Autor: Juan Antonio Frías Corsino
Publicado: El Comercio del Frío. Actas del II Congreso Internacional sobre la utilización tradicional del hielo y de la nieve natural. Museo Valenciano de Etnología. Diputación de Valencia, 2009, pp. 237-244.
Nieves perpetuas en la Sierra de Béjar
La sierra de Béjar, dentro del Sistema Central, forma parte del macizo occidental de Gredos. Esta masa montañosa propiamente dicha no ocupa más que una parte de la unidad morfológica y estructural intercalada entre las dos mesetas castellanas. Entre ella y la Sierra de Francia-Hurdes y Gata, con su prolongación en Portugal con la Sierra de la Estrella, se localiza el corredor de Béjar. Este conjunto tiene un glaciarismo cuaternario bastante acusado[1]. Según Hernández Pacheco se localizan 15 glaciares en el macizo bejarano. Hablamos de un desarrollo morfológico que se inicia con una altitud en el valle de Béjar de 936 m. y que culmina a 2.430 m. en el paraje de La Ceja.
Vista de Béjar con la sierra
Font Tullot ha señalado que el Sistema Central es una marcada divisoria climática. Por la neta extensión de este sistema según los paralelos, las sierras de Gredos y Béjar hacen de pantalla de las borrascas invernales de dirección E-W, especialmente la de Béjar que, al hacer de cierre occidental al conjunto serrano, intercepta los efectos del paso de las borrascas de procedencia atlántica[2]. Esto hace que soporte la fuerte y larga innivación del invierno, manteniendo en los nichos del los glaciares importantes cantidades de nieve. Se recuerda con facilidad entre los paisanos cómo las manchas blancas de la sierra se juntaban de un invierno a otro. En la actualidad, debido posiblemente al cambio climático, esto no sucede todos los años. Estimamos que desde mediados del siglo XVII hasta avanzado el XIX, la llamada "Pequeña era glaciar" provocó rigurosos inviernos, coincidiendo precisamente con las épocas de mayor esplendor en el comercio de la nieve.
Esta abundancia de nieve se confirma en los múltiples testimonios que pasamos a enumerar. En 1605 Cristóbal de Mesa[3] nos proporciona el primer referente literario. Este personaje extremeño vinculado a la Casa Ducal como preceptor y capellán, con suma elegancia y sensibilidad, escribe:
Gustad, señor, de aquesta vuestra villa
en la cual bien se vive y bien se bebe
por que falta el calor y sobra nieve
y hay las mejores frutas de Castilla.
El segundo testimonio, también de carácter literario, es de 1612, cuando Luis de Góngora dedica Las Soledades al duque de Béjar Alonso II:
¡Oh tú que, de venablos impedido
muros de abeto, almenas de diamante
bates los montes que, de nieve armados
gigantes de cristal los teme el cielo...
En un documento de 1685[4], otro personaje, en este caso un clérigo notable, Tomás de Lemus, en la descripción que hace de la villa renacentista “El Bosque” dice:
“Es el Bosque un sitio que junta las circunstancias mas diferentes, porque tiene la amenidad del valle, el piso de prado, lo inculto del monte, alamedas, jardines y vista de la sierra siempre nevada”.
El Bosque de Béjar y su estanque
El único testimonio pictórico es el cuadro que el duque Don Juan Manuel II solicita al pintor a su servicio Ventura de Lirios en 1725. El encargo consistía en:
“que le pinte esta su principal Villa de Bejar, su monte, sierra, Bosque, con su palacio y estanque, hermita del Catañar con su plaza de toros”.
"Vista de Béjar", de Ventura Lirios. Foto sacada de aquí
Y así lo hace, consiguiendo una maravillosa vista panorámica de 2.75 x 1.50. En la parte inferior derecha del lienzo se abre un espacio para la leyenda en la que enumera los elementos mas destacables de la Villa. Reseñamos el número 28: La Sierra de Béjar y savana perenne del enero.
Batipuerta de una casa en Candelario
Las nieves perpetuas han dejado huella tanto en la configuración del paisaje como en el desarrollo urbanístico de las poblaciones de montaña, dejándonos en herencia un valioso testimonio arquitectónico. La casa serrana se orienta y construye con materiales desafiantes al clima, protegiendo sus paramentos verticales con teja. Otra solución a la presencia de nieve en sus calles es la llamada batipuerta, un portón de media altura que impedía que la nieve penetrase en los zaguanes obstaculizando el tránsito de entrada y salida de la casa. De este interesante elemento arquitectónico, hoy curioso y llamativo, se conservan numerosos ejemplos en la arquitectura de Candelario a 1126 m. de altitud y en otros municipios del entorno serrano. Aparecen ejemplos en otras zonas como la Sierra de la Bureva, Calatañazor y Tras Os Montes, ya en Portugal.
La Sierra de Béjar nevada
Para terminar esta enumeración, citaremos la pervivencia en la toponimia del paisaje serrano de lugares relacionados con la existencia de nieve: El Nevero, El Nevazo, La Alhóndiga, Hoya Mayor, Hoya Moros, Hoya Grande, etc.
El no existir la necesidad de encerrar nieve en grandes cantidades de forma artificiosa nos ha legado un escaso numero de pozos, ya que el gran depósito de nieve era la sierra en su estado más puro. Con una pobre pero ordenada red de caminos y veredas se accedía, no sin ciertas dificultades, a la nieve, que se utilizaba tanto para el consumo local como para ponerla en ruta hacia otras poblaciones demandantes. Dominaba la red caminera la importante calzada romana llamada Vía de la Plata con su desarrollo secundario. Cañadas trashumantes que recorren este territorio, cordeles, coladas y veredas, formaban el mapa caminero, que se usó para llevar la nieve a puntos como Salamanca, Alba de Tormes, Ciudad Rodrigo, Zamora, Plasencia, Cáceres, Mérida y Badajoz.
Continuará
[1] JUAN J. SANZ DONAIRE. El Corredor de Béjar. C.S.I.C. Madrid. 1979.
[2] V.A. Gredos. La sierra y su entorno. MOPU. Madrid. 1990.
[3] JOSE L. MAJADA NEILA. Cristobal de Mesa (1559-1633). Paisajista del Bosque de Béjar. Béjar. 1994.
[4] A.H.N. sec.Osuna. leg 255-18
Cuando la materia prima es tan abundante, en este caso la nieve, no hacen falta demasiados pozos para conservarla. Me imagino que la transportarían protegida por paja para que aguantara más tiempo.
ResponderEliminarUn saludo.
Sin embargo, por mi ciudad, es bien raro que aparezc la nieve.
ResponderEliminarBesos
Por aquí como no nieva nunca, hasta que no llegaron los repartidores de hielo, con sus barrar sobre una tela de saco al hombro, imagino que se tendría que tomar todo a temperatura ambiente, y las conservación se haría a base de salazón.
ResponderEliminarUn abrazo, Carmen.
Decirte que por aquí a la altura de San Juan de Sahagún 12 de Junio como mucho se ve la nieve de mi ultimo reportaje. Comento esto porque cuando estuve por la Sierra de Francia en la de Béjar se veía bastante nieve y una persona me comento que antes era mucho mas.
ResponderEliminarSaludos.
He estado revisando, sobre eso pozos, en otros lugares de España y al parecer no eran infrecuentes.
ResponderEliminarBesos
Ya veo que este trabajo fue publicado por la Diputación de Valencia. No es de extrañar pues en las sierras valencianas, en especial entre las provincias de Valencia y Alicante la industria de la nieve fue importante. Aún se conservan buenos ejemplo de pozos de nieve, algunos de bella factura, como la Caja Arquejada, a la que dedique unas líneas en mi blog hace tiempo. Y me ha gustado mucho conocer en la entrada anterior esa bebida llamada aloja de la que no había oído hablar.
ResponderEliminarUn saludo.
Interesante esta entrada, bueno, como todas las tuyas que nos abres puertas para que cada vez conozcamos algo más, por ejemplo el hecho curioso de transportar la nieve hacia otras poblaciones que la necesitaban.
ResponderEliminarEstuve en Candelario y recuerdo esas batipuertas. Todo el pueblo tiene un encanto especial.
Cariños y buen fin de semana.
Kasioles