Amigos de Béjar y sus historias

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11/21/2025

La propiedad de las aguas (y sus truchas) en la villa de Béjar (2ª parte y final)

 Autor: Agustín García Gómez

A primeros del año 1725, el duque don Juan Manuel recuerda sus dos decretos anteriores, en los que quedan establecidos los tiempos y límites de caza y pesca[1]. Sepamos lo que ordenó: 

 

“Madrid y enero 10 de 1725. Por cuanto por dos decretos, sus fechas de ocho de junio del año pasado de mil setecientos y dieciocho y seis de junio de mil setecientos veinticuatro, tengo cometida la guarda y custodia de los cotos y montes que tengo en mi villa de Béjar y lugares de su tierra, y en el rio Cuerpo de Hombre de ella el vedado por lo que mira a la pesca de truchas que cría, a don Pedro Manuel de Tortoles Orantes, Alférez Mayor de la referida villa y tierra, y en su mejor observancia se han ofrecido algunos reparos y representándome que convendrá recurrir a ellos, he resuelto que dejando en su fuerza y vigor, los dos referidos decretos en todo lo demás que contienen, se entienda que por lo que mira a caza mayor y menor no pueda hacerse en los tiempos prohibidos que son desde primero de marzo hasta primero de agosto, con pájaros, ni con escopetas en aquellos sitios que están mandados guardar y que en cuanto a la caza mayor, como son jabalíes, venados y corzas en ningún tiempo en los mencionados sitios del monte de Villa y Tierra. Pero que en los otros sitios, que no son vedados, puedan cazar con escopeta, así los que lo hacen por diversión como los cazadores que viven de ellos, pero nunca con pájaros. Y en cuanto al vedado del rio, declaro se entienda desde el sitio de la Heredad que llaman Los Picozos, hasta el puente de la Corredera y no más, en cuya conformidad mando se ejecute y haga observar y guardar el referido don Pedro de Orantes debajo de las condiciones y penas que contienen los dos referidos decretos pues en cuando a ello los dejo en su fuerza y vigor, Y mando se haga saber al Consistorio de dicha mi villa de Béjar y a los sesmeros y procuradores de su tierra, para que los tengan entendido y pongan copiado este mi decreto en el libro de acuerdos del consistorio que así es mi voluntad”.

 Pero el problema de la pesca no se restringía solo a los vecinos de Tornavacas. Por otro legajo vemos como el problema también existía río abajo con los vecinos de Montemayor, villa que tampoco pertenecía a la Tierra de Béjar sino al marquesado de Montemayor.

Río Cuerpo de Hombre a su paso por Montemayor del Río

 

El legajo no tiene hoja de catalogación, pero transcribimos la carta que José García Lerma, el administrador de las rentas de Fernando de Baeza, V marqués de Castromonte y señor de Montemayor del Río, envía en contestación de otra anterior de los contadores de Béjar[2]:

Muy Sres. míos y de mayor consideración: Luego que recibí la favorecida de V. Ms. di orden a los pescadores para que con la mayor diligencia y brevedad remitiesen a poder de V. Ms. todas las truchas que pescasen y pueden V. Ms. estar satisfechos de que todas las que se logren a excepción de tal cual libra que necesite yo para el Hermano de Coria, servirán para que V. Ms. logren satisfacer el mandado de S. E. en cuyo desempeño me muestro muy interesado por muchos motivos. V. Ms. vean si puedo servirles en otra cosa de mayor monta para ejercitar mi obediencia. Nuestro Señor guarde a V. Ms. muchos años como deseo. Montemayor y julio 18 de 1752. Su más seguro servidor. Don José García Lerma”.

Según lo que se desprende, los pescadores montemayorinos subían hasta Navarredonda y Los Picozos, bajo la jurisdicción de la villa de Béjar, a pescar las tan apreciadas truchas ducales. También se advierte un cierto grado de sorna o ironía por parte de firmante con lo de: …cosa de mayor monta…”, que no hay que dejarlo aparte.

Pero este asunto de la propiedad del agua y los vedados de pesca desde Los Picozos hasta el puente de la Corredera acarreaba otro problema colateral y quizás más grave aún, esta vez a las mujeres bejaranas y era dónde lavar la ropa doméstica (la personal y de ajuar). Desde siempre se ha lavado la ropa doméstica y otros enseres en los charcos y pozas de los ríos cuando existían o en los pozos cuando el lugar carecía de ellos. Pero si la parte más cercana del río Cuerpo de Hombre al caserío bejarano estaba vedado, las mujeres obligatoriamente tenían que recurrir a otros arroyos o regatos, lo que ocasionaba problemas con los dueños de las propiedades lindantes, en esto caso las numerosas viñas con majuelos, guindales, árboles y matas de las que la villa de Béjar se encontraba rodeada.

Foto antigua del Puente de San Albín de Béjar tomada de aquí

 

Transcribimos la hoja de catalogación de este legajo que Tapia Osorio escribió contándonos la historia de las lavanderas bejaranas que no podían bajar al río a lavar las ropas y otros enseres domésticos[3].

 

“1732. n 187. Béjar. Leg. 2º Lit. Barquillo. Pozas y Lavaderos de Ropa del Arroyo Bonilla, es, son comunes.

   Acuerdo del Ayuntamiento y Despacho del Corregidor don Cristóbal de Posadas Macacho dado por este ante Tomas de Silva y Seijas, escribano del Ayuntamiento en 1º de abril de 1732. Declarando ser comunes para todos los vecinos de esta Villa las Pozas y Lavaderos de ropa del arroyo Bonilla que baja de la Sauceda al Rio Cuerpo de Hombre por entre las viñas, que intentaron impedirlo Jacinto Ramos, Manuel Aguado boticario y Sebastián Pamo por el daño que sobrevenía a sus viñas a cuya demanda salieron los Procuradores Generales y probaron ser comunes de inmemorial. Y en su vista se acordó para evitar daños y costas que dicho Jacinto Ramos cediese un pedazo de su viña para que el sitio quedase más capaz dándole la Villa cincuenta reales y la facultad de poder prendar la cantidad de 6 reales por cada vez que las lavanderas tendiesen ropa en las paredes de las viñas o entrasen en ellas, a disposición y aplicación del Juez, se hicieron de nuevo el mismo año y se usan por las que quieren el invierno y otras que hay por cima de todas las viñas. Se han seguido varios pleitos sobre el mismo asunto y para evitarlos se ha puesto este instrumento aquí para que siempre conste”.

 Se ha tratado de transcribir el acta de la justicia a que refiere, pero han sido demasiadas las palabras que no se han conseguido transcribir, quedando “coja” la lectura y comprensión del documento, motivo por el cual no la reflejamos.

  El arroyo Bonilla baja del sitio de las Saucedas al río Cuerpo de Hombre por la actual fábrica textil de Pablo Farrás Faus S. A. y es también conocido como arroyo Molina o Pajonales. De corto recorrido, apenas tiene caudal constante actualmente que justifique siquiera su nombre de arroyo.

   Y después de leer todo lo anterior sobre la propiedad de las aguas manantes, corrientes y estantes, y los seres vivos que mantienen y los problemas ocasionados, la gran pregunta que nos queda por hacer es la siguiente: ¿por qué eran tan importantes las truchas del río Cuerpo de Hombre y de la laguna de Solana para los duques?  Y la respuesta que encontramos no puede ser más sencilla: porque eran “envinagradas” para su conservación y enviadas a su residencia en Madrid para su consumo personal, e incluso eran repartidas entre el alto personal a su servicio, como también lo eran otros productos de alimentación, como frutas, hortalizas y castañas, siendo especialmente muy apreciados los chorizos, los perniles y el tocino, que se elaboraban en la villa de Béjar y en algún otro lugar de su jurisdicción como Candelario y Hervás. Estos productos gozaban de muy buena fama según cuentan los cronistas y viajeros de la época del siglo XVIII. También estas truchas y barbos eran objeto de obsequio ducal a personas o instituciones, como hemos podido ver en otros documentos. No podía ser otro el motivo del celo ducal por sus truchas.

Por último, vayamos a por los renombrados chorizos bejaranos, que tan apreciados eran en la corte madrileña a la vista del contenido de otro legajo, cuyos dos únicos documentos son merecedores de señalar al conocimiento general[4]:

El choricero. Ramón Bayeu. Museo del Prado.

La tradición ha identificado a este choricero como "el tío Rico" originario de Candelario  

 

“Muy Señor Exmo. mío y dueño. El Señor Infante don Luis, mi amo, ha probado los chorizos que V. E. ha tenido la bondad de regalarle, los que le han gustado a S. A. y de nuevo da a V. E. las cumplidísimas gracias por ellos, esperando que su fineza se sirva de encargar y facilitarle de los mismos alguna porción más, que por ser tan buenos los estimara mucho. Yo me dedico rendido al obsequio de V. E. y pido a Dios que su vida (guarde) muchos años.  Velada (Toledo) a 10 de noviembre de 1776. […] Juan Miguel de Aristía. Al Exmo. Señor Duque de Béjar.

Enviados los chorizos, nada menos que ocho docenas o lo que es lo mismo noventa y seis chorizos, el mismo Juan de Aristía (secretario del Infante don Luis), agradecido, le escribe:

 

“Muy Señor Exmo. mío y mi dueño. Días pasados me envió el Administrador que V. E. tiene en Béjar, y de su orden, ocho docenas de chorizos, para el Señor Infante Don Luis mi amo, que inmediatamente se los presente. Apreciólos mucho y me mandó S. A. dar gracias muy expresivas a V. E. por su fineza, en su nombre, asegurándole lo agradecido que le quedaba por ello. Aunque respondí puntualmente esta principal diligencia al Administrador, estoy dudoso de si practiqué esta principal diligencia con V. E. y la ejecuto ahora asegurando a V. E. de la particular estimación que ha tenido S. A. a esta fina demostración de V. E. y que los chorizos son muy de su gusto, por cuya razón tiene mandado que se le sirvan con frecuencia, como así se hace. Renuevo a V. E. mi rendida observancia y deseo que Nuestro Señor que su vida (guarde) muchos años. Arenas (de San Pedro) a 10 de marzo de 1777. Juan Miguel de Aristía. Al Excmo. Señor Duque de Béjar".

Hay que señalar que los productos chacineros de la Tierra de Béjar, en especial de Béjar, Candelario y Hervás, eran muy apreciados en la corte madrileña, según crónicas del siglo XVIII y XIX[5], adonde eran llevados por los arrieros y ordinarios, siendo los preferidos para este traslado los “coritos” candelarienses. Esta actividad chacinera se mantenía con los cerdos criados por los medianos y grandes hacendados ganaderos vecinos de esas villas. Hasta el propio duque tenía su propia casa de matanzas situada en la plaza de la alcaicería bejarana, donde sacrificaban sus cerdos ibéricos (no había otros), criados en sus dehesas extremeñas y andaluzas, y le elaboraban los chorizos que tanto gustaron al infante don Luis.

Infante don Luis de Borbón 

 

 Pero aún hay más. En una signatura de 1771, que recoge el legajo de documentos entre el duque don Joaquín y sus contadores en Béjar sobre asuntos relacionados con su villa de Gibraleón, al final de una de las cartas intercambiadas aparece en una glosa aparte esta pequeña nota[6]:

Yuste (debía de ser el ordinario de ¿Cantagallo?) ha llegado hoy a este sitio (Real de Aranjuez) con las veintitrés docenas de chorizos frescos que están muy buenos.El Duque (firmado)”.

Nada menos que doscientos setenta y seis chorizos frescos, lo que hoy conocemos como longanizas frescas, muy buenos, y quien haya probado una buena longaniza fresca, sabe a lo que se refería el duque. Se ha podido saber que ese Yuste era el arriero y ordinario que le hacía por aquellos años los portes entre Béjar y Madrid, tanto de ida como de vuelta, posiblemente establecido en Candelario.

Nota del Autor: Sin duda preferimos reflejar las transcripciones de las hojas de catalogación escritas por el contador archivero José de Tapia Osorio, como la mejor forma de no intervenir en el relato de los hechos que mostramos y no añadir líneas propias redundantes que nunca llegaran a las mismas.



[1] OSUNA,C.249,D.49, 10/01/1725. Decretos del Juan Manuel Diego López de Zúñiga Guzmán Sotomayor Mendoza, XI duque de Béjar, regulando la caza y pesca en los cotos y montes de Béjar y su jurisdicción, y en el río Cuerpo de Hombre, estableciendo los tiempos de caza mayor y menor, y las especies y animales que se pueden cazar o pescar.

[2] AHNOB. OSUNA, C.262,D.84, 07/18/1752. Carta de José García Lerma a José de Tapia Osorio y otros sobre la orden que dio a los pescadores para que les remitiesen las truchas que pescasen.

[3] AHNOB: OSUNA,C.260,D.99, 1732. Acuerdo del Ayuntamiento de la villa de Béjar por el que declaran ser comunes para todos los vecinos las pozas y lavaderos situados en el arroyo "Bonilla" que baja del río denominado "Cuerpo de Hombre".

[4] AHNOB OSUNA,CT.209,D.172-173, 1776-1777. Cartas de Juan Miguel de Arestía a don Joaquín Diego López de Zúñiga Sotomayor, XII duque de Béjar, informando de que al infante Luis Antonio Jaime de Borbón Farnesio, le gustaron mucho los chorizos por lo que da las gracias y pide nuevos envíos.

[5] PONZ, Antonio. Viage por España en que se da notica de las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ella, 1778, tomo VIII, p. 11, nos cuenta: “… donde el ganado de cerda es más copioso y su carne de superior sabor”. Y MADOZ IBÁÑEZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, 1845, tomo IV, p. 116, escribe de Béjar: “… pero también extrae… bastantes carnes, principalmente de cerdo, justamente acreditada por el rico sabor que le comunica la bellota dulce y la castaña de que se alimentan en Hervás y en especial en Candelario…”.

[6] AHNOB: OSUNA,C.388,D.111-117. Correspondencia remitida por Joaquín Diego López de Zúñiga Sotomayor, XII duque de Béjar y XIII marqués de Gibraleón, a sus contadores sobre varios temas: dehesas, terrenos baldíos, privilegios antiguos que certifican los derechos sobre Gibraleón (Huelva), y nombramiento de oficiales municipales, de 1761, p. 16.

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