Autor: Antonio Avilés Amat
Publicado: Semanario Béjar en Madrid, marzo de 2014
Este principal y casi
legendario personaje, el duque de Béjar, al que frecuentemente muchos bejaranos aluden y que, en
singular o en plural, da nombre a varios lugares de la ciudad o de su entorno
(calle Duque, fuente del Duque, palacio del Duque, mirador del Buen Duque,
laguna del Duque, hotel Los Duques), no deja de ser –aún hoy- un “enigma
colectivo”. Y puede que hasta la mítica representación de un ente superior del
que algunos paisanos bastantes ingenuos, todavía en la actualidad, cuando ya
hace dos siglos que las Cortes gaditanas, como ya quedó dicho, abolieron los
señoríos, se consideran sus más rendidos súbditos. Proclamándolo incluso, como
hacía algunos años atrás, un pseudohistoriador que, en sus disertaciones sobre
nuestro remoto pasado, se refería al duque denominándole “mi señor”, en un
reconocimiento de inusual –que no de intelectual- vasallaje y pleitesía.
Villa renacentista de El Bosque (Béjar)
Del Duque de Béjar –así en mayúsculas, que como un ente cuasi inmortal durante toda su pasada y luenga existencia gravitaría sobre la villa y, luego, sobre la ciudad desde que aquella lo fuera- un buen número de bejaranos desconocía y, si no me equivoco, aún desconoce casi todo, lo que tampoco tiene demasiada importancia. Incluso el hecho de si fueron uno o varios los que nos han gobernado en los siglos de nuestra dilatada historia, aunque esto último parece haber sido resuelto merced a los propietarios de un establecimiento hotelero de las inmediaciones, al haberlo bautizado con la plural denominación de “Los Duques”, dando a entender al resto de sus conciudadanos que debieron ser diversos y diferentes. Dignatario y prohombre –aunque fuese múltiple- sería nuestro feudal gobernante, como Dios, omnipotente, al que en vida nadie o casi nadie había visto con asiduidad -y menos en los tiempos actuales en que ya no existe el ducado ni los descendientes del augusto linaje (cuyo título, como ya se ha dicho, es sólo honorífico) residen en nuestras proximidades- porque en raras ocasiones se dejaba caer por Béjar -tanto el duque o la duquesa- para ser recibido (o recibida) en olores de multitud y bajo arcos triunfales [1]; habitar durante unos días el imponente palacio ducal o reposar en la suburbana villa de recreo de “El Bosque”.
Jardines de El Bosque
Villa de la que comenzamos a
enterarnos, por los estudiosos, de su importancia pese a la evidente pobreza y
dejadez en que actualmente se halla sin saber todavía muy bien qué hacer con
ella. Sin embargo tuvo en su tiempo, como nos aseguran, un considerable mérito
y parejo esplendor de los que algo, al presente, nos ha llegado. Y, además, fue
levantada, armonizando naturaleza –silvestre o sometida a artificio- y
arquitectura, a estilo e imitación de las que, en su época, se edificaban en la
Italia renacentista, lo cual aporta al singular conjunto un valor considerable.
Pese a tal ignorancia acerca
de nuestra nobleza local, casi todos los bejaranos se sienten orgullosos de su
Duque por aparecer en la dedicatoria, que se consigna al principio de “El Quijote” cervantino, unido a la denominación de la ciudad, la primera que se cita en la obra. Si bien serán
bastantes los lectores –y en esto, pese a nuestro envanecimiento por tal
motivo, debemos ser condescendientes- que después de examinar el extenso relato
hasta su “vale” final no la hayan encontrado porque se saltaron, al no
considerarlo de interés, el preliminar ofrecimiento. Por esta impagable página,
introito de la universal novela, sabemos que nuestro ilustre patricio, además
de disponer del Ducado, era Marqués de Gibraleón, Conde de Belalcázar y
Bañares, Vizconde de la Puebla de Alcocer y Señor de las villas de Capilla,
Curiel y Burguillos, aunque desconozcamos –por lo que allí se omite- todos los
demás datos que le conciernen, incluido su propio nombre de pila. Que los más
ilustrados, tomando como referencia la cronología de la publicación y la del
gobierno ducal, aseguran que se trataba de don Alonso Diego López de Zúñiga y
Sotomayor (I de su nombre y VI en el ducado) aunque otros especulen con que
mejor hubiese sido dedicárselo a su
padre don Francisco III que contaba con acrecentados méritos para ello como el
de ser rector de la universidad de Salamanca, amante de las letras y mecenas de
sus creadores. Sea como fuere y aunque nunca llueva a gusto de todos, se
trataba del Duque de Béjar que no era poco.
Estanque de El Bosque
Y
ya para concluir esta lacónica especulación, nada más adecuado que echar mano
de lo que en su día escribiera mi apreciado amigo Antonio Sánchez. En su
artículo de la revista “Ferias y Fiestas 2008”, ya citado, realizaba en unas
cuantas líneas un espléndido repaso, bastante desmitificador, a la variada
personalidad de los duques que, a semejanza de sus súbditos, eran de carne y
hueso y, como el común de los mortales, vivieron su breve o prolongada
existencia y, también, cuando les llegó su hora, fenecieron. Así nos relata de
ellos, que “algunos derrocharon caridad y otros soberbia a la vez que dinero;
los hubo letárgicos, pusilánimes y juerguistas; homosexuales, viudos afligidos,
mujeriegos, guerreros, conspiradores, artistas, mecenas, enfermizos, deprimidos,
engreídos, faltos de cordura…”, que de todo hubo como en la viña del Señor. Y
en cuanto a los cargos que en vida ostentaron “fueron de lo más heterogéneo:
representantes en bodas reales, tutores y mayordomos de príncipes e infantes,
gentiles hombres de cámara de su majestad, rectores de universidad,
embajadores, senadores…”. Considero que, para los que leyeran su artículo antes
de arrojar la revista a la papelera o utilizarla como cojín y aislante de la
suciedad o el polvo antes de sentarse en los bancos del parque municipal,
constituyó un excelente medio de divulgar quiénes y cómo fueron nuestros
duques. Bastante más breve y mejor de cómo yo pueda decirlo. Vale.
[1] A
propósito de esto es recomendable la lectura
del artículo de LÓPEZ ÁLVAREZ, Alejandro, En torno a la cultura aristocrática del antiguo régimen: Fiestas,
símbolos y ritos en la entrada a los estados de Béjar, 1685, Estudios
Bejaranos, núm. 2 y 3, Béjar, 1996.
Seres de carne y hueso como el resto de los mortales, algunos mejores que otros, pero con los mismos defectos y las mismas virtudes, incluso algunos abusando de su poder y de su posición, jugadores con ventaja...esos son los duques y los condes y los marqueses y los reyes. Como sugiere Antonio Avilés, el autor de este artículo, muchos tuvimos noticia de uno de ellos gracias a Cervantes, y tal señor tendría en su haber un poder grande para que el autor le hiciera una mención tan especial.
ResponderEliminarUn saludo.
Estoy siguiendo con interes esta serie de articulos, Todos somos seres humanos y tristemente las diferencias existen desde muy antiguo.Gracias por hacernos pasar tan buenos ratos y tan interesantes. un saludo.
ResponderEliminarLos Duques no escapan a las vicisitudes de la vida.Mejores o peores, también tuvieron lo suyo.
ResponderEliminarBesos Carmen
Eran otros tiempos, otra época. otras costumbres y como bien señalas de todo hay en la viña del Señor en menos cantidad héroes. Tal cual pertenecieron a esta raza denominada "humana" Me encanta leerte y c¡ver como como recopilas tantos datos perdidos en los archivos y construyes algo que podemos entender todos.
ResponderEliminarBss
Que de todo hubo, como en la viña del Señor, nunca mejor dicho.Que orgullo para los bejaranos que se mencionase en nuestro Don Quixote porque es nuestro libro por antonomasia...
ResponderEliminarGracias por la recomendación del artículo de López Álvarez.
Un abrazo Carmen
Lo cierto es que a nivel popular hay bastante desconocimiento sobre estos temas, lo que me hace pensar que hubo y hay cierto desapego entre los bejaranos y su ducado refiriéndose al "Duque de Béjar" como si en toda la historia hubiese habido uno sólo. Si esta apreciación tuviera confirmación sería interesante saber el por qué, las razones últimas de dicho desapego. ¡Ah!, por cierto, en alguna ocasión he oído que al Sr. Duque no le gustó en absoluto que Cervantes le dedicase el Quijote ¿habrá algo de cierto?.
ResponderEliminarUn abrazo,
Don Miguel de Cervantes dedicó su primera parte de El Quijote al duque don Alonso, pensando que éste iba a se rmás dadivoso o por lo menos igual que su difunto padre, Francisco III, mecenas de escritores y artistas. Pero se llevó un buen chasco al comprobar que no le daba ni un solo ducado por la dedicatoria.
EliminarPuedes leer más en estos enlaces que publicamos en este mismo blog:
http://ccasconm.blogspot.com.es/search/label/Cervantes%20y%20El%20Quijote
Un beso
Los títulos nobiliarios dan un rango superior socialmente, pero no están hechos de una manera especial, lo cierto y verdad es que en ellos podemos encontrar las virtudes y defectos de cualquier humano.
ResponderEliminarBesos
http://ventanadefoto.blogspot.com.es/
Ya lo creo que vale, Carmen. A mi entender, aunque no es de la historia precisamente como se vive el presente, creo que los bejaranos tienen motivos más que sobrados para sentir orgullosos del nombre de los Duques, y en consecuencia del nombre de Béjar, a lo largo de la historia. La vida de los libros del XVII hunden sus raíces en esas gloriosas y sabrosas páginas preliminares y saltárselas es como pasar a la procreación sin el boato previo de las caricias.
ResponderEliminarUn beso.
Personajes con sus luces y sus sombras. Muy interesante .Un abrazo
ResponderEliminar" Mi señor " es algo que me hace rechinar los oídos hoy en dia, hay que verlo quizas en aquella epoca y en aquellas circunstancias.
ResponderEliminarUn beso.
Yo también me había saltado la introducción de El Quijote!!
ResponderEliminarEl Quijote o he leído mucho. Y mal. Ahora me han entrado muchas ganas de ir a buscarlo y empezar otra vez :)
Antonio Sánchez hace un perfecto resumen en ese artículo acerca de lo variopintos que resultaban esos duques. Y un resumen muy invitador a conocerlos mejor, desde luego.
ResponderEliminarFeliz fin de semana
Bisous
Me ha encantado el artículo. Y sobre todo el tono en el que está escrito (no es ironía)
ResponderEliminarSaludos, Carmen
El lugar de recreo denominado "El Bosque" ya lo quisieran muchos bejaranos para disfrutar de los jardines y de la paz que irradia. Es cierto que se acaba mitificando a los nobles; hasta es posible que ellos también mantuvieran una distancia suficiente que favoreciera estas actitudes, pero como bien queda expresado los nobles también son seres de carne y hueso y los ha habido de todo tipo, al igual que cualquier persona.
ResponderEliminarBuen resumen y entradas muy interesantes.
Un saludo.
Es de propiedad municipal desde hace 14 añitos, más o menos, y desde hace ese tiempo se está pensando en qué función darle: posada real, parador, centro de interpretación de la naturaleza. El riesgo de que acabe como la ermita de Talaván por desgracia cada día se hace más palpable.
EliminarUn saludo
Ahí queda ese Misterio sobre los Duques de Béjar, junto con la dedicatoria de Cervantes en el Quijote.
ResponderEliminarMaravillosa Entrada con conjeturas, certezas y muchas dudas.
Preciosa Villa Renacentista del Bosque.
Abrazos y Besines.
ResponderEliminarNinguna de las dos veces que estuve en Béjar pude visitar ese lugar, por fotogénico que sea. Veremos la tercera...
Es un placer leerte. Documentación fina y bien elaborada.
Me gusta ese final cervatino que usas... y usaré yo.
Vale.
· Un saludo
· CR · & · LMA ·
A la tercera va la vencida. Te recomiendo venir a ver El Bosque en primavera u otoño, aunque en invierno también tiene su encanto con la sierra completamente nevada.
EliminarSaludos
Muy buen artículo el de Antonio Avilés. Me ha gustado recordar a Cervantes y la dedicatoria de la primera parte de "El Quijote" al Duque de Béjar. En las breves líneas que siguen a esa dedicatoria, Cervantes alude al conocido interés del Duque por las letras y las artes y por eso se lo dedica (interés económico para que le ayude a editarlo). Es el propio Duque quien no se niega y lee el primer capítulo de "El Quijote" en público, con rotundo éxito. Pero ese "interés" por las artes del Duque, no se documenta por ningún sitio. Parece ser que Cervantes no se encontró muy cómodo al hacer esta dedicatoria. Más bien, el Duque no debió brillar por su inteligencia artística, tal y como atestiguan las palabras que le dedicó Francisco de Rioja en su día.
ResponderEliminarEs interesante la lectura de: www.biblioteca.org.ar (Dedicatorias de Cervantes) y el artículo que se dedica al Duque de Béjar.
Un beso, Carmen.
Hay una gran bibliografía escrita acerca de las relaciones entre el duque de Béjar, Francisco III y su hijo Alonso, con Cervantes, pues estamos delante de uno de los mayores enigmas de la literatura de todos los tiempos. Todo apunta a que las casas de Cervantes se encontraban muy cerca de las del duque de Béjar, incluso que el primero pudo arrendar al segundo su vivienda de Valladolid. En todo caso, la relación económica no acabó como don Miguel esperaba.
EliminarUn beso y gracias por el artículo
Buena mención hizo Don Miguel en su famoso libro. Estupendo el artículo de Antonio. Y las fotos del bosque preciosas.
ResponderEliminarUn beso.
Hace unos años releí la dedicatoria de Cervantes al duque con la atención debida y me dejó un regusto triste, porque la vi forzada. Pensé que si Cervantes siendo Cervantes, con el equipaje de vida que ya llevaba encima por entonces, para lograr publicar algo de ese calibre se veía obligado a darle tal masaje a un duque, mal oficio era el de escribidor. Si aún llevando una obra así bajo el brazo te veías obligado a doblar la rodilla…
ResponderEliminarRecuerdo, relativo a las relaciones económicas de don Miguel con el Duque, tus comentarios sobre la tacañería de éste. Una prueba más de cómo estaban aquejados los nobles todos de los defectos de todo mortal.
ResponderEliminarUn abrazo.
La nobleza siempre ocupó, en esa época, el poder que, a veces dignificó y a veces denigró a quienes dependieron de ella. La cultura, una de las muy ilustres razones para que los poderosos empleasen parte de su bienes excedentes, del mismo modo, ha sido ensalzada o no dependiendo de quienes eran los ilustres artistas. Esta página del Quijote la he podido ver en diversas ocasiones y por distintos motivos. Nunca he logrado saber con exactitud cual fue el motivo por el que Cervantes le dedicó su obra al Duque de Béjar. Parece ser que diversas investigaciones son contrarias sobre la existencia o no de tal dedicatoria. En cualquier caso, es un gran artículo que nos ayuda e invita a una mayor investigación.
ResponderEliminarUn cariñoso abrazo, querida amiga Carmen.
Hola Carmen, he venido a caer en tu blog a través de Sor Cecilia que me ha proporcionado el enlace. Como lo que he visto y leído me gusta, con tu permiso me quedo en él.
ResponderEliminarUn abrazo.