3 de abril de 2017

Virreyes de Cataluña del linaje de los duques de Béjar



 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

       Con los nombres alternativos de visrei, virrei, lloctinent y capità general de Catalunya, quienes ostentaron este título representaron al rey de Aragón y luego a los monarcas españoles desde fines del siglo XIII hasta comienzos del XVIII. Estos funcionarios residían en el Palau del Virrei (más tarde Palau Reial) situado en la Ciutat Vella de Barcelona, que se incendió en 1876.  




Incendio del Palacio Real de Barcelona, óleo de Manuel Cuyàs Agulló (wikipedia)



Antonio de Zúñiga y Guzmán, nieto del I duque de Béjar Álvaro de Zúñiga y hermano del II del mismo nombre que el abuelo de ambos, fue prior de la Orden de San Juan de Jerusalén en Castilla, general del ejército imperial en la Guerra de las Comunidades, y capitán general y virrey de Cataluña entre 1523 y 1525. En el Patio de Honor de la Capitanía General de Barcelona (Paseo de Colón 14) hay un recordatorio de su gobierno.




Conjunto de azulejos con el nombre y el escudo familiar de Antonio de Zúñiga en Barcelona


28 de marzo de 2017

Siguiendo el rastro del retrato del general Ramón Pardiñas (2ª parte)


Autor: Carmen Cascón Matas
Publicado: Semanario Béjar en Madrid,  4.753 (20/05/2016), p. 6.



Con respecto al artista del retrato del general Pardiñas que se conserva diremos que en julio de 1871 se encarga a Juan Gómez de la Torre en Madrid, un representante del Ayuntamiento bejarano en la Corte, que contrate a un pintor, barajándose los nombres de Cappa y Acosta. Gómez de la Torre se inclina por este último por ser “persona muy capaz para llenar los deseos que se apetecen, no solo me fundo en las obras que tiene en su estudio, que he visto, sino en los premios que ha ganado tanto en el Reino como en el Extranjero, considerando persona más autorizada para informar con más acuerdo[1]”. Por carta de Marcos Giráldez Acosta sabemos que se iba a tratar de un retrato “de vara y media (poco más o menos) con manos, tamaño natural, y con uniforme. 4.000 reales, mínimo, 9.000 máximo[2]”. Y pregunta si puede elegir con libertad si plasmarle en traje de gala o de campaña, o decidirá el Ayuntamiento. Como sabemos le representará en uniforme de gala y se estimará el precio menor, es decir 4.000 reales. 

 Retrato del general Pardiñas que se conserva en el sala de concejales del Ayuntamiento de Béjar

     Una vez obtenido el consenso de los miembros del Ayuntamiento y elegido al artista, el defendido Acosta, se procede a dar los pasos siguientes con respecto al encargo del retrato. Y una pregunta asalta tanto a los concejales como al artista. ¿Cómo eran los rasgos faciales del militar fallecido hacía ya tantos años? 

24 de marzo de 2017

Siguiendo el rastro del retrato del general Ramón Pardiñas (1ª parte)



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado:  Béjar en Madrid nº 4.752 (06/05/2016), p. 6.




        Una calle y un retrato retienen en la memoria colectiva el apellido de un general gallego que defendió Béjar y a sus habitantes de un peligro real y palpable llamado carlismo. El 3 de mayo de 1838 las tropas del general carlista Basilio García se dirigían con prontitud desde Extremadura a refugiarse entre las defensas amuralladas de Béjar. La plaza era segura, pues pocos meses antes había sido ocupada por facciones rebeldes que en ese momento campaban a sus anchas por las calles bejaranas. La razón de tanta premura era tan urgente como que una división del ejército del norte al mando del general Ramón Pardiñas les perseguía a uña de caballo.

 Retrato del general Ramón Pardiñas 
según un grabado de la época

15 de marzo de 2017

De judíos, cristianos y musulmanes en el linaje de los Duques de Béjar



 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

Du nouveau sur le royaume de Pampelune au IXe siècle, publicado por Évariste Lévi-Provenzal en el Bulletin Hispanique en 1953, reveló los fuertes lazos familiares del tronco navarro de los duques de Béjar con la dinastía de los Banu Qasi, señores musulmanes del Ebro, y con el emirato de Córdoba que dominó gran parte de la península.       


La península ibérica a comienzos del siglo X, mapa publicado por la Universidad de Texas

       Esta situación duró hasta la tercera generación de los reyes de Pamplona, cuando Fortún Garcés (aún no existían los apellidos en España) comenzó a alejarse de sus raíces islámicas, pero alcanzó a manifestarse en el nacimiento de Abderramán III, el más grande gobernante de la España musulmana, hijo de una bisnieta de Íñigo Arista (nota anterior)    



Corte de Abderramán III, por Dionís Baixeras, 1885

6 de marzo de 2017

Breve historia del escudo de los Duques de Béjar



Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez
Remitimos a un artículo anterior de este mismo blog para completar información sobre arquitectura y poder en el linaje de los duques de Béjar.

       Los escudos, junto con los apellidos, habrían comenzado a aparecer en España en el siglo XI, para distinguir los bandos de los nobles en las batallas los primeros, y para asegurar los bienes a sus descendientes en caso de no sobrevivir, los segundos. Ambos elementos, escudo y apellido, coinciden en tiempo de aparición en la historia del linaje de los duques de Béjar, pero el origen del linaje es aún más antiguo. Se remonta a la dinastía Íñiga de los primeros reyes de Pamplona, más tarde reino de Navarra, fundada en 824 por Íñigo Arista que le dio el nombre. Quienes se dedican al estudio de la heráldica aseguran que el primer escudo del linaje constaba de un campo de gules (rojo) cruzado por una banda de oro, colores que representaban a la realeza navarra (Muñoz, Miguel Ángel: El escudo de Gibraleón. Heráldica Onubense, 2013)   


Primer escudo del linaje ancestral de los duques de Béjar, siglo XI

     Al identificarse el linaje en 1080 con el apellido Stúñiga, el escudo pasó a representar al apellido y sus portadores ejercieron el derecho de modificarlo (también más adelante el apellido), agregándole en primera instancia una cadena de ocho eslabones de oro en orla. La razón residió en la participación de los Stúñiga en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212), donde Íñigo de Stúñiga fue parte del pequeño grupo de caballeros que saltó sobre las cadenas pretendidamente de oro que rodeaban la tienda del califa Muhammad an-Nasir (Miramolín) para protegerlo.