29 de mayo de 2018

La biblioteca del Duque de Béjar

Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

A Isaura Zúñiga Mercado, bibliófila y librera 

        En el largo capítulo que Joaquín González Manzanares dedica a Juan de Zúñiga y Pimentel en La pasión libresca extremeña, 2009, se lee que: Hablar de Renacimiento en Extremadura es hablar de la familia Zúñiga. Este linaje, proveniente de Navarra pero vinculado a Plasencia por entronques diversos, forma la nueva nobleza extremeña con inquietudes intelectuales Y más adelante, aludiendo a los padres del maestre, dice: Don Álvaro de Zúñiga, conde de Plasencia (post duque de Béjar), poseyó una buena biblioteca de la que conservamos un inventario... Se casó con doña Leonor Pimentel (y Zúñiga), hija del conde de Benavente, uno de los principales bibliófilos de la época. La propia doña Leonor fue amante de los libros y protectora de las letras. 

 

     Más crítico es el fallecido académico vallisoletano Anastasio Rojo Vega, que en Documentos sobre los seis primeros duques de Béjar, 2008, apunta: No solamente los de Béjar (los Zúñiga), toda la nobleza española mostró un gran interés por los libros a lo largo del llamado Siglo de Oro, por lo que lejos de intentar ver en los duques una excepción, debemos contemplar un uso, una costumbre que llevó a los privilegiados por nacimiento al trato íntimo con poetas y escritores



      El hecho es que ambos expertos reconocen un nexo empático entre los libros y el linaje en cuestión, destacándo algunos de sus miembros en la afición por poseer ejemplares de exquisita factura. Así, la primera edición miniada de las Siete Partidas realizada por Diego López de Estúñiga con el escudo familiar en el primer folio, en poder primero de Álvaro de Zúñiga y Leonor Pimentel, y finalmente de la Biblioteca Nacional de España; la Biblia iluminada del obispo Gonzalo de Estúñiga, ahora en el Museo de la Catedral Vieja de Plasencia; el Libro de Horas de los Zúñiga, que por amistad entre Alonso de Zúñiga, III conde de Monterrey, y el rey Felipe II, pasó a la colección de joyas bibliográficas de la biblioteca del Escorial, donde hoy se exhibe; etc. 



Siete Partidas, Biblia y Libro de Horas de los Zúñiga en edición moderna. Wdl.org, oronoz.com y todocoleccion.es 

      Del considerable volumen, carácter acumulativo y lamentable fin de la biblioteca de Juan de Zúñiga, habla González Manzanares al referirse a las Introductiones Latinae, dedicadas por Nebrija al maestre, y los Comentarios de Eusebio, impreso con profusión de escudos del linaje en los propios talleres del prior. Estos dos códices, perfectamente identificados, son el “botón de muestra” de la soberbia biblioteca que don Juan de Zúñiga debió de reunir allegando parte de los fondos familiares, algunos de los pertenecientes a la Orden de Alcántara, y otros, que presuponemos, del Arzobispo y Cardenal de Sevilla. La biblioteca se dispersó a su muerte, por lo que hoy sólo contadas piezas se conservan. 

2007. todocoleccion.net 

    Bajo el título Inventarios localizados de los Zúñiga, señala González Manzanares que: Por suerte, el archivo de los Zúñiga está perfectamente catalogado, ordenado y clasificado por fray Liciniano Sáez Hernando, monje benedictino que en el siglo XVIII ordenó cronológicamente el archivo de la casa ducal bejarana. En efecto, la labor de Sáez fue integrada al Archivo de Osuna al pasar el título a esa casa, y en gran parte puede encontrarse en el Archivo Histórico Nacional de Toledo, sección Nobleza

2015. Pinterest.es 

     Rojo Vega, por su parte, en el acápite La Casa de Béjar y los libros, dice: En lo que hace referencia a bibliotecas, tomado el término en su sentido más amplio, las tuvieron el renombrado Alonso Diego (de Zúñiga), VI duque; don Francisco de Sotomayor y Portugal, III duque consorte y marido de doña Teresa (de Zúñiga, su prima y la titular del ducado); don Álvaro de Zúñiga, el primero; doña María de Zúñiga, viuda de don Álvaro (de Zúñiga) el segundo; y don Pedro de Zúñiga (Estúñiga) y Leiva

 Bulletin Hispanique, 1997 y 1998. persee.fr 

      El catedrático de Estudios Hispánicos de la Universidad Queen Mary de Londres, Trevor J. Dadson, publicó en el Bulletin Hispanique, 1993, el Inventario de los libros de doña Brianda de la Cerda y Sarmiento, duquesa de Béjar, 1602, uno de los registros bibliográficos más extensos del linaje. Era doña Brianda segunda esposa de Francisco de Zúñiga, IV duque de Béjar, y había criado a Diego Luis de Zúñiga, hijo del primer matrimonio de su esposo, gran aficionado a los libros y fallecido antes que su madrastra.

     Para el artículo La bibliothèque de D. Francisco de Zúñiga Guzmán y Sotomayor, troisième duc de Béjar, publicado en 1967, el académico de la Universidad de París Augustín Redondo investigó en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, convencido de que les inventaires ou les catalogues de bibliothèques permettent de cerner, à un moment donné, le goûts litteraires de telle catégorie sociale ou de dégager l´influence qu´a pu exercer sur un pays, à une époque determinée, une oeuvre, un écrivain, un certain type d´ouvrage ou la littérature d´un autre pays

 Abebooks.co.uk 

     Sobre la biblioteca del conde-duque de Olivares, Gaspar de Guzmán, del linaje de los duques de Béjar y condes de Monterrey por línea materna, han escrito Gregorio Marañón, La biblioteca del conde-duque, 1935; Gregorio de Andrés, Historia de la Biblioteca del conde-duque de Olivares y descripción de sus códices, 1972; y últimamente, en el contexto de Poder y saber. Bibliotecas y bibliofilia en la época del conde-duque de Olivares, 2011, Jeremy Roe, La biblioteca del conde-duque de Olivares y la geografía de la imaginación barroca. Gregorio de Andrés es también autor de un estudio, 1988, sobre la biblioteca de Juan Manuel Fernández-Pacheco y Zúñiga, fundador de la Real Academia Española, marqués de Villena y nieto y sobrino de duques de Béjar

        Llama la atención, finalmente, que en el curso de tres siglos la temática de las bibliotecas mencionadas se haya mantenido muy similar, dando cuenta de que, más allá de los gustos literarios de una categoría social, como dice Redondo, los inventarios de bibliotecas privadas pueden revelar también las tendencias y el carácter de una época, en este caso, el despertar y el desarrollo del Humanismo.

16 comentarios:

  1. Cada biblioteca revela los gustos, la mentalidad y las preferencias de su propietario. Atrás quedaron los tiempos en los que los nobles eran unos brutos semianalfabetos a los que solo importaba la guerra y la caza. Una buena biblioteca se convertía en un símbolo de prestigio que expresaba la talla de su dueño.
    Un saludo para Jorge y otro para Carmen.

    ResponderEliminar
  2. Cualquier persona de prestigio en esa época, se preocupaba de tener una buena biblioteca. Los libros era el símbolo del poder cultural de los pobladores de las casas.

    Besos

    ResponderEliminar
  3. La verdad es que la Biblia de Gonzalo de Estuñiga bien merecería un estudio que hasta donde yo sé no se ha hecho. Ayuso la recoge en alguno de sus artículos y la describe someramente en su Vetus Latina Hispana, nº 169. He visto la descripción y las láminas de Mélida, correspondientes al prólogo "Frater Ambrosius" y el inicio del libro del Génesis (http://aleph.csic.es/imagenes/mad01/0010_CMTN/html/001359466_V03F.html#page/36/mode/2up).
    También he encontrado una descripción más detallada en Ángela Franco, ARTE ROMÁNICO, GÓTICO Y MUDÉJAR EN LA ENCUADERNACIÓN HISPÁNICA (pág. 132).
    Pero me gustaría conocer la procedencia de la imagen que se da en el artículo y si hay algún lugar en el que este manuscrito esté descrito en mayor detalle en su contenido...
    Un artículo muy interesante.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días, Ángel. Me parecen muy pertinentes las aclaraciones que añades en tu comentario. Si la Biblia de Gonzalo de Stúñiga no se ha estudiado en profundidad quizá esta entrada incite a algún investigador a ponerse manos a la obra.
      La fotografía se ha tomado de este enlace http://www.oronoz.com/paginas/fichafoto.php?referencia=86166. En él se dan algunas pistas del archivo que lo alberga que, por cierto, no lo tienes lejos.
      He encontrado también este otro enlace que puede interesarte http://censoarchivos.mcu.es/CensoGuia/fondoDetailSession.htm?id=589757.
      Un saludo y gracias

      Eliminar
    2. Gracias, Carmen por los enlaces. Sí había visto la información del censo de archivos, información que se repite en varios blogs de Plasencia. Mi frustrada tesis estaba dedicada a manuscritos bíblicos y de ahí mi interés...
      Un saludo y mil gracias.

      Eliminar
    3. Por cierto, que en el enlace del fotógrafo, me ha dado por buscar "Biblia" y tiene más de 400 fotos de biblias manuscritas... Voy a estar entretenido unos días, je,je,je...

      Eliminar
    4. La Dra. Ángela Franco Mata dedica dos apretadas páginas (132-133) a la biblia Zúñiga de Plasencia en "Arte Románico, Gótico y Mudéjar en la Encuadernación Hispánica", 2010, íntegro en la red. Saludos, JZR.

      Eliminar
    5. Esta es la obra que citó en mi primer comentario . Gracias.

      Eliminar
    6. Sí, qué distracción de mi parte. Mis disculpas. JZR.

      Eliminar
  4. No hay biblioteca privada que no revele parte del perfil psicológico de su dueño.
    Interesante artículo.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  5. Estaban en la buena época de la buena literatura con lo cual y más con su posición que tuviesen una buena biblioteca.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. La bilbioteca es un tesoro. Libros que no solo demuestran el gusto de su propietario, sino la capacidad de poder tener una visión más amplia que su porpio pensamiento o ideología. Esto último es más complicado.

    Besos

    ResponderEliminar
  7. En aquellos tiempos tanto los libros como otras actividades artísticas solo se las podían permitir personas con poder económico. El tener inventariadas una buena forma de conocer lo que tenían.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  8. Siempre fue así, la nobleza y proceres eran los únicos que tenían posibilidades de ello, de hecho, en Sevilla en la primer periodo del Siglo de Oro, me refiero al Renacimiento, ya había en esta ciudad en 1525, inventariadas, más de setenta bibliotecas privadas.
    Muy interesante.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  9. Siempre es un placer tener constancia de que los bibliófilos son inmunes al desaliento. Y más cuando aparecen ediciones modernas de exquisitos calígrafos.
    Un beso, Carmen. Saludos al autor.

    ResponderEliminar

"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.