Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en madrid, nº 4.606 (25/VI/2010).
El título real del artículo es "Sobre el estallido de un tumulto en Béjar y sus principios, de que tuvo buena culpa un asunto de matasanos y en el que se vieron implicados varios galenos, el consistorio, un abuelo famoso y otros a los que ahora me referiré".
La táctica de recoger firmas con el fin de presentarlas a una autoridad competente para presionar en caso de interés general no es privativa del siglo XX, ni del XXI. Los sucesos acaecidos en Béjar durante el mes diciembre de 1760, con tumulto de vecinos incluido, nos mostrarán que es práctica antigua y no invención de la modernidad.
Una extraña tranquilidad reinaba en el ambiente exterior aquella mañana. El cielo aparecía cargado, encapotado y densamente blanco. El viento había dejado de ulular y empezaron a caer los primeros copos, pesadamente, sin prisa. Los tejedores, que sentados en sus banquetas movían los brazos mecánicamente y con maestría a fin de empujar la lanzadera correctamente para pasar el hilo de la trama a través de la urdimbre, no se resentían a pesar del frío. Varias mujeres con los dedos poblados de sabañones y los labios amoratados permanecían concentradas hilando, mientras el aprendiz iba y venía con sacos, madejas y alguna que otra regañina del maestro del taller. Un potente olor a lana penetraba por las fosas nasales mezclado con polvo, más los trabajadores apenas se daban cuenta de esta molestia por ser curtidos en tales aromas. A pesar de que la puerta del corral permanecía abierta de par en par, más que nada para dejar entrar algo de calor procedente de la hoguera allí avivada, lo que realmente penetraba era un humo sucio que tiznaba las paredes, negras como el hollín y que se entremezclaba con el aroma a pelo de oveja y polvo.
Escudo de la Real Fábrica de Paños de Diego López