Autor: Roberto Domínguez Blanca.
Publicado: Revista de Ferias y Fiestas de Béjar, 2008.
INTRODUCCIÓN
El alcor que sirve de soporte a nuestra ciudad es, como sabemos, marcadamente longitudinal, con orientación este-oeste, en cuya dirección se disponen las curvas de nivel desde la parte más elevada junto a la vertiente norte, hasta descender escalonadamente hacia el valle de las huertas al pie de su fachada meridional. Las vías de tránsito más importantes siguen, pues, esta marcada direccionalidad, aunque realmente hay una única calle o sucesión de distintos tramos que comunican los polos de la ciudad. Hay que añadir que la presión que ejerce la muralla subraya esa direccionalidad; más aún en el caso de las puertas principales que se abren a los caminos de comunicación con el exterior, cuya continuación a intramuros y comunicación entre puertas condiciona el trazado de las calles principales, resultado de buscar el recorrido más corto y fluido posible. Otras calles principales surgen de la comunicación con las parroquias, conventos, puertas secundarias, etc. También aparecen los caminos de ronda o vías de circunvalación al interior y al exterior de la muralla.
Vista aérea del casco antiguo de Béjar con el recorrido de la Calle Mayor actual y la Calle Mayor de la Villa Vieja, enlazando Corredera-Plaza Mayor- Plaza Mayor de la Villa Vieja, hoy plazauela de Santiago.
Un desarrollo urbanístico más ordenado se aprecia al este del casco histórico bejarano, con pequeñas callejuelas que cruzan perpendicularmente las vías principales, remontando la fuerte pendiente incluso a través de escalinatas. Como contraste, más al noroeste aparece el trazado de la sufrida judería, con callejuelas muy irregulares, retorcidas y estrechas, incluyendo pasos elevados. Muy quebrada también es la zona de Barrioneila, inmediata al ala sur de la plaza Mayor en una zona de fuerte pendiente con callejas de declive muy acusado y callejones ciegos. Bajo el lienzo meridional de la muralla discurría desde la Corredera un camino paralelo llamado la Solana, que desembocaba a la plaza de la Piedad a través de una puerta de la muralla. En su recorrido se abrían numerosos caminos tortuosos que ascendían desde la Solana a la calle Mayor, atravesando la muralla con portillos.