6 de marzo de 2020

“Muriendo espero todavía”. Antonio del Castillo, capitán de los Tercios de Flandes


Autor: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid nº 4.808 (05/09/2018), p. 4.

       Las banderas de los Tercios ondean en los campos nebulosos de Flandes. La lluvia, recia y gorda, apenas deja vislumbrar el paso cadencioso de las botas embarradas. Los soldados, chambergos empapados y plumas chorreantes, luchan contra la ventisca. Uno de ellos, el capitán Antonio del Castillo, mientras los ánimos flaquean, no deja de parlotear a los cercanos que es de Béjar y alardea del buen aloque de su tierra, de las aguas cristalinas del río Cuerpo de Hombre y de llevar junto a su corazón el escapulario de la Virgen del Castañar. En agradecimiento a los duques, sus señores, el escudo de los Zúñiga campea en la bandera de su tercio y a ellos jura lealtad sobre la que se impone la voluntad del Rey y de Dios. 

 Capitán de caballería de los Tercios de Flandes. 
Augusto Ferrer-Dalmau


            La vida del capitán Antonio del Castillo parece sacada de una novela y sus andanzas sólo pueden compararse con las de otro capitán de origen bejarano: Juan de Bolaños [1]. Hagamos un ejercicio digno de Suetonio y de sus Vidas paralelas. Comencemos por unas breves pinceladas dedicadas a Bolaños y veremos que, salvo en las fechas, las trayectorias vitales de uno y de otro podrían ser espejos de una realidad continua en aquellos años imperiales. 


Don Juan de Bolaños, nacido en 1522 y muerto en 1585, sirvió como soldado a las órdenes de Carlos V y de Felipe II. Vivió durante unos años en Nápoles y en esa estancia procreó un hijo natural al que, andando el tiempo, acabó reconociendo como legítimo y propio en su testamento. Al igual que don Miguel de Cervantes estuvo preso en Argel y la libertad la logró pagando su rescate y la del alcalde de Mahón, Cristóbal de Cáceres. Tras su liberación llegó a ser General de Artillería en la conquista de Portugal en 1580, participó en el desembarco de las islas Terceras en el mismo año y contabilizó 44 años de servicio en la milicia. Antes de fallecer mandó construir un sepulcro ornamentado, magnífico, en el presbiterio de la iglesia de El Salvador de Béjar, compuesto de un lucillo con lauda sepulcral, estatua orante y coronado el conjunto por sus armas, hoy desaparecido.

 Estatua orante del capitán Juan de Bolaños en su desaparecido sepulcro de la iglesia de El Salvador. 
Béjar. Foto Requena


            Pero volvamos a Antonio del Castillo. Sabemos que nació en Béjar hacia mediados del siglo XVI como poco, una generación o dos más joven que la de Juan de Bolaños, por tanto. Sirvió en Flandes como Sargento General de la Milicia por obra y gracia de la magnanimidad y apoyo del duque de Béjar, a quien siempre mostró lealtad. Tras años combatiendo en Flandes fue destinado como comisario a uno de los sucesos más luctuosos de la Historia de España: la expulsión de los moriscos entre 1609 y 1613


En el año 1600 pasó por Béjar[2] con la intención de trasladarse a Madrid para solicitar los favores de su señor, el duque Francisco III. Según una carta enviada al duque de Béjar por el licenciado y oidor Diego Hernández de Herrera, don Antonio “tiene brios de maestre de campo y es virtuoso”. Con él llevaba la famosa bandera de su Tercio luciendo el escudo de los Zúñiga sin haber pedido permiso a Su Excelencia. Lo que algunos tomarían por soberbia, para su amigo Pedro Antonio Ramírez Osorio, otro miembro de la milicia natural de Béjar, era producto de su leal vasallaje y de su prudencia. Hernández de Herrera habla en su favor y le pone como ejemplo ante el duque. 

Dibujo del escudo del capitán Antonio del Castillo
Foto tomada de aquí



            Por cierto, su humildad debió de ser famosa pues costeó un enterramiento también en la iglesia de El Salvador. Sin embargo, no fue ni mucho menos el sepulcro suntuoso compuesto de lucillo, escudo de armas y estatua orante del presbiterio a mayor gloria de su colega el capitán Juan de Bolaños, sino una escueta lápida en el suelo del cancel de entrada al templo, un lugar poco relevante y mísero, pues sería pisado por todo aquel que entrase en él. En la losa, hoy perdida [3], mandó poner esta inscripción:


           “Antonio del Castillo, Capitán de Arcabuceros de Ynfanteria española. Gobernador, dieciseís compañías del Tercio Viejo […] y Guardia de las Yndias, Alférez y Sargento Mayor de Milicia. General de España del Partido de ellas. Comisario de la expulsión de los moriscos. Dotó esta, año de 1615. Sivió a Felipe II y III 47 años [4]”. 

 Embarque de moriscos en el Grao de Valencia, pintado en 1616 por Pere Oromig. Wikipedia


          Bajo la inscripción campeaba su escudo de armas consistente en un castillo sobre unas peñas con tres torres, a la derecha de éste un morrión con celada ladeado y a la izquierda una carda de cardador, pues éste era su primer oficio antes de dedicarse a las armas. El castillo llevaba una leyenda que decía CVIT (o DUM) INSPIRO SPERO, que significa “muriendo espero todavía[5]


         La lápida venía ser un currículum de su vida militar. De sargento del Tercio o enlace entre el capitán y la tropa, había ascendido a alférez o defensor de la bandera de su Tercio en el combate. Después logró el cargo de capitán por mandato del rey, quien tenía la potestad de velar una compañía compuesta por 250 hombres. Para ello debía viajar a la Corte, presentar sus credenciales como soldado veterano y entregarlas al Consejo de Guerra donde, si tenía apoyos favorables, obtener del rey la “patente de capitán”. Sin duda las referencias positivas las obtuvo del Duque de Béjar y es por ello por lo que en la bandera de su compañía colocó el escudo de los Zúñiga. También se hace alusión a que fue sargento mayor, el segundo al mando de un Tercio por debajo del maestre de campo. De ahí pasaría a otro cargo completamente distinto: guardia de las Indias, encargándose de vigilar la flota de Indias para que no se perdiese ni un solo barco en la trayectoria entre Sevilla y los distintos puntos del Nuevo Mundo. 

 El escudo de los Zúñiga campearía en su bandera de los Tercios. Palacio Ducal. Béjar


            Hoy no queda rastro alguno de sus hazañas, ni de su lápida, colocada para sobrevivir sobre el cuerpo, reducido a polvo, de un hombre que vivió tantas aventuras. Tampoco del opulento sepulcro de Juan de Bolaños. Hasta en eso corrieron la misma suerte (o no, véase nota 3).









[1] CASCÓN MATAS, Mª Carmen. “Los Bolaños: una introducción a la vida, historias y costumbres de las familias hidalgas del Béjar de la Edad Moderna”. Especial del Béjar en Madrid, 2009.

[2]Carta del licenciado Diego Hernández de Herrera al V duque de Béjar informando de los últimos acontecimientos ocurridos en la villa y partido de Béjar (Salamanca), entre los que destaca la llegada del capitán Antonio del Castillo, natural de la misma”. Archivo Histórico de la Nobleza, OSUNA, C.233, D.71.
[3] A día de hoy, 6 de marzo de 2020, sabemos que se conserva guardada en una bodega de Béjar.

[4] Esta inscripción, pero de manera abreviada, aparece consignada en el Inventario de sepulturas de la iglesia de El Salvador de 1765 con el número 47. Archivo Parroquial de la iglesia de El Salvador de Béjar.


[5] La descripción que se hace de este escudo en el documento del AHN que manejamos difiere del colgado en el blog Archivo Fotográfico y Documental de Béjar hace unos años y que consta de un castillo con tres torres alzado sobre unas peñas y dos leones rampantes a sus pies. Alrededor una leyenda que dice: “Antonio del Castillo, Capitán de Arcabuceros de Ynfantería de España” y el famoso lema CVI INSPIRO SPERO. No hay rastro de la carda descrita en el documento.

10 comentarios:

  1. El tiempo da y quita, así los héroes de otro momento histórico pasan hoy por absolutos desconocidos o incluso por villanos. No se puede analizar la historia con ojos de hoy sino incardinada en tu tiempo y circunstancias. Una vez más, mi admiración por tu labor histórica siempre bien documentada.
    Un abrazo.

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  2. Este hombre que tanto me recuerda al Capitán Alatriste, hecho de una madera especial, pertenecía a la especie de la gente dura, con el pelaje a prueba de guerras e infortunios, esa gente que se dejaba la salud y hasta la vida por un imperio ingrato en decadencia, mantenido a base de los esfuerzos y el dinero de todos.
    Un saludo, Carmen.

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  3. Es una pena que estas dos grandes figuras de la historia de nuestro país hayan quedado tan olvidadas. Así ocurre muchas veces y es una lástima.
    Un abrazo, Carmen.

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  4. ¡Qué hombres aquellos! SEguro que no andaban por las televisiones llorando y moqueando (en el caso de que hubieran habido televisiones, claro).
    Un abrazo,

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  5. Debería de haber más espacios culturales en tv, que sirviera para conocer estas figuras , que fueron forjando nuestra historia.

    Puede estar orgullosa la ciudad de Béjar, de la labor cultural que estás realizando.

    Besos

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  6. Vidas paralelas realmente. La historia de España, como la de el resto de países, tiene tanto que contar, fuera de la "oficial".

    Besos Carmen

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  7. El artículo es muy bueno y nos retrata fielmente esa triste época de invasiones y conquistas de Felipe II, con la que no estoy muy de acuerdo. Pero eso es harina de otro costal, así que felicidades Carmen por tu excelente trabajo.
    Saludos.

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  8. ·.
    Como es habitual, un excelente trabajo
    Yo te pondría una calle en Béjar.
    Un abrazo

    LaMiradaAusente · & · CristalRasgado

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  9. Triste olvido. Pero así es la vida, no siempre se llevan los honores los que se lo merecen. Su historia me lleva a vida del capitan Alatriste, hombres duros luchando por poco y defendiendo a los señores.
    Un abrazo.

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  10. Magnífica entrada Carmen, como me gustaría que hicieran series de la vida de estos personajes. Me llama la atención que Infanteria e Indias se escribiera con i griega en vez de latina. La pintura de (Pere Oromig) es preciosa.

    Besos.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.