22 de julio de 2013

El castillo- palacio de los Zúñiga en Béjar (5ª Parte y final)





Autores: Roberto Domínguez Blanca y Carmen Cascón
Publicado: Revista Cultural de Gibraleón, nº 11 (jun. 2011)


Los moradores del Palacio: la corte ducal, una trasposición de corte real




Según el escritor José Luis Majada Neila la Casa Ducal no era el palacio, ni la familia del Duque, ni su patrimonio, ni el escudo de sus armas, ni la historia de su apellido, sino todo ello más la sociedad doméstica de los múltiples criados reconocidos como tales por el señor, más el cuerpo de abogados y asesores jurídicos que defendían sus intereses [1]. Nos parece esta definición acertada de lo que de facto significaba ese concepto que se utiliza, a veces de manera voluble, para englobar en él todo aquello que hace referencia a los duques en su conjunto. En este apartado del artículo nos gustaría tratar de las personas que conformaban la Casa Ducal al margen de los duques mismos, es decir, de esa legión de criados que defendía los intereses ducales como si fuesen propios y que habitaban durante la mayor parte del año el Palacio Ducal bejarano unidos en una corte que asemejábase, en pequeño, a una corte real [2]. No en vano los señores actuaban como “reyes” en sus propios estados, administrando justicia y recaudando impuestos, prerrogativas adquiridas y fortalecidas a lo largo de la Edad Media, en una situación semejante a la de otros señoríos peninsulares. Las cortes nobiliarias adoptaron la etiqueta borgoñona implantada por la dinastía de los Habsburgo, caracterizada por la complejidad, solemnidad y fastuosidad. Rastreando los archivos de la iglesia de Santa María, parroquia a la que pertenecía el Palacio Ducal, hemos encontrado mencionados personajes aparejados a cargos de esa corte señorial durante los siglos XVI, XVII y XVIII [3]. La nobleza de la Edad Moderna hacían gala de sus riquezas, sus posesiones, mecenazgo, batallas ganadas, honores e insignias, y también  tanto como de los criados que les rodeaban. Así, el número de sirvientes y criados era proporcional a la acumulación de títulos políticos, militares y nobiliarios.




Podemos estructurar a la servidumbre en dos rangos claramente diferenciados. Por un lado, los oficiales con funciones administrativas y, por otro, el servicio doméstico, organizados ambos estratos en una estructura piramidal estricta, teniendo como eje vertebrador y en la cúspide a figura del duque y a su familia. 

 


            En un primer apartado, nos ocuparemos de la función administrativa, ya que el señor ostentaba importantes competencias en materia jurisdiccional, gubernativa y fiscal, aunque dependiente del monarca [4]


            El duque era la persona que ejercía como máximo juez, tanto en causas criminales como civiles de su señorío. Disponía de los auxilios de un Consejo de Cámara Ducal conformado por un presidente y varios oidores, oficiales nombrados directamente por el señor y encargados de la administración de la justicia ducal en su ausencia. Este tribunal fue creado por la duquesa Teresa de Zúñiga en 1531 [5] y su espacio de reunión se situaba en el llamado Torreón del Consejo (hoy desaparecido), dentro del complejo del Palacio Ducal bejarano [6]. Las sentencias dictadas por el Corregidor de la Villa (cargo nombrado asimismo por el duque, aunque perteneciente al ámbito del poder municipal) podían ser apeladas en este consejo. Mención aparte la merecen los Comisarios, encargados de acometer la delicada misión de “visitar” o vigilar el correcto funcionamiento del ducado en representación del duque [7]




Por otra parte, la fiscalidad y la gestión de los bienes del señorío correspondían a los Tesoreros, teniendo estos a su cargo a varios Contadores y Contadores Mayores, dedicados a la recaudación de tributos, administración de los beneficios y gastos de los dominios ducales. La lista de nombres vinculados a estos cargos es ingente (no en vano nos estamos refiriendo a tres siglos), pero es reseñable destacar a la saga familiar de los Béjar: Francisco de Béjar, su hijo Miguel de Béjar, su nieto Diego Ignacio de Béjar y su bisnieto Ignacio de Béjar Guedeja (que llegaría a ser secretario de los Reyes Carlos III y Carlos IV) [8]. Esta familia acapara los puestos de la contaduría y tesorería del señorío a lo largo de varias generaciones y dos siglos (XVII y XVIII), lo que puede hacernos suponer una cierta hereditariedad del cargo. Los Secretarios asumían la función de emitir y recibir la correspondencia del palacio, además de dar fe de los acuerdos y dictados del duque. Asimismo, los Veedores vigilaban las mercaderías y transacciones en los mercados de la Villa, constatando el correcto pago de los impuestos señoriales (no debemos confundirlo con el veedor de cada gremio ni con el veedor consistorial). 


            El Alcaide de Palacio y Casa Fuerte del Duque es un título que puede considerarse un vestigio de la Edad Media mantenido a lo largo de la Edad Moderna, pues, aunque en su origen poseía un carácter eminentemente militar, con el tiempo, y el alejamiento de peligros tan tangibles como la amenaza musulmana, pasó a ser meramente honorífico y con un significado más organizativo general. El Bosquero se encargaba de la finca de verano y palacete de El Bosque, también en Béjar, de su cuidado en las ausencias invernales o del confort en el estío. Junto a estos dos personajes, el Alférez Mayor poseía el poder efectivo militar, siendo cabeza de un pequeño destacamento de soldados que defendía de facto el Palacio Ducal. El Alférez salía en la procesión del Corpus Christi de Béjar, cuyo patronato correspondía a la Casa Ducal, portando el estandarte con las Armas del duque y rodeado de algunos militares [9]





            En cuanto al servicio doméstico, hay que destacar en primer lugar que a él pertenecían tanto personajes de rango social elevado como humildes criados, siluetas oscurecidas por el tiempo, pero muy cercanas al Duque y a sus devenires cotidianos. Su presencia se rastrea difusamente al ser nombrados únicamente en ocasión de un bautizo, boda o defunción en los libros parroquiales de Santa María la Mayor. La mayoría de ellos, como veremos, no eran naturales de Béjar, sino estantes o residentes, lógico si tenemos en cuenta la vida nómada de nobles y cortesanos, seguidores de la corte ducal allá donde se encontrase en cada momento. Bien es cierto que otros miembros del servicio doméstico permanecían en Béjar con la función de gestionar el palacio durante las prolongadas ausencias del duque.


            Los más cercanos sirvientes del duque los Gentilhombres de Cámara, Ayudantes de Cámara y Mayordomos eran en su mayoría personajes pertenecientes a la baja nobleza e hidalgos bajo la autoridad del Camarero Mayor. Se ocupaban de acompañarle en todo momento, cercanos a cualquier necesidad entre las que se encontraba vestirle, actividad llevada a cabo según un protocolo estricto tomado de la Corte Borgoñona a la vez que se consideraba un honor para el hidalgo que ostentase el cargo. Para afeitar al duque su propio Barbero.




            Los Pajes, casi todos ellos niños de corta edad, acompañaban a la familia ducal en actos y ceremonias públicas, y el cargo era concedido por el duque a los hijos de la servidumbre más allegada a la Casa o a los de nobles nacidos en los dominios ducales. Era una especie de plataforma de lanzamiento para llegar a los más altos puestos en el futuro, pues el duque se convertía en tutor de los pequeños, garantizándoles tanto el pago de sus estudios como su sustento hasta llegar a la mayoría de edad. 


            Para la señora duquesa eran imprescindibles las Damas de Honor, cargo paralelo al de camarero o gentilhombre en el caso del duque. Andrea de Venegas y Cañizares fue una de ellas y su partida de matrimonio se conserva en la parroquia de Santa María, aunque matrimonió en la capilla de palacio con el Gentilhombre Diego Pérez de Valenzuela en 1648.


            Y, hablando de capilla de palacio, en toda corte es necesaria la presencia de un Capellán que se ocupe del bienestar espiritual de los moradores de esta mini corte, siendo el Médico el vigilante de su salud corporal. Para los pequeños miembros de la familia ducal se hacía preciso el nombramiento de un Ayo que enseñara buenas maneras y valores cortesanos, además del arte de la esgrima y la montería, así como varios Preceptores, cuya misión consistía en transmitir los saberes imprescindibles de la época, Trivium y Cuadrivium, tales como Latín, Geografía, Historia, Astronomía, Geometría y a tañir algún instrumento musical. 




            Para que el duque estuviera cómodo a pesar de los traslados desde el Palacio al Bosque en verano o desde Béjar a Madrid o Sevilla u otras posesiones señoriales, se hacía imprescindible la figura del Aposentador.


            El servicio de la mesa estaba milimétricamente estructurado. El Maestresala tenía por cometido organizar el servicio de los platos, la correcta colocación de las viandas y la cata de los alimentos para comprobar su sabor. Los platos eran servidos por los criados, quienes los traían directamente desde la cocina, donde un Cocinero los preparaba según sus conocimientos ayudado por los Pinches. Por su parte, el Repostero comprobaba el estado de los vestidos de sus señores, además de los juegos de cama, manteles y demás ajuar, espectacular por la relevancia de los Duques de Béjar en la corte.


            Y para el solaz de la Casa los Enanos y los Bufones (como el famoso don Francés de Zúñiga que pasó de las manos del duque a la del poderoso emperador Carlos V, autor de Crónica satírica de la corte del emperador Carlos V [10]), así como los Ministriles y Músicos, y Pintores de Cámara, siendo el más conocido el italiano Ventura Lirios, autor de lienzos como La Batalla de Almansa (1709) o La vista de Béjar (1724) [11].


            La nobleza se trasladaba continuamente de un lado a otro, bien en carruaje para los largos trayectos, o bien a caballo a la hora de cazar y de desplazarse por Béjar y sus alrededores. Existían numerosos cargos vinculados a este ámbito: el Caballerizo Mayor, encargado de las cuadras ducales (no pensemos que constituía una deshonra, pues lo desempeñaban miembros de la baja nobleza), los Lacayos, Mozos de Caballos y los Cocheros.




            Existen personajes a los que los documentos denominan Criados del Duque sin especificar otra información específica de las actividades que desempeñaban, tal es el caso de Miguel del Arco y su mujer María Sanza, Andrés de Cuevas, Fernando Avalos, Antonio de Escalante y María de León o Martín Ortiz de Solórzano. En el último peldaño del escalafón, personajes tan oscuros como los Esclavos, aunque algunos bien documentados y con ocupaciones harto variadas, como es el caso de Cecilia de Castro [12].


            La consolidación de la Casa Ducal como familia nobiliaria vinculada a la corte de Madrid sobre todo a partir del siglo XVIII (con los duques Juan Manuel II y Joaquín I) hizo que los desplazamientos de la mini corte ducal fuesen cada vez más escasos a la villa, aunque se mantuviesen ciertos elementos permanentes en Béjar tales como el aparato administrativo completo. De hecho el título de Alférez o el de Alcaide de Palacio sólo pudieron desaparecer con la abolición definitiva de los señoríos.




[1] MAJADA NEILA, J. L.: Historia de Béjar (1209-1868), Béjar, 1998, p. 157-161.

[2] Esta parte del artículo tiene como base CASCÓN MATAS, Mª. C.: “Los cargos vinculados a la Casa Ducal de Béjar: administración y servidumbre” en Semanario Béjar en Madrid, 4.505 (18/VII/2008) y 4.506 (25/VII/2008). Esta autora dio a conocer a algunos de estos miembros de la corte ducal en “De bautizos y otras ceremonias religiosas en la iglesia de Santa María la Mayor de Béjar”, nº 4.494 (02/V/2008) y 4.495 (09/V/2008). Los datos han sido extraídos de los Archivos Parroquiales de las iglesias de Santa María, El Salvador y San Juan de Béjar, preferentemente de los Libros Sacramentales de Bautismos, Matrimonios y Difuntos.

[3] Ibidem.

[4] HERAS, José Luis (de las): “Un gobierno municipal de señorío: el caso de la industrial villa de Béjar” en V Reunión Científica Asociación Española de Historia Moderna. Tomo II, la Administración Municipal de la Edad Moderna. BERNARDO ARES, José Manuel (coord.), Cádiz, 1999.

[5] Ibídem, p. 121.

[6] MUÑOZ DOMÍNGUEZ, J.: La Plaza Mayor de Béjar. Aproximación morfológica e histórica a un espacio público generador de la ciudad. Discurso de ingreso al C.E.B. nº 20. Béjar, 2003 p. 34. La existencia del Torreón del Consejo se puede advertir en la Vista de Béjar de Ventura Lirios.

[7] MAJADA NEILA, J. L.: Historia de Béjar… ob. cit., p. 77.

[8] CASCÓN MATAS, Mª. C.: “La carta de don Ignacio de Béjar Guedeja” en Semanario Béjar en Madrid, nº 4.484 (22/II/2008) y 4.485 (29/II/2008).

[9] LÓPEZ ÁLVAREZ, A: Ideología, control social y conflicto en el Antiguo Régimen: El derecho de patronato de la Casa ducal sobre la procesión del Corpus Christi de Béjar. Premio Ciudad de Béjar 1994. C.E.B. y Exmo. Ayuntamiento de Béjar, 1996, pp. 158 y 159.

[10] DE ZÚÑIGA, F.: Crónica burlesca del emperador Carlos, José Antonio Sánchez Paso (ed.), Salamanca, Universidad, 1989.

[11] Ver MUÑOZ DOMÍNGUEZ, J., SÁNCHEZ SANCHO, J. F. y DOMÍNGUEZ GARRIDO, U.: Catálogo de la exposición De Lirios, Venturas y Desventuras, La Villa de Béjar desde el siglo XVIII, Caja Duero, Béjar, 2008; y GARCÍA MARTÍNEZ, C.: Un paseo por el Béjar del siglo XVIII. Edición del Semanario “Béjar en Madrid”, 1987.


[12] CASCÓN MATAS, Mª. C.:“Doña Cecilia de Castro, esclava de doña Teresa de Zúñiga” en Semanario Béjar en Madrid, nº 4.473 (07/XII/2007) y nº 4.474 (11/I/2008).

20 comentarios:

  1. Muy interesante toda la clase social dentro de la nobleza, un abrazo

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  2. De haber vivido yo en este ducado, seguro que me habría tocado porquera... porque era fácil cuidar de los puercos (marranos, jaja).. pero ahora mismo en nuestra época aún hay nobles, sí, sí, y corte... ¡vaya corte! Bss

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  3. Impresionante el post. Era una Corte al uso y desde luego tenian fuerza y poderío para mantener todo esto funcionando. A veces me pregunto porque unos nacen con estrella y otros estrellados.
    En fin hay que vivir lo que toca. Nuestra común amiga seguro que no tendría sitio:-) Sería excluida.
    Bss y buena semana

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  4. No nos puede llamar la atención la atención la cantidad de castas sociales de la época. Últimamente parece que hemos retrocedido siglos, mientras unos se enriquecen vilmente, otros carecen de lo imprescindible para sobrevivir, el abundante paro hace que muchas personas trabajen por un salario muy por debajo de lo normal, y es que solo tienen dos caminos....estar parado o trabajar con un miserable sueldo.

    Extraordinario el trabajo que han realizado con esta gran serie.

    Besos
    http://ventanadefoto.blogspot.com.es/

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  5. En el fondo, una corte paralela con todos sus niveles estratificados,como una vuelta atrás al feudalismo. Muy interesante esta serie.
    Besos.

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  6. Una corte más dentro de la corte mayor. Excelente trabajo.
    Un abrazo

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  7. Hola Carmen:

    Como dices al principio la corte ducal es una transposición de las corte europeas de entonces. Entiendo que en algunos casos eran heredable los cargos y en otros pues era decisión del Duque. Ni siquiera en eso se diferencia de las cortes reales (caso de los pajes).

    Muy buena la serie.

    Besos

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  8. Muy buen y detallado estudio de todo el mundillo que se movía alrededor de los Duques. Pensándolo bien, todo ese enorme círculo sigue existiendo en la actualidad y, como entonces, se nutre de los impuestos de la gente que trabaja y genera riqueza para el país, sólo que ahora responde al nombre de "Administraciones Públicas", dentro de las cuales también hay castas y niveles, como entonces, produciéndose el mismo fenómeno de crecimiento continuo y desordenado mediante la duplicación de órganos y organismos y la creación artificial de funciones innecesarias para la aparición de nuevos órganos. En resumidas cuentas, no hemos cambiado tanto, al menos no para mejor. Un abrazo,

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  9. La gente que en la actualidad hace ostentación de lo que tiene, regresa sin quererlo a esa Edad Media.
    Aprovechando que interrumpo brevemente las vacaciones, paso por tu blog a saludarte.
    Feliz verano.

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  10. Las redes de patronazgo que se derivaban de estas casas eran de primer orden. El poder de protección y promoción para los criados y parientes de ramas menores era fundental en aquellos años.

    Saludos.

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  11. Menuda corte. Era como una ciudad en miniatura. O no tan en miniatura!

    Buenas noches, madame

    Bisous

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  12. Vuestra magnífica entrada provoca mi vena empresarial porque leyendo esta crónica del funcionamiento del ducado se aprende más del problema del paro que con “El Capital”.
    Hay que ver la plantilla que se necesitaba, la cantidad de oficios desplegados, el gasto de intendencia, materias primas y especialistas. Desde sastres a médicos, cocineros, maestros, soldados. Todo con su tiempo, sus pasos medidos… Qué bien lo habéis contado, gracias. Hoy todo el entramado necesario para una logística así se organizaría con un buen programa contable y otro de gestión, llevados por un par de informáticos. Pero qué aburrimiento de vida y no digo ya para contarlo. Ni Lope salvaría la crónica.

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  13. Un placer como siempre disfrutar de tus entradas.
    Un beso.

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  14. Querida Carmen, ¡menudo cuadro de personal nos dibujas! Me ha parecido curiosísima la figura del "Aposentador". Has trazado una exposición detalladísima y muy amena que refleja la sociedad de la época.
    Mil bicos.

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  15. La magnitud del séquito demuestra la importancia del ducado.
    Besos Carmen.

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  16. Carmen, tu trabajo es cada día más importante por la pormenorización de datos y personajes que no son fáciles de encontrar ni siquiera en la Corte. Las funciones de cada uno de ellos y la magnitud de los mismos aporta a la residencia ducal de Béjar una categoría palaciega difícil de igualar con otra sde igual categoría aristocrática. Posiblemente debido, pienso, en la extensión del ducado y la dependencia de él en importantes confecciones e industrias. Un capítulo extraordinario que nos proporciona el conocimiento de las labores de todos y cada uno de los súbditos empleados en el palacio.

    Un fuerte abrazo, querida Carmen.

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  17. No cabe duda que si no se hubiera respetado esta jerarquía (palaciega)no se hubiera llegado a esta categoría aristocrática: porqué una cosa empuja a la otra.Supieron ir recolocando las piezas de este puzle a mejor estamos hablando de una extensión no excesivamente grande ni copiosa.Pero sí muy bien administrada.

    Un trabajo muy interesante Carmen: por la labor investigativa que no deja de ser un cachito muy necesario para poder documentar y, documentarse.Muchas gracias por compartirla.

    Un abrazo veraniego estoy apurando los días que me quedan como oro en paño jeje:)

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  18. Madre mía!! Que cantidad de gente tenían a su alrededor...bueno ahora también están rodeados de mucha. Se llamaran de otra manera pero,creo que con menos habría suficiente, se evitaría mucho gasto público..

    Gracias a Roberto y a tí por tan buena documentación.
    Buen fin de semana.
    Un beso.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.