23 de agosto de 2024

Calendario festivo bejarano anterior a 1950 según el libro "Cuentos Bejaranos" de Ángel Calles (1ª Parte)

Autora: Carmen Cascón Matas

Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2023, pp. 10-15.

 

            El día a día de cualquier ser humano está trazado de rutinas. La vida es un edificio de rutinas, un edificio cuyos ladrillos no dejan de ser las más de las veces iguales unos a otros. O eso nos parece. En realidad, cada uno de ellos está amasado con un adobe de momentos inigualables, aunque no seamos conscientes de ello las más de las veces. Aun con todo, el calendario se impone a la par que el peso de la sociedad sobre nuestras vidas, siendo casi imposible huir de fiestas y celebraciones, bien colectivas o familiares, bien religiosas o civiles, espolvoreadas sobre el pastel de nuestros días.

 Fotografía de Ángel Calles Cerrudo aparecida en el libro de la Ofrenda a la Santísima Virgen del Castañar, vol. I, 1954, p. 817.

 Libro Cuentos Bejaranos, de Ángel Calles Cerrudo

            Muchas de estas fiestas colectivas bejaranas han sido recogidas por escritores locales dentro de la investigación de la etnografía o como condimento sazonador de sus creaciones literarias. En este artículo divulgativo vamos a huir de lo histórico para caer en brazos de lo cotidiano, acercándonos a la forma en que nuestros antepasados celebraban distintas citas del calendario en la primera mitad del siglo XX. Para ello seguiremos las descripciones de Cuentos Bejaranos, escrito por el bejarano afincado en San Sebastián, el farmacéutico Ángel Calles Cerrudo (que merece una biografía). La publicación es una compilación de relatos que vieron la luz en Béjar en Madrid con anterioridad a 1950. De hecho, un análisis más exhaustivo nos daría pie a datar cada uno de ellos en distintas décadas atendiendo a detalles aparentemente anecdóticos. Me van a permitir la licencia de no rastrear las celebraciones siguiendo la paginación del libro, sino colocándolas cronológicamente y obviando, claro está, la narrativa interna del relato, donde dan calor y cercanía, incluso contextualizan y emplazan, a los personajes. 

 

 Fotografía antigua de la Calle Mayor. Foto Documentos Béjar

            Ayer como hoy el calendario comienza con el Año Nuevo. A principios de siglo existía una tradición muy bejarana: desde el 8 de diciembre, los ancianos de la Casa de Caridad tenían como uso y costumbre vender papeletas para la rifa de un cerdo en la primera jornada del año siguiente a las doce de la mañana. En ese recorrido por Béjar a la busca y captura de compradores, llevaban atado al animal con una cuerda como reclamo y, por si esto fuera poco, el cortejo se abría a golpe de bombo. Los niños se acercaban al cerdo, poniendo las manitas sobre su lomo y pidiendo a sus mayores la compra de papeletas. 

       El 1 de enero, en un local que Calles no nombra, la junta de la Casa Caridad efectuaba el ansiado sorteo y, una vez realizado, los ancianos salían voceando y recorriendo Béjar en busca del ganador. Enero es el mes de la matanza, el mes en que se materializan las chichas y los mondongos, el mes en que se hacen las morcillas y los chorizos para todo el año. La matanza se efectuaba por un matarife que salía a cuenta del agraciado, que todo no iban a ser regalos. Los protagonistas del cuento «comieron sopas con huevos y tajadas, migas con chicharros y riñones e hígado fritos». Los niños «se dieron cuenta de lo que era la preparación de la manteca y confección de embutidos y hasta ayudaron a mover la embutidora de palanca y a colgar lo que se iba haciendo y atando».

            En la actualidad la Semana Santa está cobrando unos bríos nunca vistos antes en nuestra ciudad. En la primera mitad del siglo XX, existían actos religiosos que Calles elige como telón de fondo de sus narraciones. El Domingo de Resurrección comenzaba a primera hora con el rezo del rosario de la Aurora y después «la procesión del Resucitado desde la iglesia de Santa María hasta la de San Juan, para volver a las ocho de la mañana a la Plaza Mayor, encontrándose allí con la procesión de la Virgen, que sube desde Santa María». En ese punto, se rendían las banderas. Al terminar la misa de once de San Juan, el destacamento de Infantería alojado en el Palacio Ducal formaba en el atrio y, a son de clarines y tambores, regresaba a su cuartel ante la mirada atenta de los transeúntes.

Tarjeta postal de El Bosque. Foto sacada de aquí

 

        Calles decide que los personajes de su cuento sean invitados a la fiesta que ofrecía en El Bosque su dueño, Cipriano Rodríguez Arias. Para facilitar el acceso a la finca, se ponían a disposición de los invitados coches frente a la farmacia de Bernabé Poyo, en la Puerta de la Villa. En mesas corridas, los reunidos degustaban hornazos «con el mejor lomo y jamón y los más ricos embuchados» de la panadería de Castrillón. En la sobremesa subían a las barcas y remaban en las aguas del estanque, admiraban la variedad de flores y lo «bien cuidado que estaban los macizos, paseos, arbolados e invernaderos y hasta los diversos juegos de agua, que se dejaron aquella tarde correr y que al final proporcionaron más de un susto y remojón de los que desconocían la malicia con que algunos fueron puestos, ocultos entre el ramaje, para sorprender a las parejas que allí acudieran». 

 

 Foto antigua de la procesión de San Gregorio. 

Foto sacada de Documentos Béjar


            Saltamos al 9 de mayo, festividad de San Gregorio, por la que Ángel Calles debía de sentir una especial predilección porque la menciona en varios de sus cuentos. Describe el cortejo de bandadas de niños (trescientos, contabiliza) acompañando al santo que partía desde la iglesia de San Juan hasta Santana portando ramas con flores, mientras se disparaban cohetes, tañía la campana del reloj de San Gil y tocaba la banda de don Gonzalo Martín. A mayores, el autor menciona el caso de un fabricante -no sabemos si inspirado en alguien concreto- llamado Gregorio, que en el día de su santo invitaba a comer a los obreros de su fábrica. Las mesas las llenaba de viandas: vino aloque, truchas del Barco, entremeses, café, cigarrillos, puros, roscones y pasteles. No podía faltar un suculento calderillo preparado ex profeso en el corral del edificio fabril.

 

Continuará

2 comentarios:

  1. Muchas fiestas y costubres aún se conservan. Los pueblos siempre han procurado conservar sus fiestas y tradiciones.
    Feliz fin de semana. Un abrazo.

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  2. Antes y en especial en el mundo rural se solían celebrarse muchas fiestas.

    Saludos.

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"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo." Óscar Wilde.