Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
"Fernando VI" –el monarca que
persiguió a los gitanos y prohibió la masonería- "fue rey de España entre 1746 y 1759. Su último año de reinado se
conoce como el año sin rey. Durante ese año, el monarca sufrió un rápido
empeoramiento de sus condiciones mentales. La enfermedad generalmente ha sido
atribuida a una condición psiquiátrica primaria, generada por un trastorno
bipolar".
Padre
e hijo con trastornos mentales. Youtube
Un
equipo de neurólogos españoles realizó
en 2016 un estudio de investigación en
archivos y bibliotecas, en busca de información clínica sobre la enfermedad de
Fernando VI, concluyendo que
"los
síntomas iniciales descritos pueden ser similares a los de un episodio
depresivo mayor. Sin embargo el monarca sufrió un empeoramiento rápidamente
progresivo con alteraciones de la personalidad, conductuales, encamamiento (sic), pérdida de control de esfínteres y crisis epilépticas. Los
últimos meses de su vida estuvo en un estado de postración con un estado
cognitivo compatible con una demencia grave. Por todo ello, aunque es posible
que Fernando VI pudiera padecer previamente algún tipo de trastorno
psiquiátrico, la enfermedad que le llevó a su muerte precoz sería compatible
con lo que hoy conocemos como una demencia rápidamente progresiva".
La demencia del rey Fernando VI y el año
sin rey.
Revista de Neurología 62 (11) 01/06/2016
Como
jefe de la Casa Real, el XII duque de Béjar, Joaquín de Zúñiga, se trasladó a
vivir con el rey al castillo de Villaviciosa de Odón, y generó información que hoy
sirve en parte para decodificar los trastornos del monarca.
"Desde luego que se declaró la enfermedad entabló el duque de Béjar
una correspondencia semanal con el rey Carlos (de
Nápoles en ese instante) como su inmediato sucesor, para darle cuenta de todo cuanto
pasaba. Por muerte de mi cuñado y mi hermana, su mujer, conservo en mi casa un
libro encuadernado en tafilete encarnado con presillas de plata, en que se
hallan, originales de su mano, todas las respuestas del rey al duque durante la
enfermedad del rey Fernando", escribirá más tarde el
conde de Fernán-Núñez en su Vida de
Carlos III.
Castillo
de Villaviciosa de Odón, hoy Archivo Histórico del Ejército del Aire. Envillaviciosadeodon.es
Al
duque correspondió finalmente disponer el cadáver para las exequias, habiendo
antes firmado el testamento real:
"Estando
en mi entendimiento y juicio natural, pero con tal indisposición que me parece
no tengo tiempo para firmar y hacer como quisiera mi última disposición y testamento…:
Yo el Rey D. Fernando lo otorgo; y firma por mi mandado, por no permitirlo el
estado de mi enfermedad, D. Joaquín Diego López de Zúñiga, Duque de Béjar,
Conde de Belalcázar…"
Mausoleo
de Fernando VI en la iglesia Santa Bárbara de Madrid. Sitioshistoricos.com
Del
duque dependía el conjunto de médicos que atendía al rey, y uno de ellos, el
doctor Andrés Piquer, proporcionó valiosa información clínica:
"Por el mes de noviembre tuvo (Piquer) otro aviso del duque de Béjar para ir a Villaviciosa… a
tener consulta con los demás
médicos que residían en palacio sobre los males que S. M. padecía... hasta
que en 24 del mismo mes tuvo orden de ir a permanecer en el sitio y continuar
la asistencia a S. M. con los demás médicos que ya había en palacio. Permaneció
asistiendo a S. M. por espacio de más de ocho meses que duró aún la enfermedad,
y fue formando una historia extensa del mal, de suerte que pudo escribir
después un discurso sobre la enfermedad del rey, que es de los mejores y más
selectos manuscritos que han quedado de su mano".
Monumento
a Piquer en la Universidad de Zaragoza. Historiaaragon.com
Como
a todos los demás que lo rodeaban –menos al duque de Béjar, a quien respetaba-,
el enajenado monarca apuntó también al doctor Piquer cuando lanzaba objetos -tazas, platos, cuchillos y tenedores de la
mesa-, pero en un momento de lucidez le agradeció y mandó que en la iglesia
parroquial de la villa natal del médico se construyera, a expensas reales, el campanario más alto del Matarraña y de
todo el Bajo Aragón Histórico.
Templo parroquial y torre campanario de Fórnoles. Sipca.es
La monumental torre de 30 metros de altura cuenta hasta hoy
con el escudo real en su base. En 2017 fue sometida a urgentes reparaciones
para "reconstruir y consolidar el último
cuerpo -agrietado entonces-, corregir
el pináculo que se hallaba torcido y amenazaba derrumbarse, y atender a
problemas de humedad que el edificio presentaba desde la base".
Lecturas:
Basante Pol,
Rosa: La demencia de un rey. 2010
Chinchilla
Piqueras, Anastasio: Anales históricos de
la medicina en general, y biográfico-bibliográfico de la española en particular.
1845
Pardo Riquelme,
Antonio: Breve historia de Villaviciosa
de Odo. 1998
Piquer Arrufat,
Andrés: Discurso sobre la enfermedad del
Rey nuestro señor Fernando VI. 1759
Pobre hombre. Su vida tuvo que ser un sufrimiento tremendo. Dicen que cuando murió su esposa Bárbara de Braganza, el rey entró en una profunda depresión y no hacía otra cosa que deambular por el castillo de Villaviciosa de Odón aullando como un lobo desconsoladamente. Perdió el apetito y dejó de asearse y de afeitarse. En aquellos tiempos era impensable un tratamiento adecuado a su "melancolía".
ResponderEliminarSaludos.
·.
ResponderEliminarMuy interesante. De reyes nos han enseñado poco más que batallas. Nuestra educación en historia siempre fue deficiente.
Un abrazo Carmen... y a cuidarse !
.·
LaMiradaAusente · & · CristalRasgado
La mente quizá sea la parte del cuerpo humano que más líneas ha acaparado en la historia.
ResponderEliminarPor cierto, lo de los lanzamientos del rey Fernando VI no tiene desperdicio. Y la buena estrella del duque de Béjar, que logró ser respetado, bien merece el apunte. Saludos.
"La mente..." Siempre coincido con los comentarios de Ana Ma. Ferrin. ¿Tendremos alguna afinidad?. Saludos, JZR.
EliminarHola, Jorge.
EliminarAfinidad no sé, pero una buena parte de mi familia Jaraquemada se apellida Zúñiga.
Saludos. Soy Ana Mª Ferrin Jaraquemada
Anda, qué calladito te tenías tu apellido Zúñiga, Ana. Está visto que los Zúñiga tienen tentáculos muy largos... Tambiñén algunos de mis antepasados ostentaban ese apellido.
EliminarUn beso
Somos pandemia, jejé. Saludos, JZR. Y gracias por corregir. Vale
EliminarCambiar el segundo "generalmente" del primer párrafo por "generando" por favor. Gracias y saludos desde Chile, JZR.
ResponderEliminarCambiado "in mente". "No importa errar en lo menor si se acierta en lo mayor" o algo así dice la frase famosa.
EliminarDebió de ser muy dificíl el trabajo para los que lo atendían. Tuvo mérito el duque de Béjar, que se hiciera respetar. Seguramente tendría las cualidades, que se precisan, para saber tratar a ese tipo de enfermos.
ResponderEliminarBesos
Pobre hombre el Rey. Atender a un paciente en esas condiciones es difícil ahora, imagino como sería entonces. Sobretodo si se deteriora muy rápido. El Duque hasta ganas tendría en algún momento de tirar la toalla.
ResponderEliminarBesos Carmen.
Una sugerencia de edición: para evitar los párrafos con remarque en blanco conviene redactarlos en la opción html cuando se escribe el texto en blogger. Queda mejor y no parecen recortes.
ResponderEliminarOtro saludo.
Lo conseguí. Ayer le estuve dando vueltas un rato y, al no lograrlo, lo dejé. Hoy he vuleto a la carga y ¡voilá!
EliminarGracias
Un valiosísimo documento, Carmen. Celebro haberlo leído.
ResponderEliminarUn abrazo.
Conociendo tu blog que me pareció muy interesante y soy un seguidor.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
No recordaba sobre estas demencias de este rey o es que no lo traían los libros de texto.
ResponderEliminarSaludos.
Con tus entradas estoy aprendiendo mucho de nuestra historia Carmen. Gracias.
ResponderEliminarAbrazos.
Muy interesante todo el artículo pero me ha llamado la atención en especial el hecho de que el campanario se deba a un momento de lucidez; momento que quedó ahí para la historia.
ResponderEliminarUn abrazo y cuidaos
Qué buen comentario. Una visión humana sobre un edificio. JZR.
Eliminarnada sabia voy aprendiendo abrazos desde el mar de Miami
ResponderEliminarSiempre se dijo que la muerte de su esposa doña Bárbara de Braganza causó una enorme pena en el rey, sumiéndolo en profunda apatía y algo más. Propensión a ello debía tener, bien por herencia u otras causas.
ResponderEliminarSaludos.