Autor: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid nº 4.808 (05/09/2018), p. 4.
Las
banderas de los Tercios ondean en los campos nebulosos de Flandes. La lluvia,
recia y gorda, apenas deja vislumbrar el paso cadencioso de las botas
embarradas. Los soldados, chambergos empapados y plumas chorreantes, luchan
contra la ventisca. Uno de ellos, el capitán Antonio del Castillo, mientras los
ánimos flaquean, no deja de parlotear a los cercanos que es de Béjar y alardea
del buen aloque de su tierra, de las aguas cristalinas del río Cuerpo de Hombre
y de llevar junto a su corazón el escapulario de la Virgen del Castañar. En
agradecimiento a los duques, sus señores, el escudo de los Zúñiga campea en la
bandera de su tercio y a ellos jura lealtad sobre la que se impone la voluntad
del Rey y de Dios.
Capitán de caballería de los Tercios de Flandes.
Augusto Ferrer-Dalmau
La vida del capitán Antonio del
Castillo parece sacada de una novela y sus andanzas sólo pueden compararse con
las de otro capitán de origen bejarano: Juan de Bolaños [1]. Hagamos
un ejercicio digno de Suetonio y de sus Vidas
paralelas. Comencemos por unas breves pinceladas dedicadas a Bolaños y
veremos que, salvo en las fechas, las trayectorias vitales de uno y de otro
podrían ser espejos de una realidad continua en aquellos años imperiales.
Don Juan de Bolaños, nacido en 1522 y
muerto en 1585, sirvió como soldado a las órdenes de Carlos V y de Felipe II. Vivió
durante unos años en Nápoles y en esa estancia procreó un hijo natural al que,
andando el tiempo, acabó reconociendo como legítimo y propio en su testamento.
Al igual que don Miguel de Cervantes estuvo preso en Argel y la libertad la
logró pagando su rescate y la del alcalde de Mahón, Cristóbal
de Cáceres. Tras su liberación llegó a ser General de Artillería en la
conquista de Portugal en 1580, participó en el desembarco de las islas Terceras
en el mismo año y contabilizó 44 años de servicio en la milicia. Antes de fallecer
mandó construir un sepulcro ornamentado, magnífico, en el presbiterio de la
iglesia de El Salvador de Béjar, compuesto de un lucillo con lauda sepulcral,
estatua orante y coronado el conjunto por sus armas, hoy desaparecido.
Estatua orante del capitán Juan de Bolaños en su desaparecido sepulcro de la iglesia de El Salvador.
Béjar. Foto Requena
Pero volvamos a Antonio del Castillo.
Sabemos que nació en Béjar hacia mediados del siglo XVI como poco, una
generación o dos más joven que la de Juan de Bolaños, por tanto. Sirvió en
Flandes como Sargento General de la Milicia por obra y gracia de la
magnanimidad y apoyo del duque de Béjar, a quien siempre mostró lealtad.
Tras años combatiendo en Flandes fue destinado como comisario a uno de los
sucesos más luctuosos de la Historia de España: la expulsión de los moriscos
entre 1609 y 1613.
En el año 1600 pasó por
Béjar[2]
con la intención de trasladarse a Madrid para solicitar los favores de su
señor, el duque Francisco III. Según una carta enviada al duque de Béjar por el
licenciado y oidor Diego Hernández de Herrera, don Antonio “tiene brios de maestre de campo y es
virtuoso”. Con él llevaba la famosa bandera de su Tercio luciendo el escudo
de los Zúñiga sin haber pedido permiso a Su Excelencia. Lo que algunos tomarían
por soberbia, para su amigo Pedro Antonio Ramírez Osorio, otro miembro de la
milicia natural de Béjar, era producto de su leal vasallaje y de su prudencia.
Hernández de Herrera habla en su favor y le pone como ejemplo ante el duque.
Dibujo del escudo del capitán Antonio del Castillo
Foto tomada de aquí
Por cierto, su humildad debió de ser
famosa pues costeó un enterramiento también en la iglesia de El Salvador. Sin
embargo, no fue ni mucho menos el sepulcro suntuoso compuesto de lucillo,
escudo de armas y estatua orante del presbiterio a mayor gloria de su colega el
capitán Juan de Bolaños, sino una escueta lápida en el suelo del cancel de
entrada al templo, un lugar poco relevante y mísero, pues sería pisado por todo
aquel que entrase en él. En la losa, hoy perdida [3], mandó poner esta inscripción:
“Antonio
del Castillo, Capitán de Arcabuceros de Ynfanteria española. Gobernador,
dieciseís compañías del Tercio Viejo […] y Guardia de las Yndias, Alférez y
Sargento Mayor de Milicia. General de España del Partido de ellas. Comisario de
la expulsión de los moriscos. Dotó esta, año de 1615. Sivió a Felipe II y III
47 años [4]”.
Embarque de moriscos en el Grao de Valencia, pintado en 1616 por Pere Oromig. Wikipedia
Bajo la inscripción campeaba su escudo de armas consistente en un castillo sobre unas peñas con tres torres, a
la derecha de éste un morrión con celada ladeado y a la izquierda una carda de
cardador, pues éste era su primer oficio antes de dedicarse a las armas. El
castillo llevaba una leyenda que decía CVIT
(o DUM) INSPIRO SPERO, que significa “muriendo espero todavía”[5].
La lápida venía ser un currículum de
su vida militar. De sargento del Tercio o enlace entre el capitán y la tropa,
había ascendido a alférez o defensor de la bandera de su Tercio en el combate.
Después logró el cargo de capitán por mandato del rey, quien tenía la potestad
de velar una compañía compuesta por 250 hombres. Para ello debía viajar
a la Corte, presentar sus credenciales como soldado veterano y entregarlas al
Consejo de Guerra donde, si tenía apoyos favorables, obtener del rey la
“patente de capitán”. Sin duda las referencias positivas las obtuvo del Duque
de Béjar y es por ello por lo que en la bandera de su compañía colocó el escudo
de los Zúñiga. También se hace alusión a que fue sargento mayor, el segundo al
mando de un Tercio por debajo del maestre de campo. De ahí pasaría a otro cargo
completamente distinto: guardia de las Indias, encargándose de vigilar la flota
de Indias para que no se perdiese ni un solo barco en la trayectoria entre
Sevilla y los distintos puntos del Nuevo Mundo.
El escudo de los Zúñiga campearía en su bandera de los Tercios. Palacio Ducal. Béjar
Hoy no queda rastro alguno de sus
hazañas, ni de su lápida, colocada para sobrevivir sobre el cuerpo, reducido a
polvo, de un hombre que vivió tantas aventuras. Tampoco del opulento sepulcro
de Juan de Bolaños. Hasta en eso corrieron la misma suerte (o no, véase nota 3).
[1] CASCÓN MATAS, Mª Carmen. “Los Bolaños: una
introducción a la vida, historias y costumbres de las familias hidalgas del
Béjar de la Edad Moderna”. Especial
del Béjar en Madrid, 2009.
[2] “Carta del licenciado Diego Hernández
de Herrera al V duque de Béjar informando de los últimos acontecimientos
ocurridos en la villa y partido de Béjar (Salamanca), entre los que destaca la
llegada del capitán Antonio del Castillo, natural de la misma”. Archivo
Histórico de la Nobleza, OSUNA, C.233, D.71.
[3] A día de hoy, 6 de marzo de 2020, sabemos que se conserva guardada en una bodega de Béjar.
[4] Esta inscripción, pero de manera
abreviada, aparece consignada en el Inventario
de sepulturas de la iglesia de El Salvador de 1765 con el número 47.
Archivo Parroquial de la iglesia de El Salvador de Béjar.
[5] La descripción que se hace de
este escudo en el documento del AHN que manejamos difiere del colgado en el
blog Archivo Fotográfico y Documental de Béjar hace unos años y que consta de
un castillo con tres torres alzado sobre unas peñas y dos leones rampantes a
sus pies. Alrededor una leyenda que dice: “Antonio
del Castillo, Capitán de Arcabuceros de Ynfantería de España” y el famoso
lema CVI INSPIRO SPERO. No hay rastro de la carda descrita en el documento.
El tiempo da y quita, así los héroes de otro momento histórico pasan hoy por absolutos desconocidos o incluso por villanos. No se puede analizar la historia con ojos de hoy sino incardinada en tu tiempo y circunstancias. Una vez más, mi admiración por tu labor histórica siempre bien documentada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Este hombre que tanto me recuerda al Capitán Alatriste, hecho de una madera especial, pertenecía a la especie de la gente dura, con el pelaje a prueba de guerras e infortunios, esa gente que se dejaba la salud y hasta la vida por un imperio ingrato en decadencia, mantenido a base de los esfuerzos y el dinero de todos.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen.
Es una pena que estas dos grandes figuras de la historia de nuestro país hayan quedado tan olvidadas. Así ocurre muchas veces y es una lástima.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.
¡Qué hombres aquellos! SEguro que no andaban por las televisiones llorando y moqueando (en el caso de que hubieran habido televisiones, claro).
ResponderEliminarUn abrazo,
Debería de haber más espacios culturales en tv, que sirviera para conocer estas figuras , que fueron forjando nuestra historia.
ResponderEliminarPuede estar orgullosa la ciudad de Béjar, de la labor cultural que estás realizando.
Besos
Vidas paralelas realmente. La historia de España, como la de el resto de países, tiene tanto que contar, fuera de la "oficial".
ResponderEliminarBesos Carmen
El artículo es muy bueno y nos retrata fielmente esa triste época de invasiones y conquistas de Felipe II, con la que no estoy muy de acuerdo. Pero eso es harina de otro costal, así que felicidades Carmen por tu excelente trabajo.
ResponderEliminarSaludos.
·.
ResponderEliminarComo es habitual, un excelente trabajo
Yo te pondría una calle en Béjar.
Un abrazo
.·
LaMiradaAusente · & · CristalRasgado
Triste olvido. Pero así es la vida, no siempre se llevan los honores los que se lo merecen. Su historia me lleva a vida del capitan Alatriste, hombres duros luchando por poco y defendiendo a los señores.
ResponderEliminarUn abrazo.
Magnífica entrada Carmen, como me gustaría que hicieran series de la vida de estos personajes. Me llama la atención que Infanteria e Indias se escribiera con i griega en vez de latina. La pintura de (Pere Oromig) es preciosa.
ResponderEliminarBesos.