9 de mayo de 2016

Don Quixote en Bexar (4ª parte y final)

Relato ganador del Concurso Literario del Casino Obrero de Béjar, 2015

Al poco de amanecer y sin probar aún bocado, como mandan los cánones de la caballería, los dos hidalgos fueron al bosque de castaños que sigue al estanque, aún con el gorro de dormir y el camisón blanco, armados de sus espadas, con el fin de profesar ejercicio de armas con el estómago vacío, ya que ha de estarse siempre entrenado, pues el ocio seca los miembros y las ideas que los dirigen. 

 Hombres de musgo


Llegada la hora pensada, pusiéronse en disposición de partir para Béxar, donde aquel día preciso se celebraba el Corpus Christi, festividad religiosa de la Eucaristía consagrada, de gran solemnidad y empaque, en la que el duque desfilaba a la vista de su pueblo con pompas y poderes. Llamaron gritando don Quijote y don Albín a sus escuderos sin respuesta cuando ya la mañana avanzaba. Movilizaron a criados y sirvientes del palacio creyéndoles raptados hasta que un criado los despertó, pinchándolos con la punta de una horca de madera, enterrados en el heno, cuando procedía a tomar un haz de tal con el que dar alimento a los caballos. Solo así bajaron ambos del sueño y entraron en el del malestar que acompaña a las noches de farra y abandono cuando se abre, después, de nuevo el ojo y la cabeza vuelve. Un caballero nunca golpea a su escudero, pero bien lo merecían ambos, aun así recibieron el reproche airado de sus señores, no solo como causantes de la demora, sino también por la facha que ambos sacaban, todavía extenuados por el sueño profundo interrumpido. Sin que fuera una venganza, sino a fe de despertarlos en verdad, les ataron de los pies y a través de una polea, fueron introducidos una y otra vez de cabeza en el estanque hasta que hubieron recobrado la normalidad y entonces, oportunamente secos, partieron para Béxar sabedores de que no llegarían a la pompa del todo a tiempo.

Plaza Mayor en un día de Corpus
 

Béxar era toda fiesta y alborozo, con las gentes puestas de las mejores ropas y alegría, sin mermar por eso de la solemnidad y el rito de la fiesta. Allí llegaron a caballo los hidalgos, enfundados en armaduras, en asno y mula sus escuderos, despuntando sus figuras y abriéndose paso entre la multitud, que les reverenciaba creyentes de que se tratara de nobles caballeros. Situáronse de inicio en punto donde se veía al duque en su carroza y delante, niños con velas y ramos de flores, como significando la bondad del señor que precedían. Quedáronse los hidalgos a caballo mirando a ello y esperando instrucciones si era preciso para incorporarse a la comitiva, puesto que no se hallaban allí solo para mirar. 



Entre tanto aparecieron ante ellos, detrás del duque alzado en su carroza descubierta y su sillón, dos salvajes monstruosos, de buena estatura, velludos como de hierba verde, portando gran porra cada uno. Experimentó don Quijote gran sobresalto al ver lo dicho, alzándose Rocinante de manos al mover su dueño con brusquedad la brida. Como quiera que el público agrupado en su entorno se sobresaltara también del espanto del caballo temiendo su ataque, moviose sin tino ni dirección la multitud inmediata, contagiando de seguido a la multitud vecina y ésta a la más próxima, pues las siguientes a la primera desconocían de dónde y de qué procedía la amenaza. A esto los salvajes levantaron su porra amenazantes por temerosos de que tanta gente alborotada arremetiera contra el duque y su cortejo y contra ellos mismos. 

 Hombres de mugos, maceros y alguacil

A tal cosa don Quijote, ya de por sí enardecido, alzó su lanza al grito de: ¡¡Valiente Don Albín de Valdesangil, acabemos con los monstruos que amenazan al pueblo y a su señor!! No le dio tiempo a don Albín a contenerle alertándolo de la verdad y por tanto de la cosa de la costumbre que fundamenta a los salvajes, puesto que don Quijote se hallaba ya en camino pisoteando incluso su caballo a varios bexaranos para abrirse paso entre la turba. Viéndole venir el duque de aquella guisa, levantose de su trono, pues de alguien como don Quijote, ahora que le conocía, no podía saberse qué era lo que le confundía y cuál sería su acción siguiente. Fue así que al levantarse del trono sin aviso, desequilibró a los que le soportaban, perdiendo todos el equilibrio en un primer cae o no cae, que finalmente se consumó con estrépito. Para entonces los salvajes, que eran disfrazados de musgos para todos menos para don Quijote, se hallaban en guardia esperando a que éste les llegara espada en mano. 

 
 Monaguillos

En tanto, volcado y en tierra de bruces el duque, con su manto y atributos, incitó con ello y por todo lo demás al griterío de las gentes que seguían sin entender lo que pasaba. Algunos, gritando, confundidos, aseguraban de haber vuelto el moro. Otros dijeron del fin del mundo, que es peor. Llegado don Quijote ante los salvajes a la carrera dificultosa de Rocinante entre tanto cuerpo presuroso, dislocado y esparcido, recibiole uno de los salvajes sin contemplaciones blandiendo la gruesa porra que portaba, alcanzando primero al pobre Rocinante, que nada comprendía de nada: ni de los salvajes, ni del duque, ni del Corpus y de lo que allí pintaban él y su dueño. ¡¡Muerte a los monstruos!! ¡¡Muerte sin piedad!!, gritaba el de La Mancha enardecido. ¡Aaay!, se le oyó decir a continuación cuando uno de sus enemigos asestó la porra con acierto en su cabeza, que gracias al barboquejo amarrado a la garganta, quedole bandeando a medio lado de la testa, pero con su dueño, valiente, sin ánimo de retroceder. 



A todo esto el duque reptando por los suelos, pareciendo un plebeyo más, perdida ya la capa y envuelto en polvareda; la gente corriendo, los niños de la comitiva llorando desorientados, algunos empujados y tumbados, incluso uno se comió una vela; mujeres coléricas a golpes contra hombres aprovechados en el alboroto que les palpaban con denuedo las nalgas y hasta los pechos, como si fueran suyos maritales y con derecho; gente que también aprovechaba para golpear a conocidos enemigos por la retaguardia; sujetos que escupían en caras ajenas sin saberse bien por qué o propinaban garrotazos sin tino ni medida por hacerlo y por placer, quizá como descargas de espíritus atribulados. Y don Quijote en liza contra los salvajes, buscando la forma de asestarle la espada con lances fallidos al viento. Por su parte, don Albín de Valdesangil, confundido con don Quijote por la turba en el jaleo, fue tomado por el cuello con ánimo de ahogarle, pareciendo entre las manos de un tejedor malhumorado más un muñeco de trapo que el caballero andante que era. Sancho, asustado, negó por cuatro veces conocer a don Quijote y así salvó el pellejo agarrado con las dos manos a una columna de piedra. De Gasparín de Campopardo no se tuvo noticias en todo el tumulto, pero a buen seguro que no estuvo en nada bueno, porque al día siguiente escondía arañazos en la faz, un brazo dislocado y un andar que no era el de todos los días. En fin, una tragedia en la que no hubo muertos de capón, más sí muchos heridos, entre ellos el duque, al que entre otros daños le fueron arrebatados dos anillos, pisoteada y rasgada la capa, dado de patadas y otros actos en el suelo sin saberse por quién, ni a qué razón ello obedecía. Y sus hijas, de las que dicen que fueron besadas y lamidas a traición por varios, si es que no fueron también manoseadas por debajo de la enagua, como más de uno aseguró haber visto durante el momento de más la locura, en el que no se sabía bien quién era quién ni cuales sus manos. La esposa del duque fue arrastrada por los pelos largo trecho sin que valieran de nada sus gritos y la exposición precipitada de su título, cosa que tal vez en momentos de tanto desatino, en lugar de beneficiarla, perjudícola.



Don Quijote y don Albín de Valdesangil, ambos maltrechos, pero no por ello menos tiesos en sus figuras, fueron rescatados antes de que fuera tarde por dos criados a cargo del bufón don Francés, que por pequeño de estatura, salvó de todo metido debajo de las andas procesionales, poniendo buen punto para sus crónicas, de las que vivió con otras ocurrencias años después en la corte del rey.

No hará falta decir que, repuesto don Quijote de los golpes y las heridas, fue aconsejado a abandonar esta tierra, emprendiendo camino de regreso a La Mancha a buscar descanso. “Como ves, amigo Sancho, tiene riesgos ser valiente; las heridas son dolor primero, pero enseguida se convierten en la honra del buen caballero”, díjole pasando de nuevo por La Malena. “Sí, vuesa merced, seguro que sí”, replicó Sancho por no desmerecer sin respuesta, enfangado en el recuerdo de los muslos de Alonsa de Sangusín, como le hubiera pasado a cualquier hombre, pues de esa pasta los machos todos estamos hechos.


Esto aconteció sólo en resumen en aquellas fechas y parecido lo escribió el señor Cervantes. Yo lo pude haber callado, más no lo hice, sabedor de que la obra de tan gran escritor mejor será completa que incompleta en sus informaciones, aunque esto sea de mi puño y no de su letra. Que la esencia, que es lo que cuenta, al menos se conozca y se sepa.

Valdesangil, agosto 2015

19 comentarios:

  1. Un final trepidante. Don Quijote entró en las fiestas de Béjar como elefante en cacharrería. Afortunadamente para él no intervino la Santa Hermandad. A uno le vino bien ser corto de estatura para no meterse en líos. Y el pueblo llano aprovechó el tumulto para tomarse algunas licencias, que a río revuelto ganancia de pescadores.
    Un saludo, Carmen.

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  2. La imaginación del autor y su capacidad de relato hace indispensable extenderlo, e ilustrado como lo hizo Carmen supongo, su publicación constituiría un fenomenal posicionamiento de Béjar. No otra cosa hizo Cervantes. Respecto a lo publicado, creo interpretar a todos que quedamos con gusto a poco. Desde Chile con mis más sinceras felicitaciones, Jorge Zúñiga Rodríguez.

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  3. La verdad es que casi esperaba la aparición de los Hombres de Musgo...
    Gran relato: muy entretenido y respetuoso con la obra original. Un digno ganador del concurso.
    Saludos, Carmen

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  4. Ha llegado a Béjar en un buen momento, la ciudad se echa a la calle para vivir sus fiestas pero desafortunadamente para D. Quijote, esta pequeña aventura terminó dejándolo maltrecho.

    Besos

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  5. Se agradece esta crónica que este percance ocurrido en esas tierras Bexaranas desconociamos y ahora la historia esta completa...

    Felicidades al autor y un bien merecido premio y a ti Carmen por dejarnos entrar en tu rinconcito.

    Un abrazo feliz semana

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  6. Hola Carmen: Me ha sacado una sonrisa las peripecias del Quijote en Béjar. El final no podía defraudar...Y no lo hizo.

    Besos

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  7. ! La que armó D. Quijote! El duque reptando por los suelos pisoteado, los niños llorando, las mujeres a golpes contra los aprovechados mozos que intentaban manosearlas y él, mientras tanto, cargando contra a los salvajes hombres de musgo, lanza en mano.

    Besos.

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  8. Amiga Carmen, ya se que no eres la autora, pero como habrás podido intuir por mis comentarios en relación con esta historia he tenido mis reservas sobre la misma desde su comienzo y es que, por mucha imaginación que se le eche al asunto y por muchos años de estudio que se le dedique a un escritor como Miguel de Cervantes, reinterpretarlo y reescribirlo no es empresa fácil; yo al menos no me hubiera atrevido a ello, básicamente por falta de capacidad y más sabiendo lo que Cide Hamete escribió al respecto.

    Pero a lo que vamos, este final trepidante me resulta demasiado complejo posiblemente porque se han intentado meter demasiadas cosas en un corto espacio o, también, porque mi sesera no vaya más allá.

    Un abrazo,

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    1. Tu opinión es muy valorable por crítica, amigo Miguel. Muchos autores han osado acercarse a la obra cervantina a lo largo de su historia, el primero de todos ellos ese famoso Avellaneda que publicó una segunda parte del Quijote en vida del insigne don Miguel. Y pocos han logrado siquiera acercarse aunque sea mínimamente al máximo genio de las letras españolas. Imposible de todo punto llegarle a la suela del zapato. Ni siquiera Andrés Trapiello puede parangonarse a él, ni él pretende ser un alter ego de don Miguel. Solo intenta proseguir las aventuras de los personajes haciendo un ejercicio literario divertidísimo usango los modos lingüisticos del Siglo de Oro.
      El caso de José Francisco Fabián es similar a esto que te expongo: un ejercicio literario que pretende imaginarse un capítulo inventado de Don Quijote y Sancho en Béjar, habida cuenta de la relación que tienen la obra (aunque sea mínima, como comentamos en la primera parte) con nuestra Ciudad Estrecha. ¿Igualarse a don Miguel? Ni pensarlo.
      Un saludo

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  9. Divertidísimo final para este genial relato, Carmen, que no me sorprende se proclamara ganador del concurso.

    Feliz tarde

    Bisous

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  10. Coherente el comportamiento de don Quijote con su nuera de ver las cosas. Vaya jaleo que preparó y como se aprovecharon otros para hacer sus fechorías.
    Buen final.
    Un saludo.

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  11. ¿Y qué de la posibilidad que el autor haga del relato una historia? Tiene la capacidad y Béjar los materiales. Desde Chile mi apoyo. Jorge Zúñiga Rodríguez.

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  12. Pero vamos. ¡Qué relato!, ¡qué párrafo el séptimo!
    Empieza retratando la fiesta, continúa moviendo a los personajes para acabar a un punto de tragedia griega con los gigantes verdes. Presentación, nudo y desenlace por todo lo alto.
    Por favor. Ya está tardando el autor en completar la 3ª Parte del Hidalgo.

    Una reverencia.

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  13. Bien merecido ha tenido ese premio.
    No tengo palabras para expresar lo mucho que me ha gustado, sólo me queda felicitaros a los dos.
    Cariños y buen fin de semana.
    Kasioles

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  14. Se acerca de nuevo el Corpus, y esa vez "Don Quijote y todos los demás" no estaran presentes, se lo van a perder :))
    Merecido ese premio para el autor y su interesante Don Quixote en Béxar.
    Besos.

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  15. Carmen he leído al completo toda la historia y he de decirte que en estas fechas muchos escritores acuden a la llamada del Quijote. Surgen semejanzas a sus aventuras y desventuras y esta que nos muestras y que fue premiada tiene su aquel se aventura Quijotesca por Bejar. No seré yo quien de censurar este tipo de escritos sobre la obra cumbre de nuestra literatura pero mejor dejar al Quijote en manos de la pluma de Cervantes su creador .
    Besos .
    Puri

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  16. Antes de que salga de circulación el relato, quiero insistir en la necesidad que el autor lo amplíe y se publique con ilustraciones. Sobre su capacidad, baste leer otros relatos suyos, Cántico Espiritual por ejemplo, publicados en su blog. Son dignos de tenerse en cuenta. Grande Béjar. Desde Chile, Jorge Zúñiga Rodríguez.

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  17. Como autor del relato que Carmen Cascón ha tenido la deferencia de publicar en su blog quiero agradeceros a todos vuestros amables comentarios y a ella la posibilidad de que los hayáis hecho. Son un estímulo para mí y para mi afición a escribir. Cuando lo ideé, caminando en las mañanas de agosto por los montes de Valdesangil, no creí que pudiera ni ganar el concurso literario del Casino Obrero, ni recibir tantas palabras hermosas como algunos me habéis dedicado. Os lo agradezco de verdad. Las criticas las encajo también, porque hacen reflexionar. Debo aclarar algo sobre ellas: nunca pretendí emular a Cervantes con su Quijote. Solo un loco podría querer hacer tal cosa; primero porque acercarse a la genialidad de Cervantes me parece casi imposible en mi caso particular y segundo, porque no tendría motivos para ello. Solo fue una especie de juego con Cervantes, el Quijote y Béjar, dada la vinculación de raíz de la obra con Béjar y su mecenas. También fue un detalle particular para con Béjar, a la que como nativo de Valdesangil, siento como mi primera ciudad y de donde tantas cosas tendré siempre. Por otra parte, creo que no es una falta de respeto a una obra tan grande como El Quijote construir un relato nuevo a partir de ella. El Quijote siempre será El Quijote y lo demás será bueno o malo, pero será otra cosa. No tiene que ser intocable porque sea El Quijote. Crear algo a partir de algo no es una falta de respeto, puede ser un homenaje. En mi caso era un juego y un humilde homenaje: al Quijote y a Béjar y a la posibilidad de divertir a alguien, que es para lo que la gente que escribe quiere en el fondo.
    Gracias amigos, espero que no sea la última vez que leáis algo mío, porque vuestras palabras me animan a intentar otros proyectos.
    J. Francisco Fabián

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    1. Muchas gracias por su generosidad a la hora de prestarnos tu texto y compartirlo con los seguidores de Pinceladas. Sin duda no será el último.
      Ah, y enhorabuena de nuevo por tu bien merecido premio.
      Un abrazo

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.