Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Es posible deducir la localización aproximada de los
vergeles que estamos estudiando, pero no resulta fácil recrear el aspecto y
contenido que tuvieron, la traza de sus parterres o la distribución vegetal. Podríamos
intuir en ellos el ordenamiento y simetría propios del Renacimiento, así como
una primera ausencia de grandes árboles (sí, en cambio presencia de frutales)
primando los setos de boj y los consabidos parrales. Quizá ciertas plantas
trepadoras hacían ya acto de presencia en el aprovechamiento del terreno
escalonado y de los altos muros que limitaban aquellos jardines, precedente de
los jardines casi colgantes hacia los
que evolucionaron en la Edad Contemporánea.
Probable espacio que ocupó el vergel de Cristóbal de Zúñiga en la actual calle de Rodríguez Vidal
Un buen ejemplo de ello podría ser el vergel de Cristóbal de
Zúñiga, localizado junto a la iglesia de Santa María, justo en el lado opuesto de
la plaza en el que estuvo el de la familia Oviedo, tal y como expresamos en el
anterior artículo.
En rojo localización posible sobre el mapa de la casa y vergel de Cristóbal de Zúñiga
El día 4 de febrero de 1587 María Daça Narváez cede toda la
propiedad de sus casas y vergel a su hijo Cristóbal de Zúñiga, con quien
compartía a partes iguales el dominio de la finca hasta esa fecha. Ese mismo
día Cristóbal los vendió a Pedro Dorantes Arias, cuyo padre, del mismo nombre y
apellido, había sido un personaje muy relevante en la conquista de América
hacia mediados del siglo XVI[1].
El precio de esas casas con su vergel incluido (siempre se le menciona ligado a
la casa como elemento distintivo y de prestigio) fue de 21 000 maravedís. En
aquel momento el conjunto estaba alquilado al propio duque de Béjar que pagaba
por ello a Cristóbal de Zúñiga y a su madre
71 reales y medio al año.
Posible vergel de la casa de Cristóbal de Zúñiga
Las casas y vergel lindaban por todos los
lados con calles públicas (hoy calles de los Curas y de Rodríguez Vidal),
excepto por el este por donde era contiguo con otras casas del mismo Dorantes.
Creemos que el jardín se extendía hacia el sur y el oeste mientras que la casa
podría tener entrada por la parte superior, es decir por la calle de los Curas,
frente al actual edificio del Museo Judío David Melul. En el mismo espacio hoy
existe un jardín elevado con vistosas
enredaderas colgando sobre sus muros que ofrece una de las estampas más
atractivas de las calles de Béjar. Bien pudiera ocupar el lugar del jardín que
fue de Cristóbal de Zúñiga y de los Dorantes.
Sucesión de jardines en las traseras de la calle Mayor. Fotografía de finales del siglo XIX
La estampa más característica de la ciudad, incluso hoy a
pesar de las trasformaciones urbanísticas, es la de las galerías sobre los
jardines colgantes en la solana de la calle Mayor, es decir entre la plaza de
la Piedad y la puerta de Ávila. En cambio solamente hemos encontrado una
referencia a un vergel en esta amplia zona y en el periodo que estudiamos[2].
Corresponde a la vivienda principal del mayorazgo de los Muñoz de Aguilar, una
de las familias bejaranas de más rancio abolengo.
Escudo de los Aguilar Sotomayor en el exterior de su capilla de la iglesia de San Juan Bautista. Béjar
En la carta de fundación de
ese vínculo[3], que
redacta Diego Muñoz de Aguilar Sotomayor en beneficio de su hijo mayor homónimo,
se dice que los bienes sobre los que se fundaba eran en primer lugar «unas casas principales al caño del Comendador con sus parrales y vergel
que lindan con casas del cabildo eclesiástico de esta villa y con el balcón que
sale al Castillo»[4]. Tal escritura data de 1622 pero mucho
antes, en 1576 ya se señalaba que en plena calle Mayor Antonia Velázquez había
vendido cierto pedazo de corral y parral que lindaba «con cerca y
muro de la dicha villa de Béjar y con vergel de Diego de Aguilar»[5]. Los
datos nos sirven para situar con relativa precisión este edificio y su vergel.
Estando en la zona del Comendador, junto a unas casas que daban hacia la
muralla (es decir en la acera sur de la calle Mayor) el sitio parece concretarse
pero el dato de que los vergeles lindaban con el Balcón del Castillo (es decir
con el actual Balconcillo de la Médica) reducen la zona de localización a un
lugar mucho más concreto, probablemente en el espacio hoy ocupado por una de
las casas más vistosas de Béjar, el antiguo edificio de los Núñez diseñado en 1920
por el arquitecto catalán Benito Guitart[6].
Escudo de los Aguilar en una lápida de la iglesia de Santiago. Béjar
Si, por otra parte, observamos con precisión el cuadro de Ventura Lirios
pintado a principios del siglo XVIII, podremos ver un detalle heráldico
rematando una de las casas de esa zona. Se trataría, creemos, de un águila de
piedra, distintivo de las armas de los Muñoz de Aguilar, semejante a la que
podemos ver en algunos escudos y lápidas de la familia conservados en Béjar. El
siglo XIX trasformaría esa calle Mayor dándole un nuevo esplendor a la sucesión
inacabable de jardines enfrentados al monte y caracterizados a partir de ese
momento por sus grandes coníferas[7].
Zona de la calle Mayor donde estuvo la casa mayorazgo de los Muñoz de Aguilar
Como hemos podido comprobar en esta serie de artículos los
caprichos vegetales denominados vergeles,
durante el siglo XVI, al menos dentro de las escasas referencias históricas que
hemos podido recopilar, parecían el lujo privativo de las familias de aquel
estado, hoy diríamos «tan
elitista», llamado
de los hijosdalgo. Son los nombres y apellidos de esos hombres, émulos de una
nobleza mayor, los que se relacionaban con el privilegio del jardín.
[1]
Archivo Histórico Provincial de Salamanca, P.N. 690, ff. 137 y 139. Donación y venta de la casa y vergel de
Cristóbal de Zúñiga.
[2] Ni
siquiera hay datos más concretos de jardines al exterior de los muros de los
conventos que hubo en la calle Mayor, el de la Piedad y el de la Anunciación. Sí
en cambio de huertos, parrales, incluso viñas de moscatel.
[3]
Vínculo sería, en este contexto, un sinónimo del término mayorazgo.
[4] Archivo
Histórico Provincial de Salamanca, P.N. 964, folio 104v. Fundación de mayorazgo por Diego Muñoz de Aguilar.
[5] Archivo
de la Real Audiencia de Valladolid, Registro de Ejecutorias, Caja 1454. 18: Ejecutoria del pleito litigado por Hernando
de Oviedo sobre la propiedad de un corral y un parral situados en Béjar,
f.1.
[6] Para
más conocimiento de esta casa y su arquitecto ver DOMÍNGUEZ BLANCA, Roberto y
SÁNCHEZ MARTÍN, Javier R: «Benito
Guitart Trulls, un arquitecto catalán en el Béjar de hace cien años», en Ferias y Fiestas de Béjar. Cámara de
Comercio e Industria de Béjar, 2010, pp. 55-59.
[7]
Entrañables y divertidas historias que tuvieron lugar en estos hermosos
jardines pueden leerse en el blog de nuestro amigo Jerónimo Gómez-Rodulfo
Barbero: losabdones.blogspot.com, en su entrada del 29 de junio de 2019.
Hace unos años, un alcalde de Barcelona que daba una charla en un barrio principal a propósito del paisaje urbano, hizo referencia a la abundancia de verde y flores que había en los barrios periféricos gracias a sus habitantes venidos de otras partes de España, mientras que en el centro, en todo el ensanche, era rarísimo ver una maceta en un balcón.
ResponderEliminarEstaba claro que su propósito era intentar trasladar a los vecinos el gasto y esfuerzo de embellecer la ciudad, pero a mí me pareció magnífico que, por una vez, el subconsciente hiciera visible una realidad ciudadana de las muchas que se silencian.
Los árboles frutales además de generar sombras , era n de gran aprovechamiento para abastecer la casa de ricas frutas.
ResponderEliminarBesos
Hola Carmen:
ResponderEliminarComo he referido en entradas anteriores, un oasis en medio de la ciudad, que ofrece descanso y sombra durante estas fechas estivales, que calor hay.
Besos
Unos capítulos que han hecho poner en orden en mi memoria una serie de jardines, algunos de ellos colgantes que andaban por ahí perdidos en mis recuerdos de Béjar.
ResponderEliminarUn abrazo,
Es natural en todo lugar habitado tender a decorarlo con una porción de naturaleza, bien sea en patios, corrales o vergeles. Patios andaluces, cármenes en Granada... o como leo en la anterior entrada, parras en la entrada de las casas, o como aquí en Valencia, una higuera, son alegría para la vista y frescor en el verano.
ResponderEliminarY aprovecho hoy, día 16, para felicitarte, Carmen, en tu onomástica.
Saludos.
Gracias, amigo.
EliminarUn abrazo
No es de extrañar que los vergeles lindasen con las calles públicas, la fuerza de las plantas trepadoras asomaría tras las tapias para desplegar toda su belleza y ser la admiración de todo aquél que pasase por allí.
ResponderEliminarEl poseer una casa con vergel sólo era privilegio de unos pocos.
Cariños y buena semana.
Kasioles
Muy curioso la cantidad de pequeños vergeles, que aquí llamaríamos de otra forma, y lo que ha quedado de ellos. Un buen trabajo de recopilación.
ResponderEliminarAquí en Sevilla, hubo varias donaciones de jardines a la ciudad, de las que hay que destacar, el famoso parque de María Luisa, donado a la ciudad por la Infanta que le dio nombre.
Un abrazo.
En Béjar hay muchos más, pero estos son solo algunos ejemplos. Quizá un día Óscar se anime a hacer un trabajo más extenso sobre los vergeles y jardines bejaranos.
EliminarPerdona, pero se me olvidó escribirlo, aunque sea un día tarde: felicidades, Carmen.
ResponderEliminarOtro abrazo.
Gracias, Manuel.
EliminarUn abrazo
Seguro que rivalizaron entre ellos sobre cual de ellos era mas espectacular.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por tu visita y aportacion al glog
ResponderEliminarBesos