Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.734 (7/08/2015), p. 4.
*Para escribir este artículo me he basado en el excelente trabajo de investigación realizado por José Ignacio Díez Elcuaz y Juan Félix Sánchez Sancho y publicado en la revista Estudios Bejaranos nº 12 de diciembre de 2008.
Hace trescientos
años que un canónigo placentino, se supone que natural de Valdesangil (a 5 kilómetros de Béjar), quiso
honrar a su pueblo con una iglesia digna de sus paisanos. Corría el año 1715 y
la monarquía hispánica acababa de salir de una cruenta guerra, la de Sucesión,
que había mermado en demasía los territorios que la habían convertido en un
imperio siglos atrás. Reinaba entonces Felipe V, el primer Borbón en el trono
español, nieto del Rey Sol Luis XIV, y todavía no había desaparecido el aire
cansino y decadente de aquel fatal siglo XVII plagado de luces y sombras. Los
primeros compases del Siglo de las Luces y sus impulsos renovadores aún estaban
por producirse, pero hete aquí que don Francisco Hernández Nieto, canónigo de
la catedral de Plasencia, parecía vislumbrar que la brisa soplaba de otro lado
y que los cambios no iban a tardar en llegar como una marea a la que pocos
podían enfrentarse.
Espadaña de la iglesia de Valdesangil.
Foto extraída de aquí
Valdesangil
había acrecentado su número de habitantes en una década de cierta prosperidad
coincidente con los postreros coletazos del reinado de Carlos II, el último
Austria, y con las medidas reformadoras del conde de Oropesa y del duque de
Medinaceli. Aún con todo, el pueblo no disponía siquiera de parroquia propia,
sino de una ermita que resultaba insuficiente para tanto feligrés, y dependía para
los asuntos espirituales del rector de la iglesia de San Juan Bautista de Béjar.
Don Francisco Hernández Nieto, cual vendaval desbocado, consiguió lo que pocos
podían haber alcanzado sin ahínco: no retirarse de su canonjía en la sede del
obispado, lo que de manera efectiva no se produjo hasta 1722, sin antes
conseguir que Valdesangil, su retiro dorado, poseyera párroco al cargo,
independiente de San Juan, y templo propio.
Vista aérea de Valdesangil. Foto sacada de aquí
El
relato de la edificación de la iglesia de Valdesangil comenzó así en 1715, es
decir, hace exactamente tres siglos, cuando don Francisco cedió unos
terrenos de su propiedad, previa compra al Cabildo Eclesiástico, para las obras
de una parroquia que sería la suya en el momento de su jubilación. El canónigo quería
que su Virgen de los Remedios luciera hermosa en el centro de la hornacina de
un nuevo templo, acorde con el estilo imperante del momento, cuyo coste asumió
sin pestañear. La propiedad indicada para su construcción se hallaba, empero,
lejos, al otro lado del río donde nada había, ni siquiera casas, solo extensos
prados. La escritura de fábrica se firmó con tres maestros canteros: Juan y
Alonso Álvarez, de Ledrada, y el portugués José Alonso por un total de 10.000
reales. De ese primer frenesí constructivo datan la única nave de la iglesia, la
capilla mayor y una torrecilla para la campana, siendo posteriores el enlosado
en piedra, la ampliación de un tramo y el portalillo.
Retablo de la iglesia de Valdesangil
En
1716 se contrató quizá el retablo mayor sin que se haya encontrado el contrato,
por lo que se desconoce su autor. Sí se acepta como surgido del círculo de
Joaquín de Churriguera, en boga en el momento. Gracias al buen hacer del actual
párroco de Valdesangil, don Agustín Jiménez García, se logró su restauración en
2008 y hoy luce espléndido. Recuerdo con claridad aquellas jornadas de
reinauguración en las que pudimos deleitarnos con la ponencia sobre la
construcción del templo, de la que yo me he servido (de ella y de un posterior
artículo publicado en la revista Estudios
Bejaranos de 2008),
por parte del profesor José Ignacio Díez Elcuaz. Don Agustín,
como un día hiciera don Francisco Hernández Nieto, ha sabido dotar de una nueva
vida al pueblo. Es por ello por lo que sus feligreses, sus paisanos y amigos
hayan querido dedicarle una plaza con su nombre, o más bien, con el diminutivo cariñoso
con que el que se le conoce, “Don Agus”. Trescientos años nos separan de su
edificación y sin embargo el templo canta cada siglo con sus sillares de duro
granito, leve y armonioso, humilde y recio, rural y moderno para su época, el
centro de la vida de Valdesangil generación tras
generación.
Sus muros centenarios seguro que saben de historias que han visto.
ResponderEliminarSolo que la discreción manda y no será la edificación la que cuente nada de lo que vio.
Ahora les toca a los poderes públicos premiar el silencio de los sillares y evitar el deterioro de algo que es de todos.
Que el tiempo sea generoso y permita al menos otros trescientos años de vida.
Un saludo.
Como comento en el artículo, se restauró hace poco su retablo, una maravilla del barroco salmantino. Aunque pequeño, su valor artístico es innegable. No he encontrado a mano ninguna foto, pero prometo ponerla para que lo comprobéis.
EliminarSaludos
Una edificación que ha sido testigo de muchos eventos históricos de la comarca y quizás de unas cuantas indiscreciones...
ResponderEliminarLa imagen de la Iglesia me recuerda a la Iglesia del pueblo de mi papá en Galicia (Nogueiró)
Besos
El retablo de la iglesia es precioso, me gusta la Virgen en el centro.
ResponderEliminarpd.La capilla de la Cinta suele estar cerrada en general con lo cual si tienes intención de visitar la catedral informate antes de los días que se pueda visitar, el museo está muy bien.
Besos y buen regreso
Regreso, tras una larga ausencia y desconexión.
Volveré a disfrutar de tus bien elaborados y documentados textos.
Un abrazo
· LMA · & · CR ·
Luce espléndida que trescientos años son un buen número: aunque se haya restaurado recientemente y en cuanto al fervor y gratitud de los feligreses siga pasando de generación en generación.Siempre seguirá luciendo ojalá que así sea, es un patrimonio cultural
ResponderEliminarUn abrazo bienvenida Carmen. .
Ojalá los «curieles» puedan seguir disfrutando de su templo y de la protección de la Virgen de los Remedios durante otros trescientos años.
ResponderEliminarUn abrazo
Boa tarde, arquitectura e arte com 300 anos de historia conhecida e desconhecida, texto sobre a sua pesquisa está perfeita.
ResponderEliminarAG
Felicidades a Valdesangil, y muy especialmente al párroco, por mantener tan hermosa esta vetusta iglesia que gracias a su esfuerzo ha podido ser restaurada.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
Es de admirar la gente que lucha por conseguir para su pueblo lo que este necesita como es el caso del canónigo placentino y que todavía pueda ser admirada la iglesia entonces construida.
ResponderEliminarUn saludo.
Luminoso retablo. Gracias. Desde Chile, JZR.
ResponderEliminarDigna de admiración es la persona que lucha por algo así. Una bonita y recoleta iglesia. Excelente entrada, enhorabuena. Saludos.
ResponderEliminarQué magnífica espadaña, a la que ni siguiera falta el nido de cigüeñas,
ResponderEliminarUn saludo.
En esta iglesia aprendi la misa de memoria pues mi abuela nos hacia ir en verano a diario con ella. Hace tiempo que no voy por alli pero permanece en mi mente como uno de los mas bonitos recuerdos estvales de mi infancia.
ResponderEliminarPequeña pero luce muy hermosa, precioso el retablo y la espadaña. Gracias por tu aportación Carmen.
ResponderEliminarUn abrazo.
De nuevo por tu casa, disfrutando de tus cosillas.
ResponderEliminarSaludos.