Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
Sorprende el
interés que, en diversas épocas y ámbitos, han despertado la vida
y el círculo familiar de esta mujer, como aquel que relata el autor anónimo de la Crónica del rey Enrique IV, 1454-1474,
contemporáneo suyo, implicando al papa Pío II:
"Y entre otras cosas que hizo exorbitantes otorgó dispensación a don Álvaro de Estúñiga, conde de Plasencia, para
que casase con doña Leonor Pimentel, fija de su hermana, su comadre, e su
ahijada de pila; la cual dispensación al conde había sido denegada por Nicolao
e después por Calisto... Las cuales cosas todas parecieron livianas al Santo Padre
Pío, en respecto de recibir doce mil ducados que recibió por esta dispensación."
Pío II
De ello se hace
eco Luis Salazar y Castro, que en Advertencias
históricas sobre las obras de algunos doctos escritores modernos, expresa que "cuando don Álvaro de Zúñiga, primer duque de Béjar, casó el año 1459
con doña Leonor Pimentel, hija de su hermana doña Elvira de Zúñiga, y de don
Juan Pimentel, conde de Mayorga, se escandalizó Castilla porque semejante
vínculo de parentesco nunca se había visto dispensado".
En Monarquía española, blasón de su nobleza,
Juan Félix Francisco de Rivarola expresa, por su parte, que "del valor y acciones de la duquesa doña
Leonor hablan mucho las historias, y de su servicio a los reyes. Murió a
postrero de marzo de 1486, y en esta ocasión fueron los Reyes Católicos a Béjar
a consolar al duque don Álvaro en su viudez".
Parador de Plasencia. Convento de San Vicente Ferrer, fundado por los condes de Plasencia
Foto sacada de aquí
En Los Reyes Católicos, fundamentos de la
monarquía, Luis Suárez Fernández, catedrático de la Universidad de
Valladolid, conocido como el historiador de Franco, le dedica frases lapidarias:
"En 1486, Leonor Pimentel, que durante su
vida había manejado a su capricho al duque, antes integérrimo, hasta reducirle
a una vergonzosa dependencia, falleció… La
segunda esposa, Leonor Pimentel, que utilizaba en lo posible la influencia de
su padre, el conde de Benavente, convirtió en un programa la destrucción de los
hijos anteriores de su marido a fin de abrir camino a los suyos propios. La
muerte del primogénito, Pedro de Stúñiga, le brindó una oportunidad".
Parador de Plasencia. Foto tomada de aquí
Poco antes de su
prematuro fallecimiento, Anastasio Rojo Vega, docente de la Universidad de
Valladolid, publicó Documentos sobre los
seis primeros duques de Béjar, donde da a conocer rasgos de la personalidad
de la aludida:
"Fue doña Leonor mujer con
carácter, quien dirigió la casa de Zúñiga desde el punto de vista
socio-económico, militar, jurídico, pero con una sensibilidad especial para la
cultura. Durante su “mandato” la casa de Zúñiga alcanzó su máximo esplendor al
introducir una corriente humanística procedente de Italia, y de hecho fue el
alma del renacimiento extremeño… Y entre los documentos, enuncia: Comisión al licenciado Guevara para ir a
Plasencia e impedir a su corregidor molestase a los judíos echándoles del nuevo
barrio que habían edificado después que la duquesa doña Leonor Pimentel les
tomase sinagoga y judería para levantar el monasterio de San Vicente de la
orden de predicadores… Restitución hecha a doña Leonor, duquesa de Arévalo, de
las tercias de las villas de Gibraleón, Cartaya y Sanlúcar, las cuales se
habían dado al adelantado don Pedro Enríquez por haber, aquella y su marido,
prestado ayuda al adversario de Portugal… Emplazamiento a la duquesa para que
pagase a don Álvaro de Zúñiga, prior de San Juan, dos mil enriques de oro que
la había prestado hacía unos quince años… Orden para que el corregidor de
Plasencia devolviese lo que había tomado para acrecentar la dehesa que doña
Leonor había donado al monasterio de San Vicente de dicha ciudad".
Juan de Zúñiga y Pimentel, maestre de la Orden de Alcántara, arzobispo de Sevilla y Primado de España
Cécil Codet se
doctoró cum laude en la Universidad
Lyon 2, con la tesis Femmes et éducation
en Espagne à l´aube des Temps Modernes, y recientemente publicó El libro de la piedad, un instrumento para
construir y promover la propia imagen: el ejemplo de Leonor de Zúñiga y el
Libro de las Historias de Nuestra Señora, de Juan López de Salamanca. De aquí son
los párrafos siguientes:
"La publicación se escribe en medio de
una guerra civil y está dedicada a una mujer, Leonor de Pimentel, condesa de
Plasencia, cuyas acciones no dejaron indiferentes a los cronistas de la época. Involucrada en las intrigas políticas de la época, está comprometida a
componer y gestionar una imagen pública difundida a través de la
escritura. La reconciliación de los intereses de la condesa y las ideas políticas
de Juan López de Salamanca da como resultado la creación de un texto que, para
ser un libro de piedad es, sin embargo, un manifiesto a favor de Leonor de
Plasencia. Es interesante notar cómo, al estar al servicio de una joven,
Juan López de Salamanca no adopta la posición misógina que uno
podría esperar de un hombre de la Iglesia, por el contrario tiende a
promover una imagen positiva de la mujer y la piedad femenina".
Interrogada
sobre lo más destacable de sus
investigaciones científicas, la catedrática de Ciencias Históricas de la
Universidad de Málaga, Lorena Barco Cebrián, contestó: "Quizás de la que más orgullosa me siento es del rescate
del olvido y la puesta en valor de la figura de Leonor Pimentel y Zúñiga,
objeto de varias de mis publicaciones. De estas, anotamos, las principales
son: Mujer, poder y linaje en la Baja
Edad Media: Una biografía de Leonor Pimentel, 2014, y El poder de la dama noble en la Baja Edad Media: El caso de Leonor
Pimentel y Zúñiga, I duquesa de Plasencia, 2015".
También aporta Formación, uso y dispersión de una pequeña
biblioteca nobiliaria del siglo XV: los libros de doña Leonor Pimentel, condesa
de Plasencia, del profesor Arturo Jiménez Moreno, de la Universidad de
Salamanca:
"Y es que desde las crónicas de
los reinados de Enrique IV e Isabel I, escritas por varones, se trasmitió un
perfil negativo de doña Leonor. Aparte de su excesiva gordura, “nimiam
crassitudinis” (sólo al final de sus días y por una enfermedad, habría que
precisar), apunta Alonso de Palencia en
sus Décadas, las crónicas coinciden en la creación de un personaje femenino tan
ambicioso y manipulador como insumiso con respecto a su marido, Álvaro de
Zúñiga, al que se tilda de apocado. Quizá para compensar esta mala imagen
algunos escritores afines a la dama salieron en su defensa, como su confesor
Juan López de Salamanca, que pone a la propia Virgen como abogada defensora: “Todos
esgrimen dientes bravos contra ti… tu bien dizen ser mal; tu dulzura, amargura;
tu cordura, ser locura; tu luz, ser tenebrura; tu claridat, oscuridat; tu
piedat, ser vanidat”... Pero al margen de su vida pública, en la que no
faltaron ni el cálculo político ni la intriga, existen otras facetas privadas
y, quizá por eso, menos exploradas de esta dama, entre ellas su inclinación
hacia la lectura, especialmente hacia la lectura religiosa".
Estudiosa de la
figura histórica de Leonor y los Estúñiga, Gloria Lora Serrano, titular de
Historia Medieval en la Universidad de Sevilla, escribe en Estrategia matrimonial y fiscalidad señorial; las bodas de Isabel de
Estúñiga y Fadrique Álvarez de Toledo, lo siguiente:
Leonor de Zúñiga y Pimentel, hija de doña Leonor, casó con el primer duque de Alba. Foto Oronoz
"La unión con la casa de Alba de Tormes era muy apetecible para la
condesa de Plasencia, no sólo porque se emparentaba con un grupo familiar de
características económicas, sociales y políticas similares, sino también porque
se trataba de un linaje que poseía sus señoríos cercanos a los de los Estúñiga.
Es importante tener presente que Béjar y Plasencia, los estados de dicha casa
nobiliaria ubicados en la Alta Extremadura, estaban muy cerca de Coria, así
como de los señoríos de Granadilla y Abadía con sus lugares de Pasarón,
Garganta la Olla y Torremenga (con corona
real cerrada de los Zúñiga sobre el escudo municipal los dos últimos). Pero en este caso lo más interesante era que
Alba de Tormes, la principal posesión de los Álvarez de Toledo, estaba cercana
a Arévalo, de manera que la herencia de la nueva pareja estaría en el futuro
integrada por territorios vecinos, capaces de constituir una unidad señorial.
Como puede apreciarse, toda una estratega".
Mucha más información
de diversa índole sobre esta soberbia
matrona se encuentra en otras fuentes diacrónicas, lo que daría ocasión
para múltiples relatos y exposiciones.
Habría que agregar la manipulación que ejerció sobre el infante Alfonso, proclamado rey por los mismos Zúñiga, que llevó a su palacio de Plasencia, y la negativa del joven a casarse con una de sus hijas habría sido la verdadera causa de su muerte. JZR.
ResponderEliminarLa académica Lorena Barco Cebrián es también autora de "Reflexión sobre las dificultades de una compleja genealogía nobiliaria en las postrimerías del Medievo: el caso de Leonor Pimentel y Zúñiga", 2016. Vale.
Eliminar"Deseando el maestrazgo (de la orden de Alcántara) para su hijo Juan de Zúñiga, la duquesa doña Leonor Pimentel envió contra D. Alonso (de Monroy) 600 caballos y 1.000 infantes..." Madoz, Pascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España, 1845
Eliminar"La duquesa y el deán. Historia de una ambición", novela histórica del placentino Jesús Vicente Cano, 2011, la retrata. JZR.
EliminarEse matrimonio, también hubiera sido motivo de escándalo ahora en nuestros tiempos.
ResponderEliminarBesos
Sólo me queda decir: ¡Vaya con la señora! Aunque la realidad pasada, presente y futura es que las mujeres manejan bienes y haciendas en más ocasiones de las que a los hombres nos gustaría reconocer.
ResponderEliminarUn abrazo y a seguir cuidándose.
Unas buenas explicaciones que me hacen conocer para de la historia y linages de Béjar.
ResponderEliminarEspero vayas bien así que tu familia.
Un abrazo.
Nos dices que después de un "donativo" fue posible el enlace matrimonial. Eso unido a un caso que ocurrió en los años 50 del siglo pasado que en una casa durante una comida un Viernes "uno de cuyos platos contenía carne" la mujer se acordó no haber pagado la bula. Parece demostrar que si pagabas no existía pecado.
ResponderEliminarEn cuanto a la destacada importancia de esta mujer a igual que su coetánea la reina Isabel nos demuestra que la mujer tubo mas peso a lo largo de la historia que lo que nos ha llegado.
Saludos.
Aparte de la atrocidad del matrimonio consanguíneo, lo del perfil de esta mujer depende de quien lo trace. Seguramente no era solo carácter y ambición.
ResponderEliminarSaludos.
Una señora de armas tomar...
ResponderEliminarBesos Carmen.
Lo que no cabe duda es, de que esta mujer con tanto poder pasara inadvertida, y más, en esa época en que la mujer tenía un papel irrelevante.
ResponderEliminarUn saludo, Carmen.
Lo de muchas veces, todo depende del color con que se mira. De todas maneras no era tan extraordinario que las mujeres tuvieran influencia y poder, ahí está el ejemplo de Isabel I de Castilla o Juana la Beltraneja. Interesante artículo sobre una mujer muy interesante de estudiar. Un saludo.
ResponderEliminarLa estrategia de ir reuniendo propiedades cercanas y mejor aún, lindantes, siempre ha dado grandeza y potencia a determinados linajes. Lo de eliminar a los hijos de matrimonios anteriores del cónyuge ya figura en otro plano.
ResponderEliminarDefinitivamente, algo cambió de una Leonor a otra.