Autora: Josefa Montero García
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas 2022, pp. 54-56.
Introducción
La prensa bejarana de hace poco más de un siglo nos muestra una vida cultural bastante activa, con numerosos espectáculos y veladas, que solían incluir alguna zarzuela. Queremos ocuparnos aquí de alguna de estas actuaciones, donde participaban bejaranos de distintas edades, que acudían a escenarios como el Teatro Cervantes, el Salón Variedades, el Colegio Salesiano o el salón del Centro Social. Nos ocuparemos tanto de compañías y actores profesionales, como de la actividad de los numerosos aficionados, que dedicaron su tiempo libre a la distracción de sus conciudadanos.
Teatro Cervantes de Béjar. Foto de aquí
Para realizar este pequeño recorrido por las piezas teatrales que en este contexto se representaban, especialmente las zarzuelas, hemos recurrido a las principales cabeceras bejaranas, que incluyen noticias, críticas y detalles de los espectáculos, permitiéndonos reconstruir en parte aquel ambiente y fijarnos en las personas que lo hicieron posible. La programación de estos espectáculos estaba en sintonía con lo que ocurría en otras poblaciones españolas, aunque obviaremos la comparación por no alargar estas líneas.
Moralidad y clases de zarzuelas
Especialmente en los sectores conservadores, se prestaba mucha atención al carácter más o menos moral de las zarzuelas que se representaban en Béjar. A punto de abandonar el siglo XIX, el semanario bejarano La Victoria defendía las diversiones sanas y constructivas y temía que muchas piezas del género chico que se programaban en Béjar no se ajustasen a esta categoría. Poco antes de las ferias de septiembre de 1899, un redactor consideraba que las piezas escogidas no eran buenas y afirmaba que había bejaranos que al ver el programa, habían pedido al empresario que sustituyera parte del contenido por “por obras que pudieran ver las personas decentes”[1].
Ocho años después Santiago Agero Brochín, director de La Victoria[2], citaba un escrito de Luis Caballero Noguerol en el salmantino El Adelanto, que informaba de que en Béjar se había creado una empresa nueva, con más de treinta accionistas, que pensaba representar zarzuelas chicas y le auguraba poco futuro, pues creía que el público femenino no querría asistir y, como consecuencia, tampoco lo haría el masculino. Sin embargo, Caballero estaba seguro de que aquellas mujeres sí acudirían a ver esas mismas obras en Madrid. Agero señalaba que la “zarzuela chica, hablando en general, es sinónimo de zarzuela indecente” y alababa que el público femenino no fuese a verlas e instaba a Caballero a decir nombres y apellidos de las féminas que no verían estas obras en Béjar, pero sí en Madrid, pues estaba acusando a todas las bejaranas de hipócritas. Solo unos días después La Victoria alababa que se hubiera representado Marina de Emilio Arrieta, programada “después de tanta indecencia”, aunque la interpretación había sido “regular” y había incluido couplets que no pertenecían a la obra original[3].
En sentido opuesto se expresaba El Combate en las mismas fechas, alabando la zarzuela Ruido de campanas del maestro Lleó, que había sido “tan del agrado del público, que la empresa se ha visto obligada a repetirla”[4]. Indicaba que el teatro había estado prácticamente lleno y que el público rechazaba las “campañas” de algunos medios de comunicación.
Panfleto de la representación de Marina en Vigo. Wikipedia
Se integraban en el género chico las zarzuelas en un acto, de carácter generalmente costumbrista y elementos cómicos, donde el público podía verse de alguna forma identificado. Estas piezas se contraponían a la zarzuela grande, más extensa y de carácter más serio y lírico. El género chico tenía gran aceptación por toda clase de público y su breve duración posibilitaba combinar estas piezas en la misma velada con otras obras teatrales, recitaciones poéticas y distintos números musicales. Todas las zarzuelas alternaban partes habladas y partes cantadas.
Como ejemplo de representación de óperas y zarzuelas grandes con carácter operístico, el periódico quincenal Patria y Letras alababa a la compañía que actuó en Béjar en las ferias de mayo de 1903. Esta debutó el 28 de abril con Marina, con libreto de Miguel Ramos Carrión y música de Emilio Arrieta. La obra fue concebida en formato de zarzuela de dos actos –que parece que fue la que se interpretó en la ocasión que antes citábamos-, pero Arrieta la había transformado en ópera en 1871, con un gran éxito, que se repitió en nuestra ciudad, según leemos en aquel periódico.
Fotografía antigua del Teatro Cervantes de Béjar.
Archivo Fotográfico y documental de Béjar
En los siguientes días se pusieron El Juramento y la Tempestad, ambas zarzuelas grandes en tres actos, la primera estrenada en 1858, con texto de Luis Olona y música de Roberto Gaztambide y la segunda en 1882, con texto de Ramos Carrión y música de Ruperto Chapí. Si nos basamos en esta información, al menos en los primeros días no hubo género chico en aquellas ferias, donde músicos y actores tuvieron una actuación memorable, según el redactor de Patria y Letras, que esperaba “que el público asista a las funciones restantes estimulados por las hermosas obras que están anunciadas”[5].
Parece que el hecho de que se anunciase una zarzuela grande no garantizaba para algunos la moralidad del espectáculo, pues también las había “poco recomendables” y, a veces, ante la posibilidad de que animase a los espectadores a no acudir, la empresa informaba equívocamente a La Victoria, con lo que el periódico ya no se fiaba. Esto pudo ocurrir en diciembre de 1910, cuando el rotativo protestaba sobre el contenido de una pieza y se alegraba de que “cierto público no reincidió yendo a verla la segunda noche”[6]. Esta afirmación sugiere que cuando las obras se representaban durante varios días, una parte del público volvía a ver las que le habían satisfecho.
Continuará
[1] La Victoria, nº 269, 23/9/1899, p. 1.
[2] Agero Brochín, Santiago. “Eso no puede pasar”. La Victoria, nº 684, 7/9/1907, p. 1.
[3] La Victoria, nº 688, 5/10/1907, p. 2.
[4] El Combate, nº 36, 12/10/1907, p. 3.
[5] Patria y Letras, nº 34, 1/5/1903, p. 3.
[6] La Victoria, nº 853, 3/12/1910, p. 3.
Un tema interesante, para los aficionados a la música, como es mi caso. Desde que estaba en la cuna he escuchado música, por la frecuencia con que la escuchaba mi padre.
ResponderEliminarLa ópera Marina, la primera vez que la vi, fue con 12 años en Madrid y me llevaron mis padres.
Besos.
Algo que nos dice del ámbito cultural del Béjar de hace un siglo con la representación de esas zarzuelas y por lo que veo el libreto de algunas de ellas era el zamorano Ramos Carrión.
ResponderEliminarSaludos.
No he asistido nunca a una zarzuela. Pero sí me crié escuchándolas en un pequeño picú que tenía mi padre. Era un gran amante de esa música.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nunca hubiera dicho que los bejaranos fuesen capaces de ver obras que no fueran decentes. ¡Por Dios!
ResponderEliminarY mira que a mí siempre me gustó el "género chico", la zarzuela, aunque lo haya visto pocas veces, como el vodevil y la revista, otras piezas que me gustan pero ya no se representan.
No hace muchos años, estando en Portugal con unos familiares de allí, al pasar por un antiguo teatro en el que anunciaban una "Revista à portuguesa", un burlesque, y decir que quería asistir, se me echaron encima, no se lo podían creer. Debo ser muy primitiva.
Buen reportaje que seguiré.
Me gustan mucho la zarzuelas aunque solo he asistido una vez, de género chico no he visto nada porque no he tenido la ocasión y no me hubiera considerado indecente por ir a ver alguna.
ResponderEliminarAbrazos.