Autor: José Ignacio Díez Elcuaz
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas 2011.
Seguimos el
recorrido por el río Cuerpo de Hombre en busca de los saltos hidráulicos y de las instalaciones fabriles que se
desarrollaron en torno a ellos[1].
Aunque en ocasiones la corriente provocó grandes pérdidas económicas (por
ejemplo, durante la gran crecida de 1859), generalmente fue un “venero de
riqueza”, como acertadamente expresó don Juan Muñoz. Dejada atrás Navahonda,
entremos en el paraje conocido como el Vado.
EL DESMOTE
QUÍMICO
En las
inmediaciones del Puente Nuevo, sobre el costado derecho del río, se alzaba el
Desmote Químico. Disponía, en 1930, de un salto de agua de 3,45 metros, que estaba
a nombre de la viuda de Manuel Anaya[2].
El Desmote se
levantó sobre el solar en el que, en 1720, existía un molino propiedad de Juan
Nieto[3]. La
instalación industrial debió de ser la primera obra realizada por el catalán
Luis Izard en Béjar, hacia el año 1880[4]. En
1902 era propiedad de Catalina Albi Mompín, viuda de Pablo Trías, aunque lo
regentaba su yerno Manuel Anaya Puente[5]. Un
año después, Manuel utilizaba parte de las dependencias como fábrica de
molduras, almacén de materiales de construcción y cuadra. Por aquel entonces,
su renta se calculaba en 1.290 pesetas.
Desmote Químico
Colindante con
la propiedad de la viuda de Trías, en dirección a Navahonda, había un lavadero
de lanas, que en 1904 era propiedad de la viuda de Florencio Díaz, cuya renta
ascendía a 645 pesetas[6].
En 1906, el
Desmote sufrió un incendio, del que sólo se salvaron las paredes. Las pérdidas
se calcularon en 5.000 pesetas[7].
Manuel Anaya reconstruyó el edificio quemado y, en 1908, ofrecía en arriendo
uno de sus locales para instalar un surtido de hilaturas u otras máquinas. No
tenemos constancia de que lo llegara a alquilar, pero sí de la continuidad de
la industria pañera, que seguía al menos en 1913, cuando falleció un obrero en
accidente de trabajo.
Se conserva
una antigua fotografía del Desmote Químico, probablemente de los años cuarenta
o cincuenta del siglo XX, donde se aprecian la nave mayor, con la serie de
luces del piso principal y un hueco arqueado de salida de aguas, y un edificio
auxiliar[8].
Los propietarios del Desmote Químico
Sobre su
propietaria, Catalina Albi Mompin, viuda de Pablo Trías apenas sabemos que
falleció en 1924 a
los 79 años. De su yerno, Manuel Anaya Puente tenemos noticia que regentaba,
además del Desmote, una conocida droguería, también heredada por su mujer
(Teresa Trías) y fundada por su suegro Pablo Trías y Coll en 1865 (estuvo
establecida en la calle Mansilla 35, hasta que se trasladó hacia 1928 al número
6 de la calle Sánchez Ocaña). Por otro lado, desde 1907 daba clases de
contabilidad y teneduría de libros en su domicilio, situado en la calle
Mansilla número 37. Fue concejal durante un breve período, cargo al que
renunció en 1914. Falleció en 1921,
a los 60 años.
Anuncio del Desmote Químico
En 1924,
cuando regentaba la propiedad del Desmote Químico el hijo de Manuel, Ezequiel
Anaya Trías, el Ayuntamiento autorizó su reconversión de nuevo en un almacén de
materiales de construcción, actividad que tuvo durante cuatro años. Por aquel
tiempo, el Consistorio quiso levantar junto a él un lavadero, pero no se debió
de llegar a ejecutar. Recuperaría su vinculación con la industrial textil en
1937, cuando pasó a manos de Santiago Rocamora, quien llevó a cabo obras de
reforma. Posteriormente, sobre su solar se levantó una nueva fábrica textil,
Tranfitex, y, cuando ésta cerró, el inmueble fue destinado a taller mecánico de
la Opel.
EL TINTE DE PEDRO
BUENO
En el sitio
denominado Vado de la
Corredera se inició en 1859 la construcción del Puente Nuevo.
En junio de aquel año se anunció la subasta de las obras con un precio de
salida de 194.518,39 reales. Posteriormente se fueron subastando los tramos de
la carretera de Salamanca a Cáceres, de la que formaba parte aquella estructura
viaria[9].
Fotografía antigua del Puente Nuevo
Casi adosado
al puente, en la orilla izquierda del río, se encontraba el tinte de Pedro
Bueno. Aunque no tuvo salto hidráulico, su emplazamiento en la misma ribera del
Cuerpo de Hombre y su vinculación con el agua nos obliga a referirnos a él.
Hasta 1853 no
hubo nada sobre su solar. En abril de aquel año, Juan Bueno Téllez pensaba
construir un lavadero de lanas, aprovechando las aguas del río. El edificio que
proyectaba estaría situado al oriente de otro ya existente destinado a tinte[10]. El
inmueble que finalmente se levantó se componía de una gran nave y de un
cobertizo adosado a ella por la parte más próxima al río.
Tinte de Pedro Bueno
El edificio, más
que como lavadero (actividad que no sabemos si llegó a desempeñar), sería
conocido por su dedicación al tinte, concepto por el que seguía contribuyendo
fiscalmente al menos hasta 1902[11]. Dos
años después, Pedro Bueno compartía la propiedad con un sobrino; entonces, la
renta se calculaba en 357 pesetas[12].
En 1925, el
tinte funcionaba ya como garaje. Posteriormente recuperó el uso textil y el
edificio se amplió con la construcción de una nave sobre el solar del cobertizo,
que fue demolido. En 1938 el edificio era utilizado por Santiago Rocamora,
quien construyó un retrete y una caseta de vaporización sobre terreno público,
en la calleja del Vado, por lo que fue multado por el Ayuntamiento, que le
obligó a derruir lo edificado.
Pedro Bueno y sus familiares
El primer propietario,
Juan Bueno Téllez, fue secretario municipal de Béjar a mediados del siglo XIX.
Probablemente promovió la obra con la intención de buscar una salida
profesional para uno de sus hijos, Pedro Bueno Luzmiel (muerto en 1913 a los 86 años), pues a
sus otros dos descendientes varones pensó destinarlos a la función pública;
así, José (fallecido en 1916) ejerció como secretario del Ayuntamiento durante treinta
y ocho años y Eduardo (muerto en 1918
a los 80 años de edad) fue secretario del juzgado
municipal.
Pedro Bueno fue
un apreciado tintorero, que formó parte de la junta directiva de la Escuela de Artes y
Oficios, cuando se constituyó en 1879. En 1886, la instalación fabril sufrió un
incendio, que afectó a una máquina de deshacer trapos. Tal vez por este motivo el
propietario adquirió una bomba contra incendios, que años después ofreció en
venta al Ayuntamiento.
En su
actividad empresarial, Pedro Bueno debió de sufrir problemas económicos en
1907, pues, en febrero, el juzgado de primera instancia de Béjar sacó a subasta
la parte del tinte que le pertenecía por herencia (el valor, incluidas tinas y
calderas, se calculaba en 12.900 pesetas) y, en mayo, la prensa daba cuenta del
embargo de algunas fincas de su propiedad.
Continuará
[1]
Quiero expresar mi agradecimiento al personal del Archivo Histórica Provincial
de Salamanca y al Municipal de Béjar por las facilidades dadas para realizar
esta investigación; así como a Juan
Felix Sánchez Sancho y a Mariano Gosálvez por las informaciones facilitadas. La
fotografía 1 pertenece a la colección de Antonio González (http://fotosantiguasdebejar.blogspot.com),
y la 2 y la 4, a
la de Luis Felipe Comendador (http://bejarananomellores.blogspot.com).
A ambos agradecemos las facilidades dadas para su reproducción.
[2] Juan
MUÑOZ GARCÍA: “El río Cuerpo de hombre es inagotable venero de riqueza para
Béjar y los pueblos de su comarca”, en Béjar
en Madrid, 2-IV-1960.
[3] José
MUÑOZ DOMÍNGUEZ y Juan Félix SÁNCHEZ SANCHO: “Los batanes ducales y el
patrimonio preindustrial de Béjar entre los siglos XVI y XVIII (primera
parte)”, en Estudios Bejaranos, 10,
2006, Centro de Estudios Bejaranos, pp. 11-34.
[4] Béjar en Madrid, 16-V-1921, “Don Luis
Izard”. Véase también Javier R. SÁNCHEZ MARTÍN: “Industria textil y fábricas en
Béjar(IV)”, en Béjar en Madrid,
Especial 2008, 26-XII-2008, pp. 39.
[5] Su
contribución industrial en aquel momento era de 120 pesetas. La droguería de su
mujer contribuía con 200 pesetas (AMB, Exp. 1430.2).
[6]
AHPSA, Hacienda Nueva, signatura 50.
[7] “En
el almacén había unas 2.000 arrobas entre cal y yeso y 600 sacos entre buenos y
de mediano uso”. Éstos se abrasaron y del yeso y la cal no habrá sido mucho lo
que haya podido aprovecharse. se quemaron dos carros, uno de bueyes y otro de
mulas, con su atalaje y dos caballerías, una de las cuales hemos oído que valía
1.250 pesetas” (La Victoria,
23-VI-1906, “Otro incendio”).
[8] La
identificación de la fotografía la ha realizado Juan Antonio Frías Corsino.
Véase http://fotosantiguasdebejar.blogspot.com/2010_04_01_archive.html.
[9] Boletín Oficial de la Provincia,
6-VI-1859, “Gobierno de la provincia de Salamanca” y 18-VI-1860, “Sección de
Fomento”.
[10] Boletín Oficial de la Provincia,
8-IV-1853, “Circular nº 246”.
[11] AMB,
signatura 1430.2.
[12]
AHPSA, Hacienda Nueva, signatura 50.
La toponimia es sumamente curiosa: Cuerpo de hombre, Vado de la Corredera, Navahonda, Candelario... Muy familiares, sin embargo, para los que habitan el lugar.
ResponderEliminarUn saludo.
Ese río, fue fundamental, para el inicio de la actividad industrial de la zona, aunque algunas veces las inundaciones provocaran las consiguientes pérdidas económicas.
ResponderEliminarEs una lástima que esta tradición industrial se fuera perdiendo a lo largo del tiempo.
Besos
Me llama la atención el nombre del río y lo que generó a su alrededor.
ResponderEliminarBesos
Desmote, desmotadora,son palabras que nunca había escuchado y que, como mucho de lo que acompaña el mundo de los telares, tintes y tejidos, ser ignora a nivel popular.
ResponderEliminarEn el barrio del Poble Nou de Barcelona, donde hoy se ubica el moderno Poble Nou que acogió tanto de las Olimpiadas del 92, incluido el Port Olímpic, estuvo el principal enclave tejedor de la ciudad, como atestiguan los innumerables edificios fabriles que aún existen. Saludos.
Están bien este tipo de estudios pormenorizados que ayudan a mantener viva la memoria de los pueblos.
ResponderEliminarUn abrazo,
Este artículo, por la cantidad de datos que aporta, evidencia las muchas horas que ha tenido trabajar su autor, en los archivos correspondientes.
ResponderEliminarInteresante y pronto veremos esa segunda parte.
Saludos, Carmen.
Interesante artículo sobre el río Cuerpo de Hombre y su aprovechamiento. Saludos.
ResponderEliminarLástima que no siguiera la industria textil, me encanta el tema y espero la continuación. Gracias Carmen.
ResponderEliminarBesos.
Parece que hasta el más pequeño desnivel fue aprovechado.
ResponderEliminarSaludos.
Algunas inversiones coinciden con la guerra civil quizas por la venta de ropa al ejercito
ResponderEliminarSaludos.
Gran artículo de todas esas industrias que han pasado a la historia.
ResponderEliminarCuídate.
Desde casa te mando este abrazo 🙅