pimentel y Zúñiga, primera duquesa consorte de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

     Sorprende el interés que, en diversas épocas y ámbitos, han despertado la vida y el círculo familiar de esta mujer, como aquel que relata el autor anónimo de la Crónica del rey Enrique IV, 1454-1474, contemporáneo suyo, implicando al papa Pío II:  



      "Y entre otras cosas que hizo exorbitantes otorgó dispensación a don Álvaro de Estúñiga, conde de Plasencia, para que casase con doña Leonor Pimentel, fija de su hermana, su comadre, e su ahijada de pila; la cual dispensación al conde había sido denegada por Nicolao e después por Calisto... Las cuales cosas todas parecieron livianas al Santo Padre Pío, en respecto de recibir doce mil ducados que recibió por esta dispensación."

Pío II

     De ello se hace eco Luis Salazar y Castro, que en Advertencias históricas sobre las obras de algunos doctos escritores modernos, expresa que "cuando don Álvaro de Zúñiga, primer duque de Béjar, casó el año 1459 con doña Leonor Pimentel, hija de su hermana doña Elvira de Zúñiga, y de don Juan Pimentel, conde de Mayorga, se escandalizó Castilla porque semejante vínculo de parentesco nunca se había visto dispensado". 

27 de marzo de 2020

Una petición desoída: la fundación de un seminario jesuítico en Béjar


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

Históricamente, los jesuitas fueron gestores de la política que puso fin a la Guerra de Arauco por medio de las paces entre el pueblo mapuche y la corona española, representada esta por el gobernador Francisco López de Zúñiga, marqués de Baides y conde de Pedrosa (1), tataranieto de Diego López de Estúñiga, primer señor de Béjar y genearca de la Casa de Zúñiga, que incluía también a los condes de Monterrey.

Las paces de Quilín, en Histórica relación del reino de Chile del jesuita Alonso de Ovalle. Tvu.cl

Las directrices venían de la metrópoli, donde gobernaba a su antojo el ministro de Felipe IV,  Gaspar de Guzmán, bisnieto por línea paterna de Pedro de Guzmán y Zúñiga, I conde de Olivares, y nieto por línea materna de Jerónimo de Zúñiga, IV conde de Monterrey. Tanto el ministro como su prima y esposa Inés de Zúñiga y Velasco, hija de Gaspar de Zúñiga, V conde de de Monterrey, tenían como confesores a religiosos de la orden ignaciana (2) instalados en la corte.

20 de marzo de 2020

Los saltos hidráulicos de la cuenca media del río Cuerpo de Hombre y sus propietarios: el vado (2ª Parte y final)




Autor: José Ignacio Díez Elcuaz 
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas 2011.


LA FÁBRICA DE HARINAS DE ASENSIO


Volvemos a la orilla derecha del río. Alguna vieja fotografía del siglo XIX permite ver como una regadera procedente del Desmote Químico cruzaba bajo un arco el Puente Nuevo para dirigirse a la fábrica de harinas que estaba junto a aquel. En 1930, la instalación era conocida como “edificios hidráulicos de Yagüe” y pertenecía a Francisco Gómez-Rodulfo López. El salto hidráulico era de 3,85 metros[1].


La fábrica de harinas de Asensio se situaba en un solar que en el siglo XVIII era batán de los duques de Béjar[2]. En la centuria siguiente fue propiedad de Julián Yagüe, de quien tomó el nombre. A través de su hija Ángela, casada con Jerónimo Gómez Rodulfo, la propiedad pasó a este linaje. 

 El lavadero de Arias a la derecha


En 1888 la fábrica de harinas era todavía un molino de una piedra y pertenecía a la sociedad Hijos de Jerónimo Gómez-Rodulfo; su contribución en concepto de matrícula industrial era de 289 pesetas[3]


Por aquellas fechas, el molino se transformó en fábrica de harinas, con sistema de cilindros. Contaba con dos edificios principales; el mayor disponía de dos alturas y desván. En 1904 su renta se calculaba en tres mil pesetas y sus propietarios eran Francisco Gómez Rodulfo y otros condueños[4]. La fábrica sobrevivió hasta los años cincuenta, cuando fue derribada para levantar sobre su solar la industria textil de José Mussons Torrás[5].

13 de marzo de 2020

Los saltos hidráulicos de la cuenca media del río Cuerpo de Hombre y sus propietarios: el vado (1ª Parte)


Autor: José Ignacio Díez Elcuaz 
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas 2011.

Seguimos el recorrido por el río Cuerpo de Hombre en busca de los saltos hidráulicos y de las instalaciones fabriles que se desarrollaron en torno a ellos[1]. Aunque en ocasiones la corriente provocó grandes pérdidas económicas (por ejemplo, durante la gran crecida de 1859), generalmente fue un “venero de riqueza”, como acertadamente expresó don Juan Muñoz. Dejada atrás Navahonda, entremos en el paraje conocido como el Vado.





EL DESMOTE QUÍMICO


En las inmediaciones del Puente Nuevo, sobre el costado derecho del río, se alzaba el Desmote Químico. Disponía, en 1930, de un salto de agua de 3,45 metros, que estaba a nombre de la viuda de Manuel Anaya[2]


El Desmote se levantó sobre el solar en el que, en 1720, existía un molino propiedad de Juan Nieto[3]. La instalación industrial debió de ser la primera obra realizada por el catalán Luis Izard en Béjar, hacia el año 1880[4]. En 1902 era propiedad de Catalina Albi Mompín, viuda de Pablo Trías, aunque lo regentaba su yerno Manuel Anaya Puente[5]. Un año después, Manuel utilizaba parte de las dependencias como fábrica de molduras, almacén de materiales de construcción y cuadra. Por aquel entonces, su renta se calculaba en 1.290 pesetas.

 Desmote Químico

6 de marzo de 2020

“Muriendo espero todavía”. Antonio del Castillo, capitán de los Tercios de Flandes


Autor: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid nº 4.808 (05/09/2018), p. 4.

       Las banderas de los Tercios ondean en los campos nebulosos de Flandes. La lluvia, recia y gorda, apenas deja vislumbrar el paso cadencioso de las botas embarradas. Los soldados, chambergos empapados y plumas chorreantes, luchan contra la ventisca. Uno de ellos, el capitán Antonio del Castillo, mientras los ánimos flaquean, no deja de parlotear a los cercanos que es de Béjar y alardea del buen aloque de su tierra, de las aguas cristalinas del río Cuerpo de Hombre y de llevar junto a su corazón el escapulario de la Virgen del Castañar. En agradecimiento a los duques, sus señores, el escudo de los Zúñiga campea en la bandera de su tercio y a ellos jura lealtad sobre la que se impone la voluntad del Rey y de Dios. 

 Capitán de caballería de los Tercios de Flandes. 
Augusto Ferrer-Dalmau


            La vida del capitán Antonio del Castillo parece sacada de una novela y sus andanzas sólo pueden compararse con las de otro capitán de origen bejarano: Juan de Bolaños [1]. Hagamos un ejercicio digno de Suetonio y de sus Vidas paralelas. Comencemos por unas breves pinceladas dedicadas a Bolaños y veremos que, salvo en las fechas, las trayectorias vitales de uno y de otro podrían ser espejos de una realidad continua en aquellos años imperiales.