24 de julio de 2020

Apuntes sobre la situación de las mujeres tras la revolución del 1868 (3ª parte y final)


Autora: M.ª Teresa López Hernández
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2018, pp. 46-51.


Educación

La libertad de enseñanza junto al derecho a la educación fue otro de los pilares sobre los que se fundamentó el progreso social. Las mujeres, como sujetos incluidos dentro de la sociedad, se beneficiarían de las medidas tomadas para conseguir esa regeneración, pero sin que se establecieran medidas específicas para ellas.  

 Grabado sacado de aquí

No obstante, hubo un movimiento de renovación pedagógica que se preocuparía porque las mujeres se incorporaran activamente a la sociedad y, basándose en las ideas del krausismo, crearon la Asociación para la Enseñanza de la Mujer en 1870 y la  Institución Libre de Enseñanza en 1876, que pretendía fomentar la igualdad con el hombre mediante la coeducación.[1]


Un artículo en la revista bejarana semanal La Unión (transcripción de otro aparecido en Adelante, Salamanca, 7 de septiembre de 1879) admitía el deber y el derecho a la educación femenina, ya que la mujer “ocupa hoy su puesto gozando de los derechos compatibles con la debilidad de su sexo, gracias al cristianismo y los progresos de la civilización”.[2]

 Grabado sacado de aquí

Pero, durante la segunda mitad del s. XIX, se seguía considerando que el puesto de las mujeres en la sociedad era el hogar y su misión la de ser una ejemplar esposa y madre, por lo que su instrucción debía ir encaminada a la formación de sus hijos y para aquello que los hombres esperaban de ellas.[3]

En el artículo periodístico antes mencionado se señalaban las dos cosas que había que tener en cuenta para saber cuál era la educación adecuada para la mujer: “el papel que va a desempeñar en la sociedad y sus aptitudes”. En consecuencia, “las enseñanzas deben adaptarse a su rol social que es el de esposa y madre, compañera inseparable del hombre” y, desde luego, viviendo por y para él: “consolándole en sus aflicciones y cuidándole en sus enfermedades”.

 Foto de aquí

Es por eso, que “tendrían que aprender arte culinario, planchado, corte, y otras cosas de verdadera necesidad y no los estudios que muchos padres les dan con grandes sacrificios como música, francés y labores de adorno”. Consideraban necesaria “la enseñanza teórica del bello sexo pero acompañada de la práctica en justa proporción”. 

Su educación también venía delimitada por su aptitud, que era diferente a la masculina. Aunque dotadas de imaginación más viva y mayor intuición intelectual que el hombre, “su fuerza física es menor y no están capacitadas para trabajos rudos”. El estudio de las ciencias tampoco era muy a propósito para ellas porque “aprenden pronto pero tienden a estacionarse al llegar a cierto grado de cultura”. 

 Conferencias dominicales sobre educación en el paraninfo de la Universidad

No se trataba de parecer retrógrados y desde el semanario se pedía que no les definieran, por lo anteriormente expuesto, como enemigos de la cultura superior de la mujer: “si hay alguna cuyo excepcional talento e inclinaciones la lleven al estudio de una carrera científica, admitámosla en las aulas y démosla el título que merezca […] procuremos inspirar al bello sexo amor a la ciencia; y a medida que esto se vaya consiguiendo, aumentemos los estudios creando cátedras a las que asistan las jóvenes el número de años necesarios o posible según su capacidad o las circunstancias de cada una.”

La incorporación de las mujeres al sistema educativo, tanto en niveles básicos como en niveles superiores, fue lenta. Los sistemas políticos que se van sucediendo, y especialmente los conservadores, no favorecieron su incorporación a la enseñanza ni a la vida laboral.

A modo de conclusión podemos decir que, si los medidas aprobadas a raíz del triunfo de la Revolución y durante el Sexenio Democrático no significaron un gran avance en la situación social de las mujeres, sí fueron el germen de una concienciación sobre la posición que éstas ocupaban, y sentaron los principios sobre los que posteriormente se realizaria la reivindicación de la igualdad de derechos con los hombres.


[1] SCALON, Geraldine: “Mujer e Instrucción: de la ley Moyano a la II República.” En  Historia de la Educación: revista interuniversitaria, nº 6. Salamanca, 1987, (193-209), pp. 195 y ss.
[2] “Dos palabras sobre la educación de la mujer”. La Unión, Béjar, 21 de septiembre de 1879, pp.1-2.
[3] RABATÉ, Colette: ¿Eva o María? Ser mujer en la época Isabelina (1833-1868). Universidad de Salamanca, 2007, pp.293-295.

9 comentarios:

  1. Las mujeres nunca lo hemos tenido fácil. Hoy en día parece que se van reconociendo nuestros derechos, pero todavía queda un largo camino por recorrer para llegar a la igualdad, sobre todo en algunos países y culturas.
    Me ha parecido muy interesante este trabajo sobre la mujer.
    Un abrazo

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  2. Sin la menor duda, la igualdad ha de llegar (todavía no lo es) por la educación. Aquel fue el germen de que hoy las universidades estén llenan de mujeres, si bien todavía queda escalar hasta la cúpula de la sociedad.
    Un abrazo.

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  3. Parece que se consiguió en esa época algún derecho para las mujeres como ocurrió en la segunda república que después se perdieron de nuevo. Con la llegada de la democracia de nuevo se van conquistado.

    Saludos.

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  4. Fue otro pequeño gran paso para la igualdad, pero por desgracia, y aunque han pasado casi dos siglos, aún quedan muchos pasos por dar.
    Muy interesante y didáctica esta serie, que se te agradece porque todavía hay muchísimos hombre que se creen superiores y aunque de forma más sutil que en épocas anteriores, siguen intentando perpetuar sus roles de machismo.
    Un saludo.

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  5. Fruto de que las mujeres han accedido a una educación académica, es la cantidad de profesionales que ahora encontramos en las distintas categorías.

    La mujer ha dado buena cuenta de su capacidad, a lo largo del tiempo. Es una medida que debería haberse tomado mucho antes.

    Besos

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  6. Sin duda, fue un pequeño paso en aquella época, aunque faltara mucho tiempo para que se hiciese realidad. Saludos

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  7. Yo siempre he creído que para y tener éxito, mi esposa ha apoyado e influenciado en mis decisiones.
    Pero algunos son egoístas en reconocer eso.

    Besos Carmen

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  8. Aunque la Ley Moyano estableció el la igualdad en el derecho a la educación de niños y niñas, lo cierto es que la sociedad era como era, y a las niñas se les enseñaban además de lo general, disciplinas "acordes con su género", cosa por lo demás que ha venido sucediendo hasta no hace mucho tiempo.
    Sobre el matrimonio, de la entrada anterior, como he leído en algún comentario, cuánta complicación. Conviene en estas cosas ser pragmático, y que la celebración libre del religioso implique, como ahora, la obligación de simultánea comunicación a los Registros Civiles, para su inscripción.
    Saludos.

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  9. Tenía razón Jomeini al escribir que a la mujer no debía dejársele acercar a la instrucción superior. Les das un dedo y te toman el brazo.
    Aún recuerdo a una amiga iraní de Barcelona que pasó, de ir a la Universidad en Teherán en shorts, a tener que abandonar los estudios, y vestir de negro de la cabeza a los pies sin dejar el más mínimo cabello al aire.
    El testimonio de esta mujer podría ser el de cualquiera en cualquier país, cuando no se tienen leyes que te protejan y toda la responsabilidad se le deja a Dios, a cualquiera de ellos. Un beso, Carmen.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.