Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
Con motivo de la Semana Santa 2016, en la biblioteca del castillo de los Templarios de Ponferrada (León), se organizó una exposición de libros, pinturas y grabados del Ciclo de la Pasión de la colección Templum Libri, realizados en Europa entre los siglos X al XIX. Entre los primeros se encontraba el Libro de Horas Negro, uno de los ocho de este color que hay en todo el mundo, joya de papel de belleza indiscutible, informaba la edición digital del Diario de León del 23 de marzo.
Con motivo de la Semana Santa 2016, en la biblioteca del castillo de los Templarios de Ponferrada (León), se organizó una exposición de libros, pinturas y grabados del Ciclo de la Pasión de la colección Templum Libri, realizados en Europa entre los siglos X al XIX. Entre los primeros se encontraba el Libro de Horas Negro, uno de los ocho de este color que hay en todo el mundo, joya de papel de belleza indiscutible, informaba la edición digital del Diario de León del 23 de marzo.
Libro de Horas
Negro de la Colección Templum Libri
de la Biblioteca del Castillo de los Templarios de Ponferrada. Foto I. de la
Mata, diariodeleon.es
Los Libros de
Horas eran devocionarios manuscritos en pergamino o papiro, elaborados con
técnicas especiales por artesanos gráficos para el uso de monarcas y nobles,
que contenían oraciones para el orden de las fiestas del año litúrgico
cristiano (lo de horas, por los
momentos del día en que se realizaban las oraciones). Uno de estos ejemplares se
conserva en la Biblioteca del Escorial con el nombre de Libro de Horas de los
Zúñiga, realizado
por miniaturistas e iluminadores que trabajaban en la corte literaria del
maestre de Alcántara Juan de Zúñiga y Pimentel, en Zalamea de la Serena (Badajoz). Tiene el escudo de los Zúñiga en la primera lámina, que representa la
Anunciación. Existen otros ejemplares de la misma naturaleza que llevan el
nombre de reyes y nobles españoles, pero que fueron confeccionados fuera de la
península (Domínguez Rodríguez, Ana: Libros
de Horas de la Corona de Castilla. Hacia un Estado de la Cuestión, 2000).
Libro de Horas de los Zúñiga, edición
facsímil 2003. Milanuncios.com
Los llamados negros eran el resultado de un
procedimiento que utilizaba el tinte producido por un parásito del roble o
encina (la agalla) fijado con vitriolo para teñir las hojas, sobre las cuales
se escribía con tinta de oro o plata y se dibujaban las miniaturas o iluminaciones.
Se obtenía así un efecto brillante sobre un fondo intensamente oscuro, aunque a
veces las páginas terminaban por oxidarse y pulverizarse con el tiempo, a causa
de los elementos corrosivos que contenía la tintura.
Palacio de los
Marqueses de Mirabel, Plasencia. Lo hizo construir Álvaro de
Zúñiga, duque de Plasencia y de Béjar, y posteriormente lo habitó Fadrique de
Zúñiga, I marqués de Mirabel. Commons.wikimedia.org
En el libro Documentos Sobre los Seis Primeros Duques de
Béjar de 2008, el catedrático de la Universidad de Valladolid, Anastasio Rojo
Vega, cita un párrafo de La Nobleza
Hispana y los Libros Iluminados, 1400-1470, 2004, del fallecido docente de
historia del arte Joaquín Yarza Luaces: Cuando
en 1468 Álvaro de Stúñiga (aún no se castellanizaba el apellido), ya duque de Plasencia, inventaría su
biblioteca de sólo 25 volúmenes, fallecida su mujer Leonor Manrique de Lara
que parece haber sido la verdadera dueña y usuaria, menciona “un libro
enforrado en damasco dorado con su guarnición de plata dorada, que eran oras de
rezar, las hojas negras, escripto de letra de plata blanca”. Estamos
ante uno de los escasos Libros de Horas negras, nombre con el que se les
conoció, de los que disponemos de noticias. El pergamino se teñía de negro o de
un color muy oscuro y se escribía o iluminaba sobre él, utilizando los tonos
convenientes para que destacaran más… El ejemplar de la fallecida Leonor
Manrique era de lujo, pero no debía de tener historias. Las letras se
recortaban en lámina de plata y se fijaban al pergamino. No se conserva…
Placa-homenaje
en el palacio Mirabel (Plasencia) Palomatorrijos.blogspot.com
La exigua
biblioteca del duque de Plasencia, Álvaro de Stúñiga/Zúñiga, debió haber aumentado
seguramente con la llegada al palacio de su segunda esposa, sobrina y ahijada
Leonor Pimentel y Zúñiga, treinta y tres años menor, de quien dice Joaquín
González Manzanares, director de la Biblioteca de Extremadura, en Los Zúñiga: Una Familia de Bibliófilos
(no hallado en la red; cita de Rojo): Fue
doña Leonor, mujer con carácter, quien dirigió la casa de Zúñiga desde el punto
de vista socio-económico, militar (¡puso sitio por su cuenta a los
caballeros de Alcántara!), jurídico, pero
con una sensibilidad especial para la cultura. Durante su “mandato” la casa
Zúñiga alcanzó su máximo esplendor al introducir una corriente humanística
procedente de Italia y de hecho fue el alma del Renacimiento Extremeño a
finales del s. XV.
Los Zúñiga fueron condes de Plasencia desde 1442 hasta
1446, fecha en que el título devino ducado. Revertido a la corona en 1476, se
unió al de Béjar y se siguió usando hasta 1884, en que se separó nuevamente y
pasó a la Casa de Osuna. Leonor Manrique de Lara fue primero condesa y luego
duquesa consorte de Plasencia, y nunca duquesa de Béjar, mientras que Leonor
Pimentel y Zúñiga fue duquesa consorte de Plasencia de 1458, fecha de su
matrimonio, a 1486, de su muerte, y sólo algunos meses duquesa consorte de
Béjar, en cuyo palacio falleció a los cincuenta y seis años de edad.
Los nobles ilustrados y sobre todo con fuertes convicciones religiosas.Estos Manuscritos Ilustrados: como el del Duque de Berry, que no vio finalizado.Es una de las joyas de la ilustración medieval.
ResponderEliminarUn legado digno de observar estos libros de horas.
- Béjar es cada vez más cercana , por el gran material que aportas en cada entrada.
Un beso.
Realmente precioso. Una labor de orfebres con esos adornos y filigranas tan esmerados hasta con los mínimos detalles.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy interesante todo lo que cuentas. Los libros de antes eran auténticas obras maestras.Me encanta la historia, asi que pasaré por aquí a menudo. Saludos.
ResponderEliminarPuede que haya vistos esos libros pero cuando entras en esos lugares, no tienes tiempo de profundizar todo lo que allí se ve.
ResponderEliminarBesos
Curioso, había oído alguna vez lo del tinte a base de agalla del roble y le había dado un crédito relativo; pero ahora tu me lo confirmas.
ResponderEliminarUn abrazo,
He visto muchísimos libros antiguos, pero, tan bien ilustrado o iluminado como está este, poquísimos. Es un ejemplar sin par.
ResponderEliminarGracia, y un abrazo, Carmen.
Una obra de arte el libro. El ilustrador hizo un gran trabajo.
ResponderEliminarBesos Carmen
Para el bibliófilo, todo un placer esta exposición. Ya no digo el palpar uno de esos libros, fundiendo sus huellas con las que iluminadores y calígrafos dejaron siglos atrás. Felicidades.
ResponderEliminarPues me estaba poniendo al día y he leído con mucho agrado la entrada de Vicente Tena, del que a pesar de ser valenciano, no sabía nada. Miraré si queda algo de su obra por aquí, pues ya he visto que además de lo hecho para su tierra, trabajó bastante para Andalucía.
ResponderEliminarY qué maravilla ese libro negro de las horas, de una familia, que como en la anterior entrada se ve, ha sido protagonista de la historia de España durante siglos.
Un saludo, Carmen.
Me alegraría mucho que a partir de nuestra entrada sobre Vicente Tena pudieras inspirarte para escribir optra en tu blog sobre su obra valenciana.
EliminarUn abrazo
Una verdadera joya de papel, saludos.
ResponderEliminar·.
ResponderEliminarSiempre interesante. Realizáis un gran trabajo.
Las agallas del roble no las empleaba para hacer tinte sino para algo... 'peor'. Para sacar esas fibrillas de 'pica-pica'
Y no con buenos fines. .)
Un abrazo
.·
LMA · & · CR
Unas autenticas joyas este tipo de libros que mas que para su uso parecen estar diseñados para ser vistos.
ResponderEliminarSaludos.
Un articulo muy interesante. Una autentica obra de arte el libro de horas cuantas personas trabajaron en el y sin duda sera objeto de estudios y de admiración. Un abrazo y buena semana.
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