Autora: Mª del Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid, nº 4.558. 24 de julio de 2009
Indagando entre los libros polvorientos, hojas ajadas y amarillentas por el paso de los siglos, sonido a papel marchito, de superficie rugosa, suelen pasearse ante mis ojos personajes de otros tiempos. Unos han pasado sin pena ni gloria por la vida, sin que un solo testimonio de su deambular por este mundo haya sido recogido en siquiera alguna parte. Otros han dejado sus nombres escritos en letras de oro: batallas, títulos nobiliarios, dinero, cargos. Sin embargo, ni unos ni otros serán recordados como realmente fueron. Los hombres y mujeres del futuro reconstruirán simplemente una parte de ellos, lo que ha quedado en los escritos, en los documentos y las fotografías. Pero no su sentir y su pensamiento completo y total.
¿Todo ello significa que debemos quedarnos de brazos cruzados y no recomponer sus historias?. No, todo lo contrario. Es un acicate para acercarse a ese mundo del pasado y recorrerlo con paso vacilante, a veces en penumbra y otras en la más completa oscuridad, ayudados de una pequeña vela o de un foco luminoso, dependiendo del volumen y las referencias que poseamos.
Es una labor ardua y complicada. Porque son muchas las firmas que han quedado estampadas en los archivos, un número ingente los dedos que rozaron pergaminos y legajos, actas y protocolos, dejando su huella sobre el acartonado papel.
Un personaje curioso, al que he tomado de la mano para extraerle de las tinieblas del olvido en este artículo, me llamó la atención navegando en letras farragosas de polvo de siglos. Se llamaba Blas Montero y ocupaba el cargo de Procurador General por el estado de “los hombres buenos” o estado llano en 1758.
En el Béjar señorial de entonces, el consistorio estaba conformado por una serie de cargos comunes al de otras Villas españolas, con una dualidad fundamental entre el estado noble y el llano. Tales nombramientos se realizaban anualmente y eran ratificados antes del comienzo del año por el propio Duque de Béjar. Sin embargo, y no queriendo entrar a explicar cada uno de estos cargos por ser materia de investigación más sesuda, podemos concluir que los pertenecientes al estado noble poseían un poder mayor que los representantes del estado llano, como cualquier lector deducirá.
Blas Montero no hacía gala de ningún título nobiliario, aunque ostentaba el cargo de Notario de la Reverenda Cámara Apostólica y a sus ingresos anuales podía sumar los beneficios que le reportaba el alquiler de su batán situado por encima del Puente de La Corredera o Puente Viejo. En un acta del consistorio de 1745 se le llamó la atención por cerrar una calleja adyacente a su batán, molino y carcavo de molino que tenía alquilados por una renta anual de 1.000 reales al año. Si le sumamos los 200 reales de su cargo de notario tendremos en total un sueldo holgado para vivir medianamente bien para la época.
Fachada del consistorio bejarano (siglo XVI). Plaza Mayor
En 1758 se le nombra Procurador General por el estado llano como comentábamos y, si en la mayoría de los casos, los elegidos dejaban pasar el año sin realizar grandes cosas y siempre de la mano de los miembros del estado noble, Blas Montero no dejó pasar la oportunidad para denunciar algunos de los males del Béjar del momento. Nada más comenzar el año y cargo, convocó, ni más ni menos, que un consistorio extraordinario. Está claro que ya tenía preparadas una serie de quejas que, según él, debían tratarse por los representantes del pueblo. El informe que presentó no tiene desperdicio y es largo, pero simplemente quiero resaltar con sus propias palabras algunos de los puntos que se trataron en aquella sesión que a alguno debió de dejar asqueado. No olvidemos que estamos en una época señorial, no representativa, ni democrática. Era impensable que un señor “del pueblo” se presentase a tratar aquéllas “minucias”, que convocase al consistorio en pleno para tratar peticiones que él alegaba provenían del común.
Por ejemplo expuso que "(...) asimismo es publico y notorio esta en la muralla de San Lazaro un portillo aziendo presente (...) se caio años pasados un trozo y aunque es de cal puede acavarse de caer lo restante y quitar las vidas a quanta cosa este debaxo. Se aze preziso azer un arco fuerte de piedra o acavar de caer lo que esta amenazando ruina segura (...)". En el siglo XVIII el recinto amurallado de Béjar está en franca decadencia, pues ya no hay el temor a un posible ataque. Los muros y las puertas se van arruinando por el paso del tiempo, faltas de utilidad. El tramo de que habla Blas es el que ha sobrevivido en la actualidad y la puerta, que llevaba al lazareto que se alzaba en las inmediaciones, a extramuros, con la función principal de servir de pequeño hospital a los forasteros enfermos por epidemia, la podemos reconocer por su perfil adintelado. Dado que ese portillo se construyó posteriormente a la Puerta del Pico, no es de extrañar que pudiese haber sido reformado a instancias de Blas Montero.
"(...) Asimismo en las calles publicas se experimenta tener muchos en una delgada tabla tiestos llenos de tierra y estos con mucha facilidad podrarse caer y quitar la vida a quantos coja (...).
(...) Asimismo antiguamente todos los vecinos que azian obras dentro del pueblo y fuera de muros todos quitaban la tierra que sobrava y la echaban fuera en paraxe comodo. Oi se ve quien quasi en las mas de las obras que se an echo se encuentra por estorvo dicha tierra y lo mismo se experimenta con otros estorvos en las calles y caminos publicos. Conbiene quite cada uno lo que le corresponde (...)".
Desde luego, expuesto así, la situación es semejante a un pleno actual. Pero, ¿qué Béjar teníamos entonces? Calles sin empedrar, llenas de montículos de arena, cascotes, restos de madera de obra, y más que nos contará Blas Montero.
"(...) Asimismo se experimenta poner oi las puertas de las casas en las calles publicas algunas mesas con estorvo al paso de las gentes teniendo que salir de que puede resultar caersse una teja o piedra y lo menos erir a quien pase o mojarse y llenarse de lodo por lo que conbiene al comun las entren dentro de sus casas y sea con apremio y multa (...)". Si sumamos todo ello, el transitar por las calles de la Villa era una verdadera aventura. Pero sigamos, que Blas Montero, Procurador General por el estado llano en el consistorio de Béjar en 1758 tiene más que decir.
Continuará
Nos hacia falta en la actualidad algun que otro Blas Montero que se preocupara por denunciar esas cosas más que por dejar vacias las arcas del consistorio. Me hizo gracia lo de los tiestos, porque aun se da la situacion, aun se da.
ResponderEliminarY me ha hecho ilusion encontrarme con el familiar retrato de mi paisano :)
Feliz domingo, madame
Bisous
Puede parecer que estas cosas que denunciaba el Procurador Blas Montero eran intrascendentes,pero no,se dejan pasar por dejadez por no molestarse y en numarosas ocasiones prodecen consecuencias nefastas.
ResponderEliminarLo que no me encaja es que cerrase una calleja adyacente a su batán,sabiendo que no lo debía hacer.
Veremos la 2ª parte.
Estupendo que rescates estas historias.
Un beso.
Carmen gracias por tu fantástico estudio.
ResponderEliminarMe has adentrado dentro de un contexto de detalles y experiencias genial .He vivido por un momento la problemática de aquel entrañable " Bejar ".
Un besazo y una sonrisa .
Parece el plan de acción de un concejal de urbanismo... al duque se le debió de quedar cara de "a mi que me cuentas"...
ResponderEliminarEl conocimiento de estos personajes, más o menos anónimos u olvidados, como este tal Blas Montero, fiscalizando el día a día de Béjar; nos ayuda a comprender las entrañas de la Historia. Creo que con tu labor, Carmen, estás haciendo, algo así, como dar vida o voz al cuadro de Ventura Lirios y a ese Béjar dieciochesco que representa.
ResponderEliminar¡Qué hermoso texto, Carmen! Me encanta porque describe perfectamente el encanto de nuestro oficio. La magia de perderse durante horas en documentos antiguos y sacar a la luz personas, acontecimientos y lugares que habían caído en el olvido y dormían un sueño de siglos. Como siempre un placer leerte. Un besito!
ResponderEliminarMe gusta la forma de contar la historia.
ResponderEliminarUn besazo!
Querida Carmen, una historia que me ha dejado pensando, muy interesante todo lo que cuentas.Felicidades
ResponderEliminarUn gran abrazo
Besos
Madame Minuet: a mí también me gustaría un Blas Montero en el ayuntamiento, honrado y con ganas de hacer cosas en favor de todos.
ResponderEliminarPues, ¿sabe que me encanta el personaje de Jovellanos? De muy buen paisano pueden presumir ustedes.
Besos, madame
Juana María: me encanta encontrarme con personajes singulares en un Béjar en el que sólo presumimos de duques y de Mateo Hernández. Muchas personas fueron relevantes en su tiempo y ahora nos son desconocidas.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de cerrar la calleja adyacente tiene su explicación. Ese trozo de terreno utilizado para separar unas parcelas de otras la quería hacer suya. Unir esa porción para hacer su propiedad más amplia. Quizás no lo he dejado claro en el texto. Mil perdones.
Un besazo Juana (y ya sabes dónde estoy que el otro día no te hice mucho caso por estar allí el "jefe", jjeje)
Loli Martínes: el Béjar de entonces era un maremagnum de gentes venidas de todas partes atraídas por el nacimiento de una artesanía textil, que posteriormente sería la base económica de la ciudad (ya convertida en industria) Pero para entender los siglos XIX y XX es preciso investigar el siglo anterior, llave para adentrarse en los otros dos.
ResponderEliminarUn besazo, Loli
Jose Luis de la Mata Sacristán: ya ves. Los representantes de la nobleza si que alucinaron con este procurador que sí hablaba en nombre del pueblo. No era un pelele como los demás.
ResponderEliminarSaludos
Óscar: me sacas los colores, jejej. Estoy roja como un tomate. La verdad es que el pasado de Béjar tiene tanto por desvelar... El cuadro representa el Béjar de la época, pero debemos dotar esas calles, plazas y edificios de vida, de nombres. Si no, no hacemos nada. De poco sirve saber que existía una iglesia en tal sitio o que la plaza de toros estaba construída, si no hacemos que los personajes se muevan, hablen, griten dentro del cuadro. Sus voces aún resuenan, ¿sabes?
ResponderEliminarBesos, Óscar
Ana Trigo: me alegro de que también te sientas identificada en esa pasión por descubrir algo latente, que nos llama dormido en el polvo de siglos.
ResponderEliminarBesos, guapa
La donrisa de Hiperión: muchas gracias por pasearte por mi blog y dejarme estas palabras de ánimo.
ResponderEliminarSaludos
Isthar: muchas gracias querida amiga. Y sigue con tus blogs, son de una calidad excepcional. Espero que tu "mal" haya pasado.
ResponderEliminarBesos
Me resulta siempre apasionante tu manera de sacar las telerañas a la historia, en este caso Blas Montero.
ResponderEliminarEl pueblo no debe olvidar nunca que pasó antes de ahora y cuales son los hilos que mueven la vida, primero "antes" y luego después.
Me entusiasma tu amor por la historia de Béjar y las personas que un día dejaron su huella.
Un enorme abrazo!!
Gran personaje debió ser el tal Montero!
ResponderEliminarMe ha encantado el principio del texto, has transmitido muy bien la sensación de rebuscar vidas ajenas en papeles antiguos. Un auténtico placer.
Saludos
Hola Carmen, no sabes cuanto me está sirviendo este blog tuyo, ahora comenzamos a ver con mis alumnos clases de estética y aquí hay mucho material. Si no te es molestia, me gustaría si tienes arquitectura, pintura y esculturas de los períodos romanicos, gótico y barroco, puedes escribirme a duboisdumas@gmail.com
ResponderEliminarUn cordial saludo
Carmensabes: sé que la historia de Béjar a penas tiene relevancia en el todo histórico. Pero eso no quiere decir que la dejemos abandonada, tirada en la cuneta porque no es importante. Todo lo es en la vida, incluso las pequeñas cosas. ¿No nos gustaría que en un futuro nos recordasen?, ¿aunque sea sólo un poco?, ¿algo de lo que vivimos?, ¿de las personas que nos encontrábamos por la calle?, ¿de los comercios, fiestas, alegrías y penas?
ResponderEliminarUn besazo y gracias por tu comentario
Xibelius: a veces creo que la labor investigadora es como un C.S.I, pero del pasado. Los detectives actuales tienen la ventaja de rastrear pistas frescas, dejadas hace apenas unos instantes para recrear las escena del crimen. Un historiador camina las mayoría de las veces a oscuras en el denso maremagnum de documentos, sabiendo de antemano que lo que interprete no es la verdad de lo que sucedió. Es sólo eso: una interpretación más, parcial. Las pistas sucedieron hace siglos y el autor del crimen no va a dejar nuevas pistas. Las que dejó son las que tenemos, ni una mas.
ResponderEliminarUn saludo y feliz semana
Creo, mi buen Dubois, que me confundís con Carmensabes y su magnífico blog de Carmensabes Poesía y Arte. Le recomiendo que acuda a ella en esas cuestiones de las que está necesitado. Las vendrán genial para preparar sus clases.
ResponderEliminarUn besito
Bonita entrada.
ResponderEliminarAl fin conseguí subir las fotos, jeje. Besosss
me sorprende lo concienzudo de tus trabajos
ResponderEliminarsaludos
Alba: qué bien!!!. Ya has visto que te he dejado recuerdos en tu blog.
ResponderEliminarUn besazo, guapa
Cuentosbrujos: muchas gracias por tus amables palabras.
ResponderEliminarBesos a los tres
Hola carmen.estoy francamente emocionado,de las cosas tan interesantes que estoy viendo de bejar, soy uno de tantos bejaranos que por necesidad del trabajo tuvimos que buscarnos la vida en otros sitio. me encanta leer cosas de bejar, y ati como buscadora de la historia me gustaria preguntarte si conoces el significado del nombre de bejar, asi como el origen del nombre, pues yo lo he buscado y no soy capaz de encontrarlo.megustaria si lo sabes lo colgaras en tu blog, pues te leo bastante amenudo, muchas gracias carmen y sigue asi. gracias un saludo un bejarano ausente
ResponderEliminarPasé a saludarte, querida amiga. Estos días estoy muy ocupada, pero volveré con más tiempo a disfrutar de tus letras. Un abrazo.
ResponderEliminarBejarano ausente: me emocionan tus palabras. Me alegro mucho de que mi blog te haga recordar cosas de nuestra ciudad de origen y de que te sientas identificado con los artículos históricos que escribo.
ResponderEliminarSí, hay algunas cosas ya escritas sobre el origen del nombre de Béjar. Lo tendré en cuenta para una futura investigación.
Un abrazo
Isabel Romana: no te preocupes. Últimamente a mí me pasa lo mismo por lo que verás que tardo más en contestar los comentarios y en visitar vuestros blogs.
ResponderEliminarUn besazo