18 de marzo de 2019

Las dificultades de los primeros alcaldes constitucionales de Béjar (1812-1813)

 

Autora: Carmen Cascón Matas  

Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.804 (6/07/2018), p. 4.


La implantación de constitución de 1812, conocida popularmente como La Pepa, se fue realizando con mejor o peor fortuna a lo largo y ancho del territorio nacional según los avatares de la Guerra de Independencia. Sin embargo, su llegada a las distintas poblaciones y la aplicación práctica de sus artículos no fue tan sencilla como la teoría auguraba. 




En Béjar su Consistorio la juró en agosto de 1812 [1] y unos meses más tarde, en noviembre, se eligió al primer alcalde constitucional de Béjar según sus dictados, Manuel Diego López. Cada población de más de 1.000 vecinos tenía derecho a un alcalde ordinario que regía los destinos de su villa y las localidades de su jurisdicción, con un alcalde pedáneo en cada una de ellas sometido a los dictados del alcalde ordinario de Béjar. Sus funciones y las de sus sucesores se centraban en cuestiones administrativas, pues el poder jurídico lo detentaba el juez de primera instancia

11 de marzo de 2019

El duque de Béjar entre el rey y los Comuneros


Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

        No se nombra al duque de Béjar entre los nobles a quienes el cardenal Cisneros tuvo que mostrar los cañones para sosegarles, pero la verdad es que la alta nobleza castellana estaba inquieta por el vacío de poder a la muerte de Fernando el Católico, situación de la que esperaba aprovecharse. Álvaro II de Zúñiga se había acercado a la reina legítima Juana la Loca, pero una parte importante de su familia de la que era pariente mayor, los Zúñiga de Miranda del Castañar, se había adherido abiertamente a quien sería Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico (Íñigo de Zúñiga Avellaneda y Velasco, futuro cardenal, y su hermano Juan, futuro jefe de la casa imperial, le fueron a buscar a Flandes)


 Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo, de Antonio Gisbert Pérez. 1860


       La rebelión de los comuneros, que también habían recurrido a doña Juana en primera instancia, representó una oportunidad a los nobles de poner coto a los poderes del nuevo monarca, para su propia conveniencia por cierto, pero los desmanes que empezaron a afectarles les convenció rápidamente de plegarse al partido imperial. Carlos los había atraído, por lo demás, con títulos, prebendas y honores considerables, muchos de los cuales recayeron en el propio duque de Béjar y sus familiares.     

4 de marzo de 2019

Un regalo digno de un rey (del duque de Béjar Juan Manuel II a Felipe V)

Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.789 (17/11/2017), p. 4.

        Infinitas mercedes le debía el duque de Béjar Juan Manuel II a Su Majestad Felipe V, entre ellas el haberle rehabilitado en la nueva corte borbónica tras la Guerra de Sucesión, en un momento en que las lealtades inquebrantables se habían roto ante la imparable y arrolladora fuerza del archiduque de Austria. 

 Jardines de La Granja (Segovia)

        Los Zúñiga habíanse mostrado proclives al nuevo monarca probablemente por su política de defensa del modelo económico colbertiano, tan importante en sus intereses fabriles para con sus dominios [1]. Sin embargo, en 1706, cuando el archiduque Carlos y sus ejércitos tomaron la villa y corte de Madrid, el de Béjar había vacilado en su lealtad al rey, abandonándolo a su suerte cuando más necesitaba del apoyo de otros nobles que, como Juan Manuel, habían dudado de la valía del francés. En 1710 el duque de Béjar volvió a posicionarse del lado de Felipe V, en un momento en que la guerra le era de nuevo favorable, pero su deslealtad no la iba a olvidar tan fácilmente el nuevo rey.


Felipe V

25 de febrero de 2019

Curiel de Duero, o de los Ajos, y los Duques de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

        A 255 kilómetros al noreste de Béjar, por carretera moderna, se encuentra esta antigua villa que hoy cuenta con poco más de un centenar de habitantes y es famosa por la calidad de los ajos que produce, aunque su patrimonio arquitectónico sea tal vez más importante. 

 Curiel de Duero, Valladolid, en la actualidad. Escapadarural.com 

        Junto con otras villas, en 1386 el rey Juan I hizo merced de esta a Diego López de Estúñiga, con quien se había educado y luego fue su consejero. En el punto más alto había un castillo construido por los romanos que más tarde pasó a propiedad de varios reyes castellanos y leoneses, y entre 2003 y 2006 fue convertido en posada de lujo con el nombre de Hotel Residencia Real. A este castillo se refería el antiguo decir: Buen castillo tendría Peñafiel, si no tuviera a la vista el de Curiel (ambos están sobre un cerro y a poca distancia) 


Suite del hotel Residencia Real con escudos de Castilla y León. Hotelesconencanto.com 

18 de febrero de 2019

Diseño y moda en el palacete de El Bosque. Fely Campo


Autor: Manuel Álvarez-Monteserín Izquierdo 
Publicado: Semanario Béjar en Madrid, 4.818 (01/II/2019), p. 6 y 7.



      “Lo que quiero transmitir a través de mis vestidos es un sentimiento y una pasión por lo que es mi oficio y mi profesión: la moda, la manipulación de los tejidos, su tacto, su volumen y su comportamiento cuando trabajas con ellos, los mezclas y les das forma, para finalmente cobrar vida cuando una mujer se pone un vestido, camina con él, se mueve en él, se siente con él, respira con él, vive con él, esto es algo mágico.”
Fely Campo




Quién les iba a decir a Francisco de Zúñiga y Sotomayor, IV duque de Béjar, y a su esposa Guiomar de Mendoza y Aragón cuando a mediados del siglo XVI ordenaron edificar en El Bosque de Béjar, un palacete con capilla, fuentes, jardines, estanque, alamedas, con marcado carácter del renacimiento italiano,  que iba a servir siglos más tarde a nuestra diseñadora de moda salmantina más internacional, Fely Campo, como soporte de sus diseños textiles y de confección para sus campañas publicitarias.

11 de febrero de 2019

Las Siete Partidas y Diego López de Estúñiga, primer señor de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

       Sin remitir a referencias, el artículo que dedica wikipedia a Diego López de Estúñiga, I señor de Béjar, afirma que como Justicia Mayor de Castilla y León hizo por el 1410 finalizar la redacción del Código de las Siete Partidas, cuya página principal iluminada lleva su escudo de armas (en campo de plata, una banda de sable y puesta brochante sobre el todo, la cadena de Navarra de ocho eslabones en oro) (consulta de 14 de febrero de 2016).

        A la búsqueda de mayor información, accedí por casualidad a la página blason.es del heraldista madrileño Antonio Salmerón Cabañas, que en la mención a Alfonso X de Castilla da cuenta de la existencia de un manuscrito depositado en la vitrina 4/6 de la Biblioteca Nacional, accesible en la Biblioteca Digital Hispánica. El dato condujo al título Siete Partidas, ilustrado con dos imágenes, de las que la primera corresponde a la página principal iluminada con el escudo ducal de Béjar y de la Casa de Zúñiga en la esquina superior derecha, emblema que se repite en la franja inferior que cierra la cuartilla (no pude obtener la página completa) .

 Página principal iluminada de las Siete Partidas. BDH 

         El texto que la acompaña no hace mención a Diego López de Estúñiga, pero dice que el pergamino perteneció a su nieto Álvaro de Zúñiga, I duque de Béjar, y que pasó después a poder de los Reyes Católicos. Esto pudo haber sucedido por el pacto de avenencia firmado en 1476 entre el noble y los monarcas durante la guerra de sucesión, pacto del que también resultó la castellanización definitiva del apellido, antes Stúñiga y Estúñiga. 

4 de febrero de 2019

Historia de la muerte y entierro del curiel Vicentillo, muerto el 28 de septiembre de 1868 (3ª Parte y final)

Autor: José Francisco Fabián García
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2018, pp. 16-21.


         Alguien, vigilando su llegada en la entrada del pueblo, les vio, aún desde lejos, por el Arenal y fue a avisar. ¡Qué ya llegan! ¡Que ya le traen! Cruzando el pueblo, la gente, que estaba pendiente de ello, salía a las puertas y se santiguaban. Aquella madre que esperaba salió a buscarlo enloquecida. ¡Ay mi hijo, que me lo han matado con solo dieciocho años!¡Bandidos, canallas, no tenéis perdón!, decía abrazándose al ataúd atado a una de las caballerías. Un grupo de gente presenciaba la escena desde la puerta de la casa. Los hijos contuvieron a la madre en su desesperación y el padre, sin decir una palabra, llevó al animal cargado con el ataúd a la puerta de la casa. Varios hombres que esperaban se prestaron a ayudarle para desamarrar la caja. Encima de la mesa de la cocina la colocaron. Nadie pudo convencer a la madre de que no fuera ella la que lavara el cadáver de su hijo. Tenía que ser ella, que lo había parido y criado. Sacaron el cuerpo frio del ataúd. Allí estaba Vicentillo, el pobre Vicentillo, muerto para siempre, yerto, sin afeitar, con la sonrisa habitual perdida en la cara profundamente pálida, manchada de la sangre caída por la frente a través del pelo, donde, seca, se hacía pegotes. Estaba vestido con su chaquetilla y lo que fue una camisa blanca, ahora casi solo una única mancha oscura de sangre seca. No había consuelo para aquella madre abrazada al hijo muerto hasta que llegó el marido y la tomó del brazo. Vamos mujer, ya no hay remedio. Lávale pa que le velemos.



       Entre la madre, una hermana y otras mujeres de la familia, le desnudaron de medio cuerpo. Estaba reventado. Aquella herida abierta en el cuerpo de un joven tan joven estremecía contemplarla. ¿Por qué te tuviste que ir si sabías el peligro que había? ¿por qué te dejamos? ¡Ay, Dios mío, ¡Ay mi Vicentillo!, exclamaba desesperada sin consuelo.