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1 de febrero de 2016

Sobre"La Duquesa y el Deán -Historia de una Ambición-", de Jesús Vicente Cano Montero, o la Odisea de un Libro



 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

         Estoy seguro de que la referencia sobre este libro (novela histórica) la encontré en Pinceladas de Historia Bejarana, pero no he podido confirmarlo. Es mucha la información que entrega este blog. El caso es que el tema que trataba me quedó dando vueltas, y me puse en acción hasta que lo tuve en mis manos. El cómo y lo que tardó es motivo del comentario final, y ahora vamos al quid, como decían los romanos.




La Duquesa y el Deán –Historia de una ambición-, de Jesús Vicente Cano Montero, 2011



         La duquesa es doña Leonor Pimentel y Zúñiga, sobrina y mujer de Álvaro de Zúñiga y Guzmán (qué machista es la lengua española; tiene su contrapartida en el homme de la francesa. Podría haber escrito esposa, cónyuge, consorte, pero sonaba cursi para el caso), por entonces conde de Plasencia y duque de Arévalo, futuro I duque de Béjar. El deán es mosén Diego de Valera (Diego de Jerez en el texto), conquense, educador del hijo de la pareja, Juan de Zúñiga y Pimentel, maestre de Alcántara (Torres y Franco-Romero, Lucas de: Mosén Diego de Valera: Su vida y obras, 2008; Cátedra, Pedro M.: La historia de la Casa de Zúñiga otrora atribuida a mosén Diego de Valera, 2003; Scandellari, Simonetta: Mosén Diego de Valera y los consejos a los príncipes, 2007).


4 de enero de 2016

Cinco referencias rimadas a la heráldica de los duques de Béjar



Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez


La primera alusión versificada al emblema que más adelante identificará a los duques de Béjar aparecería en el manuscrito titulado Becerro de las Behetrías de Castilla, mandado a redactar entre 1350 y 1366 por el rey Pedro I (el Cruel) a solicitud de las Cortes de Valladolid. El códice tenía por finalidad inventariar a la nobleza castellana y delimitar sus derechos frente a los del rey y los del pueblo.




Primera página del manuscrito Behetrías de Castilla y edición de 1891



El texto, impugnado por algunos por no corresponder al lenguaje de la época, describe la enseña de los miembros del linaje que participaron en la batalla de Las Navas de Tolosa (1212): Vi en campo de limpieza –cerca del muy alto carro – la banda de fortaleza –con cadena de nobleza –y sangre del rey navarro. Y que con la cruz preciosa –en las Navas de Tolosa –se ganaron en un día –cuando Zúñiga vencía –con su lanza victoriosa. El campo de limpieza se refiere al fondo plateado del escudo, que en versión de bandera se reemplazaba por el blanco. 


16 de agosto de 2015

Reseña de "Fin Final (Un texto de goce solo para cuerdos)", la primera novela de Luis Rodríguez

    Autora: Carmen Cascón Matas        

      ¿Cómo podría yo definir, pobre de mí, en pocas palabras la novela de Luis Rodríguez Martín “Fin Final (un texto de goce solo para cuerdos)”, publicado por la editorial TGC de Luis Francisco Martín? En este instante en que acabo de sobrepasar la página encabezada por la palabra final, es decir, la que teóricamente concluye la narración, me doy cuenta de que quizá este final no es tal, sino una continuación. ¿Son las 75 páginas que la conforman un prólogo, una invitación al lector a continuar? Con un final abierto como el que nos propone su autor me atrevería a decir que ese categórico y repetitivo, por ser sinónimo, título compuesto por dos palabras de significados tan adyacentes podría esconder una negación: dos fines pueden ser un principio, como dos negaciones una afirmación.


                Protagonizada por un periodista de 59 años hastiado de la vida, sus pasos aventureros son, nada más y nada menos, que un paseo marcado por el devenir cotidiano aderezado por un misterio insondable con pizcas de rutina y delirio. ¿Novela negra? ¿Metafísica? La aparición del cadáver asesinado de una mujer junto a las tapias del cementerio será el hilo conductor por el que Ángel, el periodista, se mueva con el fin último, aunque no el único, de descubrir las circunstancias del macabro hallazgo. Junto a él desfilan personajes de la fauna cotidiana: Ricardo, el comisario bigotudo; Fran, el de la barra del bar La Sirena; Jovanonic, la bruja de brazos siempre abiertos; Mañolón y Clint… Y música de fondo. La novela está salpicada por una banda sonora palpitante sugerida por el autor para cada escena, de ahí que en la presentación del libro se atreviera a comentar que deberíamos leer sus páginas bajo los sones de cada tema. Y literatura. Pío Baroja y Eduardo Zamacois aparecen y desaparecen como los ojos del Guadiana, con el “hombre pequeñito”, amarillo y poblador de sueños, campeando con su sombra por las calles donde se desarrolla la acción. Los guiños a Kafka, Larra, Cela, Poe, Cervantes y algunos más nos asaltan en cada página ávidos de ser descubiertos por el hambriento lector.

9 de febrero de 2015

Ecos de Béjar en Chile (2ª Parte)




 Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

Todos los biógrafos de Alonso de Ercilla y Zúñiga (Madrid 1533-1594) coinciden en destacar su vínculo familiar con los duques de Béjar a través de su madre doña Leonor de Zúñiga, asunto que confirmaba la condición de noble del autor de La Araucana. En la corte de Carlos V, donde se crió como compañero del príncipe Felipe y a la que su madre viuda había ingresado como guardadamas de la reina al intercambiar el cargo por su señorío de Bobadilla, había por lo demás otros Zúñiga del mismo linaje, y el propio emperador contaba en el gobierno, intra y extra peninsular, con la colaboración de varios de ellos, concediéndoles grandes distinciones y privilegios y dispensándoles una estrecha amistad.




Retrato de Alonso de Ercilla y Zúñiga pintado por El Greco, Museo Hermitage



Consciente de la importancia del apellido de su estirpe materna, de las cuatro menciones que hace de sí mismo en La Araucana tres son sólo con el apellido Zúñiga. También lo hacían así sus hermanas, que firmaban María de Zúñiga y Ercilla y María Magdalena de Zúñiga respectivamente, según lo rescata el historiador chileno José Toribio Medina en su Vida de Ercilla, 1917, y no menos otro hermano, Juan de Zúñiga y Ercilla, nombrado capellán de Carlos V en 1535.    

          

 



Firmas de las hermanas de Alonso de Ercilla y Zúñiga


26 de enero de 2015

Juan Eduardo Zúñiga, "maestro de la literatura" (2ª Parte y final)



Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 15/08/2014, nº 4.710, p. 4.

A juzgar por las alusiones a la infancia que nuestro protagonista, el escritor Juan Eduardo Zúñiga, ha hecho en diversas entrevistas, siempre refiriéndose a ella como un periodo triste y de intensa soledad, la relación que pudo tener con su progenitor (don Toribio Zúñiga) debió quedar marcada por las distancias que entre ellos puso el modo distinto, e ideológico, de entender la vida y, más concretamente, los problemas de España

 El escritor madrileño Juan Eduardo Zúñiga


 Su padre, el bejarano Toribio Zúñiga Sánchez-Cerrudo 


El caballero monárquico, religioso y conservador que fue don Toribio chocó con la disposición más abierta y el punto de vista social de su hijo Juan Eduardo, que en todo caso también se mostró crítico con todo proceder violento e injusto, viniera de donde viniera. Ese carácter quedaría definido a partir de la vivencia determinante de la Guerra Civil y de los primeros años de la posguerra, cuando apenas era un niño de diez o doce años;  no solo en la percepción de las injusticias bélicas, sino también en la configuración del tema central de su obra literaria. Los temas no los eliges sino que te eligen, y a veces de manera traumática. 

19 de enero de 2015

Juan Eduardo Zúñiga, "maestro de la literatura" (1ª Parte)



Autor: Óscar Rivadeneyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 1/08/2014, nº 4.709, p. 14.

Permítanme que defina al personaje que nos ocupa con el contundente calificativo con el que lo suele saludar el novelista Antonio Muñoz Molina: el de “maestro”. Y es que la veteranía en las letras y la intensidad literaria, unidas a la honestidad de su obra, hacen a nuestro protagonista acreedor de tan incontestable sobrenombre. ¿Por qué dedicar una  entrada en este blog a la figura enjuta, casi quijotesca, de un octogenario escritor madrileño que redacta sus textos a mano frente a la frondosidad del Retiro, llamado Juan Eduardo Zúñiga? Quizá su apellido, de tantas reminiscencias aristocráticas y tan unido atávicamente a la historia de Béjar, pueda darnos pistas. Incluso a través de él logremos vislumbrar las razones genéticas de una vieja tradición familiar alrededor de la literatura que ha fraguado en Juan Eduardo Zúñiga como su último vástago.

 Toribio Zúñiga Sánchez- Cerrudo, según Antonio Solís Ávila

 Hablemos, antes que nada, de su progenitor. El padre de nuestro protagonista no era otro que Toribio Zúñiga Sánchez-Cerrudo, creador de la moderna farmacología española; y a mi juicio el más ilustre de los bejaranos del siglo XX, sobre todo si tal honor se definiera por méritos académicos[1]. No habría espacio suficiente en estas páginas para relacionar de modo completo los valores profesionales, títulos, honores y condecoraciones que jalonan la biografía de don Toribio. Como doctor en farmacia ayudó  en la fundación de su Real Academia, de la que fue presidente y secretario perpetuo, ejerciendo de farmacéutico del Rey Alfonso XIII desde 1925 hasta la renuncia de este último como Jefe de Estado en 1931. Al mismo tiempo son innumerables los trabajos de corte científico que publicó, destacando su póstuma “Historia de la Real Academia de Farmacia”[2]

24 de noviembre de 2014

Los Teixidor, embajadores bejaranos y el médico de Hemingway (4ª parte y final)


Autor: Óscar Rivadenyra Prieto
Publicado: Béjar en Madrid, 18/07/2014, nº 4.707, p. 4.

Terminábamos el último de nuestros artículos hablando de la relación entre los nietos de Luisa Rodríguez Yagüe (familia, como decíamos, de embajadores, intelectuales, artistas y científicos)  separados necesariamente por el desdoblamiento del país en las “dos Españas”, pero unidos en tales adversidades bélicas y pos-bélicas por los inquebrantables lazos de la sangre. 
 
El hijo díscolo, ideológicamente hablando, de doña Luisa, fue Ruperto Sánchez Rodríguez, bejarano de nacimiento que hizo sus estudios medios en Barcelona y universitarios en Salamanca, trasladándose a Madrid donde logró notoriedad como médico tocólogo. Su carácter izquierdista contrastaba con el resto de la familia, muy conservadora y pía, y sería heredado por sus hijos, los Sánchez Arcas, donde destacaban Manuel (ya mencionado), Ruperto (gran médico y escritor al que también hemos hecho referencia) junto con Asunción y María Luisa

Ruperto Sánchez Rodríguez. Foto sacada de Archivo Fotográfico y Documental de Béjar.

29 de septiembre de 2014

Gabriel y Galán y el Castañar

Un poeta engrandeció con sus versos el monte del Castañar de Béjar. Ya otros escritores habían puesto su acento en nuestra ciudad en épocas pretéritas, atraídos por el mecenazgo de sus duques como Lope de Vega o Góngora. Sin embargo, José María Gabriel y Galán sacaba de su alma el sentir y el amor por las tierras que le vieron nacer y otras próximas.


Nacido en Frades de la Sierra (Salamanca) en 1870, estudia magisterio en la universidad de Salamanca y en 1888 saca la oposición de maestro de primeras letras en la escuela de Guijuelo (Salamanca). Tras un corto periplo en Madrid para obtener el grado de maestro nacional, consigue su traslado a Piedrahíta (Ávila) donde ejerce durante seis años poniendo en práctica lo aprendido en la Escuela Normal. Por las cartas que escribía a sus amigos sabemos que era un joven introvertido, melancólico y sensible. De hecho solía firmar como "El Solitario". También que era extremadamante religioso. Por ejemplo, escribió estas líneas en ocasión del ajusticiamiento de un reo en Piedrahíta: 

28 de julio de 2014

Reseña de "El carril de paja" de Ángel Menoyo Portalés, reeditado por Jesús A. García



            Cuando Jesús A. García, el editor e introductor de este libro no venal de 145 páginas que ve la luz gracias a la colaboración de los ayuntamientos de Fuentes de Béjar, La Cabeza de Béjar, Nava de Béjar y la Asociación de Vecinos “Los Hermanitos” de Nava de Béjar, me lo puso en las manos no tenía idea de quién era su autor, Ángel Menoyo Portalés, ni si estaba vivo o muerto, ni qué significaba el título de la obra. El carril de paja, leí e imaginé que tenía que ver con las faenas del campo. Qué lejos estaban mis suposiciones de la realidad.




            Jesús me describió entusiasmado cómo fue adentrándose en la búsqueda de un libro del cual se había perdido memoria o del que quizá pocos habían tenido constancia en su momento, más allá de los familiares y amigos del autor. La labor de investigación dio el fruto apetecido y, una vez hallado El carril de paja, fue hora de adentrarse en él, en las tradiciones y lugares que en él tenían lugar y en la vida y obra de Ángel Menoyo Portalés. A todo ello dedica Jesús una introducción sabrosa y necesaria antes de que el lector haga un viaje en el tiempo trasladándose a Nava de Béjar, La Cabeza de Béjar y Fuentes de Béjar allá por principios del pasado siglo. Pero antes de nada Rafael Sánchez desgrana con cariño y desde el corazón los recuerdos de un mundo que se fue, aquel en que los tres pueblos cercanos presumían de industrias (textil, Fuentes; La Cabeza, chocolates y curtidos; Nava, chacinería) y que contaban con la ventaja de un tren que les podría llevar de Sur a Norte, de Cádiz a Gijón, con sólo asomarse a la cercana estación de Fuentes. Dice Rafael que Nunca debemos olvidar quiénes somos y de dónde venimos. La vida es una rueda y podemos regresar siempre al principio. Y para ello qué mejor que rescatar los recuerdos, hacer revivir los lugares y las gentes, ponerles voz, aunque resulte duro y la melancolía y las lágrimas acaben por asomarse a los ojos. A Rafael se le nota que la emoción le sobrepasa en las pinceladas que nos proporciona de su infancia, aquella en la que el mundo que nos rodea se percibe con un halo mágico, los segundos duran minutos, los minutos horas y las horas días, y los sucesos se graban a fuego en la memoria. 

28 de abril de 2013

"El anarquista que se llamaba como yo" y el anarquismo en Béjar

Autora: Carmen Cascón Matas


A mi regreso de unas cortas vacaciones me encuentro en facebook con la noticia de la presentación de una novela relacionada con Béjar que quiero compartir con vosotros. Su título es "El anarquista que se llamaba como yo" y, por supuesto, parte de su acción transcurre en esta ciudad que tan bien vais conociendo por lo que contamos en este espacio. No os extrañará, con nuestra trayectoria industrial, el hecho de que pululasen anarquistas en esa Béjar textil de finales del siglo XIX y principios del XX, con una conflictividad social enorme en una olla a punto de estallar. Huelgas, enfrentamientos, sindicatos con gran poderío y una burguesía anclada en valores tradicionales hacían que el clima fuese propicio para la lucha. 





No hace mucho me sorprendió el dato manejado por Pablo Puente en su discurso de entrada al Centro de Estudios en el que comentaba que Mateo Morral, el anarquista catalán que arrojó la bomba sobre la comitiva regia el día de la boda de Alfonso XIII y Victoria Eugenia, había trabajado durante un tiempo en una fábrica de Béjar. El senador del  reino, alcalde y fabricante de paños, don José Rodríguez Yagüe, el famoso don Pepito, se libró por los pelos de un atentado anarquista en la calle Rodríguez Vidal, según testimonio oral. 



15 de junio de 2012

De avicornios y raras avis


No puedo pasar la ocasión de invitaros a todos a la presentación de la publicación "Avicornio" mañana a las 20.00 horas en el Museo Judío de Béjar. Sé que algunos no podréis asistir, pero podréis disfrutar igualmente de los textos y dibujos que esta figura mitológica ha inspirado a 20 artistas y escritores bejaranos. La idea partió de mi buen amigo y colaborador del blog (nos dió a conocer el personaje de don Francés de Zúñiga, bufón de Carlos I) José Antonio Sánchez Paso y el resultado ha sido espectacular. Además se le ha ocurrido fundar una editorial virtual en la que piensa colgar textos e imágenes relacionadas con Béjar llamada "La Alquitara Ediciones", de acceso libre, por supuesto. 


16 de abril de 2012

Reseña de la edición comentada de Historia maravillosa de don Bernardo de Zúñiga

Autora: Carmen Cascón Matas

¿Qué demonios tienen que ver un pueblo llamado Medinilla, cercano a Béjar aunque en la provincia de Ávila, y Alejandro Dumas padre? Eso me pregunté yo hace un tiempo, cuando a mis oídos llegaron rumores confusos de que el polifacético y prolífico escritor francés, autor de Los tres mosqueteros, había dejado huellas palpables de que conocía o había oído hablar de un santuario llamado Fuente Santa y de un personaje, apellidado Zúñiga, en su novela Historia maravillosa de don Bernardo de Zúñiga. Sugerente el hecho de que el protagonista de su novela porte el apellido de la familia nobiliaria que se enseñoreaba sobre Béjar desde el siglo XIV y aún más enigmático el que el lugar donde se produce parte de su acción se sitúe en el Santuario de Fuente Santa cuando, en un lugar llamado Medinilla, dentro precisamente de los dominios de los Zúñiga bejaranos, existe un templo con tal denominación.

            De desvelar el misterio se encarga José Antonio Sánchez Paso en la edición comentada de esta novela de Alejandro Dumas publicada por la Institución Gran Duque de Alba, dependiente de la Diputación de Ávila, que vio la luz el año pasado. El libro consta de dos partes bien diferencias: la introducción, es decir, el comentario de la novela llevada a cabo por José Antonio, y la novela en sí misma. 



1 de mayo de 2011

Góngora y el duque de Béjar

Con su incomparable modo de escribir versos, Luis de Góngora y Argote dedico sus Soledades al mismo duque de Béjar que mostró tan poca compasión con Migue de Cervantes al dedicarle la primera parte del Ingeniosos Hidalgo: Alonso I. ¿Qué tenía don Luis que no tuviera don Miguel? No lo sabemos, pero los versos que inician su libro vuelven a resaltar el tema del interés que mostraban los literatos de la época por encontrar un mecenas entre los miembros de la nobleza y de éstos hacia aquéllos para que sus obras ensalzaran su nombre y el de sus antepasados.

En estos versos don Luis parece demostrar su conocimiento de Béjar y de su naturaleza. Así se nombra al oso, fiera que habitaba en el paraje llamado "Garganta del Oso" o la famosa nieve de la Sierra, la proximidad de la Vía de la Plata también utilizado como camino de peregrinación hacia Santiago y las peñas de la sierra, así como lo adecuado de los montes bejaranos para cazar. También, cuando ensalza al duque, parecemos verle en su finca de El Bosque, descansando ocioso, mientras en su escudo (el de los Zúñiga) campea la cadena. Incluso nos hace un desglose de los árboles habituales de la zona: pinos, encinas o robles.


27 de abril de 2011

De nuevo Cervantes y el duque de Béjar


Autor: Manuel-Antonio Marcos Casquero

Publicado: Béjar en Madrid 16 diciembre 1972, nº 2648


            La circunstancia de haber sido designado 1972 “Año internacional del libro” ha sido pretexto para que, en torno a Cervantes y a su Quijote, se hayan celebrado innumerables conferencias, exposiciones, seminarios y estudios mongráficos. La siempre actualidad de la obra cervantina ha pasado, una vez más, a primerísimo plano durante este año en curso. Es éste, y no otro alguno, el motivo que me ha movido a escribir estas acotaciones acerca de un tema numerosas veces tratado -muchas de ellas por bejaranos-, aunque la mayoría de estos trabajos redundan más en patriotismo local que en otra cosa. Me refiero a la dedicatoria hecha por Cervantes de su primera parte de El Quijote al duque de Béjar.

Don Miguel de Cervantes
 
  

3 de enero de 2011

"Las calles tienen tu nombre", primera novela de Óscar Rivadeneyra


La semana pasada salió a la luz de las librerías y de nuestra curiosidad una novela llamada “Las calles tienen tu nombre”, ópera prima del conocido y polifacético Óscar Rivadeneyra Prieto con prólogo de Antonio Avilés Amat, fotografía de portada de Raúl Martín y editado por T. G. C. Cultural.


7 de julio de 2010

La sierra y Lope de Vega



El famoso duque de Béjar Alonso I, al que Cervantes dedicó su primera parte del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, ejerció de mecenas de los mejores artistas y literatos del Siglo de Oro.

Como no podía ser menos, Lope de Vega no fue una excepción. En varias de sus obras hace mención a Béjar, destacando líricamente su naturaleza. Dejo de ello dos ejemplos cortos, que nos hacen pensar en si Lope pudo pasear por nuestras calles en alguna ocasión.



Mira cómo del sol la calma estiva
hiere de Béjar la montaña y nieve.
Mira que blandamente se derriba
destas pizarras Tormes murmurando
por sólo acompañar tu pena esquiva.
Las fuentes desta selva están callando
y olvidadas del agua y de la hierba
las satisfechas vacas descansando.

(La Arcadia, libro III)



Sierras de Béjar frías
..........
no me mostreis las frentes
con la nieve que el sol convierte en fuentes

(Liras poéticas)

18 de abril de 2010

Cervantes y el duque de Béjar



Como buen ejemplo de la nobleza de su tiempo, la Casa Ducal de Béjar ejerció mecenazgo para mayor gloria de su linaje a lo largo del tiempo, destacándose sus miembros como protectores de artistas y literatos. Cuestión sabida es por todos los bejaranos que Miguel de Cervantes Saavedra dedicó su primera parte de “Las aventuras del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” a Alonso I, duque de Béjar. A algún asombrado lector foráneo asombrará este dato, más hay que tener en cuenta que por aquel entonces nuestro don Miguel andaba escaso de fortuna y debía arrimar su ascua a todo potentado que pudiese financiar sus proyectos literarios y recompensarle pecuniariamente. Bajo el amparo de un Grande de España, como en este caso, evitaba ataques tales como el plagio en una época en que el copyright y los derechos de autor aún no existían.

De esta forma Cervantes llegaría a conocer en la corte vallisoletana, suponemos, a Alonso de Zúñiga, duque de Béjar, como se desprende del preliminar y dedicatoria del Quijote:




“Al duque de Béjar,
Marqués de Gibraleón, conde de Belalcázar y Bañares,
Vizconde de la Puebla de Alcocer,
Señor de las villas de Capilla, Curiel y Burguillos.

10 de marzo de 2010

Unos versos para Antonio Pizarro y Pedraza

Autora: Carmen Cascón Matas


Ya tratamos en este blog la vida de dos personajes bejaranos, abueno y nieto, Francisco y Antonio Pizarro y Pedraza. De ese artículo intentaré hacer un resumen para refrescar memorias y centrarnos en un poema que no tiene desperdicio.

El primero, oriundo de Gibraleón y perteneciente al estado de los hijosdalgo, viene a Béjar a finales del siglo XVII, más o menos a partir de 1679. Poseedor de multitud de propiedades entre las que se encontraban huertas, viñas o molinos, desempeñó cargos de importancia en el consistorio, como teniente de corregidor o alcalde del estado de los hijosdalgo. Matrimonió en segundas nupcias con una mujer de familia hidalga bejarana, quizás con la intención de enraizar más firmemente su supremacía económica y social sobre la villa (aunque nunca sin presentar batalla de poder sobre su señor natural, el duque). Se llamaba Ana López Dávila del Castillo y descendía del mismo tronco familiar que el canónigo de Plasencia Bartolomé López Dávila. Un hermano de ésta, Manuel, también casaría con un miembro del linaje de los Pizarro, María, hermana de Francisco.

  Portales de Pizarro. Béjar

De su enlace nacieron numerosos hijos, cuyo desglose ya fue realizado en el artículo que mencionamos. Nos interesa la figura de Juan Vicente que marchó pronto a Gibraleón y casó allí con María Camacho. Uno de los frutos de su matrimonio fue Antonio Pizarro y Pedraza, quien a la muerte de su abuelo hereda toda su hacienda, posesiones y mayorazgo.