3 de agosto de 2019

La placentina Inés Suárez: de manceba a santa


 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

-Para que vayamos avanzando remito a tales lecturas-, decía el profesor en la primera clase, entregando un listado y dando inicio a actividades particulares por su parte, y por la nuestra a una supuesta estampida hacia la biblioteca (no había internet entonces). El profesor era muy apreciado por su tío el decano, porque movía a los alumnos. Esta introducción, con un siesnoés de despropósito no hay duda, es para decir que Pinceladas de Historia Bejarana ya publicó Mujeres extremeñas en el asentamiento español en Chile y Una mujer como lazo entre Plasencia y Santiago de Chile, que contextualizan la presente.



 Retrato póstumo de Rodrigo de Quiroga en su vejez, de autor anónimo, segundo esposo de Inés Suárez. Museo de Historia Nacional, Santiago de Chile.

      Lo nuevo de allá a acá es que Inés de Suárez (la misma) no llevaba el de (más o menos como lo de Montalbán en la Perinola de Quevedo), y que en algunos documentos aparece su apellido como Xuárez, debiéndose leer entonces Juárez. ¡Ah!..., y que están equivocados los historiadores que la dan por mucho más joven que su segundo esposo (pasando por alto a Valdivia, claro está), porque era en realidad cinco años mayor.



 Retrato póstumo del gobernador de Chile Pedro de Valdivia, de autor desconocido, regalo de Isabel II a la municipalidad de Santiago antes del bombardeo de Valparaíso por la escuadra española. Sala del Alcalde

El asunto es que en el juicio en que el sacerdote y virrey Lagasca absolvió a Valdivia de 57 acusaciones por asesinato, maltrato a personas y robo (porque lo que habían dicho de su persona eran falsedades e invidias), sólo quedó en pie el cargo por irreligiosidad y costumbres relajadas con escándalo público -léase amancebamiento con Inés de Suárez- por lo que debía casar (con otro se entiende) o enviar al Perú o a España a su amante (Lagasca supo que venía a Lima la esposa de Valdivia y no quería escándalos en su corte virreinal). Aliviado por los resultados del juicio, Valdivia volvió a Chile declarando frívolamente que así lo cumplirá e tenía pensado cumplir, aunque no se le mandara (Otra recomendación fue que lo que ha sacado y tomado prestado de la caja e hacienda de S.M. lo vuelva a ella, e que de aquí en adelante en ninguna manera tome de la dicha caja)

Basílica de la Merced en Santiago de Chile, donde están enterrados Inés Suárez y Rodrigo Quiroga. Plataformaurbana.cl

      Disipado el escándalo y tras casarse con Quiroga, Inés llevó una vida tranquila dedicada a las obras piadosas, con el respaldo de ser una rica propietaria. Por su acción en la defensa de Santiago había recibido de su antiguo amante las encomiendas de indios de Apoquindo, Melipilla y Alhué, a las que unió la hacienda de Montserrat, recibida como regalo de boda, que le producía una renta anual de catorce mil pesos oro. Como hombre principal y de gran riqueza, generoso además, su nuevo esposo había hecho construir por sumparte a sus expensas la iglesia de la Merced, muy próxima a su residencia y a la Plaza de Armas de la capital, invirtiendo la suma de quince mil pesos, y además donó para su interior cuatro capillas de cal y ladrillo por un importe de dos mil pesos (dicen que hasta hoy se reza aquí un responso diario por su alma)        


Estero de Alhué. Flickr.com

      La orden mercedaria fue la más favorecida por los esposos, y la que movida tal vez por un impulso natural de agradecimiento, inició un proceso de canonización no oficial y progresivo en pro de la cónyuge antes infamada. Así, terrenos donados e instituciones financiadas por el matrimonio comenzaron a llevar el nombre de Santa Inés, como la hacienda que en juicio posterior aseguraron los frailes haber recibido de palabra de parte de los donantes (ganaron el pleito); el convento Santa Inés de los mercedarios, casa religiosa de varones dentro de los límites de la parroquia (de Peumo); y la capilla de la hacienda Alhué, en cuyo interior hay un retablo de Nuestra Señora y abajo en los pies, una mujer pintada, retrato de la dicha doña Inés.             

       La capilla aparece en un pleito sostenido en 1723, en que se la avalúa en 720 pesos; tenía dos puertas, una ventana y un corredor de oriente a poniente; su ajuar estaba formado por una casulla de lama azul, alba, altar, manteles, frontal, ara, cáliz, misal y candeleros de madera. Las imágenes eran un lienzo de Nuestra Señora de la Merced, avaluado en 25 pesos, otro de Santa Ignés (sic) avalado en 6 pesos, y un Ecce Homo, cuyo valor era 4 pesos. Había una campana, de valor de 12 pesos, y un hierro para hacer hostias de una cotización de 20 pesos (el investigador se cuestiona la relación entre este instrumento y la hostia impresa con el escudo de la Merced, utilizada en la misma capilla por un sacerdote en el siglo XX).


Santa Inés, virgen y mártir romana, ¿o Inés de Suárez en el imaginario mercedario subliminal? Iglesia.info

La hacienda de Santa Inés señala en su inventario 13 olivos, lagar y 13 botijas del Perú, lo que indica una industria de aceite, tipo de explotación agrícola que se repetirá en la región, no siempre con resultados felices… En el siglo XVIII, el 8 de enero de 1759, el obispo Alday pasó por Santa Inés. La capilla se estaba techando y estaba dedicada a Nuestra Señora de la Merced, aunque para la denominación (sólo) había una imagen de Santa Inés.



La fundación de Santiago. Biobiochile.cl

La fundación de Santiago es una obra del pintor y crítico chileno Pedro Lira (1845-1912), que últimamente ha dado origen a una teoría relacionada con los códigos secretos de la pintura, avalada por el hecho que el autor era masón. Rasgo sorprendente es que en el estudio preliminar aparece un personaje central vestido con la tradicional túnica blanca de los mercedarios, sin otro signo religioso, pero con rasgos faciales marcadamente femeninos en oposición, con efecto de espejo, a los claramente masculinos del soldado que lo flanquea. Casi invisible en la obra final, el misterioso personaje ha sido interpretado como un homenaje frustrado de Lira a Inés Suárez, en su doble condición de mujer y soldado.      

 Xuárez. Gam.cl

       Xuárez, nominada como mejor obra teatral por el Círculo de Críticos de Chile, es un montaje colectivo de artistas jóvenes, que en torno a la figura de Inés de Suárez explora en temas de género, poder, arte, historia y pueblos originarios. Una trama delirante con un lenguaje que cruza la poesía, el español antiguo y el habla actual, le da un rol a Suárez que trasciende el papel de amante en que la ha confinado la historia.    

Lecturas:
Barros Arana, Diego: Proceso de Pedro de Valdivia. 1909.
Castillo Donnay, Jeanette Georgina: La revelación de la mujer tras la conquista. 2014.
Donoso, Marcela: Pedro Lira y La fundación de Santiago. 2016.
Hanisch, Walter: Peumo, historia de una parroquia. 1963.

6 comentarios:

  1. Aquí hay argumento para toda una novela.
    Espero que estés pasando un buen verano.

    Besos

    ResponderEliminar
  2. Un tema interesante con lo cual me imagino que la obra debe de ser buena.
    Feliz domingo.

    ResponderEliminar
  3. Tema que ha picado mi curiosidad Carmen, sobretodo lo de la pintura...Voy a pasar por la bibliografía que presentas al final del post.

    Besos

    ResponderEliminar
  4. Una historia algo compleja la de esta señora.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Oportuno el toque de atención del Virrey don Pedro de la Gasca resolviendo a un tiempo dos problemas entre los que el menor no era la inminente llegada a Lima de la esposa del otro don Pedro, el de Valdivia.
    Un abrazo,

    ResponderEliminar
  6. Por esas casualidades de la vida, escribo estas líneas desde Plasencia, lugar natal de la protagonista de la entrada.
    Una chica lista, Inés de Suárez. Y valiente. Supo emplear cada etapa de su vida en lo más acertado, llegando a la madurez con el capital y los contactos precisos para tener una vejez respetable. Saludos.

    ResponderEliminar

"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.