Autor: Roberto Domínguez Blanca.
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.443. 11 de mayo de 2007.
El llamado estilo Mudéjar es una de las aportaciones más genuinamente hispana a la historia del arte, puesto que por sus características no se da en ningún otro país que no sea España, con la salvedad del continente americano, al que se exportó con otros estilos artísticos contemporáneos de la metrópoli. El vocablo Mudéjar es un término étnico que deriva de la voz árabe Mudayyan que significa aquél a quien se ha permitido quedarse , aplicándose a los musulmanes que siguieron viviendo entre los cristianos en los territorios conquistados por éstos durante el proceso de la Reconquista. A las manifestaciones artísticas de esta población y a las derivadas de las mismas realizadas por la población cristiana también se las denomina mudéjares, desde que en 1859 don José Amador de los Ríos adoptara el término para la historia del arte español en su discurso de ingreso El estilo Mudéjar en arquitectura, pronunciado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando . Así, el estilo Mudéjar convivió y transcurrió paralelo al desarrollo de estilos artísticos cristianos como el Románico y el Gótico, produciéndose una contaminación recíproca de los segundos con el primero. El Mudéjar fue madurando y aceptándose como algo propio y genuino del arte español, que si bien sus formas van desapareciendo con la llegada de la Edad Moderna, conceptualmente muchos de sus principios subyacen aún en la creación de obras artísticas del Gótico final y del Plateresco.
Simplificando mucho, en arquitectura el Mudéjar se caracteriza por el empleo masivo del ladrillo (lo que no significa que toda arquitectura de ladrillo sea Mudéjar), pudiéndose combinar con otros materiales como la mampostería o el tapial. Los mudéjares fueron hábiles maestros en el arte de la yesería, en el de la cerámica vidriada (muy empleada para decorar el exterior de los edificios principalmente en Aragón), y sobre todo en el de la carpintería artística (techumbres, puertas, tribunas, etc.).
El Mudéjar en la comarca bejarana es menos escaso de lo que en un principio pudiera parecer. Bien es cierto que arquitectónicamente no es terreno propicio para la arquitectura de ladrillo al contar por doquier con buena piedra berroqueña, y así todavía contamos con el ábside de Santa María la Mayor de Béjar y algún elemento de la ermita de Horcajo de Montemayor. Al parecer también podría entrar en este inventario la desaparecida iglesia bejarana de San Pedro . Mucho más numeroso es el listado de obras artísticas en madera conservadas en la comarca de Béjar, habida cuenta de la, ahora sí, generosa disponibilidad de la materia prima. Contamos con techumbres mudéjares en las iglesias de La Cabeza de Béjar, Candelario, Valdelacasa, Fuentes de Béjar y Santibáñez de Béjar, y en la ermita de Horcajo de Montemayor, catalogadas y estudiadas por Belén García de Figuerola , a las que se deben de añadir las de las iglesias de El Tejado y Bercimuelle. A este grupo de carpintería artística habría de sumarse la tribuna del coro de la parroquia de Valdefuentes de Sangusín, en este caso, única en su género en toda la comarca.
La tribuna Mudéjar de Valdefuentes luce hoy todo su esplendor tras una reciente restauración que la ha salvado de la ruina inmediata que la amenazaba. Hasta hace pocos meses el sotocoro permanecía clausurado por un tabique sobre el que cargaba la maltrecha tribuna. Hoy todo esto a cambiado, y se suma a los atractivos que tiene esta iglesia; como es su magnífica arquitectura gótica, en especial la cabecera, la más monumental de la zona, con una bóveda estrellada muy similar a las empleadas por Juan de Álava en Salamanca; la escultura en madera policromada de Santa Ana tripe (la Virg
en María con el Niño en el regazo de Santa Ana); y el retablo barroco clasicista del siglo XVII de la escuela salmantina.
La tribuna se localiza a los pies de la iglesia, dibujando una planta en L al salvar la torre, situada en el ángulo suroccidental del templo. En el lado sur se ubica la escalera de 18 peldaños por la que se accede al coro. La tribuna se divide en dos crujías perpendiculares al eje de la iglesia; una de ellas incompleta al toparse con la torre. Izan la tribuna dos parejas de soportes. El par exterior son dos columnas de granito de distinta traza, lo que hace suponer que han sido reaprovechadas de otra construcción. Una de ella muestra rasgos góticos en el capitel poligonal. El par interior se apoya en el muro de la torre y divide las dos crujías. Son simples troncos de madera meramente desbastados Los cuatro soportes se rematan en zapatas sobre las que se tienden las soleras, vigas horizontales en las que se asienta el forjado y el resto de la tribuna. Las zapatas son piezas de madera que separan la estructura vertical de la horizontal. Es un elemento muy hispano y frecuente en la arquitectura monumental del siglo XVI, tomándolo de la arquitectura popular. El resto de soportes son canes de madera, un tipo de pequeña ménsula que se reparte por el perímetro de la planta de la tribuna en aquellas partes en que está en contacto directo con el muro de la iglesia, así los canes son los encargados de transmitir las presiones ejercidas por el peso de la tribuna directamente al muro. Sus diseños son muy mudéjares, de perfiles recortados en acentuadas curvas y contracurvas; con un diseño idéntico al de los extremos de las zapatas. El diseño de estos canes es muy parecido a los utilizados en la techumbre Mudéjar de Moriscos (Salamanca) . En algún can y en alguna zapata las raíces mudéjares en el arte Hispano-Musulmán son más latentes, puesto que se suceden únicamente las molduras convexas al igual que los llamados modillones de rollos, que se pueden ver en obras de arte de este estilo como en la mezquita de Córdoba.
El forjado que conforma el suelo de la tribuna es a su vez la cubierta del sotocoro, que se configura a modo de sencillo alfarje (techo plano de madera). El elemento más significativo de esta cubierta es la decoración pictórica que enmarca cada uno de los encasamientos, formados por el entrecruzamiento perpendicular de las maderas del forjado. Esta decoración en forma de triángulos blancos sobre fondo negro es muy característica del Mudéjar, y se denomina saetino aserrado.
El frente de la tribuna consta del antepecho y de su basamento. El antepecho es una barandilla que se compone por un total de 60 piezas verticales dividida en tres tramos desiguales por medio de dos machones. El basamento del antepecho transcurre entre éste y la solera externa. Lleva canes decorativos, y entre can y can hay espacio para parejas de encasamientos ribeteados con el saetino aserrado visto en el forjado.
El frente de la tribuna ha sido objeto de la vehemencia decorativa del artista, consiguiendo una acentuada plasticidad para lo habitual en este tipo de obras, pese a que emplea un repertorio muy limitado y reiterativo: perfiles curvados y sogueados en molduras longitudinales, una decoración a modo de denticulado en zapatas y canes, y otro tipo de decoración formada por la multiplicación y superposición de un elemento con forma de hoja que encierra dos franjas horadadas, que se puede ver recorriendo las superficies del antepecho.
Cronológicamente sin duda es una tribuna del siglo XVI, y quizás de su primera mitad, si nos atenemos a las semejanzas referidas con la armadura de Moriscos.
BIBLIOGRAFÍA
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AZOFRA AGUSTÍN, E.: “El arte Mudéjar”, Libro de oro del arte salmantino, Ed. El Adelanto de Salamanca y Caja Duero, Salamanca, 1999, p. 68.
LAVADO PARADINAS, P. J.: “Morerías castellano-leonesas”, VI simposio internacional de mudejarismo, Ed. Centro de Estudios Mudéjares e Instituto de Estudios Turolenses.
GARCÍA DE FIGUEROLA, B.: Techumbres mudéjares en Salamanca, Ed. Diputación Provincial de Salamanca, Salamanca, 1996.
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