2 de mayo de 2018

Algunas reseñas sobre el II Marqués de Valero, don Baltasar de Zúñiga y Guzmán (4ª Parte y final)


Autor: Antonio Avilés Amat
Publicado: Béjar en Madrid

      Desde que ocurrieron estos acontecimientos han pasado los años y al tiempo presente solo me queda el rememorarlos como gestas gloriosas de nuestro país de las que me cupo el alto honor de ser uno de sus principales protagonistas… 

 Don Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero. 
Retrato del salón de concejales del Ayuntamiento de Béjar.

           Con algunos trastornos de mi salud y el miedo a padecer ataques de hidropesía, trastorno al que era propenso, así como el haber sufrido un intento de acabar con mi vida –que gracias a la divina Providencia quedó sólo en eso–, cuando el 16 de junio de 1718, tras abandonar la procesión del Corpus Christi y mientras subía las escaleras del palacio virreinal, fui atacado por un individuo de nombre Nicolás Camacho con un cuchillo, solicité el ser relevado de mi cargo. Por cierto que el sujeto que quiso acabar con mi vida fue detenido antes de consumar su propósito y enviado al hospital de San Hipólito para enfermos mentales, que loco debería estar para concebir tales desatinos… A mi petición de renunciar el honroso destino y abandonar el territorio de Nueva España accedió nuestro cristianísimo rey, nombrando para sucederme a don Juan de Acuña y Bejarano, marqués de Casa Fuerte, por lo que dejé mi empleo el 15 de octubre de 1722 regresando a la añorada villa y corte de Madrid.


 Juan de Acuña y Bejarano, marqués de Casafuerte

        Ya, de nuevo, en la capital del reino tuve ocasión de concurrir, el 10 de enero de 1724, en el Real Monasterio y Palacio de San Lorenzo de El Escorial, a la solemne abdicación de Felipe V en su hijo el infante Luis I. El nuevo monarca me nombró, en aquel año, presidente del Consejo de Indias, como ya quedó registrado en su momento. Su reinado apenas duró 8 meses pues falleció el 31 de agosto de ese año de 1724, volviendo otra vez a regir los destinos de la nación nuestro anterior soberano.

 Luis I

        Yo prosigo mi existencia sexagenaria, en la perseverada soledad del célibe que siempre he sido, soportando los rigores de este crudo mes de diciembre del año de 1727 –que no sé si veré concluir–, en la nobilísima villa capital de las Españas, al tiempo que contemplo las cumbres nevadas del Guadarrama que tanto me recuerdan a las, también blanqueadas por la nieve, de la añorada sierra de Béjar de la misma cordillera, eje transversal de la nación y de nuestra ibérica península. En este punto, mis recordaciones viajan de esta a la otra orilla del Atlántico donde, en tierras de México, transcurrió un sexenio de mi vida al servicio de la corona en el virreinato de Nueva España, como antes lo hiciera al centro mismo de la vieja Europa, alistado como mercenario en la Liga Santa en auxilio de la Cristiandad contra los turcos. Y yo que he sido, durante toda mi vida, audaz viajero al que nunca le han intimidado los dilatados itinerarios terrestres y las prolongadas travesías marítimas, hoy me siento incapaz de desplazarme, por las incomodidades del viaje que acrecentarían mis achaques, a mi querida villa de Béjar o a mi rememorado y apacible rincón de Valero, a los que recuerdo, cada día y a cada instante, en la obligada distancia… 

       Y aquí concluyo, por ahora, con algunas omisiones y olvidos inevitables pese a mi cumplida memoria, este largo informe o parlamento con que Dios, nuestro señor, sea servido.” 


Firma autógrafa de Baltasar de Zúñiga, 
 II marqués de Valero. 
 

      A modo de epílogo y final: D. Baltasar de Zúñiga Sotomayor Mendoza y Guzmán, segundo marqués de Valero y virrey de Nueva España, entre otros muchos cargos y distinciones que en vida tuvo, falleció en Madrid el 26 de diciembre de 1727, poco tiempo después de redactada esta apócrifa relación y cuando le faltaban algunos días para cumplir 69 años, ya en la antesala de la septuagenaria edad. 

      Que Dios le tenga en su gloria y nosotros en el recuerdo. 

Béjar 31 de febrero de 2018.

11 comentarios:

  1. ·.
    Sexagenario y célibe, casi septuagenario. Pasar de esa edad quiero, célibe será que no.
    Me pregunto si nuestros 'prohombres' escribirán una memorias así de enjutas, o solo libros para superventas.
    Buen trabajo nos has mostrado, Carmen.

    Un saludo

    La Mirada Ausente · & · Cristal Rasgado

    ResponderEliminar
  2. Ahora con esa edad, el hombre parece más joven.

    Besos

    ResponderEliminar
  3. En aquellos tiempos, 69 años ya era una edad "respetable". La esperanza de vida era bastante inferior a la de ahora, andaría por los 50 o así.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  4. La realidad es que su vida no careció de experiencias, incluso de las más peligrosas. Ni de un último tiempo sereno para rememorar éstas y los paisajes de Béjar.
    Enhorabuena al autor de las apócrifas memorias. Nos ha hecho revivirlas con el protagonista. Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Los tiempos eran muy duros para viajar y con ilusiones de volver a Béjar y seguir tirando con sus patas ya éstas no le acompañaban como él quería.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Un personaje interesante y con grandes experiencias que relatar.
    Me ha gustado mucho la manera de narrarlas.
    Saludos

    ResponderEliminar
  7. Mi abuelo decía que viajar quitaba el racismo...yo creo que él ya no tenía desde el principio.

    Besos

    ResponderEliminar
  8. Esta historia me hace recordar una pegatina que unos compañeros de estudios mayores del instituto en la especialidad de delineación. Con un busto de Leonardo da Vinci decía mas o menos "Toda vida bien aprovechada es una larga vida" y desde luego el de esta persona a parte de larga la aprovecho muy bien.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  9. Encantadora reseña para resumir una vida intensa y viajera. Lo vivió todo el marqués!

    Feliz domingo

    Bisous

    ResponderEliminar
  10. He disfrutado de los lindo con vida tan ajetreada, contada por él mismo, o casi.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  11. Una vez finalizado, me parece lo más correcto felicitar a su autor, don Antonio Avilés, y a ti por compartirlo, ya que ha sido muy ameno e interesante.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar

"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.