*Quisiera hacer un alto en la vida de los Bolaños y acercarme a otros hombres sencillos como nosotros que vivimos el día a día, lejos de glorias vanas, desde el prisma de Javier R. Sánchez Martín y el recuerdo de su suegro Isidro.
Autor: Javier R. Sánchez Martín.
Publicado: Béjar en Madrid 15/04/2011
La vida está hecha de
momentos que pasamos principalmente al lado de aquellos que nos corresponde por
nacimiento -nuestros familiares- o por elección, -nuestros amigos, nuestros
cónyuges-. Además, nuestros consortes tienen una familia con la que también entras
tarde o temprano en relación.
De este último modo
fue como conocí a Isidro, mi suegro, hace ya años de esto. Por aquel entonces
empezaba a levantar cabeza, económicamente hablando, gracias a su puesto de
trabajo en una fábrica de confección y a que trabajaban varias de sus hijas,
entre ellas la que hoy es mi mujer (siempre me ha parecido que decir esposa
queda un poco cursi). La confección industrial marcó por entonces el declive de
profesiones artesanales a las que sustituía, como la de sastre, y cubrió toda
una etapa de industrialización rápida y de mano de obra intensiva en nuestro
país.
Sierra de Béjar al anochecer
Desde el principio me
pareció un hombre sencillo, que otorgaba su justo valor a las pequeñas cosas que
le proporcionaba el presente y que las disfrutaba lo mejor que podía, sin pedir
más. Probablemente sin conocerlo hacía suyo ese viejo aforismo que dice que no
es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita. Siempre le envidié un
poquito esa capacidad que tenía de disfrutar el día a día, cultivando una
pequeña huerta, yendo a pescar con algún amigo, participando en las actividades
de la peña a que pertenecía o, simplemente, tomando un vino con los amigos o
con la familia.
Alguien dijo una vez
que la vida es lo que ocurre mientras pasamos el tiempo haciendo planes. Puede
que sea la propia sociedad la que nos hace mirar al futuro de continuo, empujándonos
siempre a conseguir un objetivo más cuando aún no hemos saboreado el último que
nos marcamos. Y cuando terminamos (aparentemente) con los nuestros, empezamos a
pensar en los de los hijos y a sufrir sus éxitos y sus fracasos como si fueran
nuestros. “Piensa que cada día es por sí solo una vida”, decía Séneca, pero
nosotros, erre que erre, no disfrutamos el hoy porque ya estamos pensando lo
que haremos mañana.
Sierra de Francia desde el monte (Béjar)
Por eso, quiero
dedicar también este artículo a los que, como mi suegro, trabajaron duramente
para sacar a su familia adelante, y luego, ya pensionistas, disfrutaron de esa
etapa de su vida con sencillez pero con alegría, viviendo cada momento como
ellos quisieron y sin hacer daño a nadie. A los que sienten que su transcurrir
por la vida debe ser un camino donde siembren bondad. A los que no odian. A los
que pasaron por la vida haciendo el bien en la medida de sus posibilidades y sin
pedir nada a cambio.
Decía Sócrates que las
cosas suceden porque el ritmo de la vida marca su compás y nada más, y la buena
conciencia es la mejor almohada para dormir.
Ahora, a comienzos de este soleado y caluroso
mes de abril, hace un año que te fuiste. Al principio de diagnosticarte la
enfermedad que te minó rápidamente querías saber pero sin querer saber. Porque
todos somos muy valientes cuando hablamos de las enfermedades de los otros,
pero la cosa cambia cuando se trata de nosotros mismos.
Camino de La Centena (Béjar)
El final fue duro, muy duro. Para ti y para
los que estábamos a tu alrededor, especialmente para tus hijas y tu mujer.
Me quedo con los
veranos en el Puente del Congosto. Con esos cielos de un azul que casi hace
daño a la vista y ese río Tormes que no se cansa nunca de fluir hacia el Duero
dejando atrás los signos identitarios del pueblo, el puente medieval y el
castillo, ese castillo donde toda una reina de España -Isabel de Castilla-,
lloró la muerte en Salamanca de su primogénito, el príncipe Juan. O donde el
emperador Carlos V se alojó camino de su retiro en Yuste.
Puente del Congosto.
Foto extraída de aquí
Pero me quedo también
con esas pequeñas cosas que representan pequeños placeres de la vida y que
disfrutamos juntos, como los calderillos cocinados en el jardín de la casa, los
aguardientes de cerezas, de guindas, de higos, que tan bien se te daba preparar
y que, después de cenar, en el porche, sabían a gloria mientras contemplábamos esas
miles de estrellas titilantes en el marco oscuro de la noche y que, en el campo,
parece que lucen más puras. Y que también te hacen ver lo pequeño que es el
hombre en comparación con esa inmensidad espacial que nadie sabe dónde termina.
Los hombres tenemos
fecha de caducidad y un nueve de abril partiste hacia ese lugar que nadie sabe donde
está ni cómo es pero que, en tu caso, estoy seguro que no puede ser un sitio
malo. Porque si el más allá existe y lo que nos espera es un reflejo de lo que
se hizo en el más acá, entonces seguro que te va bien. Y los que quedamos por
aquí, te tenemos presente en el recuerdo, que es una forma de seguir vivo
aunque ya nada sea igual. Porque las personas somos irrepetibles.
Un recuerdo emocionado y emocionante para un hombre sencillo. Precioso homenaje el que hace Javier a su suegro. Y las imágenes acompañan perfectamente la belleza de estas letras. Esa sierra de Francia roba el aliento.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
Precioso homenaje y tierno recuerdo para todoas las personas sencillas que en definitiva son las que escriben la historia de forma anónima.
ResponderEliminarUn beso.
Muy hermoso y sentido recuerdo que nos enseña lo efímera que nos parece la vida y una lección. Disfrutar de cada momento y cada día como si fuera el ultimo. Gracias por compartir y dar un poco mas de luz a nuestras vidas.
ResponderEliminarun saludo.
Escrito con gran sentimiento, gran homenaje a la sencillez humana
ResponderEliminarBesos Carmen
Es que los hombres sencillos hicieron grande la patria, a mi me pasó con mi padre y mis abuelos y toda mi familia de inmigrantes franceses y suizos. Eran personas muy simples que dejaban todo por el bien de su seres queridos.
ResponderEliminarUn beso grande.
Bejar, como siempre parece envuelta en un suave y leve sueño y su gente, tambien. Que belleza de post. Homenaje que me conmovio hasta las lagrimas, un merecido recuerdo a un hombre de bien, en un texto escrito desde el corazon y con la fina pluma del sentimiento.
ResponderEliminarBuenas palabras hacia un hombre, a muchos hombres que aqui tambien se puedan reflejar, y como seguramente hay en cada una de nuestras familias... pero para cada uno muy unicos e imborrables en el camino de la vida y en la amada foto de nuestro corazon.
Entrañable, Emotivo y lleno de Agradecimiento Sincero...Me ha encantado el Escrito y a quien va dirigido; un Hombre, con letras Mayúsculas, que ha dejado sólida Huella en Vida.
ResponderEliminarNo había oído hablar de Puente Congosto...¿Queda cerca de Béjar?
Abrazos y besos.
Puente del Congosto es una de las úlimas localidades de Salamanca en dirección a la ciudad de Ávila y está paralela a la localidad de Barco de Ávila (es curioso, Puente dle Congosto está en Salamanca y Barco en Ávila), ambas están bañadas por el río Tormes. Como ves el patriomonio que tiene es reseñable y son numerosos los bejaranos que acuden a bañarse al río en verano. El año pasado colgué una entrada sobre la historia de su castillo: http://ccasconm.blogspot.com.es/search/label/Puente%20del%20Congosto.
EliminarUn abrazo
PD. ¡Ah! está a 30 km de Béjar
En primer lugar señalar la belleza de los paisajes de Béjar, preciosos!
ResponderEliminarQue bonito el recuerdo a su suegro, lo sencillo que es vivir y lo complicado que lo hacen cantidad de personas por no saber aceptar infinidad de cosas y no sentirse contentos con uno mismo.
Un precioso homenaje, gracias por compartir.
Unas palabras bien cimentadas para dejar entrever la grandeza de una persona sencilla: pero que ha calado muy hondo en sus seres queridos.Un recuerdo precioso lleno de muchísimo afecto, precioso.
ResponderEliminarQue vistas tan bonitas no me extraña que esteis tan orgullosos.
Un abrazo Carmen.
Muy bonito el homenaje, desde luego Isidro debió ser una persona especial. Un saludo
ResponderEliminarSi era una persona especial
Eliminar"la buena conciencia es la mejor almohada para dormir."
ResponderEliminarBellas palabras pero no menos bella la vida que las inspiró. Nada será igual porque somo únicos e irrepetibles. Pero lo que si que se puede repetir son las actitudes que admiramos de los demás.
Bss
Séneca hace siglo llegó a entiender la filosofía de la vida. Hay que disfrutar del momento presente ates de que se nos vaya de las manos.
ResponderEliminarBesos
Gracias por vuestros comentarios, son estupendos.
ResponderEliminarEn efecto, son las mujeres y los hombres sencillo los que construyen día a día nuestro hoy y nuestro futuro, y también los que dejan ese recuerdo que hace que vivan en los que les conocieron.
Escribí el artículo meditándolo mucho pero, como podéis ver, desde el corazón.
Un abrazo para todos.
Jvier R. Sánchez
Y aunque va escrito y dirigido a una persona concreta, seguro que cada uno de vosotros lo podéis aplicar a gente que conocéis o habéis conocido.
ResponderEliminarUn gran hombre, sin duda , debió ser Isidoro.
ResponderEliminarsaludos
Que me ha gustado lo que has Publicado.Gracias a Javier y a Ti Amiga Carmen.
ResponderEliminarUn Abrazo para los dos.
manolol
Me ha encantado volver a leerlo. No hay recuerdo de él que no despierte en mi una sonrisa. Gracias.
ResponderEliminarAlicia
Los hombres buenos nos dejan grandes recuerdos. Gracias Javier por compartir los recuerdos que te ha dejado Isidro y haber tenido la suerte de compartir su vida.
ResponderEliminarLe has hecho un precioso homenaje!!!
Un beso
Gracias, Laura. Un beso para ti también.
EliminarLa lección es clara y me reafirma en mi lema: "Todos morimos a causa de vivir. Si morir es inevitable... ¡vivamos pues!". Un abrazo,
ResponderEliminarQuerida amiga Carmen, a partir de mañana podré escribir comentarios. He estado al borde de la catástrofe informática. Menos mal que las pantallas antitodo se han portado bien, claro que me han dejado sin poder escribir durante más de dos semanas. Te cuento.
ResponderEliminarUn beso.
Los hechos corrientes, las personas sencillas, su vida y su muerte son tan importantes. Sin ello, sin su compañía y su recuerdo luego no estamos completos. Un abrazo.
ResponderEliminarQuerida Carmen, ¡qué hermoso homenaje el de Javier a su suegro! En estos tiempos convulsos de corrupción moral entre aquellos que deberían ser ejemplo de honestidad y de honradez brillan, si cabe con mayor fuerza todavía, testimonios como este que son una lección de vida para las futuras generaciones. Sirvan, por extensión, estas magníficas palabras de Javier como "laudatio" a todos esos hombres y mujeres que supieron hacer de su vida un modelo de discreción, de bondad y de dignidad humana entre los que cuento a mi propio padre.
ResponderEliminarMil bicos para los dos.
Totalmente de acuerdo, profedegriego. Por desgracia parece que las virtudes que deberían ser comunes en los seres humanos se están transformando en algo cada vez más raro. Afortunadamente todavía queda gente que merece la pena: pensemos y actuemos como ellos, no como esa chusma que nos está haciendo la vida imposible.
EliminarUn homenaje muy sentido, Javier. Creo que todos tenemos cerca o conocemos a algún Isidro que nos hace disfrutar de las pequeñas cosas y del día a día.
ResponderEliminarGreat!
ResponderEliminar