Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.559. 31 de Julio de 2009
Y Blas Montero, Procurador Síndico del Consistorio, continuaba con su informe: “Asimismo al berter agua por las ventanas en algunas casas se experimenta vaciarla sin dezir lo correspondiente dos o tres vezes”). Vamos, que la gente vertía los orinales llenos de inmundicias sobre todo aquél que pasaba por debajo, sin pronunciar a voz en cuello aquello de agua vaaaa. Entre tejas, sillares de muralla, tiestos y porquerías nadie se encontraba a salvo de que el cielo se le cayese sobre la cabeza, como a los galos del conocido cómic. Para pasar por la Calle Mayor en 1758 debían adquirir los bejaranos las cualidades del héroe, saltando sobre montículos de arena, esquivando macetas y mesas repletas de artículos para la venta. “Vino, lienzos, patatas, velas, queso, miel”, gritaban los tenderos por las esquinas y desde la mesas...
Calle Mayor
“Asimismo conbiene no laven en los pilones de las fuentes con xavon, o sin el, por falta del aseo publico y beneficio de los ganados”. Sólo tomando algunos puntos nos podemos hacer una idea del pensamiento ilustrado de Blas Montero que, como un Carlos III para Béjar, se dio cuenta de la necesidad de poner orden en el caos urbano, además de mejorar las condiciones higiénicas y sanitarias de la población.
Las propuestas no gustaron a los miembros del consistorio que, en sesión del 25 de febrero de 1748, alegaron “no haber dado poder a dicho señor Procurador Xeneral para la presentación del pedimiento que en ella se espresa y que nunca le darian sin estar vien ynstruidos de la Excellenzia del Consistorio en este asunto”. En fin, que se lavaban las manos en el asunto, dejando bien claro que no les había caído nada bien y que lo posponían para que resolviera el entuerto el Corregidor o en última instancia el Señor Duque.
Escudo de los Zúñiga, duques de Béjar
Santuario de la Virgen del Castañar (Béjar)
Tras este largo memorial, y a pesar de las negativas de sus compañeros consistoriales, Blas Montero no se dio por vencido y en ese mismo mes de febrero presentó otra queja ahora contra las autoridades eclesiásticas. Achacaba una gran plaga en las arboledas del monte a la falta de piedad y “porque no se hazen las rogatibas que se azian antiguamente” por la falta de asistencia de los miembros del Cabildo Eclesiástico. La respuesta del Consistorio fue clara: existía una prohibición obispal a la asistencia de clérigos a tales rogativas porque había almuerzos y desayunos...
Poco después, nuestro querido Procurador General, ante la escasa incidencia y seguimiento que poseían sus requerimientos, obviados por el resto de los miembros consistoriales, decide poner por escrito una protesta directa ante el Corregidor en marzo de 1748.
“Blas Montero, Procurador Síndico Xeneral desta Villa, por mi estado de hombres buenos, ante Vuestra Señoria (...), parezco y digo que haviendome hecho varios cargos en el Ayuntamiento celebrado en los veinte zinco del corriente, no tube lugar de satisfacer a ellos, pues aunque sobre mi firma quise exponer algunas razones conducentes a el comun y a mi derecho, no se me dio lugar a ello. Y el sr. Juez dixo que lo dixese in scriptis; en vista de lo qual y en fuerza del juramento que interpuse de usar bien y fielmente de mi ofizio al tiempo que fue admitido a regentarsele, defendiendo los derechos del comun en quanto me fuere posible(...), protesto en su nombre no le pase, ni pueda pasar perjuicio ninguna de las resoluciones de dicho Ayuntamiento, ni de otro alguno que (hablando con la modestia devida) le pudieran ser dañosas (...) y en vista de la resolución de S. E. el Duque, mi Señor, a quien como tal fiel y rendido vasallo suyo tengo hecha representacion sobre diferentes asumptos, usare de dichos testimonios y pedire en fuerza de ella lo que mas convenga a este comun, como y donde por derecho haia lugar(...)”.
Blas Montero está pidiendo ni mas ni menos que la libertad de acción dentro de su cargo como representante del pueblo. Ya no basta ser un mero apéndice del Duque, un regidor sometido a los designios de la nobleza, sino un verdadero vox populi, pero siempre fiel servidor de su señor. No hay atisbo de revolución, ni de inversión de papeles dentro de la jerarquizada sociedad del Antiguo Régimen. Y sigue en su petición.
“En vista de que yo no tengo por tal Procurador Sindico voz ni voto en los Ayuntamientos= Suplico a Vuestra Señoria se sirba de haverme excusado de que asista a ellos”. Vamos, que como nadie le toma en cuenta no es necesaria su presencia en las reuniones del consistorio, para qué si no se le tiene en cuenta ni un ápice.
Edificio del Ayuntamiento de Béjar
Por último, nuestro Procurador realiza una petición a la par que curiosa, muy útil.
“Otrosi: por quanto en el archivo de esta Villa se halla un privilegio rodado conzedido a el Conzejo de Bejar por el Señor Rei D. Sancho con la sra. Reina doña Maria, su muger, en doze de maio, era de mil doszientos veinte nuebe y confirmado en los ocho de maio era de mil doszientos treinta y uno, de que no se encuentra copia alguna que haga fee, mediante azer de donde pueda sacarse para que siempre conste y se hallen ejemplares auténticos de instrumento tan util y necesario, concedido a esta republica por los servizios que havia hechos (...) Suplico a V.S. que asi por lo dicho como para evitar la dificultad que en lo subzesibo puede causar su lectura por ser mucha antigüedad, se sirba mandar que el referido instrumento se copie y authorize por el pressente escribano y asimismo que ael imbentario de los papeles de dicho archibo formado por Alonso Matheos que se halla sin forro ni defensa alguna, se le ponga una cubierta por lo menos de pergamino por ser mejor comserbazion y perpetuidad, pues asi es justicia que pido”.
Denota en él, de nuevo, ese afán ilustrado de conservación y gusto por lo antiguo y un espíritu moderno en lo tocante a la organización de los archivos y documentos. El consistorio, dada su tenacidad, acaba aprobando dichas peticiones, forrando de pergamino los ynstrumentos. Y hasta ahí los requerimientos de Blas Montero, hombre responsable, insistente y cabezota que decidió un día aprovechar la oportunidad que el destino le deparaba de hacer bien al común, de ser la voz del pueblo.
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES:
Archivo Municipal de Béjar: Libro de Actas de sesiones año 1758 (enero a abril). Sign. 1605. Sin foliar.
A. M.B: Libro de Actas de sesiones año 1745. Consistorio de 19 de Febrero de 1745. (Sign. 1603). Sin foliar.
GARCIA MARTIN, PEDRO: Béjar, 1753. Según las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada. Madrid, 1990. TABAPRESS. Pp 63, 67 y 88.
Madre mia, por si fuera poco lo de arrojar el contenido de orinales por la ventana, encima sin gritar lo de agua va!
ResponderEliminarJijiji, mas de uno recibiria la ducha, en tales circunstancias.
Lo que son los tiempos, madame: reclamaciones que hoy vemos tan naturales, en su tiempo se consideraba hasta que no venian a cuento.
Buenas noches, madame carmen
Bisous
Grandes entradas y muy bien documentadas... enhorabuena.
ResponderEliminarEl pobre hombre chocó contra el inmovilismo de los los estómagos agradecidos.
Jiji...no me imagino paseando de punta en blanco y de repente ¡Ala! Una ducha no precisamente fresquita. Como siempre, excelente y curiosísima entrada. Un besito, guapa!
ResponderEliminarPobre hombre,que frustracción debía de sentir,intentando que la convivencia fuese mejor y nada de nada.Pero eso de lavarse las manos y pasarse la pelota de unos a otros,me suena o...serán cosas mias.
ResponderEliminarEs muy interesante ir descubriendo con tus artículos como era la vida de esta ciudad en otra época.
Gracias Carmen.Besos.
Gran entrada de nuevo, Carmen. Lo dicho: todo un personaje que debió acabar frustrado.
ResponderEliminarSaludos.
Me encanta este trabajo (arduo trabajo) que realizas rescatando del olvido estos personajes.
ResponderEliminarSin duda que Blas Montero te estaría agradecidísimo por este recuerdo a su persona y a sus inquietudes y pensamiento.
Dos entradas impecables, Carmen.
Me han gustado mucho.
Abrazos.
Carmen como siempre me llenas de satisfacíón con tus escritos .
ResponderEliminarEl señor Blas imagino que haría de portavoz de muchas voces de aquella comunidad . ¡¡ a veces se oiría agua viene !je,je,je.Genial .
Un fuerte beso .
Si quieres ser libre....
ResponderEliminaraprende a volar alto y gozar
cada momento de tu existencia,
desarrollando tus potencialidadas,
descubriendo tus talentos,
dando sentido y orientacion a tus
acciones. Cuando tu interior
te invite a volar... por favor,
!no escondas tus alas...!
Son los deseos de SANDOKAN.
Saludos.
Madame Minuet: las condiciones higiénicas de las ciudades debían brillar por su ausencia. Menos mal que por entonces el Rey Alcalde de Madrid, Carlos III, comenzó su política de recogida de inmundicias...El Siglo de las Luces comprendió la necesidad de limpieza para evitar enfermedades infecciosas. Fue el comienzo de una nueva forma de pensar.
ResponderEliminarBesos
Jose Luis de la Mata Sacristán: muchas gracias. Blas Montero fue un hombre atípico, concienciado por el bien de sus conciudadanos, en una época en que los cargos se mostraban como una condecoración, ganados más por la sangre, por la familia, que por el mérito.
ResponderEliminarUn saludo
Ana Trigo: puffff, qué horror. Imagínate cómo debían de ser esas calles repletas de inmundicias cuando lloviese o con el calor del verano. No me extraña que las enfermedades se cebasen en la población. Ratas, piojos, pulgas y liendres por doquier. Y algunos atildados disfrazando tales fragancias con perfumes empalagosos. Qué mareo.
ResponderEliminarBesitos, guapa
Juana María: el asunto de Blas nos parece haberlo vivido, pero no en otra época, sino ahora mismo. Sería...¿un dejavù, pero del revés? Esto tiene miga...
ResponderEliminarComprendemos muy bien la indefensión de este hombre. Alguien del estado llano al que se le nombra representante del pueblo como mero título honorífico, sin que se espere nada de él, se pone manos a la obra ante la estupefacción de los "mandamases" de la nobleza. Un advenedizo sin estudios, sin carrera política dando lecciones a los todopoderosos. ¡Impensable!
Besos Juana y me alegro que te gusten mis acercamientos a la interesante Historia de nuestro muy querido y odiado pueblo-ciudad
Xibelius: la verdad es que no sé cómo acabaría el personaje. Durante un tiempo fue mantenido en el poder por el Duque de Béjar, pero ya no se presentó como "adalid" del pueblo. Sólo aparece en las listas de regidores como uno más, sin personalidad propia. Probablemente no quiso jugarse el cuello más.
ResponderEliminarUn saludo
Enrique: a veces, cuando me voy a dormir (esa situación en la que los pensamientos fluyen antes de que lospárpado se cierren, guiados por el sueño) pienso en los personajes que investigo. Sé que no los conoceré nunca, ni les entenderé. Pero, seguiendo el ensamiento clásico, una persona nunca muere si otras pronuncian su nombre, si sus hechos se recuerdan en la posteridad. ¿Será cierto?, ¿reviviremos un poco a Blas Montero, al Licenciado Castañares, a Bartolomé López Dávila, a Antonia Hernández Agero, a Juan Núñez Burgalés, a Ignacio de Béjar Guedeja, algunos de los personajes aparecidos en este blog?
ResponderEliminarQuizás nunca hayan muerto del todo. Perviven en la imaginación y en los documentos. Y sólo hace falta resucitarles.
Un beso
un trabajo concienzudo
ResponderEliminarEnhorabuena socia, es uno de mis artículos favoritos. Ya en el siglo XVIII existe en la mente de las cabezas mejor amuebladas, una preocupación por la higiene y la decencia de las calles de nuestros pueblos y ciudades que se desarrollará en el siglo XIX. Como curiosidad, en zonas serranas como la nuestra donde se utiliza mucho la madera para entramados en la construcción, en función del orden y la decencia de las fachadas de las viviendas, a través de ordenanzas municipales se prohibiran los voladizos. Estos voladizos tan típicos de pueblos de la Sierra de Francia como Miranda, La Alberca o Mogarraz (artquitectura de los ss. XVII y XVIII), apenas se ven en Béjar y Candelario (arquitectura fundamentalmente decimonónica).
ResponderEliminarSaludos.
Vale, el anónimo anterior era yo, que por lo visto he apretado una tecla antes de tiempo.
ResponderEliminarAh, Harry me dice que también le ha gustado tu artículo.
Saludos.
Loli Martínez: a lo mejor no y te caía de todo desde los ventanucos inmundos en que vivían la mayoría de las gentes de entonces, jejeje (no hagas ninguan composición del tema orinales, por favor, jejejej)
ResponderEliminarUn besazo grande, pero grande, grande
Sandokan: muchas gracias por dejarme este regalo tan bonito. De vez en cuando se necesitan apoyos, ánimos de los demás, alientos de los que se carece en un momento dado. Este poema tan hermoso cumple el cometido a la perfección.
ResponderEliminarUn saludo
Cuentos brujos: eso pretendo dentro de mi humildad. Los trabajos sesudos se los dejo a otros de más mérito que yo, que haberlos haylos (se escribe así, por lo visto es un arcaismo).
ResponderEliminarUn besazo, brujo
Roberto: pues dile a Harry que no te distraiga, que seguro que ha tenido la culpa de que no firmases y dieses a la tecla nefanda, jejej.
ResponderEliminarAdemás, transmítele de mi parte que ya me dará las enhorabuena en persona perruna esta noche.
Saludos
Hemos conocido bastantes cosas de Blas Montero, y la verdad que el hombre tenía un mérito impresionante.
ResponderEliminarAdmiro a las personas que preseveran a pesar de las contrariedades que encuentran a su paso. En este caso, bastantes.
Y por supuesto, creo firmemente que cada persona a la recordamos, de la que hablamos, de la escribimos, esas personas van a permacener mientras una sola persona la tenga en su mente, aunque sea un segundo.
Es lo único que tengo claro....
Un abrazo Carmen con mucha admiración sincera!!!¡¡¡¡
Carmensabes: estamos de acuerdo en ambas cosas, guapa.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por pasarte a leer mi blog y por las bonitas palabras que me diriges.
Un besazo
Me encantó el ayuntamiento.
ResponderEliminarSaludos y un besazo!
La sonrisa de Hiperión: es un edificio construído en el último cuarto del siglo XVI, compuesto por dos pisos de arquerías. En la parte inferior puedes observar la existencia de varios escudos raspados, lisos.Lucían las armas de los Zúñiga y fueron picados tras la Guerra de Independencia por unos bejaranos ansiosos de ideales liberales.
ResponderEliminarBesos