Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.319. 24 de diciembre de 2004.
Yo creo que todos llevamos en nuestro interior un filósofo. En mayor o en menor grado pero, al fin y al cabo, un filósofo. Incluso aunque no hayamos estudiado filosofía, porque todo en la vida está impregnado de ella. Por eso, en un paseo que di una mañana por Los Pinos, aprovechando los últimos coletazos de ese verano tardío que tuvimos ocasión de disfrutar la última quincena de septiembre pasado, me dio por pensar acerca de la felicidad y, cuando llegué a casa, probé a transcribir mis pensamientos.
Y bien sabe Dios lo difícil que es escribir sobre una cosa tan ambigua y tan etérea como es la felicidad. Pero pienso que en ocasiones es sano e incluso higiénico para la mente tratar de describir con palabras las ideas abstractas que nos asaltan, pues no por ser aparentemente imprecisas dejan de estar ahí, conviviendo con nosotros. Además, por abstracta que sea la idea de felicidad, debido a lo difícil que resulta definirla, todos sabemos sentirla. Distinguimos claramente cuando somos felices y cuando no. Quizá el sustantivo (felicidad) sea impreciso, pero no así el adjetivo (feliz).
Y como veo que empiezo a divagar, pasaré a referirles las reflexiones en que iba sumido cuando paseaba por el marco incomparable de esos parajes, con los rayos de sol penetrando a través de las ramas de los altos pinos, marcando en el sendero un irreal camino mezcla de luz y de sombras, propicio para la meditación. Vamos allá.
Antes de nada, establecer un aserto que no por intuido o por sabido es menos cierto: la felicidad es un valor subjetivo, es decir, depende de cada persona, de cómo perciba y evalúe los acontecimientos que le afectan directa o indirectamente. En definitiva, de su actitud ante la vida.
Por ello, la felicidad hay que buscarla siempre en el interior de uno mismo. Debe irradiar desde dentro hacia fuera, al menos la que es más duradera. La felicidad exclusivamente basada en los sucesos externos que afectan a nuestra vida será siempre mucho más efímera que la que puede lograrse con un estado de bienestar interior, es decir, cuando nos sentimos a gusto con nosotros mismos. Somos nosotros los que hemos de buscar en ese difícil mundo que bulle en nuestro cerebro y hacer que nuestra actitud ante la vida sea positiva.
Establecido esto, hay que añadir que la felicidad nunca es absoluta, tiene grados. Por ello hay que saber reconocer en qué grado mínimo podemos cada uno de nosotros acceder a ella. Obviamente ese grado no será igual para todos.
Otra consideración importante es que la felicidad siempre es temporal, nunca definitiva. Podemos ser felices durante un período de tiempo más o menos largo, pero sabemos que determinados hechos consiguen a veces perturbar nuestra existencia y dar al traste con nuestro estado de dicha. Por ello hay que tratar, primero, de aprovechar los períodos de bienestar, y segundo, de filtrar las emociones y tratar de sacar aspectos positivos incluso de los acontecimientos que nos puedan ser adversos. Aunque no siempre es posible esto último.
La felicidad está también muy ligada a la salud, mental y física. En cuanto a los bienes materiales, pueden ser importantes en la vida de cada uno, pero están siempre por debajo de la salud. Además, puedes tenerlo todo en la vida y ser enormemente desdichado. Porque la felicidad no consiste tampoco en tenerlo todo, sino en saber disfrutar lo que se tiene, saberle sacar el máximo partido y conformarse con lo suficiente para vivir, es decir, prescindir de lo superfluo. Hemos creado a nuestro alrededor un mundo en el que cada vez necesitamos de más objetos materiales que, si nos paramos a pensar, podríamos prescindir de ellos sin demasiado esfuerzo, y nuestra calidad de vida cambiaría muy poco. Y esto a veces nos lleva a no darnos cuenta de lo verdaderamente importante, que es estar en paz con nosotros mismos y apreciar lo que tenemos alrededor: la familia, los amigos, ...
Precisamente un amigo me decía hace tiempo refiriéndose a las personas que sólo piensan en amasar dinero pasando por encima de todo lo que haya que pasar: “son tan pobres que sólo tienen dinero”. Y que verdad es. El problema es que a veces se dan cuenta demasiado tarde.
Disfruta la vida con alegría pero con moderación, no olvidando que una de las acciones más gratificanes es ayudar a los demás, especialmente a los que tienen problemas. Piensa razonablemente en el futuro, pero no te amargues. Intenta vivir el presente, porque cada día que se va no vuelve.
Quiero acabar con un párrafo de Rabrindanath Tagore que me impresionó desde que lo leí en un libro suyo. Probablemente muchos de ustedes lo conozcan. En ese caso les ruego que lo relean. Y si no lo conocen, seguro que les gusta. Pero es más, aplíquenlo. Resume toda una filosofía de la vida. Dice, «Has escrito muchas páginas en tu libro, unas son tristes, otras alegres, unas limpias y claras y otras son borrosas y oscuras. Pero aún queda una página en blanco, la que has de escribir este día. Te falta por escribir la página de hoy. Piensa y quiere que ésta sea la página más bella, la más sincera, la más sentida. Cada mañana al despertar recuerda que has de llenar la mejor de tus páginas, la que dirá lo mejor que tú puedes dejar en el libro que estás escribiendo con tu propia vida».
Poco se puede añadir después de estas bellas palabras que encierran un hondo significado. Si comprendes que tiene que cambiar tu actitud ante la vida, ante los demás, nunca es tarde para hacerlo. Pero procura no dejarlo mucho, porque cuanto más tardes más difícil te será conseguirlo.
Qie sabio pensamiento el de buscar la felicidad dentro de uno mismo. Es verdad, es ahi donde reside, y no en cuanto podamos encontrar fuera. Hay gente que nunca será feliz ni aunque obtenga cuanto desea, porque mantienen un estado interior de insatisfaccion permanente, mientras que otras personas se conforman con tan poco.
ResponderEliminarFeliz tarde, madame
Bisous
La felicidad,menudo tema.Efectivamente es un valor subjetivo,pero es tan fácil ser feliz y lo complicamos tanto.
ResponderEliminarA veces implica tomar decisiones duras,olvidar el miedo,y sobre todo dejar de aferrarse a cosas materiales.
Carmen que fotografías tan bonitas.
Javier gracias por tu reflexión.
Piensa y quiere que ésta sea la página más bella, la más sincera, la más sentida , la que escribamos al final de este dia .
ResponderEliminarFantástica reflexión .
Cada uno de nosotros tenemos ese DON para ser feliz.
NO ES MÁS RICO EL QUE MÁS TIENE SINO EL QUE MENOS NECESITA .
El trabajo y las fotografias han sido un lujo .
Un gran beso .
De los ya muchos artículos que llevo escritos, éste es quizá uno de los que más gustaron a los lectores cuando lo publicó el semanario Béjar en Madrid.
ResponderEliminarEs también uno de los pocos artículos míos que he releído un montón de veces, quizá porque trate de no olvidar que tengo que aplicar a mi vida las reflexiones que plasmé en é si quiero ser razonablemente feliz. Aunque desafortunadamente no siempre es fácil conseguirlo.
Gracias nuevamente a Carmen por publicar mis artículos en su blog, por las acertadas ilustraciones que elige y especialmente a vosotras/os por leerlo y por comentarlo.
Un abrazo para todas y todos.
Javier R. Sánchez.
Por aquí sigo caminando, leyendo tus historias...
ResponderEliminarSaludos y un besazo!
Sabio texto que nos pone sobre el papel muchas claves para saber ser feliz.
ResponderEliminarValorar lo que ya tenemos es imprescindible, pensar ¿qué pasaría si ésto o lo otro nos faltara?
Saber que somos uno más en el universo, y así apreciar a los demás y sentir sus penas y ser generoso.
Dar, saber recibir, escuchar, escuchar de verdad, quizá sean claves para un bienestar que tendemos a tirar por la borda, cuando a menudo es tan sencillo.
La salud, antes que nada, lo sabemos cuando la perdemos o vemos a alguien sufrir.
Y saber que somos mortales, que nos queda poco y tanto por disfrutar...
Ha sido un lujo pasear por tu blog Carmen y leer a Javier mientras disfruto de las imágenes.
Besos!!
Carmen, no sé que narices ha pasado pero no me aparecían tus actualizaciones en el reader. Me he perdido unas cuantas y me tengo que poner al día.
ResponderEliminarSaludos desde Sanabria
don't warry be happy!!!
ResponderEliminarpero que difícil que es de llevarlo a término, pero sería verdaderamente triste no tratar siquiera de intentarlo.
Estaba tentada a no escribir nada, porque al fin y al cabo, el autor del texto, Javier, ya nos ha respondido a tod@s. Y además, porque todas las opiniones acerca de la felicidad son válidas. Cada uno la entiende a su manera y nadie debe tener la osadía de entrometerse en la vida de alguien que nos muestra una sonrisa pura en el rostro. ¿No os parece?
ResponderEliminarUn besazo y sed felices
¡Cuánta belleza en el texto de Tagore! Hay algo mágico en las palabras que inspiran esperanza: nos traen ilusión y espantan los malos recuerdos. ¿Quién dijo que los conjuros no existen?
ResponderEliminarLa felicidad es emprender un viaje. No importa que sea largo o que esté lleno de dificultades. Lo que importa es que, recordando a Cavafis, sea fructífero y aprendamos algo nuevo y así nos hagamos un poquito más sabios.
ResponderEliminarNo hace mucho hice un viaje por tu tierra. Yo venía de tierras extremeñas y pasé por allí. Béjar tiene una estampa de antigua villa que tuvo su tiempo de esplendor por aquello de la riqueza ganadera y la industria asociada. Ahora presenta una nostálgica decadencia con la impronta en sus edificios de un tiempo que se fue. Esa fue la sensación que me produjo.
Pero el viaje fue fructífero. Paseé por sus calles y por su parque. Monté en una especie de "chiquitrén" que hizo el recorrido hasta lo más alto de la ciudad. Comí estupendamente en un restaurante que no recuerdo y, como broche final, me compré una paletilla ibérica que me llevé de recuerdo.
Así que todo bien.
Un saludo y gracias por comentar en mi blog.