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19 de septiembre de 2009

Hacia la Garganta del Oso


Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado: Béjar en Madrid, 16 de abril de 2004.

Domingo por la mañana. Comienzos del mes de marzo. Amanece un día soleado y alegre que parece llegar en avanzadilla de la ya próxima primavera, aunque todavía queden muchos días de frío y lluvia. A eso de las once de la mañana decido dar un paseo que inicialmente pretendía ser sin rumbo, aunque el plan se vio pronto trastocado por la insólita propuesta de mi hijo mayor de venir conmigo. Me convence para que tomemos la ruta de la Garganta del Oso, lo que me pareció una buena idea, principalmente por el mucho tiempo que hacía que no tomaba esa agradable ruta.

Comenzamos a subir por Los Pinos. La luz del sol se filtraba entre las ramas y las agujas de estos austeros árboles de hoja perenne erguidos hacia el cielo, creando irregulares zonas de sombra y de sol y provocándonos la sensación de estar subiendo por un camino casi irreal. Cuando sobrepasamos el depósito de agua y la desviación de La Canaleja aparecen ante nosotros la gran mancha verde formada por la hierba de los prados y, un poco más allá, la soberbia vista de la Sierra de Béjar casi completamente cubierta de nieve.

Paisaje idílico en Los Pinos

Pero el paseo sigue, y el buen caminante debe disfrutar de la excursión. Ello significa observar con detalle los lugares por donde pasa, degustar lentamente con su mirada el paisaje, la luz, el color, los ruidos del campo... el ambiente. Es, en definitiva, el disfrute de lo efímero, de todo lo que entra por tus sentidos en esos momentos y que eres consciente de que va quedando atrás según andas. Eres tú y nada más que tú el que lo sientes de ese modo y, sobre todo, te das cuenta de ello en los silencios que se dan en el transcurso del paseo.

29 de agosto de 2009

Palabras y frases bejaranas


Autor: Javier R. Sánchez Martín  
Publicado: Béjar en Madrid, Julio de 2006


Así se titula un pequeño libro publicado en 1966, cuyo autor es Rufino Agero Teixidor, una copia del cual ha llegado a mis manos gracias a la amabilidad de su hijo Rufino Agero Olleros. He leído el libro con mucha atención, porque los libros de temática bejarana que alguien tiene la deferencia de hacer llegar a mis manos suelen ser para mí pequeños tesoros de cuya lectura me gusta disfrutar.

Las intenciones de D. Rufino al escribirlo están claramente expresadas en el prólogo: «traigo aquí un conjunto de voces bejaranas, de sabor típicamente localista, expresivas de modismos propios de un pueblo, que se sirve de ellos para manifestar particularísimamente sus ideas y sentimientos.»

Rufino Agero en la primera fila, segundo por la izquierda

De entre las palabras y frases que figuran en el libro voy a entresacar y comentar sólo unas pocas. Algunas de ellas son conocidas y se siguen utilizando, otras las hemos oído en alguna ocasión, aunque ya prácticamente no se emplean, y otras pertenecen a la cuenta de pérdidas de esta variante bejarana de nuestro rico idioma, que algunos están empeñados en dejar de llamar español para dejarlo sólo en castellano. Porque es cierto que originariamente fue sólo castellano, pero pasó a ser español cuando se comenzó hablar en toda España, y con ese nombre, español, se exportó a todo el mundo. En Latinoamérica la gente se refiere a él como “español”, y en los países anglosajones como “Spanish”, y te ponen cara rara si dices “Castilian”. De esto último soy testigo directo, pues he utilizado para nuestro idioma la palabra “Castilian” adrede con ingleses y norteamericanos para ver qué cara ponían: la mayoría de extrañeza.

15 de agosto de 2009

La estación de tren de Béjar

Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado: Béjar en Madrid, 13 de Febrero de 2004

A veces, el ramalazo de la nostalgia encamina mis pasos a la antigua estación de tren. Allí paseo entre viejos raíles oxidados, palancas para el cambio de agujas, topes de frenado, arcos metálicos, curiosos sistemas para bombear agua a las locomotoras, una pintoresca grúa colocada sobre un basamento de piedra, andenes, muelles de carga y, por supuesto, esas peculiares construcciones que siempre llamaron mi atención por su curiosa arquitectura.

Permanecen mudas y semiderruidas las casas de los ferroviarios, pero se han restaurado recientemente el edificio de la antigua estación y alguno de los locales adyacentes, lo cual ha sido una excelente idea. Espero y deseo que el fin para el que van a ser destinados, ese Centro de Ocio Juvenil que tanta falta hace en Béjar, revitalice esta zona y la saque del lamentable estado de abandono en que ha estado sumida los últimos años.

Desde la Estación se tiene una hermosa panorámica de Béjar. Según hacia donde se mire puede verse gran parte de la muralla, el antiguo palacio de los Duques de Béjar, las torres de varias iglesias, la sierra, El Castañar, la Peña de la Cruz, el valle de El Rosal, el viaducto, ... Pero la misma estación es en sí un bonito paraje.

Fotografía antigua de la Estación del Tren. Béjar.

19 de julio de 2009

La “jerga” textil y el lenguaje coloquial (2ª Parte)


Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado: Béjar en Madrid, 25 de agosto de 2006


La palabra urdir, en el lenguaje coloquial, significa maquinar algo contra alguien, de forma cautelosa, para la consecución de algún propósito. En ocasiones, y aunque es incorrecto desde el punto de vista textil, se habla incluso de urdir una trama, terminología muy utilizada en obras literarias, guiones de película, obras de teatro, etc. Cuando se urde una trama, el enredo está servido. A veces e sustituye por tramar, si bien cuando se utiliza este verbo normalmente es porque el enredo es mayor (o está más adelantado el plan) que cuando se utiliza urdir.

Pongamos un ejemplo que se me ocurre utilizando estas frases: He pegado la hebra a la conversación, pero estaba más enredada que una madeja y, al final, he perdido el hilo. No obstante, atando cabos, pude darme cuenta de que la trama estaba bien urdida. Alguien había hilado muy fino, pero la cosa estaba todavía pendiente de un hilo. Pero, una vez iniciada la conversación, tiramos y tiramos del hilo hasta que, al final, sacamos el ovillo.

Hay frases tan conocidas como unos tienen la fama y otros cardan la lana. Se refiere a que, en la vida, brillan muchos sujetos sin merecimiento alguno, mientras que los individuos que realizan obras verdaderamente meritorias muchas veces no ven reconocidos sus esfuerzos. También alude a los que se atribuyen los méritos de otros. O, más sencillamente, a los que tienen fama de buenos y luego las matan callando.

Foto antigua de Béjar donde se pueden ver sus fábricas textiles

13 de julio de 2009

La “jerga” textil y el lenguaje coloquial (1ª Parte)

Autor: Javier R. Sánchez Martín
Publicado: Béjar en Madrid, 25 de agosto de 2006


Según el diccionario de la RAE, “jerga” es una tela gruesa y tosca, aunque en otra de sus acepciones se trata de un lenguaje especial y familiar que usan entre sí los individuos de ciertas profesiones y oficios. En este caso nos referiremos al segundo significado y, más concretamente, a la jerga textil, pues el lenguaje que utilizamos cotidianamente está plagado de términos y frases procedentes de este oficio. Y no sólo en Béjar, sino en todos los lugares donde se habla el español.
Fábrica de Navamuño o de Gómez- Rodulfo

Ello no es extraño, pues la humanidad ha usado ropajes para cubrir su desnudez y protegerse del frío y de los elementos atmosféricos desde tiempo inmemorial. Y esos vestidos han sido fabricados primero por artesanos y luego por industrias textiles que, en numerosos lugares, fueron poco a poco aplicando a los sucesos de la vida cotidiana las palabras y frases que utilizaban en los procesos de fabricación. Y como no hay duda de que las comparaciones eran afortunadas, el resultado ha sido la incorporación al lenguaje ordinario de esta terminología, que inicialmente era sólo del argot textil.