Autora: Carmen Cascón Matas
En Béjar a partir del mes de mayo se concentran las celebraciones y tradiciones religiosas hasta casi hacer resaltyar en rojo todos los días del calendario. El domingo pasado se celebró la procesión y festividad de la Virgen de la Salud, retomada desde hace un par de años después de su desaparición. La comitiva parte de los restos de la desaparecida iglesia de San Gil (apenas subsisten el ábside del templo y el campanario, el resto es ahora el Museo Mateo Hernández), en pleno centro del casco histórico, muy próximo a la Plaza Mayor, donde se atesoraba la primitiva imagen. Desde allí se marcha hasta la iglesia de El Salvador donde se dice la misa y se reparten las tradicionales roscas de pan y la ramita de romero.
Sin embargo, esta crónica actual no puede llegar a
entenderse del todo si no hacemos referencia al pasado, un pasado que puede
explicarnos mucho de las cuestiones del presente. Y más si tenemos en cuenta
que esta procesión se había perdido con el paso de los siglos.
Retrotraigámonos al 14 de Mayo de 1730, fecha en que sacerdotes
y feligreses de Béjar se unen en la capilla de San Gil, iglesia dependiente de
El Salvador desde 1568, para redactar los estatutos de la Cofradía de la
Esclavitud del Santo Rosario. En ellos dejan muy claro ser independientes y a
la vez subsidiarios de otra cofradía del mismo título existente en el convento
de la Piedad. La idea era facilitar las reuniones de fieles diariamente sin
provocar inconvenientes para las religiosas, pues éstas no podían participar en
las procesiones nocturnas. De esta forma, con el permiso del párroco de El
Salvador, Pedro Antonio Hernández Cebriano, se trasladan a la capilla de San
Gil, “por ser exenta y desocupada”,
aunque sin extinguir la anterior, siendo la de las monjas “cofradía” y la de
San Gil “esclavitud”. La obligación de todo cofrade admitido debía de ser “asistir al Rosario que saldra todas las
noches que el tiempo lo permita y dias de fiesta por la tarde a la hora mas
acomodada para todos”, resguardándose en invierno en la capilla de San Gil.
Torre de San Gil
Dos años más tarde, y por petición de Miguel Cipriano
Sánchez de Mora, maestro de primeras letras, fundador de la esclavitud, se
decide cambiar el nombre de la cofradía por el de “Esclavitud de Nuestra Señora
de la Salud”. Sin duda se pretendía así paliar los equívocos frecuentes que se
producían entre ésta y la del convento de la Piedad al ostentar similares
denominaciones. El personaje, sumido aún en las brumas del paso del tiempo,
debió de ser mecenas de la institución, pues en el libro de fundación de la
esclavitud se especifica que “la ymagen
de Nuestra Señora de la Salud fue ofrecida a la cofradia por Miguel Zipriano
Sanchez”. La colocación de la talla se realizó de manera solemne, siendo
instalada “sobre el altar mayor de la yglesia
de San Gil sobre la urna del Santisimo Christo del Sepulcro”, conservado
hoy día en la iglesia de Santiago.
Según
un inventario de esa misma capilla fechado en 1892, existía aún allí el altar
de la Virgen de la Salud compuesto por “cuatro
caras con la Virgen de dicho nombre”, con una inscripción en uno de los
laterales que decía “se dotó a devoción
de Juan Crego y de Isabel Muñoz, su mujer”. Un par de años más tarde se
decidió trasladar la imagen y su retablo a la iglesia de El Salvador,
pereciendo en el incendio que calcinó este templo en febrero de 1936.
La
esclavitud subsistió a lo largo de los siglos XVIII, XIX y XX, formando parte
de ella fabricantes, hidalgos y clérigos, hombres y mujeres, y alternando en los
cargos privativos de este tipo de instituciones religiosas (hermano mayor,
consiliarios, pedidores de limosna, cobradores de faltas, veladores, depósitos
de faltas y pedidos de enfermos). En 1764, por Bula Pontificia, se concedió
indulgencia plenaria a las misas celebradas en su altar en sufragio de los
hermanos difuntos y en 1802 se otorgó el Jubileo. Además, durante la procesión repicaban
las campanas de Villa y Tierra, privilegio sólo compartido con las romerías de
la Virgen del Castañar y Virgen de las Huertas.
La
escultura que hoy podemos ver en El Salvador fue realizada en madera por el
escultor bejarano Eloy Hernández.
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES DOCUMENTALES:
CASCÓN MATAS, Mª C.: "Se retoma la desaparecida procesión de la Virgen de la Salud", en Béjar en Madrid, 2010.
GARCÍA NIETO, R.: “La
Virgen de la Salud”. Periódico La
Victoria, 9 de julio de 1898.
Archivo Parroquial de
la iglesia de El Salvador: Libro de la
Cofradía de la Esclavitud del Santo Rosario de la iglesia de El Salvador.
A.P. de la iglesia de
el Salvador: Inventario de la capilla de San Gil (1892). Documentación suelta.
En mi pueblo la patrona es la Virgen de Monsalud, pero desconozco su historia. Es curiosa la construcción del campanario de San Gil tiene forma de fortaleza.
ResponderEliminarUn beso
Perdido y recuperado, me gusta que se fomente las procesiones y las tradiciones, ya que así no se pierde un pueblo.
ResponderEliminarDigo lo mismo el campanario de San Gil tiene forma de fortaleza y se ve curioso en el centro de la plaza. Besos
No soy muy religiosa pero siempre me han gustado estas tradiciones me recuerdan a mi infancia con mi abuela, ella se conocía el santoral y disfrutaba de la liturgia mientras nosotros lo hacíamos de la fiesta
ResponderEliminarUn besote preciosa
Que luminosa es la imagen de esta hermosa Virgen, resplancedece como un sol, tan tierna y dulce!
ResponderEliminarUn abrazo.
Me parece interesante recuperar tradiciones perdidas, aunque no sea muy devoto de vírgenes y santos.
ResponderEliminarUn saludo.
¡Qué bellas tradiciones nos relatas, Carmen! Detrás de cada imagen de sus muchos avatares, multitud de historias personales, muchas anónimas, que se ha tragado la noche de los tiempos hasta llegar al día de hoy. ¡Cuántos incendios de iglesias no fortuitos en 1936, qué desgracia!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Mariac y Mari-Pi-R: el campanario formaba parte de la iglesia desaparecida por los avatares del tiempo, como digo en la entrada, junto con el ábside y la portada que se desmontó y se colocó como puerta de entrada al museo Mate Hernández. Esta torre tan curiosa sobrevivió por albergar el Reloj de Villa y Tierra, aunque sufrió modificaciones durante la restauración de los años 80. En fotografías antiguas se puede apreciar lo distinta que era en otros tiempos.
ResponderEliminarBesitos
40ñera: todas las abuelas se saben el santoral al dedillo, cumplen las fiestas de guardar y saben rezar el rosario, tradiciones casi perdidas en la actualidad.
ResponderEliminarBesitos
Carolina: algunos paisanos dicen que les recuerda a la imagen de nuestra patrona, la Virgen del Castañar. Se le da un aire...
ResponderEliminarBesos
Valverde: yo tampoco lo soy, pero me gusta que se recuperen y se mantengan las tradiciones. Ya somos dos.
ResponderEliminarSaludos
Francisco espada: la iglesia de El Salvador era la más rica y fastuosa de Béjar y por eso mismo fue incendiada. Aquí se ha corrido un tupido velo sobre el tema y nadie habla, quizás porque se sepa quiénes fueron los autores...Malditas guerras
ResponderEliminarSaludos
Hubiera sido bueno que se conservase alguna fotografía o dibujo de la Imagen destruida. Veo que en Béjar hay un decidido interés por impedir el olvido de las tradiciones. Me parece fenomenal. Un beso Carmen.
ResponderEliminarDesdelaterraza: me temo que no existe ninguna foto, que yo conozca claro. A lo mejor en algún baúl perdido en la nostalgia de un desván aparece cualquier día una foto de la desaparecida imagen.
ResponderEliminarUn saludo
La imagen de la virgen es muy bonita. Te dejo aquí un enlace de unos amigos que se dedican a potenciar la artesanía (Proyecto Exea se llaman) donde cuentan su experiencia en el taller de un escultor restaurador de santos e imágenes. Es muy interesante. Saludos!
ResponderEliminarMundsoks: la imagen ya has visto de qué época es. Lo que no tengo idea es si se inspiraron en la antigua para hacer la moderna o no. Creo que nos quedaremos, de momento, con la duda.
ResponderEliminarMe paso a ver el enlace que me propones.
Un saludo