27 de mayo de 2022

El desaparecido Rincón del Santo y las misas del Corpus en El Salvador (2ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Béjar en Madrid, 2021.

 

        Quien escribe la transcripción que cierra el artículo anterior es Fray Liciniano Sáez[1], archivero de la duquesa de Osuna y de Béjar doña Mª Josefa Alfonso Pimentel, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, hombre culto y metódico que poseía la sana costumbre de incluir una página de resumen a modo de portadilla en cada documento y o grupo de ellos, con jugosos comentarios de clara letra, una delicia para los que nos adentramos en los intrincados juegos de la paleografía. Atengámonos a esa descripción: un corredor se desplegaba desde la torre-campanario hasta la puerta principal de El Salvador con acceso desde la tribuna cuya función se centraba en comunicar dos altares, uno situado en su principio, dedicado a San Pedro (veremos que a este espacio se le llamaba Rincón del Santo), con apertura hacia el exterior por medio de una claraboya, y otro sobre la puerta principal[2], adornado con azulejos, dedicado, al menos en el siglo XVIII, a la Virgen de la Paz.

 Detalle del arranque de un arco gótico embebido en la pared 

de la tribuna actual de El Salvador


            Desconocemos si el templo primigenio contaba con un corredor de comunicación desde la tribunas a estos dos espacios abiertos, como hemos comentado en el artículo del número anterior de este periódico, pero la documentación nos ofrece pistas que pueden encaminarnos a dar por buena esta creencia. Veamos.

      Por ceñirnos cronológicamente a las reformas emprendidas a lo largo del tiempo, tras las grandes obras de Diego de Torres a finales del siglo XVI, en 1638 una parte de la tribuna se eliminó o se redefinió el espacio ocupado por ella para construir el coro alto[3], distinguiendo la documentación manejada entre tribuna vieja y tribuna nueva. Estas denominaciones no hacen sino confirmarnos que Diego de Torres mantuvo en parte las soluciones preexistentes, pues no se concibe que sólo cincuenta años después de la redefinición del templo se acometiesen obras de gran calado que implicasen una destrucción parcial del mismo. Quizá el maestro cantero amplió la nave central incorporando las tribunas originarias sostenidas sobre capillas entre contrafuertes, es decir utilizándolas en parte para ofrecer una mayor amplitud, de tal manera que coexistieron los grandes arcos escarzanos con las tribunas medievales y el corredor de acceso a los altares, hasta que a principios del siglo XVII, como decimos, se configurase una tribuna nueva en el espacio del coro recién construido. En este sentido, a mediados de esa centuria se anotan numerosos gastos a cuenta de la reforma de la tribuna incorporada al coro en madera y piedra.

            La función de estos altares elevados y abiertos al exterior no sólo se ceñía a la celebración de misas el día del Corpus, sino que pudo tener otras en la Edad Media que se nos escapan. Si nos atenemos a su función defensiva, como herederas de los pasos de ronda de las iglesias fortaleza, cabe preguntarnos si El Salvador pudo ser un templo concebido con estas características en sus orígenes. No sería extraño si tenemos en cuenta un contexto próximo de emplazamiento del castillo y despliegue de murallas. 

 Nuestra Señora de la Granada en Llerena

 

       Si lo pensamos con detenimiento también responde a este esquema el edificio de San Juan Bautista, con su torre defensiva y su nexo con el templo a través de un arco o puerta de muralla desde el siglo XVII integrada en la propia iglesia a través del coro bajo y que sirve como capilla bautismal. Tampoco habría que desdeñar la función ceremonial de estos corredores y altares abiertos a un espacio tan representativo como la Plaza Mayor, probablemente vinculado al Cabildo Eclesiástico. O quizá empezó por un origen defensivo para pasar a otro meramente representativo. En este sentido tenemos un ejemplo más o menos cercano en la iglesia de San Martín de Trujillo (Cáceres) que presenta una tribuna o capilla abierta entre contrafuertes sobre su puerta principal, curiosamente también emplazada en la Plaza Mayor. 

 

 San Martín de Trujillo

 

            Durante el siglo XVIII, continúan las obras en la tribuna y en el corredor. En la mayordomía de 1716-1717 se apunta que «se le abonan 149 reales que costó haber pagado a Joseph Alonso, maestro de cantería, por hacer el portillo de la pared de cantería de la tribuna que da a la plaza y enderezar el arco y asentar la vidriera de las ventanas de dicha tribuna y rellenar un pedazo de dicha pared[4]». Sin embargo, las modificaciones más importantes en este espacio parecen haberse acometido en 1754. Es entonces cuando se «abonan las cantidades siguientes por las obras de poyo a la Plaza todo de cantería que principia desde el Rincon hasta la escalera redonda inclusiva que sube al postigo nuevo, hacer dicho postigo y ventana en la sacristía y mudar la torrecilla del esquilón y ponerla sobre la pared de dicha sacrístia con lo anejo del suelo de ladrillo y reboque de paredes de dicha tras-sacristia[5]». De hecho existe una inscripción en una ventana cegada abierta entre el Rincón y el coro bajo donde reza el año de 1757 a simple vista, quizá la fecha de conclusión de estas obras comenzadas seis años antes.

Continuará



[1] Fernando CRIADO, Viajes y maravillas de un prior de San Frutos del Duratón en el siglo XVIII. Una pequeña aproximación a la apasionante vida de Fray Liciniano Sáez, Pozuelo de Alarcón, 2014. Y CASCÓN MATAS, Carmen, y RIVADENEYRA PRIETO, Óscar. Presencias y ausencias. Vicisitudes en la documentación medieval del Archivo Histórico de Béjar, en Fuero de Béjar (c. 1250). Estudios, edición y facsímil. RUIZ ASENCIO, José María, RUIZ ALBI, Irene, y HERRERO JIMÉNEZ, Mauricio (coords.). Diputación de Salamanca, Instituto Castellano leonés de la Lengua, Universidad de Salamanca. Salamanca, 2019.

[2] El cuadro de Ventura Lirios Vista de Béjar no refleja estos dos altares al mostrar sólo la fachada norte y oeste del templo.

[3] Las anotaciones se corresponden con las obras del coro bajo y la ampliación en altura de la torre. Archivo Parroquial de El Salvador de Béjar (APESB). Libro de fábrica (1621-1704), f. 101.

[4] APESB. Libro de fábrica (1708-1736), f. 53.

[5] APESB. Libro de fábrica (1730-1763), f. 178. En esta anotación se desglosan los gastos de mudar la campana de la torrecilla, reparos de tejado y portada de la puerta nueva de la tras sacristía.

 

9 comentarios:

  1. Me encanta tu página, pero desde la versión móvil el poner la letra gris sobre fondo blanco se lee fatal, vamos, que apenas se puede leer. Gracias

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    1. Pues no he hecho ningún cambio al respecto últimamente y en mi móvil lo veo igual que en el ordenador, con las letras negras sobre fondo crema, ya to en su versión móvil como en versión web en el propio móvil. No sé si puede ser debido a la configuración de cada teléfono.
      Gracias por avisar de todos modos.
      Saludos.

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  2. Creo que con estos artículos nos estas acercando a la festividad de Corpus y sus hombres de musgo y desde esas tribunas lo disfrutarían las clases elevadas de aquellos tiempos.

    Saludos.

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  3. Ya te comenté antes que todo cambia. No sé si será para bien o mal, pero cambia.
    Besos Carmen

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  4. Ángel Mª Ridruejo Cabezasdomingo, 29 mayo, 2022

    Me encanta cuando los historiadores sabéis combinar eficazmente el trabajo de gabinete con el trabajo de campo y cuando sabéis plasmar los hallazgos de un trabajo en otro. Enhorabuena, Carmen.

    Sobre los altares abiertos al exterior -no sé si éste de San Salvador es el caso- existe la figura arquitectónica del "conjuradero": una especie de tribuna desde la cual el sacerdote impetraba la protección de las potencias divinas en las fechas cruciales para el agro: la próxima siembra, la próxima siega, la próxima vendimia,... ante adversidades sobrevenidas que dieran al traste con la economía del lugar: sequía pertinaz, heladas extemporáneas, o el tan temido pedrisco... De ahí su apertura a la plaza mayor, en donde el pueblo en masa participaba catárticamente de las rogativas, y a una cierta altura, encarando al cielo, de donde podía venir físicamente el daño y milagrosamente el remedio que se imploraba.

    Se agradece que para ilustrar tu artículo traigas imágenes de mi tierra extremeña. En nuestra iglesia parroquial de Villanueva de la Serena quedan vestigios en la fachada de haber existido el tal "conjuradero". En la vecina Don Benito se conserva bastante bien, aquí te pongo un par de enlaces en donde se dan algunos apuntes, por si es de tu interés:
    https://dovane63.blogspot.com/2018/07/don-benito-las-tormentas.html
    https://dovane63.blogspot.com/2017/09/don-benito-curiosidades-de-la-iglesia.html

    Un saludo muy cordial.

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    1. Muchísimas gracias por tu interesante comentario, Ángel. Aquí en Béjar se documentan dos o tres lugares desde los que anualmente se solicitaban al cielo buenas cosechas, tales eran la Peña de la Cruz (un lugar singular con evidentes signos de ritos prerromanos) o la iglesia de Santo Domingo, con lo cual digamos que esa teoría tan excelentemente bien expuesta podría no ser válida al menos para la Edad Moderna. Si estamos hablando de que esa tribuna abierta al exterior se construye a partir del siglo XVI, con la ampliación del templo, sin duda el motivo es la fiesta del Corpus, una causa no aplicable a épocas anteriores, claro. Si su existencia es anterior al siglo XVI y el motivo es el Corpus, no podría ser anterior al siglo XIV cuando se instituye en la ciudad y en Europa.
      Pero la reflexión, insisto, es interesantísima.
      Muchas gracias, Ángel, y un abrazo.

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  5. Felicitaciones Carmen por tu recepción y discurso en el Centro de Estudios Bejaranos. Me contó Jerónimo y me envió el libro. Desde Chile, Jorge Zúñiga R.

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    1. Muchas gracias, Jorge. Sí, para tierras chilenas va el discurso. Espero que te guste.
      Un abrazo.

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  6. Leer sobre la existencia de estas tribunas y corredores al exterior, nos dan una información sobre los templos sobre detalles que nunca te los planteas. Los ves, pero no te provocan interrogantes sobre su utilidad. Otra curiosidad es preguntarte qué debió pasar para que desaparecieran las partes de un edificio religioso cuando te encuentras un contrafuerte solitario o un arco embebido en una pared, a veces con la urgencia de acabarlo a toda prisa (en catalán, a correcuita), o de elaboración primorosa como en el caso que nos muestras.
    De ahí lo interesante de tu texto, Carmen. Abrazo.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.