Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, n. º 4.953 (1/11/2024), p. 6.
En agosto de este año 2024 el Centro de Estudios Bejaranos organizó una exposición, “Casas de Tinta”, que conjugaba Arte (18 ilustraciones de Paula Almonacid Olleros basadas en fachadas de edificios de Béjar y otras localidades), Historia (cada una ha sido acompañada por un texto explicativo) y Literatura (los edificios han inspirado a distintos escritores) en el Casino Obrero. Textos y acuarelas han sido reunidos en un catálogo descargable de manera gratuita en la página web del CEB. Hemos tenido la suerte de escribir en él brevemente sobre la Casa de Juan Sánchez-Cerrudo, un edificio envuelto en el olvido, por lo que intentaré descubrir su historia y la de sus primeros moradores con mayor detenimiento en estas páginas.
Casa de Juan Sánchez-Cerrudo Bueno
Esta vivienda, situada en la calle Miguel de Unamuno, sobresale por su empaque y distinción entre las que las rodean. Reproduzco aquí la ficha de mi autoría publicada en el catálogo:
«El edificio está situado entre la antigua calle de la Yedra, actual Tomás Bretón, y la de Trascorrales, ahora Miguel de Unamuno, y presume de exhibir las características de una casa burguesa bejarana típica del siglo XIX salvo por dos detalles: el primero es la ausencia de un mirador acristalado, pues no es necesario dejarse ver, ni ser visto, como en las viviendas de la calle Mayor; el segundo es la presencia de un balcón corrido por las fachadas sur y oeste, que recuerda la tipología de las casas-fábrica.
Adosada a otro inmueble por el este, dispone de tres linderos con calles públicas al norte, oeste y sur. Los accesos están situados en el norte, mientras que un pequeño jardín oculto tras una tapia se despliega al sur. Son tres los pisos de que dispone y un bajo con salida al vergel. Una escritura notarial de 1890 dice: “compuesta de planta baja, piso principal, segundo y desvanes habitables, con accesorio al Jardín al lado del Mediodía”. La fachada más hermosa es la que mira hacia el monte, con dos bellas arquerías superpuestas de piedra sobre columnas de fuste liso y capitel toscano, la primera de arcos de medio punto y la segunda de arcos rebajados, cerrada con cristales. La cara que ofrece hacia la escalera destaca por las tejas para combatir los embates de los temporales».
Por lo que indagamos en la documentación, su edificación tuvo lugar antes del 8 de noviembre de 1880 porque es cuando muere su promotor y porque su tipología se circunscribe –por paralelismo con otros edificios similares–, a la década anterior. Efectivamente, en el portal, en un dintel decorativo de una puerta interior, aparecen los números 18X6. Faltaba el año relativo a la década. El Archivo Histórico Municipal de Béjar ha desvelado que en 1866 se estaba construyendo un edificio en la calle de la Yedra, esquina atrio de San Juan, que indudablemente se trata de la vivienda que comentamos[1].
Acuarela de la casa de Paula Almonacid Olleros
Conocemos, además, el nombre de su primer propietario y promotor: Juan Sánchez-Cerrudo Bueno (Béjar, 1807-1880)[2]. Hijo de Juan Sánchez-Cerrudo Muñoz de la Peña y de Bárbara Bueno Rodulfo, nació un año antes de que estallara la guerra de Independencia y dos años después de que sus padres se casaran en la iglesia de San Juan Bautista. Viviría, por tanto, la invasión de la villa por el general carlista Basilio García y la lucha urbana frente a las tropas isabelinas al mando del general Ramón Pardiñas el 3 de mayo de 1838. En aquel entonces, y a sus 31 años, no sabía que uno de esos días de terrible confusión y lucha calle a calle su futura esposa, Petra Hernández-Agero Sánchez-Ocaña (Béjar, 1824-1890), de 14 años de edad, se había enfrentado pistola en mano a uno de aquellos carlistas que habían entrado en casa preguntando por el paradero de su padre para detenerle y robar sus caudales[3]. Y es que el progenitor de Petra, Andrés Hernández-Agero Hernández-Bueno, era administrador de las rentas estancadas de Béjar; o lo que era lo mismo, el responsable de la desamortización de bienes eclesiásticos locales. Su madre, Teresa Sánchez-Ocaña López de Hontiveros, era la hermana del futuro ministro de Hacienda en dos ocasiones, José Sánchez Ocaña.
Retrato de José Sánchez-Ocaña, en el salón del concejales del ayuntamiento de Béjar.
En la década de los 50 del siglo XIX, ambas familias emparentan, llevándose Juan con la novia 17 años y habiendo estado casada Petra en primeras nupcias con un malogrado Pedro Olleros y Juan viudo de Eugenio María Linares. Así, nuestro personaje asciende aún más en la escala social local al tiempo que desempeña el cargo de concejal del ayuntamiento, además de ser uno de los fundadores de la Casa Caridad, del Casino Industrial en 1849 (además de su presidente en 1857) y del Círculo de Béjar, responsable de la edificación del Teatro Cervantes, que presidió también en 1877.
El matrimonio tuvo tres hijos que llegaron a la edad adulta: Micaela (n. 1858), que casó con Eusebio Campo Barbajero y marchó a León; Bernabé (n. 1860), que hizo lo propio con Dolores Atienza Hernández-Agero y se quedó en Béjar ejerciendo de abogado, Juez Municipal, Juez de Primera Instancia y alcalde; y Dorotea (n. 1865), a su vez con Juan Bautista Zúñiga Rodríguez, muriendo al dar a luz a su único hijo, el farmacéutico de la Casa Real y escritor Toribio Zúñiga Sánchez-Cerrudo.
Toribio Zúñiga Sánchez-Cerrudo, farmacéutico de la Casa Real.
Hay un relato precioso escrito por Toribio en Béjar en Madrid[4]. En él un matrimonio mayor para 1919 recuerda los bailes de carnaval cuando eran mozos en casa de Juan. Y comentan:
«Tu abuelo era el hombre más simpático de Béjar; todos lo queríamos tanto que le llamábamos “tío Juan”; era nuestro cómplice en diversiones. Nos facilitaba todos los proyectos. “Tío Juan, que queremos esto… Tío Juan, que haya baile en el Casino… Tío Juan, que nos deje usted el salón de su casa para el Carnaval…” “pero, chiquillos, nos respondía, sois el mismísimo diablo. ¿Quién inventa eso?” Y cuando nos hubo dado permiso, “solo hasta las doce del martes, ¿eh?, al dar la primera campanada se acabó el jolgorio”, entre unos cuantos bajamos el piano de su casa al piso bajo; adornamos con cortinas las ventanas; pusimos floreros en los rincones, y sillas alrededor, ayudados por Micaela Cerrudo, su hija…».
«Nos esperaban tus abuelos y sus hijas (tu pobre madre era muy jovencita aún) y no cabíamos en el salón de tantos como estábamos. ¡Cómo nos divertíamos y que contento estaba tío Juan, atendiéndonos a todos».
Todas las casas tienen su memoria y sus fantasmas. Pululan entre las sombras, en los vaivenes de las cortinas mecidas por la brisa, en los crujidos de los muebles, en los rincones de un portal sumido en el silencio. Los edificios guardan las historias de sus moradores y creo que estas líneas vinculan a esa imponente y bella casa del barrio de San Juan con su promotor, un hombre simpático y comprometido con Béjar al cual hemos sacado del olvido.
[1] AHMB. Libro de actas del consistorio de 1866. Sig. 1623.
[2] Las referencias familiares están sacadas del Archivo Parroquial de San Juan Bautista de Béjar, libros sacramentales de bautismos, matrimonios y defunciones.
[3] Anécdota narrada por su yerno Juan Bautista Zúñiga. “Una bejarana valiente”. Béjar en Madrid, 1928.
[4] Zúñiga Sánchez-Cerrudo, Toribio. “Recuerdos de otro tiempo”. Béjar en Madrid (16/11/1919).
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