Publicado: Béjar en Madrid, 16 de abril de 2004.
Domingo por la mañana. Comienzos del mes de marzo. Amanece un día soleado y alegre que parece llegar en avanzadilla de la ya próxima primavera, aunque todavía queden muchos días de frío y lluvia. A eso de las once de la mañana decido dar un paseo que inicialmente pretendía ser sin rumbo, aunque el plan se vio pronto trastocado por la insólita propuesta de mi hijo mayor de venir conmigo. Me convence para que tomemos la ruta de la Garganta del Oso, lo que me pareció una buena idea, principalmente por el mucho tiempo que hacía que no tomaba esa agradable ruta.
Paisaje idílico en Los Pinos
Pero el paseo sigue, y el buen caminante debe disfrutar de la excursión. Ello significa observar con detalle los lugares por donde pasa, degustar lentamente con su mirada el paisaje, la luz, el color, los ruidos del campo... el ambiente. Es, en definitiva, el disfrute de lo efímero, de todo lo que entra por tus sentidos en esos momentos y que eres consciente de que va quedando atrás según andas. Eres tú y nada más que tú el que lo sientes de ese modo y, sobre todo, te das cuenta de ello en los silencios que se dan en el transcurso del paseo.
Llegamos al final de Los Pinos, andamos un poco por la carretera de Candelario a Navacarros y enseguida nos desviamos por un camino de tierra que lleva hacia arriba en el monte, con los “Praos Domingos” como testigo. Llegamos al puente que cruza el Regato del Oso y seguimos su cauce hacia arriba, hasta la “Garganta del Oso”. Es este un lugar donde la naturaleza ha tallado las rocas con paciencia de siglos, dejando ver su fuerza en las cascadas y su belleza serena en las charcas. Estuvimos un rato sentados allí, oyendo el relajante sonido del agua fluir hacia abajo por el pedregoso cauce, aguzando todos nuestros sentidos para que se fundieran con esa madre naturaleza, con esa Gaia a la que, a veces, tanto maltratamos. Parece que allí el tiempo, la vida, no significaran nada y que lo único que importara fuera mirar el paisaje y oír el ruido del agua al correr. Nada más.
La Sierra desde la carretera entre Navacarros y Candelario
Pero el tiempo transcurre y no queda más remedio que regresar. Lo hacemos por el mismo camino excepto en que, ya cerca de Béjar, bajamos bordeando por otro sendero que nos deja en un mirador frente a la fábrica de los Rodríguez-Arias. Es curioso pero, cuando nieva, uno de mis paseos favoritos es llegar hasta este lugar y observar la fábrica en medio del paisaje nevado, con la Sierra a la izquierda y la ciudad a la derecha. Disfruto con esta vista.
La fábrica, enclavada en el paraje conocido como Navahonda fue fundada en 1840 por D. Cipriano Rodríguez-Arias quien, procedente de Ceclavín, había llegado a Béjar varios años antes. Lleva, por tanto, más de 160 años funcionando. Fue D. Cipriano uno de esos hombres emprendedores que, junto a D. Jerónimo Gómez-Rodulfo, D. Antonio Gosálvez, D. Anselmo Olleros y otros, pusieron en el siglo XIX las bases para que este pueblo tuviera una poderosa industria textil-lanera que creó numerosos puestos de trabajo y que dio esplendor a Béjar.
Fábrica de Navahonda
Un poco más abajo las ruinas de la THESA , la gran fábrica de hilados y tejidos de estambre. Fue fruto de la iniciativa de un almacenista madrileño, D. Francisco Vives Mirabent, que encontró rápido eco y total colaboración en las autoridades bejaranas, en sus empresarios, en la Cámara de Comercio e Industria y, por supuesto, en el pueblo de Béjar que colaboró con ilusión en la compra de las acciones que hicieron posible la construcción y puesta en marcha de la empresa, ocurrido esto último en 1935. Su estado de ruina y abandono (ya lo he dicho en otra ocasión en este medio de comunicación) es lamentable. Sobrecoge ver vacías, silenciosas, desoladas y semiderruidas (más por la mano destructora del hombre –de algunos hombres- que por ellas mismas) esas inmensas naves construidas con todos los adelantos de la época para durar y para dar trabajo a muchas personas, como así sucedió en los casi sesenta años de funcionamiento. Quedémonos con todo lo bueno que esto último representó.
Ruinas de la THESA
Pero, a pesar de este último párrafo nostálgico, ha sido un hermoso paseo en el que hemos cumplido sobradamente los objetivos de distracción y disfrute de los sentidos que pretendíamos con él. Y, además de observar, me puse a escribir y a describir para ustedes -que tienen la amabilidad y la paciencia de leerme-, aquello que vi y cómo lo vi. Posiblemente si lo narraran ustedes lo harían de forma diferente, pero ahí está precisamente la riqueza de la mente humana: cada cual vive las experiencias bajo su particular punto de vista, y yo no soy una excepción.
Aunque lo importante es que no nos limitemos a andar el camino embebidos en nuestros pensamientos y rumiando nuestros problemas. Que ya que elegimos pasar por esos lugares, que esos lugares pasen también por nosotros. Porque si no es así, posiblemente no habremos disfrutado el paseo.
Una sabia reflexion final, madame, y una esplendida excursión. No he podido evitar imaginar lo bello que ha de lucir el paraje cuando esta nevado, como usted nos indica. Tiene que robar el aliento.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Bisous
Es una excursión muy bonita está que nos describe Javier, la pena es que a cuenta del incendio de este verano una parte de esa arboleda ya no existe.
ResponderEliminarUn abrazo.
QUe lindo han de ser todos esos lugares, ojalá se los pueda precerbar. Un excelente blog!
ResponderEliminarQuerida amiga, pasa por mi blog
ResponderEliminarhttp://isthar-lunadeplata.blogspot.com/
hay un regalito paara ti
besos Isthar
Bonito artículo. El andar, el salir a pasear, no cuesta dinero y, sin embargo, ¡qué momentos más agradables!
ResponderEliminarSaludos.
Hola guapa¡¡¡ me encanta perderme por aquí y saber mas sobre esta ciudad.
ResponderEliminarTe recomiendo el nuevo disco de Fito, por supuesto jejeje.
Besos.
Cuando viajamos las imágenes y la información que recibimos "in situ" dibujan de una manera sencilla nuestrs ansias de saber más de los lugares que visitamos. Debemos acudir a las guías turísticas.
ResponderEliminarDigo esto, Carmen, porque un blog como el tuyo ofrece un importante caudal de datos de otro lugar de gran calidad, en este caso de Béjar, que seguro que me va a gustar mucho, porque lo veo muy apasionante, verdaderamente.
Con el mayor placer y mis cordiales saludos.
Me faltaba felicitar a Javier por este magnífico relato sobre la Garganta del Oso.
ResponderEliminarSaludos.
Pasé a echar un ratito de lectura y a desearte un buen inicio de semana.
ResponderEliminarSaludos y un besazo!
El paseo ha sido una belleza , las imágenes son geniales . Me ha gustado esa reflexión de interacción entre el que pasea y el paisaje .Paisajes donde captar muchas sensaciones .Felicidades .
ResponderEliminarBesos .
Carmen fantástico .
Fabuloso paseo de la mano de Javier y gracias a tí que nos regalas instantes tan hermosos como éste.
ResponderEliminarUn paseo meláncolico y a la vez lleno de sabor y olores en el camino.
Para disfrutarlo mucho querida Carmen.
Un placer sin duda, besiños!!
Un bonito paseo, incluso para esto otoño recién comenzado.
ResponderEliminarSaludos,...
Me ha encantado el artículo, conforme iba leyendo me iba transportando a esa zona de sierra. Te dan ganas de coger la misma excursión, seguro que disfrutó muchísimo de ella
ResponderEliminarUn saludo
Un recorrido precioso.Como tantos otros de los que podemos gozar en esta ciudad.Y cuando vas caminando,contemplando el paisaje,sintiendo el sol o el frio en tu cara;que felicidad,que se pare el mundo,aquí me quedo.
ResponderEliminarJavier,Carmen un saludo.
jeje suelo hacerme la garganta del oso casi a diario en invierno
ResponderEliminaresperaré la sprimeras lluvias serias para salir
ains
saludos moza
Madame Minuet: es realmente bello, desde luego y con las fotografías a penas se puede hacer usted, madame, una idea de lo hermoso que es pasearse entre los altos pinos, aspirando su fragancia.
ResponderEliminarY, por cierto, no lo escribo yo, jjeje, sino un escelente colaborador de este blog, Javier.
Un besazo
Juan Carlos: jo, aquel día me dió una pena tremenda. Ví salir columnas de humo que se extendían por todas partes y pensé: "Nos quedamos sin este lugar tan maravilloso para pasear, uno de los más bonitos de Béjar". Menos mal que, gracias a la rápida actuación de los bomberos, fue más la aparatosidad que el resultado.
ResponderEliminarUn abrazo
Nora: muchas gracias. Esperemos que se preserven en bien nuestro y de los que nos releven en las vivencias bejaranas.
ResponderEliminarUn beso
Isthar: muchísmas gracias Isthar por el nuevo premio que me has concedido. Te he dejado mi agradecimiento en tu blog, que me era desconocido.
ResponderEliminarBesos
Xibelius: tienes toda la razón. Las semanas se me hacen cuesta arriba cuando no he podido pasearme por alguno de estos bellos lugares. Seguro que a tí te pasa algo parecido en los maravillosos bosques de Sanabria.
ResponderEliminarUn beso
Siempre el mar: de acuerdo y muchas gracias por la recomendación. De todos modos ya me picaba a mí la curiosidad al escuchar el nuevo single, jejeje. Pero viniendo de tí con más motivo.
ResponderEliminarUn besazo, guapa
Luis G: felicitaré a Javier de tu parte (aunque seguro que no hará falta porque ya habrá leído tu comentario). Me he paseado por tu blog y, si me permites, me convertiré en seguidora tuya y te enlazaré con el mío. Soy de la mims opinión que tú y me parece importante conocer otros lugares en profundidad, tanto su Historia, como su naturaleza, costumbres y gentes.
ResponderEliminarSaludos
La sonrisa de Hiperión: muchas gracias e igualmente. Pásate cuando quieras. Ya sabes que estás en tu casa.
ResponderEliminarSaludos
Loli Martínez: lo mismo pensé cuando leí este artículo de Javier. Genial, porque las sensaciones que captamos los hombres de hoy en día son, al fin y al cabo, las mismas que tenían en el pasado. Conocer la naturaleza también significa conocernos a nosotros mismos y mas si tenemos en cuenta que las poblaciones del pasado se interrelacionaban mucho más que nosotros con la naturaleza.
ResponderEliminarBesos
Carmensabes: siempre eres bienvenida a este blog, ya lo sabes, guapa.
ResponderEliminarBesos
José Luis de la Mata Sacristán: por Los Pinos además podremos observar zonas de castaños. Así que la estampa típica del otoño, con suelo alfombrado de hojas secas, también la podremos contemplar.
ResponderEliminarSaludos
María Tudor: ya sabes que si vienes algún día a visitar estos lares puedes enviarme un correo y te informo de lo que quieras. Hay muchas rutas de senderismo por la zona, patrimonio, pueblos, gentes y costumbres para disfrutar.
ResponderEliminarUn beso
Juana María: los bejaranos decimos que no sabemos lo que tenemos, pero yo creo que sí poseemos conciencia plena de ello. La prueba está en la cantidad de gente de todas las edades que te encuentras por la calle a todas horas bien preparadas con chándal y zapatillas para disfrutar de las rutas de senderismo. Y creo que cada vez más. No sé si porque lo receta el médico por aquéllo del colesterol o porque la gente lo hace de motu propio. Prefiero pensar en lo segundo.
ResponderEliminarUn besazo
Cuentos brujos: pues nada, ya sabes. Y si llueve no pasa nada. Se pone uno el chubasquero y a salir que, total, son cuatro gotitas de nada. Humedad simplemente que refresca el ambiente.
ResponderEliminarSaludos, brujo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstoy unos días de viaje y sin poder entrar en el Blog y me encuentro con que no sólo tenéis la bondad de leer mis artículos sino que, además,hacéis reflexiones muy certeras.
ResponderEliminarLa verdad es que Carmen os ha contestado mejor que lo haría yo.De todos modos, gracias a Juan Carlos, Nora, Xibeliuss, Cuentosbrujos, Loli, Mª Tudor, Luis G, Carmensabes (muy bueno tu comentario), y sí Juana Mª, a veces, en esos paseos he deseado que se parara el mundo, pero... ya sabes, el mundo sigue dando vueltas y, al final, la realidad se impone.
Me gusta pasear, reflexionar durante el paseo y después escribir. Y es que..., todo es tan efímero que si no lo escribes el viento de la vida termina llevándoselo. A veces hasta los recuerdos.
Aunque sea virtualmente, me gustaría reunirme con vosotros para dar éste u otro paseo. Aunque difícil, quien sabe si algún día lo podemos dar realmente.
bonitos paisages los que seven desde candelario y navacarros.
ResponderEliminarEstá muy bien una reflexión acerca de una ruta concreta, pero yo iría más allá. Para mí todo el entorno de la Sierra de Béjar, transmite una energía positiva propia un lugar único y mágico. Personalmente, no es que me guste acercarme a disfrutar de ella, sino que periódicamente lo necesito.
ResponderEliminarSaludos, y felicidades Carmen por tu intenso trabajo, dedicación y originalidad que plasmas en el Blog.
Jesús.
Felicidades a Javier R. Sanchez por este magnifico articulo. Me he sentido muy identificada con el no por el paisaje, claro, sino por su modo de sentirlo. Y me ha parecido muy afortunada su frase ultima, esta de dejar que el paisaje pase tambien por nosotros.
ResponderEliminarGracias, carmen, por hacernos llegar estas pinceladas tan bellas y humanas, recordar que somos parte de la naturaleza - y no algo ajeno a ella - es una tarea que deberiamos realizar mas a menudo. Y gracias tambien por tus afectuosos palabras en mi blog. Con amigos como tu, se comprende que no pueda despegarme de el...
(tengo un "trastorno" en el teclado que no me permite poner los acentos, asi que disculpa)
Besos.
Jesús: muchas gracias. La verdad es que tienes mucha razón con tu comentario. También necesito perderme al menos una vez a la semana por esa naturaleza y pueblos que nos rodean. Es un alimento básico para el cuerpo y el alma.
ResponderEliminarUn beso
Isabel Romana: agradezco infinitamente tu visita, pues sé que estás muy ocupada en la elaboración de tu libro, del que te felicito de nuevo, aunque aún no esté publicado (no importa, porque el trabajo de trastienda es el más complicado, largo, tedioso a veces, pero valorado infinitamente al final, cuando esté recién horneado y en la calle). Espero que la lectura del artículo de Javier te haya relajado de tu tarea.
ResponderEliminarUn beso
Ánimo, que el esfuerzo vale la pena.
Un besazo