Autor: José Ignacio Díez Elcuaz
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar 2010.
En la Revista de Fiestas de 2009 se revisaron los saltos hidráulicos del río Cuerpo de Hombre en su cuenca alta, por lo que en esta ocasión vamos a referirnos a los
primeros de su curso medio, en concreto, a los que se encuentran en el área de
Navahonda, por donde el desnivel del río aún es importante y, en consecuencia,
el aprovechamiento motriz de la corriente es importante, como pone de
manifiesto la siguiente tabla con la altura de los saltos en 1934:
Eléctrica
de Navahonda 20 metros
Fábrica
de paños Navahonda 20 ”
Batán
de Arriba 5,50 ”
La
altura de los saltos es, en promedio, inferior a los del curso alto del río;
pero hay que tener en cuenta que el caudal del río aumentaba con el mayor
número de afluentes y por tanto, aunque las cantidades de agua que se podían
tomar estaban limitadas a un tope máximo, éste estaba garantizado durante un
mayor período de tiempo en los tramos inferiores, es decir, sufrían un estiaje
menor[1].
Edificio en ruinas de la Central Eléctrica Navahonda
La Eléctrica Navahonda
El primer
proyecto para aprovechar hidráulicamente el paraje donde luego se establecería La Eléctrica de Navahonda
se debió de producir en 1877, cuando la sociedad “Luis Olleros y hermanos” fue
autorizada para construir una presa y dos artefactos fabriles, según un
proyecto del maestro de obras Manuel Dorado[2].
En 1895,
Gregorio Ortín Asenjo pidió permiso a la Jefatura de Obras
Públicas para derivar novecientos litros de agua por segundo en el sitio de
Navahonda, “con el fin de utilizarlos como fuerza motriz para producir energía
eléctrica con destino al alumbrado y otros usos industriales”. Pretendía además
construir un “artefacto” en la margen izquierda del río y una “regadera o
canalizo que conduzca las aguas al motor hidráulico que intenta establecer en
la margen izquierda de dicho río para desarrollar fluido eléctrico”. Sin
embargo, su solicitud no iba acompañada por un título de propiedad de los
terrenos que pretendía utilizar, por lo que inicialmente fue denegada.
Posteriormente volvió a presentar una nueva solicitud, esta vez acompañada de
un contrato privado de compraventa del predio. Firmaba como vendedor Eugenio
Gutiérrez Mansilla en nombre de su esposa, Carmen Olleros, de su hermano Luis Olleros
y de los hijos del difunto Anselmo Olleros[3].
Su instancia
dio lugar a las reclamaciones de los propietarios de los predios inmediatos. La
primera fue presentada por Bonifacio Rodríguez, por los perjuicios que le
podría ocasionar a su finca situada aguas arriba; pero fue desestimada al
considerar que no había probabilidad alguna de que le pudiera perjudicar. La
segunda fue realizada por Jerónimo Rodríguez Yagüe, dueño de la parte de
Navahonda situada aguas abajo; pero, viendo que no tenía visos de prosperar,
decidió llegar a un acuerdo con Gregorio Ortín (el 19 de marzo de 1896) y
retirar la demanda.
La petición de
Gregorio Ortín obtuvo la aprobación oficial el 28 de julio de 1897 y en ella se
establecía que el agua debía volver al cauce del río antes de que saliera de su
propiedad. Se estipulaba también que: “Las obras se construirán con sujeción al
proyecto presentado, debiendo establecerse la coronación de la presa
horizontalmente y a una altura de cincuenta centímetros sobre el punto señalado
con una cruz en el terreno para el nivel del fondo del canalizo en el punto de
toma, cuya señal deberá conservar intacta el concesionario a fin de poder
comprobar en todo tiempo el cumplimiento de esta condición”. El plazo para la
ejecución de las obras era de dos años.
No se le
autorizaba a derivar del río más agua de la señalada y se le concedía un plazo
de dos años para la ejecución de las obras[4].
La figura de Gregorio Ortín Asenjo
Gregorio Ortín
Asenjo era un comerciante establecido en Madrid en 1864. Dos años después
decidió trasladarse a Béjar, ciudad a la que le unían algunos vínculos
familiares.
A lo largo de
su vida tuvo una destacada actividad política. Participó en la revolución de
68 y llegó a formar parte de la
Junta de Gobierno de la ciudad[v]. Fue
elegido concejal en 1885 y segundo teniente de alcalde en 1887. En los dos años
siguientes ejerció como alcalde, en sendas ocasiones. Su
gestión suscitó algunos debates que fueron publicados en la prensa local. En
1893 promovió la formación de una candidatura republicana para el Congreso y,
en una reunión celebrada en su jardín, se postuló como candidato; pero no fue
elegido él, sino Santiago Duprado, que estuvo a punto de derrotar al candidato
liberal Jerónimo Rodríguez Yagüe, situación que éste último evitó mediante una
masiva compra de votos en el Cuarto de Arriba (Santibáñez, Puente de
Congosto...). Su credo ideológico se situaba entre el progresismo del 68 y el
republicanismo de sus últimos años de vida.
Como
empresario, durante sus primeros años en Béjar estuvo vinculado a la Empresa de Coches (no
sabemos si eran las diligencias que se dirigían a Salamanca o a Madrid). En la
matrícula industrial de 1888 figura como vendedor de paños y tejidos; su
contribución (324 pesetas) refleja una buena situación económica. En 1894, fue
redactor y administrador del periódico La
Nueva Locomotora. Tras su actividad en la creación de La Eléctrica de Navahonda,
su persona no vuelve a aparecer relacionada con la nueva empresa.
Al menos desde
marzo de 1897 está ya vinculado a La Electricista
Candelariense. En aquella fecha ejercía ya como director de
la empresa e inició el suministro de fluido eléctrico a la villa de Candelario.
Por aquel entonces solicitó autorización para establecer una línea telefónica
entre Béjar y la villa chacinera.
Como
consecuencia de su actividad empresarial, fue elegido presidente de la Cámara de Comercio de Béjar
en 1899. El 12 de diciembre de 1902 falleció en Béjar, a los 62 años de edad.
Pocos días antes había publicado sus Memorias.
La sociedad Eléctrica de Navahonda
No están
claras las razones que provocaron el abandono por parte de Gregorio Ortín de su
proyecto empresarial en Navahonda. Pero es probable que alguna responsabilidad
se deba a los antiguos propietarios, los hermanos Olleros Mansilla, y sobre
todo a Eugenio Gutiérrez Mansilla, esposo de Carmen Olleros, como más adelante
veremos.
La Eléctrica de Navahonda
fue una sociedad creada por Luis Hernández Anaya y por los hermanos Germán y
Lorenzo Petit Harguindey[6]. Debido
a la ausencia de Lorenzo Petit, Germán ejerció inicialmente como administrador,
aunque el protagonismo empresarial lo tuvo siempre el primero. Al menos desde
1899, la sede social de la empresa estaba en el domicilio familiar de los
hermanos, en los números 70 y 72 de la calle Sánchez Ocaña.
Fotografía del blog Los Abdones
En octubre de
1897 habían comenzado ya las obras, que se prolongaron hasta marzo de 1899. Las
instalaciones fabriles estaban formadas por dos edificios, una cuadra y por la
presa con su canalizo de conducción de aguas. En 1903, la altura total del
salto era de 24 metros.
La fuerza que desarrollaba era de 64,5 caballos y rendía, descontando un 25% en
pérdidas por transformación de energía, 35.644 vatios. En comparación, La Electricista
Candelariense (instalada en la antigua fábrica de papel de
Candelario) disponía de una capacidad de producción menor, pues sólo generaba
“40 caballos de fuerza, en corriente alterna”, según un anuncio de venta
publicado en 1924[7].
La expansión
de la actividad empresarial comenzó en 1898, cuando se concedió autorización a
la empresa para instalar postes eléctricos de Béjar a Candelario. En 1903 se
pedía permiso para colocarlos en la calle La Libertad (las líneas de
alta tensión que cruzaban la ciudad siempre despertaban temores, especialmente
en ocasiones de tormentas). Dos años después se solicitó al Ayuntamiento
bejarano autorización para colocar postes en Bañaduras Altas, con el fin de
suministrar fluido eléctrico a Palomares. Por aquel entonces su renta se
calculaba en 450 pesetas anuales, pero el negocio fue creciendo en años
posteriores. Entre 1907 y 1910, la empresa obtuvo permiso para suministrar luz
a Guijuelo, Santibáñez de Béjar, Ledrada y Campillo de Salvatierra.
El problema
del suministro eléctrico era el estiaje del río en el verano. Para remediarlo,
la empresa instaló una máquina de vapor, alimentada con carbón y madera. Pero,
en ocasiones, tuvo dificultades para disponer del mineral, por lo que se veía
obligada a suspender el suministro, como sucedió en agosto de 1917.
En los años
veinte, la sede social de la empresa se había trasladado al número 17 de la
calle Solano (Colón) y, en 1924, se anunció su venta. Desde aquella fecha,
ejerció como gerente o arrendatario Alejandro Martín Cascón. Finalmente, en
1936, la empresa acordó fusionarse con las otras compañías eléctricas privadas
bejaranas (con La
Doble Eléctrica y con La Abeja, pues la Eléctrica Municipal
no se integró); así se formó Eléctricas Reunidas, que tuvo como primer
presidente a Ernesto Izard.
El empresario Lorenzo Petit
Lorenzo Petit
y Harguindey era hijo del fabricante de paños Anselmo Petit y de Antolina
Harguindey[8].
Lorenzo debió de especializarse en los estudios de electricidad, pues toda su
vida profesional estuvo vinculada a ella: desde junio de 1898 hasta diciembre
de 1901 residió en Guadalajara, donde ejerció como administrador de La Eléctrica de
Guadalajara; posteriormente se trasladó a Valcarlos (Navarra), para ejercer
como gerente de una compañía eléctrica, y finalmente a Béjar.
Fotografía del blog Los Abdones
En 1889 se
había casado con María Gutiérrez Olleros, hija de Eugenio Gutiérrez Mansilla y
de Carmen Olleros, es decir, los dueños (junto a los hermanos de ella) del
predio de Navahonda, que habían pactado la venta con Gregorio Ortín. Pero ésta,
finalmente, no se llegó a formalizar, con el fin de transmitírsela en herencia
a su yerno. Eugenio, por otro lado, no tenía intereses empresariales propios,
pues era juez y presidente de la audiencia territorial de La Coruña, donde falleció en
el año 1900.
Lorenzo Petit
estuvo además vinculado La Electricista Bejarana, pues desde 1904 ejercía
como representante de esta sociedad. No tuvo grandes ambiciones políticas,
pues, aunque en 1923 fue elegido concejal, a los pocos meses renunció al cargo.
Continuará
[1] La Abeja disponía de un
aprovechamiento de 48
metros; la
Eléctrica de Candelario, de 21 metros; la fábrica de
harinas (hoy central Samuel Solórzano), de 6 m.; El Navazo, de 14,20 m.; la fábrica de
Bonifacio Rodríguez, 4,80 m.
(Béjar en Madrid, 3-II-1934, “El río
Cuerpo de hombre es inagotable venero de riqueza para Béjar y los pueblos de su
comarca”).
[2] Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca,
13-VII-1877, “Sección de Fomento”.
[3] Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca,
31-XII-1895, “Jefatura de Obras Públicas”.
[4] Boletín Oficial de la Provincia de Salamanca,
6-VIII-1897, “Jefatura de Obras Públicas”.
[5]
Ceferino GARCÍA MARTÍNEZ: Centenario de la Cámara de Comercio e
Industria de Béjar 1886-1986, ed. Madrid: Cámara Oficial de Comercio e
Industria de Béjar, 1986, pp. 65-67.
[6] Luis
Hernández Anaya (1853- 1913) fue concejal republicano en 1886, 1891 y desde 1903 a 1905. Fue miembro y
ocupó interinamente la presidencia de la Cámara de Comercio de Béjar.
[7] La
Victoria, 7-III-1903, “Sueltos y noticias”.
[8] El
primer Petit en Béjar fue su abuelo Lorenzo, natural de Reims y fabricante. La
primera referencia documental del padre, Anselmo, es de 1867 (La
Provincia. Revista Salmantina, 1-XII-1867, “Revista
provincial”). Su madre pertenecía a una
familia de Puerto de Béjar con una importante industria de curtidos.
Interesante publicación. Quedo a la espera de su continuación.
ResponderEliminarUn abrazo,
Pude ver ese río cuando atravesaba Béjar en un auutobús camino de Candelario. Tenía mucha curiosidad por conocerlo porque ya había visto fotos de amigos blogueros, aunque sólo fue a través de la ventanila del autobús...algo es algo.
ResponderEliminarBesos
Interesante todo el desarrollo de la empresa eléctrica que tengas un buen día.
ResponderEliminarLas fotos de los Abdones. Cuando las copié de los originales no disponía de escáner y tuve que hacer fotocopias. Después escaneé las fotocopias. Demasiado bien me salieron.
ResponderEliminarMe alegro de que hayan servido para apoyar este artículo.
Menuda peripecia, Jero. Lo importante es que lo hiciste y de ello nos podemos aprovechar algunos, jejej.
EliminarUn abrazo
Estuve viendo sobre el río, cuando publicastes la otra vez sobre su valle.
ResponderEliminarMe llamó mucho la atención sobre el desarrollo de su rivera.
Besos
Un texto que nos ayuda a entender los cómo y porqués de tantos importantes desarrollos industriales que llevaron al engrandecimiento de ciertas zonas. Algo que muchas veces nos preguntamos al contemplar la ruina de edificios que nos sugieren una intensa actividad fabril.
ResponderEliminarSaludos.
Impresionante reportaje este que nos muestras sobre la historia de Béjar que fue impulso a la industria textil de la localidad.
ResponderEliminarSaludos.
Interesante todo lo que nos cuentas, me entra curiosidad por visitar esa zona, los saltos de agua siempre me han atraído y sé que, gracias a ellos y a la transformación de su energía, muchas industrias se han creado a su alrededor.
ResponderEliminarCariños y buena semana de octubre.
kasioles
Hola Carmen, con tus escritos sobre Béjar puedo ver lo importante que es en todos los campos. Espero la continuacion sobre esta industria.
ResponderEliminarAbrazos.
Durante el proceso de industrialización, los saltos de agua y otros equipamientos e infraestructuras eran la meta codiciada, el objetivo a conseguir para lograr satisfacer la demanda de energía que requería la modernización y la eficacia de las instalaciones industriales. Hoy, debido a los vaivenes del cambio climático, el problema no radica tanto en el equipamiento, aunque siempre hay instalaciones que se van quedando obsoletas, sino en la ausencia de agua cuando esta se necesita más: con el tiempo se está convirtiendo en un bien más preciado que el oro.
ResponderEliminarSaludos.
Muy interesante
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