15 de noviembre de 2024

Las dos caras del corregidor Verdes Montenegro (2ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid,  4.852 (07/08/2020), p. 4.

        El corregidor José Verdes Montenegro había sumido a los bejaranos en una lucha intestina entre partidarios y enemigos. Cuando había sido cesado de su cargo  y partía hacia la villa de Hinojera, su nuevo destino, el duque consorte de Béjar, Pedro de Alcántara Téllez-Girón, convocó un pleno extraordinario en 1789 con el fin de rehabilitar su buen nombre.

            Analicemos los dos bandos, proclive y contrario, a la actuación de Verdes Montenegro en Béjar. Entre sus partidarios se encontraba el mencionado Pedro Téllez Girón, esposo de la duquesa de pleno derecho Mª Josefa Pimentel, quien había solicitado al rey Carlos III dos reales cédulas especiales por las cuales se permitía la prolongación de su mandato (1784 y 1787) contraviniendo las leyes de Castilla y de los señoríos [1]. Uno de los motivos que aduce el duque para romper tal costumbre heredada de siglos es su buena política en cuanto a la consecución de obras públicas en la villa, su desinterés personal y su juiciosa conducta durante el corregimiento. Bien es verdad que por entonces están documentadas las obras de prolongación en el acueducto de La Corredera y la renovación general del encañado, unos trabajos que mejoran el acceso al agua potable, evitaban las epidemias y potenciaban la higiene. Carlos III, por vez primera, concedió prolongar su mandato a un corregidor, siguiendo la sugerencia del duque de Béjar. 

 

        En cuanto a sus detractores destacaba la animadversión mostrada por la Real Fábrica de Paños de Béjar. El corregidor o alcalde mayor de Béjar tenía la potestad, como Subdelegado de la Junta de Comercio y Moneda, de intervenir en las causas relativas a ella y supervisar la calidad de sus paños desde 1732[2]. En 1781 sus miembros interponen una escritura ante Carlos III con el fin de que se le apartara de la institución. Los detalles los desconocemos aunque presumimos que los pañeros bejaranos deseaban liberarse a toda costa de las injerencias ducales y de su representante, el corregidor. El rey, sin embargo, desoyó esta petición y prolongó, como hemos dicho, el mandato de Verdes Montenegro. 

7 de noviembre de 2024

Las dos caras del corregidor José Verdes Montenegro (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid,  4.851 (17/07/2020).

        Corre el año 1789 y Francia vive los prolegómenos de una revolución que marcaría el devenir de la historia de Europa y aún de América. Mientras las turbas parisinas pueblan las calles augurando lo que estaba por venir, Béjar no permanece en calma, como si un espíritu levantisco se hubiera extendido por doquier. El edificio consistorial bulle de individuos procedentes de los confines de la Villa y Tierra. El olor a sudor y a cuero campea en el salón de reuniones en aquel pleno extraordinario de 13 de marzo[1] (faltaba un mes para el asalto a La Bastilla) en el que se dan cita los sexmeros convocados por el duque de Béjar por un motivo inusitado: las protestas contra un alcalde mayor ausente, en este caso  José Verdes Montenegro. Varios pleitos contra él están abiertos y su persona concita tanto parabienes como exabruptos. Su carrera futura pende de un hilo y su principal bienhechor, el señor duque, no está dispuesto a que el buen hacer de su delfín quede puesto en entredicho de aquí en adelante. 

 Toma de la Bastilla


Pero, adentrémonos en los escasos datos que manejamos del personaje, protagonista de este artículo, a fin de conocerle con detalle. José, natural de Segura de León (1741), había estudiado leyes en la Universidad de Sevilla[2]. Le restaba un año para concluir sus estudios en 1771 cuando marcha a la Villa y Corte para presentarse a los exámenes de abogado que convocaba el Consejo. La decisión la había tomado de manera arriesgada y sin otra opción, obligado como estaba por su situación personal al tener que mantener a una madre viuda y a tres hermanas huérfanas. A sabiendas de que no podía presentarse a puesto alguno sin haber terminado sus estudios de bachiller bajo pena de cárcel, inhabilitación de sus estudios y cuantiosa multa, se arriesga y es descubierto en el momento de solicitar desde el Consejo examinador razón de los estudiantes a su correspondiente Universidad. A Verdes Montenegro sólo le resta pedir perdón de sus actos enviando una carta a la institución aduciendo sus problemas personales, su mala salud y una escasa hacienda. De manera inaudita elude el peligro y regresa al año siguiente con el mismo objeto, explicando que su actitud del pasado año respondía a “ligereza de muchacho” según sus propias palabras. 

1 de noviembre de 2024

De Béjar y bejaranos en la historia de Chile

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

 

           Noble, y caballero de la Orden de Santiago, Alonso de Sotomayor vino a Chile por expresa voluntad de Felipe II a poner fin a la Guerra de Arauco "y cristianizar a los indios. Acá le hicieron el mismo cortejo que Lima hace a sus virreyes, y no se ha repetido este ejemplar". Realizó más bien labor administrativa –envió a su hermano Luis a luchar contra los indios-, y al ofrecérsele el cargo por segunda vez, lo rechazó. No había nacido en Béjar, nadie es perfecto, pero es el primer gobernador de Chile al que se le vincula con el linaje ducal bejarano: "Nació en 1546 en la ciudad de Trujillo, reino de Extremadura, hijo tercero de don Gutierre, que fue descendiente de don Gutierre fundador de la casa de los condes de Venalcázar (sic), después duques de Véjar (sic), marqueses de Ayamonte y Villamanrique".

 

Alonso de Sotomayor y Valmediano, óleo de autor anónimo en la Galería de Gobernadores de Chile del Museo Histórico Nacional.

 

    Con un monolito en la plaza principal lo recuerda Rere, "el pueblo de las campanas de oro", atribuyéndole la fundación del fuerte Nuestra Señora de la Buena Esperanza.

24 de octubre de 2024

El capitán Andrés Dorantes: un bejarano en Florida, Misisipi y Luisiana (2ª Parte y final)

Autor: Anselmo Rosales Montero

En este viaje a pie siguiendo el Río Grande y el Misisipi además de sufrir muchas penalidades, verán curiosas costumbres. Por ejemplo cómo los hombres abandonan a las mujeres cuando sienten que están preñadas y no vuelven a ellas hasta que la criatura no tiene dos años, cómo los niños toman el pecho hasta los 12 años, para garantizar la comida y por lo tanto la supervivencia, cómo se adormecen con humo y beben curiosos brebajes, cómo le regalan más de seiscientos corazones de venado abiertos y conservados para la alimentación. Comprobarán que existe la poligamia, la homosexualidad y el matrimonio entre hombres:

 Cabeza de Vaca y los suyo. Grabado sacado de aquí

Entre éstos vi una diablura, y es que vi un hombre casado con otro, y éstos son unos hombres amarionados, impotentes, y andan tapados como mujeres y hacen oficio de mujeres, y tiran arco y llevan muy gran carga, y entre éstos vimos muchos de ellos así amarionados como digo, y son más membrudos que los otros hombres y más altos; sufren muy grandes cargas. Cap XXVI.

18 de octubre de 2024

Trabajadoras de la industria y Obreras de la aguja (3ª parte y final)

Autora: Teresa López Hernández

 Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2022, pp. 50-53.

         La fundación de Sindicatos de la Aguja ha potenció las demandas de este colectivo de trabajadoras: - implantación de jornada de nueve horas - supresión de las velas - observancia rigurosa del descanso dominical -efectividad de las multas que propongan los Inspectores de Trabajo.  Al mismo tiempo se instaba al Instituto de Reformas Sociales a formular un proyecto de Ley sobre el trabajo en talleres colectivos y a domicilio que aseguraran sus derechos.

 José González Castro, médico, inspector de trabajo, 

escritor  y autor del informe que se analiza en estos artículos


       Muchas de estas reclamaciones solo requerían hacer efectivos los preceptos legales existentes y otras exigían la promulgación de nuevas leyes. El Instituto se encargaría de redactar un proyecto de Ley sobre Jornada y salario en el trabajo femenino de la aguja[1].

11 de octubre de 2024

Trabajadoras de la industria y Obreras de la Aguja (2ª Parte)

Autora: Teresa López Hernández

Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2022, pp. 50-53

    Con las obreras adultas también se infringían la Ley de 1900. La hora de lactancia a que tenían derecho por el art. 9 sólo se cumplía en las grandes fábricas, en el resto de establecimientos no se cumplía, por la sencilla razón de que los patronos rechazaban a las trabajadoras que se encontraban en esta situación.

    En cuanto a la duración de la jornada establecida en dicha ley, que había sido ratificada por el R. D. de 26 de junio de 1902 sobre jornada de trabajo de mujeres y niños, estaba fijada en una duración máxima en 11 horas para las mujeres mayores de 14 años y de 10 para las de la industria textil. Sin embargo, en sectores como la recogida de frutos para la exportación se trabajaba 18 horas y más de manera casi continuada y sin que el jornal fuera proporcional a la jornada. Las propias trabajadoras enmascaraban la verdad, haciendo difícil que se comprobara su cumplimiento. 


    La jornada asimismo se había visto rebajada por la Ley de 11 de julio de 1912, que entrará en vigor el 14 de enero de 1914, que prohibía el trabajo nocturno de la mujer en la fábrica y, aunque en las industrias textiles esta prohibición sólo se aplica a las viudas y casadas con hijos, el porcentaje de aplicación iría aumentando cada año hasta su total supresión el 14 de enero de 1920. Fuera de la industria del vestido no se utilizaba este turno para la mujer, sólo pervivía en Cataluña. Donde más se utilizaba era en el sector de sastrería y moda, en época de ferias y fiestas las costureras trabajaban dieciséis horas y más sin apenas interrupción.

4 de octubre de 2024

Trabajadoras de la industria y Obreras de la Aguja (1ª Parte)

Autora: Teresa López Hernández

Revista Feria sy Fiestas de Béjar, 2022, pp. 50-53.

    Ante las pésimas condiciones en que se desarrollaba el trabajo en general, y el femenino en particular, a principios del siglo XX se promoverá una legislación protectora para los trabajadores más vulnerables como mujeres y menores que, no obstante, se incumplirá. Para vigilar la aplicación de la normativa y mejorar las condiciones de higiene y salud de las instalaciones laborales se estableció en 1906 la Inspección de Trabajo, en el seno del Instituto de Reformas Sociales, instaurado en 1903. 

Niña trabajando en una fábrica textil en EEUU. Foto de aquí
 

    En este cuerpo de Inspectores ingresó en 1908 José González Castro médico, higienista y epidemiólogo que también ejercería como periodista y escritor literario, firmando en estos casos con el pseudónimo de Crotontilo[1]. En el desarrollo de su labor fue nombrado Inspector de Trabajo de la séptima región, que tenía su sede en Béjar, y elaboró numerosos informes y estudios para el Instituto de Reformas Sociales entre los que se encuentran El trabajo de la mujer en la industria. Condiciones en las que se efectúa y sus consecuencias en el porvenir de la raza. Medidas de protección necesarias, Instituto de Reformas Sociales, Madrid 1914. Y La obrera de la Aguja. Contribución al estudio de la higiene y mejoramiento social de la misma, Instituto de Reformas Sociales, Madrid 1921[2].

27 de septiembre de 2024

El marqués que le placía vivir en Plasencia

 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

 

A Rocío Pérez, placentina

 

          Se trata de Fadrique de Zúñiga y Sotomayor, nacido en Plasencia en 1475 y muerto y enterrado allí mismo en 1537. Era hijo de Francisco de Zúñiga y Manrique de Lara, nieto por tanto de Álvaro de Zúñiga y Guzmán, primer duque de Béjar, y tío del segundo, Álvaro de Zúñiga y Pérez de Guzmán. Amigo y anfitrión del emperador Carlos V en partidas de caza, fue nombrado por este I marqués de Mirabel, título que aludía al señorío familiar a poca distancia de Plasencia, y que unió a otros que había heredado de su padre en Cáceres, La Rioja y Álava (en Mirabel aún subsisten el castillo y el palacio que pertenecieron al linaje, y el escudo del municipio lleva la banda negra de los Zúñiga.

 

 Fachada del Palacio del Marqués de Mirabel en Plasencia. Elperiodicoextremadura.com

         Residía don Fadrique en el palacio que había hecho construir en Plasencia su abuelo Álvaro de Zúñiga (otros dicen que el padre de este, Pedro de Estúñiga), razón por la que hoy es conocido como Palacio del Marqués de Mirabel, y en cuya portada se conserva el escudo del noble y de su esposa (los escudos Zúñiga están sobre los balcones de la fachada y en otros sitios, y el palacio, declarado Bien de Interés Cultural en calidad de Monumento en 1977, es ahora propiedad de la familia Falcó.

20 de septiembre de 2024

El capitán Andrés Dorantes: un naúfrago bejarano en Florida, Misisipi y Luisiana (1ª Parte)

 Autor: Anselmo Rosales Montero

El libro Naufragios [1] de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, publicado en Valladolid en 1555, narra la historia de unos hombres que recorrieron a pie más de 5.000 kilómetros, durante 9 años cruzando de este a oeste los actuales EEUU: Florida, Alabama, Misisipi, Luisiana, el Río Grande, Nuevo México, Arizona hasta México. Entre estos hombres, supervivientes de innumerables peligros, caminando casi desnudos y descalzos, se encontraba el bejarano Andrés Dorantes, allá por 1527 [2].

Mapa del viaje en barcos y a pie que se narra en Naufragios.

Extraído de Expedition Cabeza de Vaca Karte (cropped).png.

 

Ya adelantamos que se tratará de una expedición fallida, en la que los cuatro protagonistas tendrán un final menos malo que la expedición, incluido el bejarano.

            Con el mandato de explorar y colonizar la Florida, así como para descubrir minas de oro y “la fuente de la eterna juventud”, partía de Sanlúcar de Barrameda, el 17 de junio de 1527, una expedición formada por cinco navíos y unos 600 hombres, al mando del gobernador Pánfilo de Narváez. Pánfilo había fracasado tratando de prender a Hernán Cortés. Ahora, intentaría emularlo descubriendo un nuevo territorio, aunque volvería a fracasar. Como tesorero de la expedición figuraba el autor del relato: Cabeza de Vaca.

13 de septiembre de 2024

Una sacristía que más bien parecía ratonera

 Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 2021. 

        Un escudo de armas campea flamante sobre la ventana de la sacristía de la iglesia de San Juan Bautista. Sobre una ventana enrejada, mirando hacia el sol que las calienta durante casi todo el día, las armas del obispo placentino don Pedro González de Acevedo se muestran desafiantes e impolutas a pesar del paso del tiempo. Los bejaranos que transitan frente a ellas apenas se fijan en su rutinario devenir. Están ahí y basta. Y es que son escasos los testimonios documentales que se han dado a conocer relativos a este templo, sobre todo en cuanto a la construcción y modificaciones en su fábrica se refiere[1]. Sin ser uno de sus elementos más característicos, aunque no por ello menos importante, desvelamos aquí los datos sobre la construcción de su sacristía y el motivo por el que luce el escudo familiar de este obispo[2]

 

 Escudo del obispo González de Acevedo. Iglesia de San Juan. Béjar

            En 1596 el párroco de San Juan, Gerónimo Sánchez Rubio, y su mayordomo, Manuel González Bazán, presentan un escrito a don Pedro González de Acevedo[3], obispo de Plasencia a la sazón, solicitando una sacristía nueva. El espacio que hoy se utiliza como tal, la capilla de los Muñoz de Aguilar o de los Aguilares, era un ámbito sepulcral privado, propiedad de una familia concreta y, por lo tanto, de uso restringido. Además, en el momento al que estamos haciendo referencia tal aditamento es probable que aún no existiera o que estuviese en proceso constructivo.